20 diciembre 1991

Victoria 'pírrica' del candidato de Aznar, que reemplaza en la presidencia a Alberto Fernández Díaz

6º Congreso del PP catalán – Aleix Vidal-Quadras se convierte en el nuevo presidente reemplazando a Jorge Fernández Díaz

Hechos

El 1.12.1991 D. Aleix Vidal Quadras fue elegido presidente del PP de Catalunya con 375 votos a favor de un total de 745 compromisarios (el resto se abstuvo).

Lecturas

El 1 de diciembre de 1991 se celebran de forma simultánea los congresos del Partido Popular de Catalunya y del Partido Popular de Barcelona. Para ambos cargos la dirección nacional del PP de D. José María Aznar López ha designado a D. Aleix Vidal-Quadras en sustitución del hasta ahora presidente D. Jorge Fernández Díaz.

La victoria para el Sr. Vidal-Quadras fue amarga dado que en la votación para la presidencia del PP catalán en las que no había ningún candidato alternativo y pese a ello se quedó en apenas un 53% de los votos. En la votación para el cargo de presidente del PP en Barcelona sí hubo la candidatura alternativa del abogado D. Ignacio Olear, que logró el 35% frente al 58% de Vidal-Quadras. El nuevo secretario general del PP catalán será D. Josep Curto.

El Sr. Vidal-Quadras cuenta con el respaldo del periodista D. Federico Jiménez Losantos, en estos momentos considerado uno de los periodistas más próximos a D. José María Aznar.

El sector derrotado de este congreso es el liderado por D. Jorge Fernández Díaz, su hermano D. Alberto Fernández Díaz, D. Enrique Lacalle y el periodista D. Francisco Marhuenda García será el encargado de ‘hacer la oposición interna’ al Sr. Vidal Quadras para lograr desbancarle del puesto que acaba de alcanzar.

ELECCIÓN PARA LA PRESIDENCIA DEL PP EN BARCELONA

  • Vidal_Quadras_1992 D. Aleix Vidal Quadras – 58% de los votos
  • IgnacioOlear D. Ignacio Olear – 35,8% de los votos

ELECCIÓN PARA LA PRESIDENCIA DEL PP EN CATALUNYA 

  • Vidal_Quadras_1992 D. Aleix Vidal Quadras – 53,5% de los votos

UN MANDATO LARGO

El Sr. Vidal Quadras será el candidato del PP a la presidencia de la Generalitat tanto en las elecciones autonómicas de 1992, como en las elecciones autonómicas de 1995.

Reelegido presidente del PP catalán en 1993, su mandato finalizará en 1996 tras perder la confianza de la dirección nacional de su partido para permanecer en ese cargo.

02 Diciembre 1991

La advertencia de las bases del PP catalán

EL MUNDO

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Tras conseguir que el oficialismo representado por Aleix Vidal-Quadras y el sector crítico que lidera Jorge Fernández Díaz elaboraran una lista de consenso, Aznar estuvo a punto de llevarse un susto en el Congreso del PP de Barcelona. Es cierto que la fórmula de consenso triunfó finalmente con un cincuenta y ocho por ciento de los votos, pero el aviso dado por las bases es digno de tomarse en consideración. Más de un 35% de los militantes apoyó una candidatura alternativa, improvisada en 24 horas, en un gesto con el que se trataba de pedir mayor autonomía de decisión para el partido en Cataluña. De momento nadie discute el liderazgo de Aznar, pero si insiste en querer «cocinar» desde el aparato los órganos periféricos, el malestar de las bases puede provocarle serios disgustos.

04 Diciembre 1991

Cainismo

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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EL PARTIDO Popular sólo puede aspirar a constituir una alternativa sólida y creíble al PSOE si logra una implantación menos desigual en el conjunto de las nacionalidades y regiones españolas; dicho claramente: si resuelve su problema andaluz y su problema catalán, comunidades donde sus votantes y estructura están muy por debajo de lo que precisa.José María Aznar es consciente de esta realidad. Para afrontar su apuesta catalana diseñó un proyecto: extender la refundación del partido a su organización catalana con objeto de recuperar para ella el antiguo electorado de UCD, cautivado en las últimas convocatorias electorales por el nacionalismo centrista-conservador de Jordi Pujol con el anzuelo del voto útil de la derecha. El nuevo mensaje centrado debía ser protagonizado por nuevos líderes, que establecieran las diferencias ideológicas y políticas con el nacionalismo, recuperando así una imagen específica de partido con oferta propia. Oferta y líderes que para ser atractivos debían cumplir la condición de ser menos proclives al pacto indiscriminado con Convergència i Unió, práctica por la que algunos dirigentes han tachado de entreguismo a los antiguos dirigentes.

El conjunto de la operación tenía un nombre: Aleix Vidal-Quadras. Nadie discute en la política catalana la capacidad intelectual de este catedrático de Física Nuclear, ni su brillante papel como portavoz parlamentario que tantas veces ha puesto en aprietos al titular de la Generalitat, ni tampoco su carácter de persona pública incontaminada por la historia popular barcelonesa, tan propensa a lo caciquil.

Pero tampoco nadie apuesta un céntimo por su habilidad para abordar las tensiones internas de una -débil- organización que en 10 años ha sacrificado media docena de líderes en una guerra civil permanente, ni por su especial vocación por convertir las victorias en derrotas. Hace un mes, bajo los trabajosos auspicios de Aznar y su cúpula, Vidal-Quadras y su principal rival en el PP catalán, Jorge Fernández, firmaron un armisticio y una lista única para el congreso celebrado el último fin de semana que suponían la clara hegemonía del nuevo líder. Pronto los seguidores del primero -¿descontrolados?- desenterraron el hacha de guerra mediante un documento duramente descalificador de los antiguos dirigentes. Y ahí fue Troya.

De modo que el equipo de Aznar se afanó en restaurar el pacto, imponiendo un líder, Vidal-Quadras, al llamado sector crítico de su partido y una ejecutiva a su hombre en Cataluña. Todo ello en medio de reproches al cainismo mutuo. La presentación, finalmente, de candidaturas contrapuestas, la alta abstención registrada y alguna súbita semidimisión poscongresual indican, a que el equilibrio logrado es menos Y

que inestable. Y lo que aún complica más las cosas para este diseño tan de1ficientemente ejecutado: el armisticio se ha conseguido mediante un creciente intervencionismo central que ha volatilizado la pretensión de que el PP catalán goce de autonomía respecto a sus mayores, una baza electoral preciosa para sus más directos rivales. Pujol se frota las manos en silencio.