31 enero 1994

Josep Pernau asegura en EL PERÓDICO de Catalunya que Reyna se siente agraviada por la escasa atención que se ha dedicado al Palacio de la Música de Valencia

Arde El Liceo de Barcelona y el diario LAS PROVINCIAS de Consuelo Reyna protesta porque el Estado tenga que pagar su reparación

Hechos

El 31.01.1994 se produjo un incendio en Gran Teatro del Liceo de Barcelona.

Lecturas

D. Josep Pernau Riu publica el 5 de febrero de 1994 en El Periódico de Catalunya una columna contra la Directora de Las Provincias de Valencia, Dña. María Consuelo Reyna Domenech, por la protesta de esta a la rápida reconstrucción del Liceu en Barcelona por parte del Estado mientras había permitido la destrucción del teatro de Sagunto en Valencia.

01 Febrero 1994

Llorar por el teatro perdido

María Consuelo Reyna

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La ministra de Cultura [Alborch] dijo sentirse 'tristísima ante la destrucción de un edificio tan emblemático como El Liceo, pero no se sintió 'tristísima' ante la destrucción de un edificio tan emblemático el teatro romano de Sagunto, patrimonio valenciano.

Que tristeza lo del Liceo. Una joya del patrimonio catalán, del patrimonio español, destruida por el fuego, por un fuego incontrolado e involuntario. Cuando hechos así suceden, todos perdemos algo.

Nada más saberse la noticia, marcharon para Barcelona la ministra de Cultura, que dijo sentirse ‘tristísima ante la destrucción de un edificio tan emblemático’… y el vicepresidente Serra… y Pujol aseguró que será inmediatamente reconstruido. No tengan la menor duda. Será reconstruido, miméticamente reconstruido. Dorados terciopelos y grandes arañas. Sin moderneces. Y lo pagaremos entre todos, como debe ser, porque parimonio de todos es. Ya lo ha dicho Borrell: ‘Es una pérdida que habrá que solventar con el esfuerzo de la Administración».

Bueno pues aquí no fue un fuego incontrolado e involuntario.

Aquí fue una decisión política del presidente Lerma la que se llevó por delante el teatro romano de Sagunto, patrimonio valenciano, patrimonio español. Ni rastro de él.

La ministra de Cultura no se sintió ‘tristísima ante la destrucción de un edificio tan emblemático era sólo un monumento histórico artístico nacional desde 1931.

Y a todos ellos les pareció maravilloso el cuarto de baño alicatado hasta el techo de Grassi, sin el menor respeto para nuestro pasado definitivamente enterrado bajo toneladas de mármol.

Y, para mayor inri, mientras España llora la pérdida del Liceo, en el IVAM se le hace un homenaje al arquitecto autor de las obras ilegales que han sepultado el teatro romano.

¿Imaginan que en el Museo de Arte Moderno de Barcelona se hiciera una exposición antológica del soldador que provocó el incendio en el Teatro del Liceo?

¿Qué esto que escribo es una pasada? Bien. De acuerdo. Más pasada es lo que ellos han hecho con nuestro desaparecido teatro romano para sustituirlo ilegalmente por un teatro de nueva planta.

Así es que, por lo menos, déjenme el derecho a enfadarme, a seguir llorando por nuestro patrimonio perdido.

María Consuelo Reyna

05 Febrero 1994

¿Qué más quieren los catalanes?

Josep Pernau

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Pagaremos caro cada duro que llegue de Madrid para la reconstrucción del Liceu. Casi sería mejor que el Gobierno lo prestara aunque fuera a un alto interés.

La fiebre reivindicadora de restauración de monumentos se ha desencadenado por toda España. Reclaman para sí lo que consideran que se dará con creces a Barcelona. Burgos exige que antes se restaure su catedral. Segovia pide dinero para su acueducto, la directora del diario LAS PROVINCIAS, la combativa luchadora del valencianismo bien entendido, la señora Consuelo Reyna, se siente agraviada por la escasa atención que se ha dedicado al Palacio de la Música de la ciudad fallera y aprovecha la ocasión para poner en duda la condición valencia de la señora Carmen Alborch.

¿Qué más quieren los catalanes? Consiguieron el 15% del IRPF y ahora pretenden escuchar ópera con el dinero de los españoles. Si quieren ópera que se compren un compact disc. Lo dicho: pagaremos caro el dinero que ponga Madrid.

01 Febrero 1994

Templo de Salomón

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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TODOS LO sabían. El escenario del Liceo, el primer teatro de ópera de España, era una ruina incapaz de cobijar montajes que no estuvieran pensados para su artesanal carpintería y, sobre todo, era un, auténtico almacén de cordajes, maderas y ropas demasiado vulnerables ante un fuego que final, trágicamente, llegó. Varios informes habían alertado ya sobre este peligro, pero hasta 1995 no estaba previsto poner remedio al problema con los sistemas imprescindibles antiincendios con los que hoy cuentan en la mayor parte de la Europa desarrollada hasta los pequeños teatros de provincias. Las disputas entre las administraciones del consorcio de la entidad y la actitud remolona de los propietarios del teatro retrasaban la decisión de una reforma a fondo que, ahora, un triste incendio hará irremediable.Ayer, todos, desde la ministra de Cultura hasta el presidente de la Generalitat, apostaban por un remedio rápido al desastre: la reconstrucción urgente. Todas las administraciones implicadas acordaron levantar piedra a piedra el nuevo Liceo donde ya estaba. Una reconstrucción que deberá aprovecharse para hacer la reforma pendiente, demasiadas veces aplazada.

Ayer, ningún político se acordaba de su parte de culpa en los regateos que han adornado la última historia del primer teatro lírico español. Quizá la humeante chimenea que ayer era el Liceo también se haya llevado las últimas reticencias de la Generalitat a una colaboración institucional con el Ministerio de Cultura que algunos interpretaban como una pérdida de la catalanidad del teatro. Reticencias que ha utilizado el Ministerio de Cultura para aplazar un importante peaje presupuestario.

Entre las cenizas están las butacas y los palcos de propiedad, una llamativa herencia de. los momentos germinales del Liceo, cuando la burguesía barcelonesa sufragó una insignia cultural y simbólica que eran incapaces de levantar los Gobiernos decimonónicos. Esos propietarios, que tienen, eso sí, legítimo derecho a la prima del seguro, y que ahora son propietarios de casi nada, deberán reconocer que sus derechos no podrán ser los mismos desde el momento en que el dinero público es lo único que asegura que el teatro, un teatro nuevo o renovado, vuelva a cobijar el arte de Verdi, Wagner, Puccini… y de todos sus maravillosos servidores.

Quizá la desgracia de ayer fomente, paradójicamente, algunas virtudes. La sociedad privada y pública catalana suele hacer aflorar lo mejor de sí misma en tiempos de turbación: no es la primera vez que el coliseo de la Rambla, como el templo de Salomón, se incendia y reconstruye.

La ópera de España debe reabrir, porque lo necesita la cultura. Un teatro lírico no es sólo sus paredes, sino el fondo inmaterial, la afición, el circuito, la tradición, que no se improvisa. Lo necesita también una ciudad que ha descubierto repentinamente que apenas dispone de teatros con la tecnología y la galanura mínimas para dar albergue temporal a un montaje operístico. El día que reabra será una fiesta, aunque sea imposible rehacer el aroma de una época que teñía los salones del gran Liceo que ayer sucumbió al fuego y a la desidia.