Arturo Pérez Reverte provoca su despido como presentador de ‘Código Uno’ de TVE al afirmar que el programa contenía ‘basura’

Leo que la TV es el medio más canalla e infame, que corrompe y deforma. Lo dice Pérez Reverte (5-11-93) que declara sentirse avergonzado  por haber retransmitido en su programa ‘Código Uno’, el suicidio de una menor. Pérez Reverte es un escritor de buena raza y también amable amigo mío. Mi intención aquí es averiguar por qué de pronto se avergüenza. No puede ser, por no haber advertido hasta este instante las complicaciones que entrañan programas como el suyo. No es verosímil que se metiera en eso por casualidad o sin saber de qué se trataba. Tampoco merecen el menor respeto los telespectadores que vociferan contra esos programas y sin embargo no se pierden ninguno. Pero el caso de Reverte es más importante porque su intervención es más directa y él es un escritor inteligente y responsable. ¿Por qué falta verosimilitud a la repentina vergüenza de Reverte? Todos recordamos una de sus frases al comenzar sus programas: Aquí el espectador no debe esperar que se hable de pájaros y flores: aquí se presenta el lado brutal y oscuro de la vida. Estamos ante uno de nuestros más graves problemas: la comunicación de masas incluye la captación de audiencias y por lo tanto una casi natural inclinación de los guionistas y directores a tratar asuntos con gancho: el dolor ajeno, un suicidio de una menor, la muerte en directo tienen gancho. Venden. Hay que andarse con cuidado. Yo estoy dispuesto a creer en el arrepentimiento de Reverte. Pero me gustaría que nos diera más explicaciones. Voy a insistir en dos cosas: ¿Por qué ahora y no antes? Y ¿por qué si hacen lo que hace lo más dignamente que puede esa particular retransmisión del suicidio le avergonzó tanto? A mí, personalmente, ‘Código Uno’ me parece el más digno y serio de los ‘reality shows’ del momento. Pero aquí, justo aquí, está la esencial complicación: Reverte y sus invitados parecen ser gente responsable y seria. Y eso aumenta en vez de disminuir, su carácter corruptor y deformador. Son sus propias palabras. Y es que la seriedad y la dignidad de Pérez Reverte y sus invitados facilitan la confusión entre información y morbo. Todos esperamos sus aclaraciones.

Álvaro Pombo