14 enero 2020

Era crítico con los pactos de Vox y se dejaba querer por los medios de comunicación progresistas

Borja Semper Pascual dimite como presidente del Partido Popular Guipuzcoano y se retirada de la política

Hechos

El 14.01.2020 D. Borja Semper dimitió como presidente del Partido Popular en el País Vasco.

Lecturas

El 14 de enero de 2020 D. Borja Semper Pascual anuncia su dimisión como presidente del Partido Popular de Guipuzcoa y su retirada política. Su marcha se produco poco después de tomar posesión el nuevo gobierno de D. Pedro Sánchez Pérez-Castejón y con el presidente del PP, D. Pablo Casado Blanco como líder de la oposición. El Sr. Casado Blanco mantiene relaciones tensas con la actual dirección del PP vasco que respaldó para liderar el partido a Dña. Soraya Sáenz de Santamaría Antón frente al Sr. Casado en las primarias de 2018. El propio Sr. Semper Pascual dijo entonces que lamentaba que el Sr. Casado no hubiera logrado una ejecutiva con mayor integración.

15 Enero 2020

A Casado se le abren las costuras vascas

Luis Rodríguez Aizpeolea

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El líder del PP sigue una estrategia de confrontación ideológica con los nacionalismos en vez de bajar al terreno político

Hacía tiempo que no se veía tan irritado al portavoz del PP en el Parlamento vasco, Borja Sémper, como el 13 de septiembre cuando lanzó este reproche a su homóloga en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo: “Mientras algunas caminaban por mullidas moquetas, otros nos jugábamos la vida defendiendo la Constitución”. Fue en la convención del PP vasco. Álvarez de Toledo, alejada durante los años de plomo, había osado acusar de “tibieza con el nacionalismo” a quienes pagaron con una docena de muertos su resistencia frente a ETA.

Dicha convención pretendía congraciar al PP vasco con Génova, distanciados por la reedición de Pablo Casado de la estrategia de confrontación con el nacionalismo, que había acarreado a los populares vascos su peor resultado. Casado, que prometió moderación, ha evitado el insulto, pero su contenido continúa y en Euskadi se percibe. Álvarez de Toledo dijo recientemente que el “momento político” actual es peor que en tiempo de ETA, y argumentó el dislate diciendo que los partidos constitucionalistas no confrontan con el nacionalismo. Mantiene la tesis, con Casado, de que “ETA está en las instituciones”, en referencia a Bildu, cuando la banda terrorista dejó de actuar hace ocho años, lo que escatima a los demócratas, y al PP vasco, la victoria sobre el terrorismo.

Sémper, en su despedida, respondió ayer a Álvarez de Toledo cuando mostró su repulsa por el “enfrentamiento gratuito” y su defensa del “entendimiento entre diferentes”. Aunque goza de una autoridad moral superior a ella, la del resistente que, tras vencer al terrorismo, tiene la grandeza de buscar el entendimiento con el “otro”, evitó, elegantemente, el señalamiento y elevó el discurso. El bronco debate de investidura, con su partido rivalizando con Vox, le ha confirmado una decisión ya madurada.

El PP vasco sufre una sangría persistente desde los 323.235 votos, 29,14% y siete diputados del año 2000 a los 103.821 votos, 8,82% y un diputado del pasado noviembre, acelerada desde 2011, tras el final del terrorismo. Su problema es que Génova no le ha permitido adecuarse a la nueva situación, donde, tras desaparecer ETA, las prioridades están en la gestión socioeconómica y no en la confrontación con el nacionalismo, que le aleja de la centralidad, sin cejar, por ello, en la exigencia a Bildu de autocrítica por la pasada complicidad con el terrorismo. Las dimisiones de Antonio Basagoiti, Arantza Quiroga y Sémper son la prueba del fracaso.

Casado tiene un problema serio en Euskadi y Cataluña y lo apuntó Sémper al referirse a la “España plural”. Casado sigue, con Álvarez de Toledo, una estrategia de confrontación ideológica con los nacionalismos en vez de bajar al terreno político, a sabiendas de que sacrifica ambos territorios en la confianza de obtener réditos electorales en el resto. Pero se le abren sus costuras periféricas. Lo peor es que esa estrategia presiona aún más sobre una España suficientemente tensionada por el independentismo radical.

17 Enero 2020

Muerte a los tibios

Sergio del Molino

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Sémper y Errejón son víctimas de un tiempo de gritos y emociones. Derrochan telegenia, pero una telegenia amortizada

No por previsible es menos preocupante el adiós de Borja Sémper a la política. Supongo que el hecho de que muchos de los que lo lamentamos nunca hayamos votado al PP explica de sobra la desubicación de Sémper en su propio partido. Algo así le pasaba a Errejón en Podemos, que era muy apreciado por los votantes de otras siglas.

Más allá de sus parecidos y diferencias, ambos son víctimas de un tiempo de gritos y emociones. Derrochan telegenia, pero una telegenia amortizada. En un escenario lleno de hipérboles, de manotazos en el pecho, de dedos acusatorios, de lágrima fácil y de falacias ad hominem, quien se plante en el ágora (y por ágora seguimos entendiendo la pantalla de la tele) desde la calma, el argumento, cierta elegancia y una mínima altura intelectual, está perdido.

Los términos del debate quedaron marcados esta semana por la bronca entre Antonio Maestre e Isabel San Sebastián a propósito de un pin que llevaba el primero en el programa de Ana Rosa. Para destacar, hay que tener la actitud de un matón de escuela y la cursilería de un escritor de autoayuda.

Abusamos de las comparaciones con la época de entreguerras para subrayar que vivimos un tiempo de transición donde emergen nuevas formas de fascismo. A menudo exageramos los paralelismos, pero leyendo estos días M. El hijo del siglo, de Antonio Scurati, me ha vuelto a perturbar la facilidad con la que unas naciones complejas y modernas cayeron bajo el embrujo chamánico de palabreros gritones y cursis. Scurati cuenta cómo Mussolini apelaba a las emociones básicas, buscando la empatía de los auditorios. D’Annunzio, Marinetti y los oradores que levantaron el fascismo gritaban que no querían espectadores, que solo cabía estar a favor o en contra. Es decir, muerte a los tibios, primerísimas víctimas de la histeria emocional.

Ojalá el recuento se detenga aquí.