23 junio 2016

Por primera vez en la historia de la Comunidad Económica Europa uno de sus países la abandona

‘Brexit’ en Reino Unido: Los británicos deciden en referendum la ruptura con la Unión Europea derribando a David Cameron

Hechos

  • El 23 de junio de 2016 se celebró en el Reino Unido y en Gibraltar un referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea en el que ganó la opción de abandonar la alianza.

Lecturas

RESULTADOS OFICIALES

Dejar la Unión Europea –  17 410 742 votos (51.9 %)
Continuar en la Unión Europea – 16 141 241 votos (48.1 %)

LOS PERDEDORES

david_cameron Mr. David Cameron, primer ministro de Reino Unido y líder del Partido Conservador, convocó el referendum para intentar reforzar su liderazgo y acreditar el respaldo a la Unión Europea de los británicos. Su estrategia ha supuesto un fracaso lo que le ha llevado a anunciar su retirada política. Le sustituirá como primera ministra Theresa May, también del Partido Conservador.

Jeremy_corbyn Mr. Jeremy Corbyn, líder del Partido Laborista. Su formación ha sido históricamente la más partidaria de la Unión Europea, sin embargo los detractores del Sr. Corbyn le han echado en cara poco entusiasmo en la campaña a favor de la UE. El 80% de los diputados laboristas le han pedido su dimisión en una moción de confianza, pero el político izquierdista quiere continuar al frente.

LOS GANADORES

Nigel_Farage_ Mr. Nigel Farage, líder del partido anti-europeo británico UKIP. Conocido por sus soflamas contrarias a la Unión Europea desde el Parlamento. Tras ganar el referendum sorprendió anunciando su retirada política cuando se pensaba que podría aspirar a liderar futuras elecciones.

Boris_Jhonson_ Mr. Boris Johnson, ex alcalde de Londres, lideró a los miembros del Partido Conservador contrarios a la Unión Europea. Tras ganar el referendum sorprendió renunciando a asumir el cargo de primer ministro o a asumir el liderazgo del Partido Conservador.

murdochbeck Los medios de comunicación controlados por el magnate Mr. Rupert Murdoch encabezados por THE SUN hicieron una encendida defensa de la ruptura de Reino Unido con la Unión Europea. No estuvo sólo, sus principales competidores, el conservador THE DAILY TELEGRAPH o el tabloide THE DAILY MAIL también hicieron campaña por la salida de la UE.

Los únicos medios relevantes que hicieron campaña a favor de continuar a la UE fueron el FINANCIAL TIMES y – con poco entusiasmo – el THE GUARDIAN, considerado este último el diario más próximo al Partido Laborista.

23 Junio 2016

¿Quiénes están en contra y a favor?

John Carlin

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Según todos los sondeos, el resultado del referéndum que se celebrará este jueves será muy ajustado

Una lista de individuos o instituciones a favor de la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea:

—David Cameron, y los tres anteriores primeros ministros británicos que siguen vivos, dos de ellos conservadores; dos, laboristas

—Jeremy Corbyn, líder del partido opositor laborista

—Angela Merkel y los demás jefes de gobiernos de la Unión Europea

—Barack Obama y los jefes de Gobierno de China, Japón, Canadá, India, Australia

—TUC, la federación sindicalista obrera más grande de Reino Unido

—CBI, la principal confederación británica de empresas

—El Banco de Inglaterra

—Nueve de cada diez economistas

—Las 24 principales universidades de Reino Unido

—300 historiadores

—El FMI

—El Banco Mundial

—Los dos anteriores jefes de los servicios de inteligencia de Reino Unido

—Ocho ex secretarios del Tesoro de Estados Unidos

—La OTAN

—Toyota, Audi, Ford, BMW, Nissan, Jaguar, Honda

—Easyjet, Ryanair, Virgin Airways, Airbus

—La Premier League

—David Beckham

—Las actrices Emma Thompson, Keira Knightley y Kristin Scott Thomas

—Los escritores John Le Carré y J.K. Rowling

—Stephen Hawking, astrofísico

—The Times, The Guardian, the Financial Times

Una lista de individuos o instituciones en contra de la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea:

—Boris Johnson, exalcalde conservador de Londres que ha comparado la Unión Europea con la Alemania nazi

—Nigel Farage, líder del partido derechista antiinmigrante UKIP

—Cien pequeños y medianos empresarios británicos

—Tim Martin, dueño de 920 pubs

—Donald Trump

—Marine Le Pen

—Vladímir Putin

—Michael Caine, actor

—Roger Daltrey, cantante del grupo musical The Who

—Uno de cada diez economistas

—The Sun, Daily Telegraph, Daily Express

—Thomas Mair, el asesino de la diputada laborista Jo Cox

Según todos los sondeos, el resultado del referéndum que se celebrará este jueves será muy ajustado; los votantes británicos aún no lo tienen claro.

24 Junio 2016

Brexit: un desastre imprevisto para ellos y para nosotros

EL MUNDO (Director: Pedro G. Cuartango)

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Era hasta hace unas pocas horas una hipótesis casi increíble, pero, como predice la teoría de las catástrofes, todo lo que es susceptible de acontecer acaba por hacerse realidad. Gran Bretaña ha decidido abandonar la Unión Europea en la que ingresó hace 43 años. Hace muy poco tiempo, hubiera parecido una noticia de ciencia ficción.

La decisión, adoptada por un estrecho margen, ha provocado consternación en Europa y una sensación de temor en un sector de la sociedad británica, consciente de las consecuencias que puede acarrear este triunfo del Brexit.

Muchos analistas se han esforzado estos días en subrayar los aspectos económicos de la salida, pero el principal impacto del resultado de la consulta es en el ámbito político. La salida de Gran Bretaña crea una enorme fractura en la Unión Europea, cuyo proyecto queda muy tocado por la marcha de un socio tan importante.

A nadie se le escapa que regiones como Escocia e Irlanda del Norte se van a sentir tentadas a abandonar Gran Bretaña para quedarse en el seno de la UE, como probablemente desea una amplia mayoría de estos territorios. La nación puede quedarse partida tras un periodo de inestabilidad que pondrá en peligro los equilibrios en los que se ha basado la convivencia.

Por primera vez desde su fundación, un socio abandona la Unión, lo que podría ser secundado por otros países como Dinamarca y Holanda, donde ya existe esta polémica. La imagen de solidaridad y coherencia entre los Estados miembro ha quedado seriamente dañada y se ha roto el tabú de que Europa no se puede romper.

La Unión Europea se ha ido desarrollando mediante avances económicos como el mercado único y el euro, pero la base que sustenta ese proceso es puramente política. De ello eran muy conscientes Helmut Schmidt y Giscard d’Estaing que, en una cena en la casa del primero, pactaron una noche en los años 70 la serpiente monetaria, precedente del euro, con la intención de caminar juntos hacia una Europa federal. Aquella noche Schmidt le confesó a su colega francés que era de origen judío.

Europa es una unión de Estados construida por sus vínculos históricos, sociológicos y culturales. La salida de Gran Bretaña es un golpe a lo que tanto trabajo ha costado construir. Y también es un acto de irresponsabilidad, por muy democrático que sea, porque las consecuencias las pagarán más de 300 millones de europeos que no han podido votar en las urnas.

En el terreno de la economía, los británicos notarán en su propio bolsillo las consecuencias del Brexit, que va a generar a corto plazo una caída de la libra, una subida de la prima de riesgo, inflación y un descenso del PIB. Respecto a los socios, la Bolsa española ha abierto con un brutal descenso que muestra la inquietud existente entre los inversores.

No se puede terminar este comentario sin subrayar la temeridad de David Cameron, que ha metido a su país en un grave problema y, sobre todo, ha hecho tambalear los cimientos de la Unión Europea sin necesidad alguna, ya que esta consulta sólo estaba justificada por una huida hacia adelante del líder conservador, que necesitaba fortalecer su liderazgo en el partido.

Tiempo habrá de ir analizando las consecuencias del Brexit, pero es seguro que el futuro de Gran Bretaña y de Europa va a ser mucho peor porque la unión hace la fuerza. Todos seremos más débiles tras esta irracional decisión de la que los británicos no tardarán en arrepentirse.

24 Junio 2016

Ganó Nigel Farage

Ramón Pérez Maura

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Un político que hasta hace poco se mantenía en la sombra se ha convertido en una figura clave para el impulso del Brexit

Hace sólo cinco años, el extremista Nigel Farage era un ser marginal, que había abandonado el Partido Conservador y se había lanzado a engordar un monstruo que hoy ha derribado el «establishment» británico. En esos días no conseguía que nadie le hiciese ni una entrevista.

Desde un partido cuyas bases cabían en un taxi fue difundiendo por todo el país el mensaje del odio a Europa. Fue una siembra exitosa que ya se puso de manifiesto en dos elecciones europeas en las que conseguía resultados crecientes. Hasta ganar las elecciones europeas de 2014. Todavía entonces te decían que eso era poco relevante porque en las elecciones generales su resultado sería marginal. Y así fue en las de 2015. Pero el veneno que portaba Farage ya había infectado al Partido Conservador en el que muchos temían el voto que le estaba quitando en tantas partes del Reino Unido. Y eso fue juntar él hambre con las ganas de comer. Muchos conservadores que habían sido matizadamente euroescépticos tuvieron una nueva causa por la que luchar: ser más radicales, más populistas y más euroescépticos que Farage. Todo un reto.

En esas condiciones Farage se lanzó a una campaña en la que sólo tuvo una atención limitada por parte de los focos. Anoche, cuando salió el único sondeo, el de Yougov para Sky, Farage admitió que podría haber ganado el «Remain», pero siguió al pie del cañón. La campaña oficial por el «Leave» desconvocó la fiesta que tenía programada al borde del Támesis y los del «Remain» se pusieron a celebrar. Fue breve. Enseguida pintaba de otra forma. Pero ya no había nadie para celebrar el «Leave» en la fiesta oficial y el único que lo hizo fue Nigel Farage con su gente. Toda una metáfora.

25 Junio 2016

Brexit: el populismo rasga la UE

LA RAZÓN (Director: Francisco Marhuenda)

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El Reino Unido ha votado y ha ganado el Brexit. Por muy poco margen se han impuesto los partidarios de abandonar la Unión Europea, después de 43 años desde su ingreso. Es la primera vez que un país deja las estructuras comunitarias. Se trata de la segunda economía europea y de un país cuya tradición política ha marcado a las democracias modernas. La decisión, por lo tanto, es de gran trascendencia y supone un verdadero terremoto que ha hecho tambalear los cimientos de la UE. Las consecuencias de la marcha de Reino Unido están todavía por ver, pero todo indica que, más allá de los efectos económicos que ya estamos notando –caída en picado de la libra, mientras el Ibex descendió un 12%, su peor nivel histórico– estamos ante la peor crisis que ha vivido el proyecto de unidad europea. Si algún país podía hacer compatible su idiosincrasia nacional «british» con la soberanía política compartida con otras 27 naciones era precisamente el Reino Unido, como así ha demostrado al explotar su «hecho diferencial» euroescéptico, mantener la moneda y marcar distancias respecto al centro político representado por Alemania y Francia.

Pero las circunstancias políticas siempre coinciden con un factor humano. Ante momentos especialmente duros vividos en los últimos años, como el rescate económico el algunos países comunitarios y el desbordamiento fronterizo propiciado por la crisis de los refugiados, Gran Bretaña ha contado con un primer ministro que ha sobrepasado todos los niveles de irresponsabilidad. David Cameron ha hecho lo que suelen hacer los malos gobernantes: dejar que los ciudadanos decidan lo que ellos son incapaces de decidir, vistiéndolo como un ejercicio de democracia. Y, lo que es inadmisible, por puro interés de mantenerse en el Gobierno dada su debilidad para volver a ganar las elecciones. De los 650 diputados que componen la Cámara de los Comunes, sólo unos 200 estaban a favor de dejar la UE, sin embargo el «premier» conservador se propuso llevar a un referéndum la posibilidad de abandonar la UE en una operación partidista cuyas consecuencias afectarán tanto a su país como al conjunto de Europa. Una de las primeras lecciones que podemos extraer del triunfo del Brexit es el avance de los xenófobos y ultranacionalistas del Partido de la Independencia del Reino Unido (Ukip), una formación liderada por Nigel Farage, único diputado de este partido en los Comunes. Los partidos populistas han crecido explotando la idea de que la UE es la culpable de una crisis económica gestionada al gusto de los mercados. En este diagnóstico no hay diferencia entre las formaciones radicales de derechas y de izquierdas. «La UE es un instrumento al servicio de una ideología globalizadora», ha dicho el Frente Nacional francés. «La expropiación de la soberanía y el sometimiento al gobierno de las élites financieras amenazan el presente y futuro de Europa», dijo el líder de Podemos en su primer discurso en el Parlamento Europeo. No hay diferencia ni en los planteamientos ni en las estrategias desarrolladas porque tienen el mismo objetivo antieuropeísta. Basta recordar que los grupos de Marie Le Pen, Beppe Grillo y Pablo Iglesias han hecho causa común contra la moneda única en Bruselas o que apoyaron la muy polémica enmienda número 23 por la que instaban a que se anulasen los acuerdos y los tratados que regulan la pertenencia a la UE. Sólo han buscado minar las políticas comunes, adaptándolas a la «voluntad real de su pueblo».

Éste es el peligro real del proyecto europeo, considerar que se limita la soberanía para acabar imponiendo políticas proteccionistas y retrógradas. En la traumática experiencia del Brexit resuena el populismo de raíz nacionalista, de aquellos que están empeñados en dividir a Europa a fuer de dividir el territorio español. El independentismo catalán tiene delante el espejo de lo que supone romper una estructura de cooperación aplicando de manera frívola el «derecho a decidir» –el mismo que ayer reclamaba Le Pen para Francia– y convocando un referéndum sin ni siquiera haber acordado previamente con qué margen de diferencia se da por ganador a la opción de abandonar la UE. No olvidemos que entre las dos opciones median 3,8 puntos. ¿Se puede con ese margen declarar la «independencia», como proclaman los que apoyaron el Brexit? Sin duda, el método de utilizar el referéndum para dirimir temas de tanta importancia queda seriamente tocado. Para aquellos que, como Podemos, creen que el independentismo sólo se aplaca con un referéndum, lo sucedido en el Reino Unido es una buena lección.

El golpe recibido debe servir para reflexionar sobre las causas que han llevado a este bloqueo y para revisar los protocolos de adhesión, pero sería un error hacer una lectura en la línea de los partidos populistas para frenar su avance, porque su estrategia se basa en minar la UE con la idea de «refundación» basada en un «antiestablishment» –o anticasta– que recela tanto del flujo de inmigrantes, trabajadores y ciudadanos como de la globalización que va en contra de los privilegios y esencias nacionales. Mariano Rajoy reclamó ayer el voto para las políticas que ofrecen estabilidad, que quieren fortalecer el proyecto europeo y que, sobre todo, rechazan culpar a Europa de nuestros males cuando en ella está parte de la solución.

25 Junio 2016

Que no cunda el ejemplo

Bieito Rubido

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Tras el Brexit, la decisión de los británicos de abandonar la Unión Europea, me temo que va a cundir el populismo. Lo peor es el efecto contagio. Las epidemias mediáticas y sociales se amplifican por efecto de la contaminación pública. Ahora mismo, en el cuerpo civil de Occidente germina un embrión de enfermedad política, en la que unos iluminados quieren aprovecharse de las angustias de miles de personas que han sufrido la crisis económica. Todo ello, avivado con promesas de venganza y propuestas contra el extranjero para poder conjurar las inseguridades que este nuevo tiempo de transformación nos trae a todos. Tal padecimiento no es nuevo. Está arraigado en las entrañas de la sociedad. Es una mezcla de insolidaridad, demagogia, prepotencia, iluminismo, egoísmo, chavismo, xenofobia y revancha. Es lo que denominamos populismo, una desgracia de los pueblos desarrollados, dispuestos siempre a suicidarse, a la vez que se distancian de las instituciones para comprar humo y remedios imposibles.

25 Junio 2016

Boris Johnson: Trump con un Tesauro

John Carlin

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El exalcalde de Londres, genio y payaso a la vez, domina el escenario político

Es difícil creer que haya en Europa un político más carismático, más erudito o más eficazmente populista que Boris Johnson, el líder de la triunfante campaña por el Brexit y probable futuro primer ministro de Reino Unido.

Lo entrevisté en 2012. Arranqué haciendo mención de Jorge Luis Borges. Antes de que pudiese acabar la frase me interrumpió y me citó la primera línea de un cuento del escritor argentino. No fue la única vez en aquel encuentro que me dejó boquiabierto. Al poco rato mencioné a Adriano, el emperador romano “español”, y Johnson que habla—sí, habla—latín, me contestó, “A ver, no recuerdo bien…¿nació en Hispania Ulterior o Hispania Citerior?”

Me deslumbró como ha deslumbrado al público británico en general. El político que fue hasta hace mes y medio alcalde de Londres, y es hoy diputado parlamentario conservador, ha sido durante años el político más popular del país. Nadie da discursos más eléctricos o entrevistas más entretenidas. Es un payaso y un genio a la vez. En cuanto a sus legendarias infidelidades, se las han perdonado tanto su esposa como el grueso de la población.

Amigos que lo habían conocido cuando fue periodista, entre otras cosas corresponsal del Daily Telegraph en Bruselas y director y columnista de la revista The Spectator, me hicieron empezar a dudar de él. Era mal compañero, me dijeron; se inventaba historias, era una persona absolutamente amoral.

Me lo creí todo y más cuando sorprendió al mundo político en febrero de este año anunciando que iba a hacer campaña a favor de la salida de Reino Unido de la Unión Europea. Hasta aquel día había estado dubitativo sobre el tema en público, aunque anteriormente había escrito y hablado muchas veces con un burlón afecto, muy típico de él, sobre la UE. Un libro que escribió sobre la antigua Roma señaló un paralelismo positivo entre el viejo imperio y el gran proyecto europeo moderno.

Todo lo cual contribuyó a que buena parte de la clase política británica opinara que optó por el Brexit no por principios sino para alimentar su obsesiva y largamente conocida ambición de ser primer ministro. Figuras importantes de aquel sector de su partido que ha estado en contra del Brexit le atacaron sin piedad. Uno dijo que era un “obsceno” oportunista; otro que era “un bufón”; otro más que era un mentiroso perdido que “se inventa cosas sobre la marcha”.

La crítica mas lacerante corresponde a un exdirector del Daily Telegraph llamado Max Hastings que coincidió con él como periodista durante 20 años. Hastings escribió de Johnson: “La mayoría de los políticos son ambiciosos e implacables, pero Boris es un egomaníaco medalla de oro. No le confiaría ni a mi esposa ni, francamante, mi billetera. Y es también mucho más despiadado y ruin de lo que el público cree.”

Johnson posee aquel requisito indispensable en un político triunfador, una piel de rinoceronte a prueba de balas. Por eso y porque su opción por el Brexit resultó ser una jugada maestra, ahí está hoy, dominando el escenario político como nunca, tan lúcido, tan encantador y tan descarado como siempre. “Es Donald Trump con un Tesauro”, dijo hace poco otro político de él. Pero a diferencia, se supone, de Trump (aunque uno ya no puede estar seguro de nada en la política de hoy en día), Johnson apunta, sin rival a la vista, a ser el próximo jefe de gobierno de su país.

26 Junio 2016

La hora de los populistas

Ramón Pérez Maura

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La decadencia que genera el auge de un sistema es la más difícil de combatir. Es la que trae su caída

El resultado del referendo británico sobre la UE demuestra el inmenso error que están cometiendo los partidos tradicionales ante el asalto que padece el sistema por parte de populistas de uno y otro signo. En el Reino Unido hemos visto una campaña basada en las mentiras más zafias imponerse sobre otra campaña basada en explicar técnicamente los riesgos de esa apuesta populista. Se ha intentado responder a los sentimientos con cifras. Han ganado los sentimientos.

Este populismo británico no fue engendrado por Boris Johnson o Michael Gove. Lo fue por un tipo marginal llamado Nigel Farage, que desde un partido cuya militancia cabía en un taxi ha conseguido polarizar el Reino Unido sobre la cuestión europea. A la vista del éxito de su campaña de radicalización hubo otros –sobre todo conservadores, pero también laboristas– que se sumaron a sus tesis en lugar de combatirlas. Algunos, como Boris Johnson, hace solo unos meses. El populismo ha logrado así la mayor victoria europea desde hace décadas. La mejor prueba de ello fue Donald Trump celebrándolo ayer en Escocia.

En esta campaña, el primer ministro Cameron y su equipo no han ofrecido un solo argumento en favor de Europa. Hicieron una campaña negativa contra el Brexit, una campaña del miedo. Amenazaron con las penas del infierno en forma de recesión económica y tarifas aduaneras, pero no se ha escuchado un solo discurso de Cameron y sus adláteres explicando las virtudes de Europa. Aunque sólo fuera decir que gracias a la UE ya llevamos dos generaciones de europeos que han vivido sin conocer la guerra en su país, cuando a lo largo de la Historia es imposible encontrar una sola generación que no haya sufrido esa tragedia de la que la Europa unida nos ha librado.

El auge de este populismo, tan diferente, pero tan similar en todo Occidente, se extiende sin parar. Y con frecuencia con el apoyo de miembros de los partidos que han sido de Gobierno hasta ahora y que ante una amenaza a sus canonjías empiezan a moverse en el entorno de los populismos emergentes. Eso lo acabamos de ver en el Reino Unido con el alineamiento de tantos conservadores con el Leave que promovió Farage a través del Partido de la Independencia del Reino Unido. Y también de bastantes laboristas, que padecen un partido con un liderazgo inverosímil de un émulo del hombre de Cromañón.

La cuestión ahora es cómo va a afectar este auge populista al resto de Occidente. El primer lugar donde puede manifestarse es aquí, en España, mañana. La victoria del Brexit claramente favorece a Podemos porque demuestra que incluso en países tan serios como el Reino Unido es posible que se imponga una rebelión contra el sistema. Y, si lo piensan, nuestra campaña electoral ha tenido algunas similitudes con la del referendo británico: lento pero constante auge de los populistas y el Partido Popular respondiendo a sus argumentos ideológicos con discursos casi técnicos, básicamente económicos y de nulo calado ideológico. A todo ello podemos añadir que quienes han representado el progreso político, económico y social en los últimos cuarenta años de España, PSOE y PP, ya no están unidos frente a la amenaza populista. En el PSOE hay una corriente más que relevante que está dispuesta al pacto con Podemos desde cualquier resultado que obtengan mañana. Y de estos polvos del sistema pueden venir los lodos que nos ahogarán a todos. España, segunda estación de un viacrucis que recorre Occidente y frente al que estamos indefensos. La decadencia que genera el auge de un sistema es la más difícil de combatir. Es la que trae su caída.

05 Julio 2016

El contradictorio Mr. Farage

Marius Carol

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JULIO Camba atribuía a la tradición normanda que a los animales vivos en el Reino Unido se les llamara de una manera y cuando se convertían en vianda se les denominara de otra. Y ponía ejemplos: a la ternera viva se la llama calf y a la ternera comestible veal; al carnero se le denomina sheep y al asado se le reconoce en los menús como roast mutton (y no roast sheep), y al buey que ara se le designa bullock y al buey de los bistecs se le cita con el nombre de beef. Los normandos (hombres del norte) ocupaban en el siglo XI el territorio que conocemos como Inglaterra y un ducado al otro lado del canal, que se corresponde más o menos con Normandía. Alguien debería decirle al eurófobo Nigel Farage que sus antecesores iban de la isla al continente sintiéndose parte de una misma nación y que incluso el roast beef que se come en Simpson’s forma parte de esta influencia entre territorios que no soporta.

Las biografías que se han publicado estos días de Farage resaltan que es un tipo coherente, pues ha dedicado su vida a sacar a Gran Bretaña de la Unión Europea. Desde el mismo momento en que se graduó en la elitista escuela privada de Dulwich College, tenía claro que iba a luchar por dos cosas: enriquecerse en la City y combatir el proyecto europeo. El líder del UKIP dimitió ayer porque asegura haber cumplido su misión. En su campaña a favor del Brexit se ha hartado de afirmar que la UE sólo supone inmigrantes, burocracia y dependencia del continente. Sin embargo, lleva 17 años como eurodiputado en Bruselas, está casado con una alemana y trabaja para un banco de inversión ­parisino.

En las últimas horas le abordó por la calle un ciudadano de mediana edad, con un traje de Savile Road como el suyo, para entregarle un supuesto visado para su esposa. Farage lo despreció con la mirada a pesar de su pasado común normando.

05 Julio 2016

O democracia o mito

Arcadi Espada

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El interesante caso del post Brexit. Lo habitual en las democracias es que los perdedores dimitan. A esa norma pareció acogerse Gran Bretaña cuando David Cameron anunció su final político y al laborista Jeremy Corbyn le anunciaron el suyo. La rareza, sin embargo, es que también los ganadores se van. Primero Boris Johnson y luego Nigel Farage, los dos máximos impulsores de la derrota de Europa entre los británicos. Cada una de esas retiradas tiene sus explicaciones aparentes, relacionadas con la situación de cada uno de estos hombres en sus propios partidos. Pero hay una posibilidad de justicia no meramente poética que une los cuatro fracasos, y es que haya sido el precio a pagar por sus mentiras. Mintió Cameron, desde la raíz, al hacer creer a los ciudadanos que un referéndum sobre Europa era una ocasión para el progreso político de Gran Bretaña, cuando se trataba, solo, del suyo propio. Mintió Corbyn cuando una campaña al baño maría no logró desmentir la impronta de su euroescepticismo y el abandono general de la política de la razón por parte de la izquierda. Mintió Johnson, y lo primero a su propia inteligencia, cuando para que le votaran los tontos no tuvo mejor idea que hacerse pasar por ellos. Y mintió Farage cuando después de asaltar el cielo brexittuvo que explicar a sus votantes que no había rastro de las cien mil vírgenes que les había prometido a cada uno de ellos.

En política es relativamente sencillo mentir. Más difícil es gestionar las mentiras. (Ni el caso de Tsipras disipa esta ley general: los griegos sabían, o al menos intuían, que su referéndum solo servía para salvar la honra). El Brexit se ha alcanzado a fuerza de mentiras y de la sola verdad mísera del racismo. Pero elBrexit es, también, una mentira en sí mismo: puede que Gran Bretaña abandone Europa, pero es imposible que Europa abandone Gran Bretaña. En un comentario reciente del Financial Times un lector aludía a la «democracia posfactual», es decir, a un mundo dominado por la mentira y el mito donde «los hechos serían tan inútiles», decía, «como las balas rebotando sobre los cuerpos de los alienígenas en una novela de Wells». Democracia posfactual es una expresión feliz, especialmente didáctica para todos aquellos que amparados en el carácter normativo de la política niegan su imprescindible vinculación con la verdad. Los hechos, sin embargo, resisten y vuelven, aun como restos de naufragio. Y pasan cuentas. Democracia posfactual es un oxímoron. Un duelo a muerte. Van cuatro de momento.