29 mayo 2022

Champions: El Real Madrid, entrenado por Ancelotti, gana su décimo cuarta Copa de Europa

Hechos

El 28 de mayo de 2022 el Real Madrid ganó su 14ª Copa de Europa.

29 Mayo 2022

La Champions más bonita jamás contada

Alfredo Relaño

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Hace la número catorce, pero no es una más. Ha sido la Champions de la fe, sacada a pulso por un grupo de jugadores que ha ido apartando sucesivamente y en condiciones difíciles, a equipos que teníamos por mejores. Y los teníamos por tal porque efectivamente lo eran si nos ceñimos a conceptos estrictamente futbolísticos, si olvidamos un intangible: ese espíritu ganador que mueve al Madrid desde que llegó Di Stéfano. De eso ha puesto sobre la mesa en esta Champions más que nunca. Ante el PSG, ante el Chelsea, ante el City… Y anoche ante ese Liverpool que manejó el partido con su agobiante ritmo pero se retiró derrotado.

Fue la noche de Courtois, portero imperial, ante el que se estrelló lo mejor del juego del Liverpool. Porque los de Klopp tuvieron juego y remate. Al final, la tele le preguntó a Ancelotti si había visto alguna vez a un portero parar tanto como a Courtois anoche. «Sí… Alguna otra vez al propio Courtois». Fue sin duda el hombre de la final, pero destacarle no desmerece el esfuerzo del resto, desde Carvajal, que hizo su mejor partido de la temporada, hasta Vinicius, autor de un gol que le mete en la leyenda. Todo el equipo se batió bien, sin fisuras, buscando el partido de la única manera que podía, con balones largos para superar la presión agobiante.

Un gran éxito del Madrid que viene a compensar más que largamente el ‘chasco-Mbappé’. Y que, con perdón, respalda la credibilidad de la Champions, esa gran creación de la UEFA. Los temores sobre la posibilidad de que por la rebelión de la Superliga le frieran los arbitrajes no se han confirmado. Por lo demás, hay que felicitar al vencido por lo que hizo en el campo, pero no fuera de él. Sus hordas de bárbaros sin entrada montaron un pollo considerable en las puertas que bien pudo provocar una catástrofe, aunque felizmente todo se saldó con el retraso del inicio del partido. Pero estos hechos no se pueden dejar pasar sin castigo.

29 Mayo 2022

Real Madrid, 14; PSG, 0

Tomás Roncero

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El Madrid es patrimonio de la humanidad. La historia futbolística más bonita jamás contada la ha escrito el equipo de las 14 Copas de Europa. Sólo este club de leyenda puede afrontar un reto semejante sin que le tiemblen las piernas y con una entereza digna de ser comentada como ejemplo de superación en las escuelas de fútbol. Fue otra noche maravillosa en París, la cuna de la Primera, de la Octava y desde ahora de la 14. Y lo será de la 20 cuando vuelva la final a la Capital de la Luz. Que un equipo sea capaz de ganar las últimas ocho finales que ha jugado es de tal magnitud que sólo lo entederemos cuando pasen varias décadas y lo comenten nuestros nietos. A nuestro hijos ya no hace falta decírselo porque lo han vivido a lo grande en primera persona. Los míos, Marcos y Nico, lo disfrutaron en el Bernabéu en las pantallas gigantes, el mismo santuario en el que ya vibraron con las remontadas inolvidables ante el PSG, el Chelsea y el City. Bendigo la hora de ese momento siniestro en el que la UEFA modificó de manera artera el sorteo de octavos para quitarnos del bombo al Benfica y ponernos al multimillonario PSG creyendo que así nos apartarían de la carretera. Justo ahí empezó la leyenda de la Champions más grande de todos los tiempos. Por eso, la final con el Liverpool no podía fallar para que la historia fuese perfecta y tuviera un desenlace de película. Los madridistas somos tan felices que ya en las gradas de Saint-Denis se pedía que dentro de un año en Estambul hagamos el Pleno al 15. Somos insaciables y los rivales empiezan a asumirlo resignados porque esta jerarquía no tiene fecha de caducidad.

Un belga de oro. Dicen que los equipos campeones se cimentan sobre un gran portero y un gran delantero centro. En el caso de Courtois, es evidente. Si el Madrid ha llegado hasta esta final de París fue, entre otras cosas, por su penalti parado a Messi en el Parque de los Príncipes, por su vuelo monumental en Stamford Bridge al chutazo de Azpilicueta y por su pie mágico sacado en el Bernabéu ante Grealish que permitió luego a Rodrygo firmar la majestuosa remontada ante el City de Guardiola. Por si fuera poco, esta noche mágica de París le consagró como el MVP de la 14 y uno de los aspirantes legítimos a luchar por el Balón de Oro. En esa primera parte en la que el empuje y el ímpetu del Liverpool tuvieron al Madrid atrincherado sin soluciones, fue Tibu el que sostuvo de pie a la tropa de Ancelotti con dos paradas para enmarcar. Esa mano abajo a Salah a contrapié y la que le sacó a Mané con un misil raso (una acción que ahora mismo solo está al alcance del belga) permitieron a los blancos llegar vivos y sin daños colaterales al ecuador de la final. Y lo mejor de su increíble repertorio lo dejó para el tramo final con una parada con el antebrazo a un remate a quemarropa de Salah que desesperó al egipcio y que quedará para los restos como una de las mejores intervenciones de un portero en la historia de las finales de la Copa de Europa. Con San Tibu Courtois, el Madrid está en buenos guantes…

Mi ‘Vini’. Saben ustedes que tengo una debilidad especial desde que Vinicius llegó aquí hace cuatro años porque sabía que en este brasileño de sonrisa permanente había un jugadorazo con duende y con talento para hacer historia en este club. Estaba escrito que con sólo 21 años iba a marcar un gol de oro que le diese a su amado Madrid una Copa de Europa. Por cierto, Mbappé no sabe de esto porque no tiene ni una. Quédate en tu jaula de oro. ¡¡¡CAMPEONES!!!

29 Mayo 2009

Florentino ya es Bernabéu

Eduardo Inda

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Todas las entidades deportivas querrían gozar de la quinta parte del éxito que acompaña al Real Madrid

Podría hablar hoy de la organización tercermundista de la final de Champions en París, del ridículo que protagonizó la decadente Francia a los ojos de todo el planeta, de la chapuza de los tornos, de cómo quedó atrapado el autobús del Liverpool en uno de los tradicionales atascos de la Ciudad de la Luz -increíble, pero cierto- o de la insensatez que supone convocar un partido de este nivel en uno de los barrios más peligrosos de la urbe sin blindar el entorno a modo y manera. Navajeros, tironeros y carteristas hicieron su agosto ante la mirada impasible de los robocops de la Gendarmería, los normalmente eficaces CRS, auténticos armarios empotrados que no se andan con contemplaciones cuando las cosas se ponen feas. El que suscribe fue testigo de cómo cuatro facinerosos con cara de pocos amigos intentaban apoderarse a tirones y manotazos de un Rolex de un aficionado madridista al que dejaron con la muñeca sangrando. Sin embargo, y a pesar de todos los pesares, dedicaré este artículo al gran culpable entre bambalinas del descomunal éxito que supone la decimocuarta Copa de Europa: Florentino Pérez.

En mi memoria permanece indeleble aquella primera final de la era moderna ganada el 20 de mayo de 1998 en el Amsterdam Arena del Ajax. La Juventus de Zizou llegaba como indiscutible favorita a la cita en la cumbre. Todas las encuestas y todos los analistas coincidían en la superioridad de los bianconeri. Servidor y 100 amigos más, entre los cuales se hallaba el actual presidente del Real Madrid, alquilamos un Airbus 340 de Iberia y nos fuimos para allá con más ilusión que convencimiento. El inicio del partido fue el mismo de todas las finales: infinita precaución mutua, respeto superlativo y miradas de reojo. Riesgo cero. Hasta que en el minuto 66 uno de los más grandes jugadores de la historia reciente, Mijatovic, resolvió con una genialidad un encuentro enquistado. Fue pitar el árbitro el final y soltarle yo a Florentino: “Tendrás que esperar 10 años para ser presidente, esto da gasolina a Lorenzo [Sanz] para mucho tiempo”.

No era para menos: los blancos conquistaban La Orejona tras 32 años de sequía. La anterior databa de 1966, cuando el que suscribe ni siquiera había nacido. Precisamente por este motivo fue la más celebrada Copa de Europa de las ocho que han venido después. Sobra decir que mis dotes de pitoniso son iguales a cero: dos años más tarde, y otra Champions mediante, la de 2000 que se anotó nuevamente Sanz, Florentino se proclamaba presidenteDesde entonces hasta ahora han llegado seis de esos ocho títulos, lo cual, ojo al dato, iguala al actual mandamás blanco en títulos con Don Santiago Bernabéu, el genio de Almansa que puso a la entidad en el mapamundi y levantó un estadio que su sosias del siglo XXI va a transformar en la envidia de ingleses, alemanes, qataríes o estadounidenses, por poner cuatro países con campos de primer nivel, ya sean de fútbol normal, fútbol americano o baloncesto.

Aún recuerdo las críticas que recibí hace tres lustros cuando bauticé al personaje como “el Bernabéu del siglo XXI”. Soy consciente de que la envidia nacional está impidiendo que se rinda a Florentino el justísimo homenaje que merece. Preside la entidad balompédica más rica y laureada; ha hecho frente a los mafiosescos clubes-Estado con un expertise que no puede comprarse con dinero porque es cuestión de años, tradición y escudo; y sorteó el match-ball del Covid con superávit mientras muchísimos otros como el Barça terminaban de hundirse para quién sabe cuánto tiempo. Es verdad que lo de Mbappé salió mal, pero no lo es menos que ni falta que hacía ficharlo: el Madrid es campeón de Europa sin su concurso. Y, además, qué narices, su presencia habría opacado a esa impresionante realidad que es un Vinicius que metió el tanto de la gloria en Saint Denis. El Madrid en general y Florentino en particular se estudian como caso práctico en las más potentes escuelas de negocios estadounidenses. Ni más ni menos. Aquí los que no le niegan el pan y la sal, oscurecen sus triunfos, y los que no hacen ni lo uno ni lo otro le injurian, calumnian o difaman a diario. Es verdad que nadie es profeta en su tierra, pero no lo es menos que en EEUU o en Japón todos querrían ser como él y todas las entidades deportivas gozar de la quinta parte del éxito que acompaña al Real Madrid. Cosas del cainismo patrio.