20 marzo 1985

En su cierre culpa a los bancos por haberse negado a dar crédito al medio izquierdista si no había ningún gestor

Cierra el periódico LIBERACIÓN sentenciando el fracaso del «diario sin empresa» dirigido por Mercedes Arancibia

Hechos

El 20.03.1985 cerró oficialmente el periódico LIBERACIÓN.

Lecturas

El 20.03.1985 el periódico LIBERACIÓN, el primero de ámbito nacional dirigido por una mujer, Dña. Mercedes Arancibia y el primero que no era propiedad de ninguna empresa sino de una cooperativa – que presidía el comunista D. Andrés Sorel – de sus trabajadores, ha terminado cerrando tras cinco meses de existencia.

La Sra. Arancibia ha culpado a los bancos españoles de haberle negado préstamos y créditos por no tener empresario: «Se nos han dado menos facilidades no que a cualquier otro periódico, sino menos incluso que a la tienda de la esquina».

Durante su existencia el periódico de ideario de extrema izquierda anti-sistema, anti-banca, anti-OTAN y en especial detractor del presidente de Estados Unidos, Mr. Ronald Reagan, cuya visita a España está prevista para el mes de mayo.

Proceso judicial

En su breve existencia el periódico LIBERACIÓN fue objeto de una querella por publicar un anuncio los días 11.12.1984 y 12.12.1984 con la imagen de la Dirección de Seguridad del Estado, el organismo que dirige la lucha contra el terrorismo bajo la batuta de D. Rafael Vera con el titular «Aquí se tortura».

Divisiones en la cooperativa

Las últimas asambleas fueron muy tensas. Algunos trabajadores culpaban de la baja tirada a una línea editorial «de extrema izquierda», en lugar de ser independientes, mientras que otros trabajadores consideraban que precisamente ser independiente era mantener esa línea extremista anti-militar, anti-americana y anti-capitalista. En la última asamblea estos miembros propusieron que el periódico pasara a ser controlado directamente por el Partido Comunista de España, pero la propuesta fue rechazada por la mayoría, causando abandonos a la misma.

20 Marzo 1985

PUNTO Y SEGUIDO

Mercedes Arancibia

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Después de algo más de cinco meses de presencia ininterrumpida en los quioscos, LIBERACIÓN os (nos) fallará mañana. No será – huelga decirlo – por gusto.

Si por un conjunto de circunstancias desfavorables que se han unido para hacernos inviable el camino que nos marcamos e iniciamos el 9 de octubre pasado.

Hemos cometido muchos errores, y no nos recatamos en decirlo. Hemos entrado en las arenas movedizas del mundo empresarial periodístico sin haber asido fieramente las riendas de un carro que no se deja guiar con los criterios con los que nosotras, nosotros – simples administrativos, redactores, teclistas, montadores – siempre nos habíamos movido. Y hemos pagado el error. Ahora ya sabemos que, metidos en los mares de la piratería, hay que hablar en la lengua de los piratas. La lección es dura, pero provechosa. No vamos a olvidarla.

APrender se paga caro. Demasiado caro, a veces. También hemos aprendido que toda empres aimportante atrae a gentes que no necesariamente se identifican con lo que es su proyecto inicial. Que un proyecto de diario independiente y de izquierda requiere gente que quiera la independencia y la izquierda. Que no esté en venta.

Somos ocnscientes deq eu nos detenemos a descansar, recuperar fuerzas y reflexionar cuando habíamos agrupado en torno al diario a decenas de miles de amigos que nos acompañaban cada mañana, cuando hasta la esquiva publicidad empezaba a considerar a LIBERACIÓN como un medio de comunicación con su espacio propio.

Ahora nos hace falta ordenar el invento. Poner los papeles en orden ,saber con que fuerzas contamos, clarificar la situación. Va a requerir un tiempo. Pero tampoco excesivo. En nuestra opinión, nos encontramos en mejor situación que cuando hace más de un año planeábamos la salida del periódico: ahora sabemos, entre otras cosas, lo que no debe hacerse. A costa de no pocos desgarrones hemos hecho el aprendizaje. Cuando estemos de nuevo con nosotros – ojalá pronto – tendremos mucho más que decir estaremos en condiciones de decirlo mejor. Ha valido la pena.

21 Marzo 1985

SABÍAMOS QUE ERA DIFÍCIL

Andrés Sorel

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No nos hemos engañado. Desde el principio sabíamos que era difícil. Tan difícil como poner en marcha un proyecto periodístico sin ninguna fuente financiera tradicional detrás de él. Parece muy lejano, y fue ayer, ese peregrinar de pueblo en pueblo y ciudad en ciudad pidiendo los bonos de apoyo para la salida de LIBERACIÓN. Debates, recitales, actos públicos, todo es historia.

Luego vino la realidad. La realidad es el coste de un diario, que no puede vivir sólo de la venta. Y la publicidad nos fue remisa. No sólo la comercial, ésta era lógico, se tarda un tiempo en conseguirla, sino la institucional. Simplemente con que se nos hubiese dado lo que a cualquier otro medio de expresión no nos hubiésemos visto tan apretados. Y la Banca. Y las Cajas de Ahorro. También hubo discrepancias internas entre algunos miembros de la cooperativa y colaboradores. Errores que todos debemos asumir, sin excepciones. Errores que todos debemos asumir, sin excepciones. Errores en la concepción económica del diario. Errores en el funcionamiento interno del mismo.

El hecho está ahí: como las infinitas cartas de apoyo, llamadas de solidaridad que hemos recibido, y seguimos recibiendo. Esta es para mí la verdadera lección que se desprende de esos cinco meses de funcionamiento. Llegamos a tirar ochenta mil ejemplares. Había un campo de lectores que se iba extendiendo, que mostraba la necesidad de un periódico semejante.

El lugar sigue ahí: habrá que llenarlo. Subsanando todos los defectos, recogiendo todas las experiencias, manteniéndose fiel a los principios fundacionales de LIBERACIÓN. Lo de menos es quienes continúen el proyecto, desde mi punto de vista.

Lo importante es que se mantenga la independencia crítica, que no se ceda a las múltiples presiones que pretenden ‘comprarle’ que sea voz de los sin voz, que se preocupe de la vida cotidiana, de la lucha por la paz, la ecología, la libertad del hombre, la elaboración de una cultura propia, la denuncia de las torturas, guerras, discriminaciones raciales, sexuales, explotaciones económicas, etcétera. Que informe y no deforme. Que haga del lector partícipe del diario y de éste un medio joven, no mediatizado, libre y ansioso de propagar esa libertad cada vez más amenazada para el hombre y para los pueblos.

21 Marzo 1985

'Liberación', sin voz

EL PAÍS (Editorialista: Javier Pradera)

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EL CIERRE del periódico LIBERACIÓN, de Madrid, tras cinco meses escasos de su aparición, supone una nueva señal de alarma sobre la precariedad del pluralismo informativo de este país y sobre las dificultades de todo género que la Prensa escrita tiene que afrontar en la sociedad actual. Es obvio que LIBERACIÓN salió a la calle con muy pocos medios económicos, con una estructura empresarial de escasa eficacia a la hora de editar un diario y en medio de un desconcierto general de la izquierda política e intelectual de este país, a la que pretendía dirigirse. Y es obvio también que su pretensión de ser un diario alternativo desde el principio le cegaba determinados mercados y le condicionaba algunos contenidos. Sin duda, en la autocrítica que sus redactores hagan con motivo de la clausura incluirán ellos en ese sentido los defectos propiamente editoriales y profesionales que, junto a las causas económicas o sociológicas de este país, han podido propiciar la decisión del cierre. Pero nada de todo eso explica suficientemente la precariedad de su existencia y el dramatismo de su muerte, siquiera sea temporal. Hay periódicos peor hechos en España y con considerablemente mayores pérdidas -algunos cuentan por miles los millones que deben-, y ahí siguen publicándose, mediante ayudas a veces espurias. ¿Por qué no LIBERACIÓN? Esta es una buena pregunta para quienes protestan cuando los problemas de la Prensa saltan a la Prensa, cuando las cuentas, los propietarios, las ideologías o las sectas que están detrás de los periódicos o las emisoras son analizados. Es una buena pregunta además en un momento en el que la oposición conservadora y la derecha moderada coinciden en acusar al Gobierno de asestar a la libertad y al pluralismo informativo golpes de muerte o de propiciar el monopolio de la libertad de expresión. Una mayor tranquilidad en el análisis permite reconocer, no obstante, que los periódicos del Estado -PUEBLO entre ellos- han sido entregados a la iniciativa privada por este Gobierno y no por los de la UCD, y que la inevitabilidad de la televisión privada ha sido reconocida paradójicamente por los socialistas, pero no por el señor Calvo Sotelo ni por Adolfo Suárez o Arias Navarro, ni por el ex ministro de Información de Franco que hoy lidera la oposición en el Congreso. Ese mismo análisis contempla que la concentración de medios de opinión e información en torno a la derecha política y social de este país sigue siendo abrumadora, sin que ello determine comportamientos del electorado coherentes con ese mismo hecho. La izquierda, mientras tanto, aferrada a esos votos, sigue sumida en una miserable orfandad teórica y práctica frente al fenómeno de los mass media. Orfandad que es patética y evidente en el caso del portavoz del Gobierno que padecemos.

Siempre hemos pensado que la intervención del Estado es la peor manera de tratar de proteger el pluralismo informativo, y de hecho fue gracias a la intervención del antiguo Estado y del antiguo régimen a la que se construyó la todavía flagrante concentración de intereses en torno a los medios actuales por parte de los sectores más conservadores. También de esa época -lo cual no lo disculpa- proviene la todavía enorme presencia del Estado en los medios de comunicación, pese a los pasos positivos antes reseñados, que supone una concentración nada desdeñable. La negativa del partido socialista a debatir en Cortes el pluralismo informativo y la libertad de expresión en esos medios parece una confesión de su propia mala conciencia. El Estado posee aparte del monopolio televisivo, la agencia Efe -deficitaria y con cargo a presupuesto-, Radio Nacional, en sus varias versiones, Radio Cadena y el veinticinco por ciento de la SER, la COPE y otras emisoras. Luego están las emisoras de esos gobiernos autonómicos -socialistas o no- y las televisiones públicas de Euskadi y Cataluña. En realidad, si bien se mira, aquí concentra todo el que puede y acusa sin embargo de concentrar al otro. Se olvida en cambio, con demasiada frecuencia, que la libertad interna en las redacciones, el respeto a los dictados profesionales y la no sujeción a intereres ajenos a los lectores, oyentes o televidentes, son tan importantes a la hora de garantizar la libertad de expresión como la clarificación de la propiedad de los medios y la diafanidad informativa sobre sus economías.

Porque no basta, aunque sea indispensable, la pluralidad de la iniciativa ni el depósito de ésta en sectores no controlados por el poder político para garantizar los derechos constitucionales de la libertad de expresión. La comunicación es un hecho complejo que no admite recetas simples. Y quizá esta sea la lección principal que el caso de LIBERACIÓN ofrece a nuestra sociedad. La de que no es suficiente imaginar una realidad distinta para transformar la que tenemos. Aunque estas consideraciones no sirvan para empañar el desánimo que suscita la desaparición de un periódico -y de un periódico de sus características- en la España democrática.