9 octubre 1996

Transfuguismo de 4 diputados de ERC encabezados por el propio Colom en el Parlamento de Catalunya y su única diputada y concejala por Barcelona, Rahola, que se pasan a la nueva formación

Ruptura en ERC: Su Secretario General, Angel Colom y Pilar Rahola, abandonan el partido y crean el Partido per la Independencia (PI)

Hechos

El 8.10.1996 D. Angel Colom y Dña. Pilar Rahola anunciaron que abandonaban Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) para fundar el Partido per la Independencia (PI).

Lecturas

ÉXITO DE CAROD ROVIRA Y PUIGCERCÓS

1989CarodRovirapuigcercos La retirada del Sr. Colom supone un éxito para los sectores críticos del partido a su gestión encabezados durante los últimos años por D. Josep Lluis Carod-Rovira y D. Joan Puigcercós.

ADIÓS A LA COHABITACIÓN COLOM-CAROD

Carod_Colom La alianza del sector del Sr. Carod Rovira y el sector del Sr. Colom fue clave para la tomar del partido en 1989 apartando al sector del Sr. Hortalà que terminó abandonando el partido al verse en minoría. Ahora le ha tocado al Sr. Colom hacer lo mismo.

RAHOLA EXPLICA SU VERSIÓN SOBRE LA RUPTURA EN ‘EL MISSISSIPPI’.

La Sra. Rahola, que continúa siendo diputada y concejal en el ayuntamiento de Barcelona, a pesar de haber abandonado el partido por el cuál fue electa, escogió el controvertido programa late-night del Sr. Pepe Navarro en TELECINCO (‘Esta Noche Cruzamos el Mississippi’) para dar su versión de los hechos.

09 Octubre 1996

Nuevo partido catalán

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) ha reventado. En vísperas de un congreso que previsiblemente iba a perder, su actual líder, Angel Colom, lo abandona para crear un nuevo partido independentista. A Colom le siguen Pilar Rahola -la única diputada del partido en el Congreso y teniente de alcalde en Barcelona-, cuatro diputados autonómicos y un impreciso número de cargos intermedios que suponen una sangría para quienes se quedan con las siglas y con una difícil herencia. Frente a Colom y a Rahola, Josep Lluís Carod Rovira, diputado en el Parlamento catalán, ha intentado hacer suya la bandera de la renovación. Según estos renovadores, Colom no ha sabido acompañar su mensaje con propuestas políticas cuya satisfacción no exigiera la improbable independencia de Cataluña.La crisis de ERC se plantea en un momento de reflexión crítica sobre el mensaje nacionalista. Duran i Lleida ha advertido que el nacionalismo no puede sobrevi vir anclado en anacronismos. Colom ha osado abrir una brecha al reconocer que la lengua castellana es un dato de la realidad catalana. En el debate precongre sual, Carod y sus renovadore s* han quedado situados, en cambio, como adalides de un nacionalismo más ortodo xo. El «partido de la independencia» que ha presentado Colom se definió como socialdemócrata, de centro-iz quierda y con el objetivo final de la soberanía de Catalu na, vocablo cuya extensión polisémica pérmite su uso por distintos grupos políticos sin que ninguno esté di ciendo lo mismo. Pero Coloni tuvo que aclarar ayer, en el fragor de la escisión, que se trata de alcanzar el objeti vo de un Estado para Cataluña.

El campo nacionalista sale cuarteádo de este episodio. El nuevo partido se lleva a Pilar Rahola, el, nombre de ERC con más reclamo mediático. Arrastra también a los militantes con más prestancia institucional, pero deberá convencer a unas bases lógicamente desconcertadas. ERC es un partido histórico que, con la democracia, ha sufrido un rosario de cismas y ha evolucionado desde el seguidismo de Convergencia hasta el intento de ocupar el espacio de la izquierda del catalanismo. En 1992, con Colom al frente -y Carod de aliado-, vivió el espejismo de ser la tercera fuerza parlamentaria en Cataluña gracias a la debilidad del PP. En las últimas elecciones, a pesar de obtener más votos, quedó el quinto, y no esajeno a ello ni la crisis que arrastraba ni su explosión actual, fruto de la esterilidad política.

La escisión favorece a los vecinos ideológicos, que para ERC son todos los otros partidos a excepción del PP. La escasa claridad ideológica de la crisis y la enorme carga personal de los debates auguran penosas confrontaciones entre los dos bandos. Rahola ha dicho que el partido está «carcomido» y lleno de odio. Los renovadores de Carod han insinuado la necesidad de una auditoría, para evaluar las deudas dejadas por los escindidos. Faltan muchas explicaciones por parte de unos y otros. Y falta ver, en cualquier caso, hasta qué punto la escisión es sólo un conflicto interno partidario o el principio de la transformación del mapa político catalán iras 20 años de estabilidad.

09 Octubre 1996

La escisión de ERC

Joan Tapia

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ERC es el partido más veterano de la política catalana. Ha tenido tres presidentes de la Generalitat – Macià, Companys y Tarradellas – y hoy ocupa el espacio de un nacionalismo más radical y menos conservador que el de CDC. Ángel Colom lo llevó a la afirmación independentista – no tradicional en ERC – y supo unir las armas de agitación y de la atracción mediática para darle un nuevo impulso que, si bien no aportó resultados muy superiores a los de la Esquerra de Barrera en 1980, sí ayudó a rejuvenecer y modernizar la imagen del partido. Pero en los últimos tiempos la contestación a Colom, a Pilar Rahola – que viniendo del entorno de CDC, se convirtió en el número dos fáctico del partido – y a los métodos de ambos ha aumentado. La patada a Carles Bonet para poner a Pilar Rahola como candidata a la alcaldía de Barcelona en las últimas municipales provocó malhumor, que luego aumentó con los resultados, inferiores a lo previsto, en las autonómicas y legislativas. Hace unos meses Colom se vio obligado a dimitir de la secretaría general y ahora – tras la decisión de celebrar el congreso en Vilafranca y no en Barcelona – parecía claro que el grupo de Carod-Rovira – que apoya Heribert Barrera – iba a ganar la batalla congresual. Ante tal tesitura, Colom ha preferido recurrir a la escisión e iniciar una andadura incierta y de puerto de llegada desconocido.

Juan Tapia

09 Octubre 1996

ERC, un partido partido en dos

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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El brusco desenlace del proceso de preparación del congreso de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), con la escisión de Angel Colom, Pilar Rahola y otros líderes -que se han declarado decididos a fundar otra organización política-, no sólo es fruto de los problemas de ese partido, sino también reflejo de ciertos rasgos propios de la política catalana. En concreto, la ruptura de ERC evidencia una vez más lo difícil que es hallar en Cataluña un espacio político nacionalista al margen de CiU y los escollos que afronta la causa del independentismo catalán, muy minoritario hoy por hoy. Un partido como ERC tiene -y va a seguir teniendo- escasas posibilidades de hallar un encaje de peso en la Cataluña actual.

Convergència constituye, más que un partido, un movimiento de connotaciones populistas, que agrupa a los más variados sectores del nacionalismo catalán, desde algunos relativamente radicales a otros decididamente moderados. En CiU conviven todos, y la indiscutible autoridad de Pujol -junto al reparto de cuotas de poder- los cohesiona, evitando las rupturas. El poderío del bloque que forma CiU apenas deja espacio para otro tipo de nacionalismo. Como tampoco lo deja para otros experimentos de centro o de centro-derecha, según ha podido comprobar muy recientemente el PP de Cataluña, otro partido de cuya crisis han salido fortalecidos Pujol y su causa.

Luego, están los problemas internos de Esquerra. Simplificando -con los riesgos que ello supone- puede decirse que el sector liderado por Angel Colom y Pilar Rahola encarnaba un proyecto de renovación del partido, pero de una renovación más de forma que de fondo, más de imagen que de contenido idelógico. Respecto a esto último, podría decirse que el tándem Colom-Rahola ponía más el acento en el carácter nacionalista del partido que en sus otros rasgos distintivos, olvidándose de que esquerra quiere decir izquierda y manteniendo una actitud notablemente ambigua frente a CiU. El éxito comunicativo de Rahola y su constante presencia en los medios de comunicación, junto con el lenguaje abiertamente independentista de Colom, crearon una nueva imagen de ERC. Pero la imagen, a falta de más contenido, daba de sí lo que daba: las urnas lo han demostrado.

El otro sector -en realidad varios subgrupos más o menos unificados-, con el histórico líder Heribert Barrera como mentor último, representa de alguna manera la Esquerra «de siempre». Pone el acento más en que ERC es -o debe ser- un partido de izquierda que en la reivindicación nacionalista, aunque sin olvidar ésta.

El Consell Nacional de ERC del pasado sábado demostró que este sector podía ganar el Congreso. En vista de lo cual, Colom, Rahola y sus seguidores han preferido romper la baraja, llevándose bajo el brazo sus actas de parlamentarios y concejales -buena parte de los ingresos de ERC- y dejando las deudas a los que se quedan. Habían aprobado un «código ético» contrario a esas prácticas. Pero así suelen ser las escisiones.

12 Octubre 1996

Lady Pi

Pilar Rahola

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Pasadas la una de la madrugada de anteayer nos pusimos a chapotear un rato en las aguas de Pepe Navarro (Mississippi, Tele 5). Y allí nos encontramos a Pilar Rahola sentada. Le decía él, con cierta preocupación: “La noto a usted poco jovial, Pilar. La noto cambiada, como desfondada ¿verdad?” Y ella, con un punto de aflicción muy grande, contestaba: “Es que ha llegado un momento, Pepe, en que no podíamos seguir juntos en ERC. La mala convivencia nos ha llevado a romper. Llevábamos un año entero con mucha guerra sucia, metiéndose con las personas, con la vida privada… hasta con dosieres. ¡Montones de dosieres!” ¡Ah!, qué gran vena dramática corporizaba esta señora. Qué talento escénico más extraordinario. En efecto: para esta entrevista televisada había ella cambiado su habitual policromía indumentaria –aquellas chaquetas coloradas, aquel primor de medias nacaradas, brillantes, sugerentes, que la llevaron hasta la cumbre indiscutible del Club de la Pantorrilla Audiovisual– por un trajecito sastre oscuro, humilde, torponcillo casi, a la usanza estética que nos gastamos los mediterráneos cuando decidimos asistir a un sentido funeral. Su semblante entristecido, sin el colorete habitual de los servicios de maquillaje, acentuaban el rictus de desánimo. No recordábamos una puesta en escena tan lograda desde aquella entrevista de Lady Di en la BBC explicando la ruptura con el príncipe Carlos. Concluida su intervención, Pepe Navarro despidió con un beso a Pilar. Tras la publicidad, La Veneno. Seguía el espectáculo.