17 febrero 2001

Fue el autor material de los asesinatos de Miguel Ángel Blanco, Gregorio Ordoñez o Fernando Múgica

Detenido el asesino García Gaztelu ‘Txapote’, que se había convertido en el ‘número 1’ de ETA apenas unos meses atrás

Hechos

En febrero de 2001 fue detenido Javier García Gaztelu, miembro del Comtié Ejecutivo de ETA y antes, jefe del asesino Comando Donosti.

23 Febrero 2001

Futuros presos etarras asesinan a dos obreros

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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Los que ayer activaron el coche bomba con el que asesinaron a José Ángel Santos y Josu Leonet e hirieron a otras cuatro personas, y quienes les ordenaron hacerlo, entrarán un día en la lista de los presos de ETA. Como lo hizo ayer Javier García Gaztelu, uno de los jefes de la banda, detenido en Anglet, al sur de Francia. La eficacia policial que esa detención pone de manifiesto es una condición imprescindible para hacer posible la derrota política de ETA; otra es que EH-HB se rebele contra los pistoleros, y para ello es necesario que los partidos democráticos, sean o no nacionalistas, renuncien a sacar ventajas de la violencia mediante pactos con sus intérpretes.

El objetivo era ayer un concejal socialista, pero uno de los dos transeúntes que perdieron la vida era hermano de una alcaldesa nacionalista. Sería cínico atribuir al azar esa muerte. Es ETA la que mata, no el azar. Pese a ello, el portavoz de EH, Arnaldo Otegi, despachó el asunto expresando su ‘más absoluto desprecio’ a quienes ‘querrán instrumentalizar estos hechos contra la paz, contra la democracia, contra Euskal Herria’. Su desprecio no se dirige contra los que han matado a uno de los suyos, sino contra quienes denuncian la injusticia de ese asesinato. El mensaje vuelve a ser considerar culpables de la violencia no a quienes la practican, sino a quienes se resisten a ceder al chantaje de ETA. El sindicato abertzale LAB ha convocado para hoy concentraciones tras el lema La soberanía es la paz. La víspera, el propio Otegi había ofrecido a los partidos nacionalistas un acuerdoblindado ‘por la soberanía’. Esto es, independiente de que haya o no atentados.

Según el portavoz del PNV, el doble asesinato de ayer debería llevar a la izquierda abertzale a reflexionar sobre la incompatibilidad ‘entre violencia y construcción nacional’. Y Garaikoetxea advirtió a ETA de que los atentados ‘van en contra de sus objetivos políticos’. Ambos planteamientos traducen una idea de la naturaleza de ETA que la realidad desmiente cada día. No es una organización a la que se pueda convencer demostrándole que podría alcanzar sus objetivos pacíficamente; lo que expresamente quiere es alcanzarlos por la violencia: sólo por eso le interesan. ETA y su brazo político proclaman como derecho su deseo (la independencia), y refuerzan esa convicción al escuchar que formaciones de larga tradición democrática dicen compartirlo. Pero al comprobar que la democracia no la garantiza, porque la sociedad es plural, impugnan la democracia; a bombazos. Recurre a la violencia porque sabe que no alcanzará los objetivos que invoca mediante el convencimiento pacífico de los ciudadanos.

Por ello asesinaron hace un año al portavoz socialista en el Parlamento vasco, Fernando Buesa, e intentaron matar ayer a un concejal de ese mismo partido; para intimidar a los que no se pliegan. A la luz de esa realidad resulta un sarcasmo decir que tras la violencia hay un ‘conflicto histórico de naturaleza política’, como proclama la declaración de Estella; y ofensivo afirmar que los principios de aquella declaración siguen siendo válidos; como si no hubiera pasado nada.

Ya no cabe llamarse a engaño. Ojalá que EH se rebele contra ETA, como ayer pidió el portavoz del Gobierno vasco; pero mientras no lo haga es indecente pactar con esa formación. A finales de año, Arzalluz dijo que si hubiera un Gobierno del PP-PSOE y volviera EH, ‘les zumbaríamos una moción de censura’. El lehendakari pidió el martes un comportamiento leal entre los contendientes. Esa lealtad exigiría el compromiso desde ahora de rechazar, mientras siga ETA, cualquier alianza con EH para derribar al Gobierno que salga de las urnas. Eso sí sería un gesto en defensa de la democracia y contra la pretensión de ETA de condicionar la vida política vasca; más elocuente que todas las condenas.

23 Febrero 2001

El asesino de Miguel Angel Blanco y uno de los responsables de la ruptura de la tregua

Carmen Gurruchaga

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Javier García Gaztelu, Txapote, hasta ayer presunto jefe del aparato militar de ETA, nació en la localidad vizcaína de Galdakao en 1966. Comenzó su actividad terrorista muy joven y con 18 años fue detenido por primera vez acusado de atacar con cócteles molotov un concesionario de vehículos de marca francesa.

Hasta 1991 colaboró con el comando Vizcaya como miembro legal del grupo. En agosto de ese año se produjo un tiroteo en el barrio bilbaíno de Begoña entre miembros de ese talde y agentes de la Ertzaintza. Como resultado del enfrentamiento murieron un policía autonómico y el etarra Juan María Ormazabal Tturko. Huyó a Francia y volvió a finales de 1994, ya como liberado del comando Donosti integrado por Valentín Lasarte, detenido en España, y por Juan Ramón Carasatorre, presumiblemente en el aparato de cursillos de ETA. El asesinato del sargento de la Guardia Municipal de San Sebastián, Alfonso Morcillo, el 15 de diciembre de ese año, es la primera muerte que se le atribuye al dirigente etarra apresado ayer.

García Gaztelu y Carasatorre fueron también, presumiblemente, los asesinos del concejal del PP en San Sebastián y presidente de este partido en Guipúzcoa, Gregorio Ordóñez, ocurrido el 23 de enero de 1995 en un restaurante de la Parte Vieja donostiarra. Unos meses después, en abril, ese grupo quitó la vida al brigada de Infantería Mariano de Juan Santamaría y al comisario Enrique Nieto, que murió el 19 de octubre como consecuencia de las heridas sufridas en el atentado del 8 de junio.

En agosto de 1995, tras el fallido atentado contra la casa cuartel de la Guardia Civil de Arnedo, Txapote fue protagonista de una espectacular huida desde esa localidad riojana hasta Andoain, un pueblo cercano a San Sebastián. Descubiertos por la Policía Municipal cuando iban a colocar la bomba, sufrieron un accidente al escapar y, después de desarmar y esposar a los agentes que le seguían, continuaron la huida. La Guardia Civil trató de cercarlos en la sierra alavesa de Bedaya, pero los terroristas se escondieron en una caravana y se escaparon.

En enero de 1996, García Gaztelu y Lasarte cruzaron la frontera para hacer una nueva campaña en Guipúzcoa. El 6 de febrero Txapote asesinó al histórico dirigente socialista Fernando Múgica Herzog. Tras el atentado realizaron una rocambolesca huida, también hasta Andoain. Un año más tarde, consiguió volver a escapar cuando la policía detuvo a Fernando Elejalde, que acababa de matar al psicólogo de la prisión de Martutene Francisco Javier Gómez Elosegi.

El 10 de julio de 1997 García Gaztelu, Irantzu Gallastegui -detenida en Francia junto a Kantauri- y José Luis Geresta -suicidado-, secuestran en Eibar a Miguel Angel Blanco con la certeza de que en ningún caso sería liberado con vida. El plan era brutal: secuestrar a una persona durante 48 horas y amenazar al Gobierno con quitarle la vida si no trasladaba a Euskadi a todos los presos de ETA en ese plazo de tiempo.

Según todos los indicios fue García Gaztelu el que se quedó con él todo el tiempo, hasta que fue asesinado. Fue él mismo el que, transcurridas las 48 horas, trasladó al joven concejal popular con las manos y los pies atados a un camino vecinal, le obligó a arrodillarse y le pegó dos tiros en la nuca. El procedimiento fue tan nauseabundo que el hasta ayer responsable de los comandos operativos de ETA y presunto ejecutor del asesinato vomitó tras cometer el abominable crimen. Inmediatamente después se trasladó a Francia para entrar en la dirección de ETA.

Pasó a ocupar el puesto de responsable de los grupos operativos de la organización terrorista, después de que en marzo de 1999 la policía francesa detuviera a su antecesor Francisco Javier Arizkuren Ruiz, Kantauri y a su segundo Jesús María Puy Lekunberri.

En noviembre de ese año, a raíz de la detención de dos miembros de ETA en Irún, se supo que García Gaztelu les había dado la pistola y las órdenes para que realizaran el robo de una troqueladora. Asimismo, se supo que su papel fue fundamental a la hora de tomar la decisión de romper la tregua, postura que compartían los jóvenes de Jarrai frente a los más veteranos, que fueron quienes negociaron con PNV y EA el alto el fuego.