24 agosto 1969

Dirigido por Cristobal Páez y controlado por a familia Royo

DIARIO SP se convierte en el primer periódico franquista de España que pide en portada la dimisión de ministros

Hechos

  • En su edición del 24 de agosto de 1969 el periódico DIARIO SP solicitó en portada la dimisión de los ministros de Economía y Hacienda ante el caso Matesa.

Lecturas

DIMISIONES

Querido lector:

Sin deseo de buscarle los tres pies al gato, e independientemente de lo que resulte de las investigaciones encomendadas a los ministros de Hacienda y Comercio, el asunto Matesa, del que tanto se viene hablando en los últimos días, es un síntoma definitivo de que el equipo que rige los destinos económicos de España desde hace más de una década necesita renovación.

La pólvora que se ha quemado ya en este caso, y la que falta todavía por quemar, tiene justificación: la evaporación de 9.968 millones de pesetas de las arcas de crédito oficial, que es tanto como decir de las arcas del pueblo español. Que tan voluminoso masa de dinero se pierda por los resquicios de la finanza internacional, no puede ser considerado como un hecho casual, ni como la peripecia despreocupada de unos jóvenes empresarios, que no han medido bien el alcance de sus actos, sino como la prueba evidente de que las directrices económicas del país han perdido su rumbo, y necesitan ser corregidas antes de que sea demasiado tarde.

Pero esta corrección no puede llevarse a cabo con unas pocas sustituciones de emergencia, ni con la detención de las cabezas del fraude entre los directivos de Matesa o la amonestación y censura de los funcionarios de las entidades crediticias que no ejercieron sobre ella el debido control. Bien está que se descubra a estos culpables y que la ley cargue sobre ellos el rigor de un castigo ejemplar. Sin embargo, la contemplación del caso no puede hacerse con esta óptica de corto alcance. Porque de lo que se trata aquí no es sólo de desenmarañar todos los entresijos de Matesa, que bien está que se desenmarañen.

¿Por qué ha surgido Matesa? ¿Dónde está la verdadera causa de que se produzcan situaciones como esta que tan preocupada tiene a la opinión pública del país? Sin duda, en la orientación dada a la economía y la industria españolas por el equipo de tecnócratas que lleva el timón de la economía. Mientras las piezas fundamentales de los ministerios económicos no sean sustituidas por otras capaces de aportar savia más fresca a los tallos del tronco económico-industrial del país, agostados por el desgaste que implica una actuación política demasiado prolongada, los casos Matesa seguirán proliferando, independientemente de que afloren o no a la luz pública.

Estas sencillas palabras de advertencia no deben de interpretarse como un voto de censura hacia los señores ministros, cuya honestidad, competencia y limpieza de miras ha quedado bien probada a lo largo de su actuación. Es un simple planteamiento pragmático que se hace de manera regular en los países de estructura democrática más avanzada en los que los equipos se van retirando del poder con mentalidad deportiva, en cuanto acusan los primeros síntomas de fatiga, para ser sustituidos por otros nuevos.

El caso Matesa no debe, por tanto contemplarse como un descuido intrascendente, aunque grave, de unos organismos crediticios oficiales, sino como el resultado de unas directrices económicas que no son lo que necesita España en estos momentos. La preocupación excesiva del actual equipo de tecnócratas por la balanza de pagos, que ha servido de caldo de cultivo al ‘affaire’ Matesa, está bien en el fondo, pero no en su ejecución, toda vez que, a juicio de, los expertos, el fomento de las exportaciones no debe realizarse a base de extender unas facilidades crediticias a unas industrias y negárselas a otras, sino poniendo en marcha la industria entera de un país para abastecer el mercado nacional en debida forma, con lo que se ahorran divisas en importaciones y dedicando al mercado exterior los productos excedentes.

España, que además cuenta con la rica cantera de un turismo floreciente en la que no cabe trampa ni cartón, no necesita, en realidad, de otros planteamientos para mantener el equilibrio de la balanza de pagos. Bien está, sí, tener como punto de mirar el equilibrio de la balanza comercial, pero ese equilibrio debe buscarse como resultado lógico de un auténtico desarrollo industrial, que es lo que el país está pidiendo a voces.

Reciba un saludo muy afectuoso de su buen amigo.

Vicente Royo