4 junio 2017

El fiscal había sido respaldado por el el Fiscal General del Estado, José Manuel Maza

Dimite el fiscal anticorrupción Manuel Moix Blázquez por tener propiedades en Panamá y tras la campaña mediática de LA SEXTA y CUATRO

01 Junio 2017

Dimisión inapelable

EL PAÍS (Director: Antonio Caño)

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La insostenible posición de Moix revela una grave cadena de errores de Rajoy

Hace apenas dos semanas, Manuel Moix sobrevivió en su puesto al frente de la Fiscalía Anticorrupción a pesar de su reprobación por el Parlamento. El Congreso tomó aquella decisión inédita ante las sospechas de que había intentado entorpecer algunas diligencias en el caso Lezo que afecta a Ignacio González; en respuesta al intento de apartar a los fiscales del caso 3% en Cataluña; y ante el escándalo que supone el posicionamiento mayoritario de los fiscales anticorrupción contra algunas de sus decisiones. Las escuchas en las que el expresidente de la Comunidad de Madrid, atemorizado entonces por la investigación, celebraba el nombramiento de Moix al frente de Anticorrupción sembraron dudas sobre un alto cargo que requiere todo lo contrario para acometer su trabajo sin tacha ante los ciudadanos.

En aquel momento, el presidente Rajoy mantuvo su confianza en él, en su ministro de Justicia y en el fiscal general, también reprobados, y este martes la mantuvo sin matices cuando estalló el nuevo escándalo que afecta a Moix. En esta ocasión, el fiscal jefe Anticorrupción ha tenido que reconocer algo que había ocultado cuando fue designado, y es que es propietario junto a sus tres hermanos de una sociedad panameña propietaria a su vez de un chalé en Collado Villalba. La empresa offshore fue herencia de sus padres y está declarada, pero no es la mejor carta de presentación para quien debe encabezar la lucha contra los corruptos.

Moix ha asegurado que no informó sobre ello porque le parecía “irrelevante” al ser legal pero, obviamente, ni él ni el presidente del Gobierno al reafirmar su confianza en él han calculado bien el efecto ético y estético de mantener una propiedad procedente, en última instancia, de la elusión fiscal. Una vez más, Mariano Rajoy persiste en su intento de salvar a altos cargos de su partido o su Gobierno afectados por la falta de ejemplaridad, cuando no por la sospecha directa de manipulación o corrupción. Cuando el entonces ministro Soria se vio obligado a dimitir por su relación con empresas de Panamá, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, fue tajante: “Nadie que haya operado en paraísos fiscales puede estar en el Gobierno”.

Tampoco había aparentes ilegalidades en las relaciones de Soria, pero la ética, la estética y la indignación extendida en la sociedad por el constante afloramiento de nuevos casos de corrupción forzaron su salida. Como forzaron también su renuncia, poco después, a su plan de convertirse en director ejecutivo del Banco Mundial.

También en ese caso Rajoy intentó defender la legalidad del puesto de Soria, y entonces, como ahora, se vio superado por una urgencia evidente, que es la de demostrar limpieza y regeneración en las máximas instancias del Estado.

La lucha contra la corrupción debe incluir un posicionamiento férreo contra la elusión fiscal y requiere una exhibición de ejemplaridad que no es compatible con la permanencia de Manuel Moix. Si nadie que haya operado en paraísos fiscales puede estar en el Gobierno, como dijo Montoro, tampoco es admisible al frente de la lucha contra la corrupción.

04 Junio 2017

''ESTA CASA ES UN CHOLLO"

Javier Negre

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Once y media de la mañana del jueves. No hay ni un alma por las calles de la urbanización Dominio de Fontenebro en la localidad madrileña de Collado Villalba. Sólo aparece entre los matorrales un jardinero con moreno obrero que trata de reavivar las plantas de un complejo residencial en aparente decadencia. Es una zona cerrada con vigilancia 24 horas, colegio bilingüe y vistas privilegiadas a la sierra de Guadarrama que 30 años atrás relucía tanto como la elitista Finca de Pozuelo de Alarcón donde reside Cristiano Ronaldo. Ahora, en cambio, está inundada de mansiones descuidadas con carteles de «Se vende», solares vacíos y aceras desconchadas. Es sólo un reflejo de lo que fue a finales de los 80.

Nos encontramos en un número impar de la calle Arroyo de Fuenfría donde hay aparcado un flamante Lexus de 100.000 euros y una scooter low cost. Hay una verja donde manda un cartel con el dibujo de un pastor alemán y un aviso para atracadores: «Yo monto guardia. Usted entra en un lugar de riesgo y peligroso». A la izquierda de un muro comido por la humedad hay una placa de metal con unos versos en alemán que Goethe escribió en un cuadro: «¿Por qué está usted ahí delante? ¡Si hay puertas y portones! Si entra para ser consolado será bien recibido».

Se escucha un murmullo al otro lado de la verja. Hay un anciano con un bastón y americana de pana, un matrimonio en ropa sport y una señora con el pelo teñido y pendientes de oro blanco. Hablan con un comercial de una conocida inmobiliaria que luce un entallado traje gris y se expresa como un ejecutivo agresivo. Está a punto de conseguir culminar la operación de venta y llevarse una importante comisión. «Esto es un chollo. No vais a encontrar nada así por aquí», les dice mientras les enseña el inmueble con detenimiento. Se trata de una mansión de 645 metros cuadrados en 4.750 metros de parcela. Son tres plantas con seis habitaciones, cinco baños, ventanas de Climalix, una casa anexa con un amplio despacho, una bodega, gimnasio, suelos y chimeneas de mármol, piscina climatizada con agua salina y hasta un rincón flamenco con tablao y una barra. Al dueño le gustaba veranear en Almería, una de las cunas del flamenco.

La compradora, al contemplar nuestra presencia, acelera el trato. Está nerviosa. Tiene un miedo aterrador a que alguien le arrebate un inmueble que, según nos dice, necesita para que su hijo «respire aire fresco». «Es que el pobre tiene problemas en los pulmones. Me tienes que dar la enhorabuena porque la casa me la quedo. Esta tarde la señalizamos», anuncia la señora. La cifra final acordada estará en torno a los 530.000 euros, según el testimonio del comercial.

«Esta casa antes de la crisis llegaba al millón, por lo que han hecho una muy buena inversión», nos dice este experto en el sector inmobiliario antes de despedirse de sus clientes. «Nos vemos ahora en la oficina para firmar el contrato de arras», le indica a la mujer. Ésta desconoce que en el momento en que ella está cerrando el acuerdo con un apretón de manos, el propietario de ese chalé, el fiscal jefe Anticorrupción, Manuel Moix, está comunicando su dimisión. Precisamente por culpa de esa casa que ella ha comprado ilusionada y que lleva el nombre de La Moira, la personificación del destino en la mitología griega. Un destino que Moix (59 años) comenzó a labrar, sin saberlo, desde que recibió de sus padres aquella herencia envenenada en forma de mansión y a nombre de una sociedad en el paraíso fiscal de Panamá.

La casa se convirtió en su principal quebradero de cabeza desde que el digital Infolibre destapó que estaba camuflada en una sociedad con testaferros constituida por su progenitor, Manuel Moix Martínez, catedrático e inspector de Trabajo y originario de Calaceite (Teruel). Lo que jamás pensó Moix hijo es que su casa de Collado Villalba sería el motivo de su caída. Y más después de haber acumulado importantes sospechas y polémicas en tan sólo tres meses en su puesto como fiscal Anticorrupción, de las que había logrado salir indemne. Nada más llegar a su cargo, Moix decidió relevar a los fiscales que estaban llevando la investigación del caso 3% en Cataluña y mandar el procedimiento a la Fiscalía de Cataluña en un momento en el que varios testigos protegidos empezaban a señalar al ex presidente de la Generalitat, Artur Mas. Muchos interpretaron esta medida como intento de agasajar a los nacionalistas y el fiscal general del Estado, José Manuel Maza, frenó la propuesta de Moix.

UN REGUERO DE POLÉMICAS

Unas semanas después, trascendió que el fiscal jefe Anticorrupción había tratado de paralizar hasta en tres ocasiones la investigación sobre el ex presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, cuando era fiscal superior de Madrid (también rehusó investigar a los responsables políticos del Madrid Arena) y cuando las especulaciones en torno a la posibilidad de que González se hubiese enriquecido a través del campo de golf del Canal de Isabel II iban en aumento. En una grabación conseguida por los investigadores de la operación Lezo se escuchaba al ex presidente diciéndole al ex ministro Eduardo Zaplana lo «cojonudo» que sería que colocasen a Moix como fiscal jefe Anticorrupción. «Vamos a ver, yo creo que a ver si podemos colocar el tema del fiscal Anticorrupción ¿sabes? Y… yo creo que va a ser él. Si sale es cojonudo. Se llama Moix, es un tío… serio y bueno. Hombre, yo no soy quién, pero yo no me corto en decirle a Rafa (Catalá): Oye Rafa… ¿Sabes? El aparato del Estado y los medios de comunicación van aparte: o los tienes controlados o estás muerto», le dijo González.

Lo cierto es que Manuel Moix intentó desacreditar la investigación y poner en duda los registros de la operación, pero los fiscales del caso se rebelaron y ganaron la partida.

Sus polémicas no acabaron ahí. Moix también planteó la necesidad de contar con medidas que permitiesen sancionar a los medios que publicasen filtraciones de sumarios secretos. Moix aguantó todo ello, pero no que saliera a la luz que tenía conexión societaria con un país donde los delincuentes a los que persigue suelen esconder sus fortunas. En ese momento, su situación se tornó en insostenible y el pasado viernes decidía abandonar su cargo «de forma voluntaria para proteger a su familia y a la Fiscalía» tras insistir en que no cometió «irregularidad» alguna.

ENTRE EL TENIS Y EL ‘RUNNING’

Fuentes cercanas a este hombre próximo al PP aseguran que hubo «presiones» del Gobierno y del fiscal general Maza para que dejase su puesto, y que incluso el que fue su principal valedor, el ministro de Justicia, Rafael Catalá, le retiró su apoyo como hicieron las principales asociaciones de fiscales. En los mentideros siempre se había comentado que su amistad con el ministro la labró jugando partidos de tenis, pero lo cierto es que al ya ex fiscal Anticorrupción no le gustaba el deporte de la raqueta sino el running. Moix, hasta que se lesionó recientemente, solía correr cada mañana 10 kilómetros alrededor del parque cercano a la mezquita de la M-30 de Madrid y era fanático de las carreras populares y de las rutas de senderismo por la sierra de Madrid, donde sus padres edificaron la casa que cavaría su tumba profesional.

La historia de su ruina comienza en octubre de 1986, año en el que ingresó en la carrera fiscal. Entonces sus padres adquieren un solar de 4.629 metros cuadrados en una urbanización en pleno apogeo en Collado Villalba. Querían edificar una casa imponente repleta de lujos y encargaron los trabajos a una humilde constructora de la zona, Terecon S.A.

Las obras finalizaron con éxito, pero los Moix prefirieron no pagarle a la empresa, según ha explicado el abogado del constructor. Para ello, según ha trascendido, a principios de 1988 decidieron esconder la propiedad montando en Panamá la sociedad Duchesse Financial Overseas. Como testaferro eligieron a una abuela panameña de hoy 93 años, Aida May Biggs, que figura en 17.539 compañías y que actualmente es tesorera y directora de la sociedad que heredaría Manuel Moix. Y en febrero de 1988, la firma panameña compró el inmueble de Collado Villalba.

Terecon los llevó a juicio por alzamiento de bienes, un proceso en el que estuvo presente incluso Manuel Moix hijo. Finalmente ambas partes llegaron a un acuerdo extrajudicial. Lo paradójico es que Moix, en pleno estallido de su escándalo panameño el pasado lunes, llegó a decir que él no fue consciente de la existencia de una sociedad en Panamá hasta 2008 o 2011, cuando fallecieron su madre y su padre, respectivamente, y junto a sus tres hermanos heredó el 25% de la sociedad panameña.

Además, argumentó que no liquidaron la sociedad porque era muy caro (90.000 euros) cuando la realidad es que, según varios fiscalistas consultados, la operación de disolver la empresa no costaría más de 500 euros. También afirmó que no habían recibido ofertas por la casa cuando en los últimos meses les habían llegado dos de medio millón de euros. Era su hermana Margarita, abogada de profesión, la que gestionaba la venta del piso. También figuraba como apoderada en la sociedad panameña.

«La propietaria era dura de roer y se empeñó en que no se vendía por debajo de los 600.000 euros. Hay que tener en cuenta que ya la bajó primero de los 965.000 a los 750.000 euros. Habíamos recibido dos buenas ofertas de 500.000, pero no quiso. La casa si no se ha podido vender es porque apabulla cuando entras. Impone cuando ves hasta mármol en las chimeneas y a veces las familias lo que me dicen es que se les queda muy grande. Tiene más de 600 metros, pero escriturados 470. Se ha ampliado ciento y pico. Está muy bien mantenida, tiene un jardín muy bonito y a lo mejor sólo le hace falta una mano de pintura», comenta antes de la venta una vendedora de una inmobiliaria de Madrid que estuvo un tiempo comercializando el inmueble.

La hermana de Moix y apoderada de la sociedad panameña, Margarita, incluso hizo una lista para colocar sus muebles. «Eso hay que negociarlo con ella», dice la comercial. Según su relato, esta hermana era de la familia Moix la que más trabas puso a la hora de deshacerse de esa mansión. El problema es que cuando decidió hacerlo, aceptando una oferta medio millón de euros por debajo del valor de la casa, la suerte de su hermano ya estaba echada. Fue la peor inversión de los Moix y una mala venta. La ruina del poderoso fiscal Anticorrupción. De nada le sirvió que su venta quedara apalabrada este jueves. La misma mañana dimitió. El viernes, en una última llamada de Crónica, el comercial aseguró: «Ya no tenemos ninguna casa en Fontenebro».

4.750 METROS DE PARCELA

VIGILANCIA 24 HORAS. La mansión de los Moix se sitúa en una urbanización llamada Dominio de Fuentenebro, en Collado Villalba, al norte de Madrid. Está vigilada las 24 horas.

TRES PLANTAS. En la parcela, de 4.750 metros cuadrados, se levanta el chalé, de 645 metros cuadrados. Son tres plantas con seis cuartos (tres de ellos, suites), cinco baños, dos salones y una chimenea de mármol.

PISCINA Y TABLAO. La familia se construyó además una casa anexa con un amplio despacho, una bodega, un gimnasio… La parcela tiene también piscina climatizada con agua salina, un amplio jardín e incluso un rincón flamenco con un tablao.