13 octubre 1974

El PSOE-Histórico encabezado por Rodolfo Llopis José Prat no reconoce la legitimidad del congreso ni del nombramiento

26º Congreso del PSOE-Renovado: en Suresnes se elige como nuevo líder a Felipe González ‘Isidoro’ con el apoyo de Nicolás Redondo

Hechos

Entre el 11 al 13 de octubre de 1974 en la ciudad francesa de Suresnes se celebró el XXVI Congreso del PSOE (XIII en el exilio) en el que D. Felipe González fue elegido nuevo ‘Primer Secretario’ del partido.

Lecturas

LA NUEVA EJECUTIVA DEL PSOE-RENOVADO:

  • FelipeGonzalez01 Primer Secretario – D. Felipe González ‘Isidoro’
  • NicolasRedondoPadre Secretario de Organización – D. Nicolás Redondo ‘Juan’
  • Guerra_1986 Prensa – D. Alfonso Guerra
  • mugica_consti Coordinación – D. Enrique  Múgica
  • galeote Propaganda – D. Guillermo Galeote
  • benegas Juventudes – D. José María Benegas ‘Txiki’.
  • Documentación – D. Pablo Castellano
  • Administrativo – D. Eduado López ‘Lalo’
  • Sindical – D. Agustín González
  • Internacional – D. Francisco Bustelo

CASTELLANO Y BUSTELO, RÁPIDO ENFRENTAMIENTO CON FELIPE GONZÁLEZ

PabloCastellanos  FranciscoBustelo Los socialistas marxistas D. Pablo Castellano y D. Francisco Bustelo mostraron desde el principio su oposición a D. Felipe González, a pesar de lo cual fueron incluidos en la ejecutiva, en la que, no obstante, durarían poco tiempo. El Sr. Castelano dimitiría en mayo de 1975, mientras que el Sr. Bustelo lo sería en enero de 1976. Fueron reemplazados por el también marxista D. Luis Gómez Llorente y el felipista D. Luis Yañez.

EL PSOE HISTÓRICO DE LLOPIS ACUSA AL PSOE RENOVADOR DE MANTENER VÍNCULOS CON EL FRANQUISMO

En diciembre de 1974 el PSOE Histórico haría una nota diferenciándose del PSOE Renovador de D. Felipe González con la siguiente nota reproducida en el recuadro inferior:

Comunicado del PSOE Histórico de Rodolfo Llopis

Comité Ejecutivo del PSOE (Histórico)

Diciembre 1974

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Como ya se sabe – por lo menos, por los que están versados en cuestiones de política española – el Partido Socialista Obrero Español – que durante treinta y tres años ha mantenido unanimemente en el interior de España y en el exilio, en todos sus congresos, una actitud y una línea de conducta totalmente contraria a las dos direcciones que acabamos de citar – se escindió en agosto de 1972 en dos grupos, cada uno de los cuales, con mayor o menor derecho, sigue titulándose ‘Partido Socialista Obrero Español’.

Es uno de esos dos grupos – llámese como quiera llamarse; para identificarlo diremos que es aquel cuyo secretario general Felipe González y cuyos dirigentes aparecen biografiados y fotografiados en la prensa del régimen franquista, en esa prensa que siempre se ha disttinguido por ignorar o desconocer, ni de cerca, ni lejos, la existencia de un Partido Socialista Obrero Español pero que, desde hace algunos meses, formando parte sin ninguna duda, de algún preconcebido plan, ha descubierto esa existencia en las personas y en el grupo del os que acabamos de citar – el que ha cambiado en las dos mencionadas direcciones: en la alianza con fuerzas políticas no democráticas y en la de acomodamiento dentro del régimen franquista.

La desnaturalización producida con ello hace que muy difícilmente nadie pueda reconocer, tras ese cambio y en ese grupo cambiante, al auténtico, al clásico Partido Socialista Obrero Español con las esencias y con la orientación democráticas que le imprimió nuestro fundador, Pablo Iglesias y que animaron Julián Besteiro, Francisco Largo Caballero e Indaleico Prieto entre otros muchos hombres ilustres de nuestro Partido, esencias y orientación que sigue manteniendo y de las que muy justamente puede enorgullecerse.

Quienquiera que sea, individuo o colectividad o grupo, es muy dueño de cambiar y de adoptar la orientación que le parezca. Allá cada cual con su manera de proceder, dala que debe ser responsable y no seremos nosotros quienes entremos y menos pechemos con responsabilidades ajenas. Por ello, lo que ya no es admisible es que se pretenda confundir a unos con otros ni aún haciendo derroches de mala intención y de poca honestidad por parte de comentaristas y gacetilleros subvencionados – con las honrosas y reconocidas, aunque pocas excepciones de los más informados – y los que, aún mejor sería de desear es que lo que hacen unos  no se atribuya a otros.

Quede pues, cada cal en su puesto. Nosotros, el Partido Socialista Obrero Español, seguimos en el nuestro y no hemos cambiado; nada con totalitarios, aunque por ser pasajeras ocnveniencias tácticas suyas se disfracen de lo que no osn ni han sido nunca, y nada con el régimen franquista.

Bien claro está para quien así quiera honradamanete comprenderlo.

Comisión Ejecutiva del PSOE [Histórico] el 16 de diciembre de 1974.

31 Octubre 1974

La dialéctica frentepopulista

Gonzalo Fernández de la Mora

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El llamado Partido Socia1ista Obrero Español pretendió ofrecer, en tos últimos tiempos, un rostro relativamente humano, para lo cual había guardado distancias con los comunistas, los anarquistas, los maoístas y los terrorismos. Pero las apariencias acaban de cambiar. En unas recientes declaraciones, el secretario general del partido preconizó el pacto con los comunistas y la acción solidaria. Dentro de este espíritu se convocó el pasado día 7 una reunión ante las cámaras de la televisión holandesa. All! participaron, junto a Carrillo, que representaba al comunismo, los que se decían portavoces del socialismo, de la socialdetnocracia y del centrismo. La alianza hacia la izquierda acaba de ratificarla el partido socialista en su reciente congreso anual. Entre los tres centenares de asistentes, casi la mitad procedían de España, y el resto, del exilio. La consigna aprobada, después de tres días de deliberaciones, ´ha sido la de constituir «una alianza con tddos los partidos políticos y organizaciones antifranquistas y, fundamentalmente, con las fuerzas de la izquierda». Y ello a marchas forzadas, ya que, según reza otra de las resoluciones, se está produciendo «la descomposición del régimen». Los periódicos portugueses han titulado la información de modo muy expresivo: «Frente antifascista». En rigor, habrían sido mucho´más exactos si, recurriendo a una denominación tristemente conocida en nuestra península, hubieran escrito «Frente popular».

A su vez, el llamado Partido Comunista Español acaba de declarar en Moscú su reconciliación con el Kremlin, del que había disentido tras la invasión de Hungría. Esto significa que el Frente Popular no se constituye desplazándose hacia la moderación, sino hacia el extremismo soviético: el polo se sitúa en Moscú, lo mismo que en 1936. Todo lo que está a su derecha será comparsa ocasional y tranquilizante momentáneo para los invidentes.

La radicalización hacia la ultraizquierda fue la característica más acusada de nuestra II República y se agudizó definitivamente en la zona frentepopulista durante el trienio bélico. Este tropismo sinistrista, ¿es una propiedad del marxismo español o tiene una validez más amplia? No se trata de juzgar a otros países; si hay naciones que quieren ensayar la vía comunista, ése es su problema. Se trata, simplemente, de averiguar si se puede construir un modelo más general. ¿Confirma la experiencia que, salvo excepciones, los pretendidos frentes de liberalización democrática son el primer enmascaramiento de los frentes populares, los cuales, al quitarse la última careta, se manifiestan como lo que esencialmente son: el comunismo ?

La resistencia yugoslava se rec1utó como un movimiento exclusivamente antinazi y logró incorporar a sus filas a liberales de buena fe. Pero, a la hora de la verdad, el núcleo comunista dio la batalla por la hegemonía y se impuso, porque era el más activo y violento. Los moderados quedaron en la cuneta. También en Grecia la resistencia contra Alemania se hizo bajo el lema de la democracia; pero cuando las tropas germanas abandonaron el país, los comunistas impusieron su dictadura arrollando a sus ingenuos compañeros. Fue Churchill, con el ejército inglés, quien evitó a Grecia el aciago festino de convertirse en una República popular. Incluso en Francia se inició análoga táctica: el partido comunista quiso cobrar todos los dividendos de la Resistencia. Y fue el general Pe Gaulle, respaldado por el Ejército y por sus aliados occidentales, quien lo impidió. Cuba no desmiente este esquema. Se proclamó que la revolución se hacía contra la tiranía. Un importante sector eclesiástico y buen número de liberales la secundaron en su presunto empeño democratizador. Pero hicieron falta pocas semanas para que el proceso se desarrollara con implacable fatalismo.

Tampoco está lejos el ejemplo chileno: los democristianos abrieron la puerta a un Frente Popular que se declaraba democrático. Pero pronto empezaron las expropiaciones sin indemnización, la ocupación violenta de fincas y fábricas, las persecuciones, la presión sobre los medios informativos. Allende se fue maximalizando día a día, desplazándose hacia los extremistas. Cuando se alzó el Ejército, Chile no sólo era víctima del hambre y del caos, sino que estaba en vísperas del golpe de Estado que implantaría la llamada dictadura del proletariado. Y últimamente, el caso de Portugal. El comunismo se disfrazó de general democrático tras el monóculo de Spínola y, luego, de liberal de izquierdas tras las gafas de Palma; ahora ya aparecen los genuinos rostros.

El análisis sociológico demuestra que, salvo en las naciones hipcrdesarrolladas, la dialéctica frentepopulista tiende, de modo cada vez más acelerado, hacia la ultraizquierda. Y, en la misma medida,.todo el que se opone, incluso el moderado profesional, es tachado de fascista y descalificado o suprimido.

Cabe comprender a quienes conscientemente luchan por una sociedad comunista creyendo, cuasi´ religiosamente, que tan empobrecedor y deshumanizante sistema proporcionará, un hipotético día, el bienestar y la dignidad. Pero a los otros, ¿cómo es posible que pueda embaucárseles con el timo de la alianza democrática, que es, en política, ´tan burdo como el consabido de la estampita? Aunque parezca increíble, todavía leemos en las secciones de sucesos que a una buena señora la han sorprendido con el viejo fraude. Es lamentable, pero episódico. Lo trágico es que, de vez en cuando, una parte de la clase política ^liberal, por resentimiento, por ambición, por frivolidad, por ingenuidad o por pura y simple mentecatez se deje dar el timo de la alianza ((democrática». Porque, en tales casos, las víctimas no son sólo los dirigentes engañados y pronto removidos, sino toda la nación. Mientras aquéllos repiten el inútil e irresponsable «no es esto», el pueblo paga con pánico v hambre indeclinable» e intransferibles. En ciertas reuniones del exilio, y aún de intramuros, estamos asistiendo al peligroso deporte de unos democratizantes de tertulia que hacen el juego al terror colectivo y de unos socíalistizantes de libro´que abren el camino a la miseria generalizada..Estulticia insigne que un observador lógico y liberal no pued: contempla? sin asombro. Y supina ignorancia de la dialéctica frente-populista y de sus fases encubiertas, porque «la revolución —escribía Marx— es ´como el noble topo, que trabaja,- veloz, bajo tierra».

Gonzalo Fernández de la Mora

La izquierda imperfecta

Francisco Bustelo

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Estaba ya avanzada la sustitución del PSOE del exilio por el del interior. Tal cosa se había inciiado en los primeros años setenta y, tras el Congreso de 1972 de los renovadores, se produjo una escisión que se mantendría oficialmente hasta 1982, pero con un desequilibrio cada vez mayor en favor del PSOE Renovado.

Indalecio Prieto, con su pesimismo y su inteligencia, no creía que democristianos o comunistas fueran a ocupar el papel del PSOE y me dijo: «Desengáñese, Bustelo, nosotros, los que quedamos de la guerra, moriremos en la enmigración, limitándose nuestro papel a conservar unas siglas que recogerán y levantarán ustedes». Luis Arquistáin había dejado muy atrás su radicalismo de los años 30 y pese a la moderación y anticomunismo de sus últimos años, nos trató a los extremosos jóvenes recién llegados con afecto. Con Andrés Saborit, en cambio, casi me peleé, pues con sus muchos años era un felipista avant la lettre, que no aceptaba la crítica. (…). Como ETA me había dicho que, a cambio de no mucho dinero podía proporcionarme pasaportes auténticos con nombres falsos, pues tenían un infiltrado en el Consulado de París, pedí uno a nombre de Pablo Bohórquez Mendoza, y en cuanto lo tuve, decidí irme de España.

El primer día del congreso hubo una intervención que no me causó buena impresión sobre todo porque su sintaxis y vocabulario me parecieron mejorables. «¿Quién es?», pregunté. «Pero hombre, si es Isidoro». Así pues, mi relación con Isidoro-Felipe González no empezó con buen pie.

No estuve metido en aquel congreso en la labor de pasillos, tan primordial en todo cónclave de esa índole, pero aparecí como candidato a secretario de formación en la única lista para la Comisión Ejecutiva. La Federación Socialista Madirleña estaba disgustada por no haber tocado bola en la reunión, donde todo se coció entre andaluces y vascos – en lo que Pablo Castellano llamó el Pacto del Betis – y decidimos no aceptar los cargos para los que se nos había elegido a Castellano y a mí. Cuando pedí la palabra para comunicar esa decisión, Alfonso Guerra, que como vicepresidente de la Mesa del Congreso presidía en aquellos momentos, dio por concluido el debate, cortó el sonido y dejó paso a la traca final, con discursos de Mitterrand y otros gerifaltes socialistas, cuyo apoyo entonces nos era fundamental.

En mi designación para la Comisión Ejecutiva se produjo, por cierto, un pequeño misterio que nunca he aclarado. Al leerse los resultados, yo salí elegido con el mayor número de votos, 3.382, seguido a poca distancia por Isidoro con 3.259. No le di a ello mayor importancia y comenté con algunos que este hecho se debía tan sólo a que acababa de reincorporarme y todavía no había sufrido el desgaste de las luchas internas. Sin embargo, en el libro de los hermanos Martínez Cobo ‘La Segunda Renovación’ figura un anexo esa votación a la Comisión Ejecutiva donde mis votos pasan a ser mil menos, esto es 2.382, quedando bastante por debajo de todos los demás sin excepción. ¿Pudo cometerse un error de un dígito en la lectura pública de los resultados? ¿O se manipularon a posteriori esos resultados?

En Madrid recapacitamos sobre nuestra decisión de Suresnes, y con la anuencia de la Federación Madrileña Castellano y yo decidimos aceptar formar parte de la dirección socialista.

Julio Feo, en su libro sobre sus años de secretario de la Presidencia con González, dice que los socialistas de Madrid no ofrecimos nunca hospedaje a nuestros compañeros andaluces de la dirección. Tal afirmación es falsa. No sólo mi casa fue lugar de reunión de la Comisión Ejecutiva, sino que recuerdo perfectamente haber ofrecido a Felipe González que viniera cuando quisiera a dormir a mi domicilio. No lo hizo nunca, pero sí algún otro miembro de la ejecutiva.

Alfonso Guerra, en Suresnes, apoyó plenamente a González, del que era amigo casi desde la infancia. Enrique Múgica, por incapacidad propia o por que la suere no le acompñaba, a pesar de haber estado durante 20 años en la dirección del partido no adquirió el peso político al que parecía abocado. Múgica tenía clara su ambición, ganadas las elecciones de 1982 su gran afán fue ser ministro. González, no confindo quizá en sus dotes, tardó seis años en designarle ministro de Justicia donde estuve cuatro años hasta que, según dicen con un tremendo disgusto por parte de Múgica, González lo destituyó en 1992.

El cuarto vasco que estaba entonces en la ejecutiva, Eduardo López Albizu ‘Lalo’, era un cero a la izquierda.  No opinaba sobre nada o casi nada. Lalo era un magnífico compañero, aunque no el más enducado para desempeñar cargos en la dirección.

A Guillermo Galeote, que nunca sobrepasó su papel de mandado de González y Guerra. González y Guerra le trataban con afecto pero no creo que nunca pensaran en él como gran político.

No aguanté en la dirección del PSOE hasta el congreso siguiente. El motivo concreto por el que presenté la dimisión fue una comida de los socialistas madrileños en la que se criticó a los andaluces que estaban en la dirección del partido. En la reunión del Comité nacional del PSOE celebrada en Madrid en enero de 1976 Luis Alonso Novo, que entonces era felipista, se chivó a los jefes. Guerra propuso entonces una resolución censurando a los miembros de la dirección que hicieran o aceptasen críticas en el seno del partido. Como esa propuesta iba directamente dirigida contra mí dije que, si se aprobaba dimitiría de la ejecutiva. Creí ganar la votación, que perdí en cambio, por dos votos. Me despedí cordialmente de mis correligionarios y me fui a mi casa. Sólo una más de las muchas más o menos traumáticas de todos los miembros no incondicionales que pasaron por la ejecutiva del PSOE. Castellano, Gómez Llorente, Peces-Barba, Sotelo, yo mismo…