6 febrero 1986

Miguel Herrero de Miñón (AP) asegura en la sesión que el referendum equivale a un Golpe de Estado

El Debate en el Congreso sobre el referendum de la OTAN fue un enfrentamiento entre Felipe González y Leopoldo Calvo-Sotelo

Hechos

El 6.02.1986 el Congreso de los Diputados aprobó la convocatoria del referendum de la OTAN propuesto por el Gobierno de D. Felipe González (PSOE).

Lecturas

El Congreso de los Diputados autorizó al Gobierno, merced a 200 votos socialistas y 7 del Grupo Mixto, a convocar el próximo día 12 de marzo el referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN. La oposición del Grupo Popular (que, junto con los centristas, votó en contra de la autorización) y de las minorías nacionalistas, que se abstuvieron, no logró impedir el resultado final favorable: 207 síes, 103 votos en contra y 20 abstenciones, sobre 330 emitidos.

LAS FRASES DEL DEBATE

calvosotelo1985«Sea cual sea el resultado, será malo para el Gobierno socialista», dijo el ex presidente del Gobierno D. Leopoldo Calvo-Sotelo, portavoz del Grupo Parlamentario centrista, formado por los diputados de UCD elegidos en las elecciones de 1982, mantuvo un duro enfrentamiento con D. Felipe González sobre la OTAN, le acusó de confundir los intereses del PSOE con los intereses de España. En su réplica el Sr. González le acusó de haber negociado sobre la situación de Gibraltar antes de integrar a España en la OTAN, en mayo de 1982. El Sr. Calvo Sotelo le acusó de cometer ‘una pequeña bajeza’ al sacar ese tema.

consti_fraga El presidente de Alianza Popular, Sr. Fraga, echó en cara al Sr. González sus contradicciones: «Ustedes querrían votar no, lo que pasa es que no les dejan», acusó Fraga a González. El jefe de la oposición conservadora dijo luego, refiriéndose al referéndum: «Con esa pregunta, a mi lo que me pide el cuerpo es votar que no».

FelipeGonzalez1985 «Aquí, la única diferencia es que yo reconozco mis contradicciones», replicó D. Felipe González al Sr. Fraga.

MiquelRoca «Sea cual sea el resultado del referéndum a nuestro grupo no le vincula», ya que «mantenemos un compromiso electoral previo» (D. Miquel Roca, portavoz de Convergencia i Unió).

herrero_miñon_congreso «Este referéndum plebiscito equivale a un Golpe de Estado permanente» aseguró el diputado de Alianza Popular, D. Miguel Herrero Rodríguez de Miñón que tomó la palabra en los turnos de réplicas en nombre del Grupo Popular.

PerezRoyo «Los comunistas votaremos a la autorización porque queremos votar no en el referéndum» (D. Fernando Pérez Royo, Portavoz del PCE).

CongresoCarrillo «Resulta que si votamos sí, estamos votando con el Sr. Felipe González y si votamos que no estamos votando con el Sr. Fraga» (D. Santiago Carrillo, tránsfuga en el Grupo Mixto como representante de su formación Mesara para la Unidad de los Comunistas).

06 Febrero 1986

Demasiado para el cuerpo

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

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El Congreso de los Diputados aprobó ayer el referéndum convocado por el Gobierno socialista para que los ciudadanos se pronuncien por la permanencia (sometida a tres condiciones) de España en la Alianza Atlántica o por la salida de ella y el mantenimiento del tratado bilateral con Estados Unidos. Se desvanecen así las últimas dudas en torno a la realización de la consulta, destinada, al menos en teoría, a cumplir la promesa electoral socialista de «convocar un referéndum para que sea el pueblo español el que decida acerca de nuestra pertenencia a la OTAN». A partir de este momento, los españoles se verán asediados por las solicitaciones que les dirijan los partidos políticos y los movimientos sociales en favor del sí, del no, del voto en blanco o de la abstención. Las discusiones sobre la inoportunidad o la conveniencia de la celebración de la consulta mantendrán su operatividad política en la medida en que ayuden a acrecentar las filas del abstencionismo, y seguirán también vivas entre quienes se interesen por reconstruir las circunstancias que impulsaron a Felipe González a adoptar esa difícil y polémica decisión.Durante la sesión parlamentaria de la mañana de ayer, Andoni Moforte -portavoz del Partido Nacionalista Vasco- y Adolfo Suárez -líder del Centro Democrático y Social, pero sobre todo ex presidente del Gobierno durante el arranque de la transición- trataron de devolver la autonomía perdida al debate sobre política exterior y seguridad, sacrificado en aras de las críticas de los demás grupos a los cambios de postura de los socialistas y de la discusión sobre la oportunidad del referéndum. La intervención del diputado nacionalista vasco planteó buena parte de las cuestiones que hubieran debido nutrir un debate serio y riguroso sobre la OTAN y sobre las relaciones de España con ese pacto militar. Adolfo Suárez postuló la necesidad de un debate previo sobre los proyectos de la política exterior española, como paso anterior a las discusiones sobre los planes de defensa y las alianzas militares. Pero los esfuerzos de racionalidad, elogiados por el propio Felipe González en el caso de Monforte, resultaron vanos ante la caliente batalla política sobre las características del referéndum y sobre el viraje dado por el PSOE a propósito de la OTAN.

Leopoldo Calvo Sotelo no supo resistir la tentación de restregar al hoy presidente del Gobierno el cambio de sus puntos de vista sobre la Alianza Atlántica, ya que tuvo que soportar el peso de la campaña socialista contra la firma del Tratado de Washington, responsable en buena medida del desgaste y destrucción de Unión de Centro Democrático. El tono hiriente de su intervención recibió contestación también cruel. Es preciso señalar en este punto la razón que le asiste a Felipe González cuando indica la improcedencia -si no el delito social- de que altos cargos del Estado se lleven a su casa copias de actas oficiales de las que tuvieron conocimiento por el desempeño de sus funciones. La enarbolación por parte de Calvo Sotelo de documentos secretos oficialmente en poder de los ministerios de Defensa y Exteriores es buen motivo de reflexión sobre el respeto al Estado que los servidores de éste le tienen. El debate con los representantes de la izquierda reunidos en el Grupo Mixto, deseosos de señalar las contradicciones y los virajes de la política exterior socialista, brindó al presidente del Gobierno la oportunidad de subrayar que el Partido Comunista Italiano -el más influyente de Europa y el primero en tomar distancias respecto al Pacto de Varsovia- y el Partido Comunista Portugués -alineado con la ortodoxia soviética- no han puesto en cuestión la permanencia de esos dos países mediterráneos en el seno de la Alianza Atlántica. En resumen, Felipe González pudo estar más convincente que el día anterior, pero los españoles siguieron sin enterarse de los problemas de seguridad y defensa de este país.

Dado que el debate sobre política exterior había invadido los terrenos del de la autorización por el Congreso del decreto de convocatoria del referéndum, las intervenciones de los portavoces en la sesión de la tarde no hicieron sino abundar en las argumentaciones avanzadas previamente. Un resultado de la discusión parlamentaria es que la inicialambigüedad calculada sobre la OTAN del Gobierno socialista durante estos tres años ha sido sustituida ahora por la equivocidad planeada de la derecha conservadora ante el referéndum. Hasta el debate concluido ayer Fraga se había reservado los campos de la abstención y del sufragio en blanco. Ahora parece tentado de colonizar un segmento del voto adverso, con el argumento de que el cuerpo le pide votar no. Siempre se había dicho que el temperamento de Fraga era demasiado canicular para entregarle el gobierno de este país. Si ahora resulta que, otanista convencido, sus decisiones al respecto las dictan los humores gástricos, o de los otros, habrá que empezar a preocuparse sobre el entendimiento que tiene de la política en general. El dilema propuesto por el Gobierno dejaba ya fuera otras opciones (fundamentalmente la alternativa neutralista, dado que el no depositado en las urnas implicaría un regreso al tratado bilateral con Estados Unidos), pero la codiciosa voluntad de Coalición Popular de ocupar la mayor cantidad de terreno posible (desde la abstención de los perplejos hasta el sufragio en blanco de los escrupulosos, pasando por el voto negativo de castigo) amenaza con llevar hasta el paroxismo esta incoada ceremonia de la confusión. Es cada día más difícil para el votante saber el significado real de su próximo voto en el referéndum -sea afirmativo, negativo o en blanco-. Y es curioso que después de criticar con razón al Gobierno los aspectos plebiscitarios del referéndum, Fraga se arroje sin paracaídas en la promoción de esos aspectos. Demasiado para el body, aunque sea el suyo.

08 Febrero 1986

Réplica de Calvo Sotelo

Leopoldo Calvo Sotelo

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En su editorial del día 6 de febrero califica usted de «delito social» y de «falta del respeto debido al Estado» el hecho de que yo haya tenido a mano, en el Congreso de los Diputados, la copia de un documento oficial correspondiente a mi etapa como presidente del Gobierno y cuyo original está en los archivos del Estado.Se confunde usted, señor director. Hacer o conservar copias no es delito más que en los regímenes dictatoriales, como usted sin duda recuerda. Citar discretamente documentos oficiales no sólo es legítimo, sino habitual en los Parlamentos de los regímenes democráticos.

Lo que ya no es habitual, ni me parece legítimo, es que un presidente del Gobierno haga durante un debate imputaciones inexactas a su antecesor y, cuando éste puntualiza con citas documentales, le reproche que haya conservado en su poder las copias de los documentos que precisamente le permiten defenderse.

Yo creo que el presidente del Gobierno no ha querido mi indefensión, porque eso no hubiera sido elegante (ni tal vez constitucional); creo sencillamente que, apurado por falta de argumentos, quiso cambiar de tercio.

Si EL PAÍS hubiera estudiado con más detenimiento la cuestión, no habría deslizado en su editorial aquellos juicios adversos para mí ni dado la razón al señor presidente del Gobierno en una actitud que no es correcta ni suya. Con ello hubiera servido mejor a la autocalificación de independiente que aparece todos los días en la cabecera del periódico.

Es casi ocioso añadir que no admito de ese periódico lecciones sobre el respeto debido al Estado, aunque estaría dispuesto a dárselas sobre el respeto debido a la verdad y al honor de las personas.

04 Febrero 1986

Notas al margen

Antonio Izquierdo

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En los ámbitos donde todavía reside un sentimiento nacional arraigado se ha producido una duda que era necesario despejar: establecer una coherencia sustantiva para replicar a una pregunta adjetiva e incoherente. La pregunta, ocioso resulta señalarlo, es la que el Gobierno del PSOE formula al pueblo en el referéndum convocado para el miércoles 12 de marzo en lo sustantivo, sin embargo, es la intención con que la pregunta se presenta por quienes hasta octubre de 1982 encabezaron todas las manifestaciones anti-OTAN, y al finalizar la década de los setenta se comprometieron con el PCUS, en Moscú, a incluir en su programa nuestro alejamiento del aparato defensivo de la Europa libre. Tengo la impresión de que la duda en esos ámbitos, reducidos, acaso, pero fecundos y probablemente  fértiles a no muy largo plazo, está determinada por el hecho del prolongado ‘No’ que la izquierda ofrece a la proposición gubernamental.

Bastaría con una atenta lectura de la redacción del texto que se someterá a la aprobación o el rechazo público, para que las cosas queden en su sitio. Se emita el sufragio en uno u otro sentido, todo permanecerá exactamente igual. Esto es: el referéndum no abre las puertas de la OTAN sino que cierra con carácter definitivo nuestra integración plena en el aparato defensivo militar de Europa. La Confederación Nacional de Hermandades y Asociaciones de Excombatientes celebró una junta de carácter extraordinario para adoptar una resolución inmediata. Junto a otro columnista del periódico, asistí a esa reunión con la excepcionalidad que la situación determinaba. Para informar y para recibir, por otra parte, el mandato de defender el voto en el sentido que el mayor servicio a España exigiese. Se produjeron escrúpulos a la hora de considerar que pudiera existir una coincidencia moral equivalente del sentido del voto de los españoles que apostamos por el mundo libre con el de los españoles que se agrupan bajo las banderas desplegadas e infiltradas en el mundo democrático por el Pacto de Varsocia. Creo que fue Luis Nieto, con su rotunda gallardía, sin rodeos, quien despejó la niebla. La coincidencia en el “sí” o el “no” no presupone una analogía moral en los fines perseguidos.

El comunismo vota ‘no’ a la OTAN, en la certidumbre de que bombardea un instrumento defensivo del mundo libre; nuestro ‘no’ nace de un sentido contrario: entendemos que el sí reduce las probabilidades defensivas de España a cero, al quedar encorsetados en un aparato civil sin participación militar y con el compromiso de desmantelar bases estratégicas nacidas de pactos soberanos y unilaterales con los Estados Unidos, al tiempo que el ministro Serra se encarga de reducir nuestros propios dispositivos de defensa a su mínima expresión. En principio, que Enders pueda estar convencido de que obtiene una victoria con el Gobierno socialista o de que Dubinin permanezca en un elocuente silencio, nos tiene sin cuidado.

05 Febrero 1986

Donde dije Diego, digo...

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

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El debate parlamentario sobre política exterior y de seguridad -aplazado en varias ocasiones y postergado hasta hacerlo coincidir con la discusión sobre la convocatoria del referéndum de la OTAN- se ha concentrado de forma casi exclusiva en el recordatorio de los cambios de posición de Felipe González y el PSOE en torno a la Alianza Atlántica y sobre la conveniencia de la consulta. El presidente del Gobierno subrayó la necesidad de un consenso de las fuerzas democráticas sobre las grandes líneas de la política internacional, consenso capaz de garantizar su estabilidad a largo plazo por encima de las alternancias en el poder.Los argumentos de Felipe González en favor de la permanencia de España en la OTAN fueron desarrollados con vigor y convicción por su parte. Sus críticas contra las alternativas neutralistas trataron de ajustarse a planteamientos geoestratégicos y no utilizaron argumentos demagógicos contra los movimientos pacifistas ni transformaron a la OTAN en una realidad celestial.

Pero era inevitable que tanto Manuel Fraga como Miquel Roca pusieran en evidencia las contradicciones de los socialistas, adversarios hasta su llegada al poder de la pertenencia de España a la Alianza y partidarios ahora de ésta. El presidente del Gobierno justificó el cambio de la actitud de los socialistas con argumentos orientados en buena parte a explicar su anterior postura: según estos, la decisión del Gobierno de Calvo Sotelo de entrar en la OTAN rompió el consenso entre las fuerzas políticas, modificó unilateralmente las prioridades de la transición democrática, alteró el statu quo internacional y resultó gratuita por la existencia previa de un tratado bilateral con Estados Unidos que nos vinculaba ya con la defensa occidental. El principal elemento autocrítico fue el reconocimiento por Felipe González de que sus temores a que el ingreso en la Alianza Atlántica significaran un recorte de la soberanía nacional española eran infundados. Esta reafirmación de que la soberanía queda intacta no es gratuita: Felipe González insistió en el bien de España y apeló a los valores nacionales en su defensa del sí al referendum y sí a la OTAN. Pero las soberanías, hoy, están todas recortadas por la existencia del poder atómico de las dos superpotencias, y halagar el espíritu patriotero no es el mejor sistema de ayudar a comprender el mundo.

Fraga y Roca no estaban dispuestos, por su parte, a prescindir de las hemerotecas (que el líder de Coalición Popular debe manejar con cuidado si no quiere encontrarse sorpresas desagradables para él). Los Congresos del PSOE y las declaraciones de prensa e intervenciones parlamentarias de González cuando estaba en la oposición suministran una cantera de citas demasiado rica para ser desaprovechada. Los análisis, descripciones y condenas de la OTAN realizados por los dirigentes socialistas hasta bien entrado 1983 contienen verdaderas perlas cultivadas, tanto más valiosas cuando se las compara con los actuales juicios -por ejemplo, las vinculaciones de hecho entre la CEE y la OTAN- sobre esa alianza militar. Lo espectacular del cambio es explicable sólo porque el poder define responsabilidades y realismos a veces macabros y, siempre crueles para quienes los padecen. El mensaje de Felipe González a los españoles, ayer, era: como yo y el Gobierno hemos cambiado, los ciudadanos todos deben hacerlo.

Junto a esa exhumación de textos de Felipe González y de otros dirigentes socialistas, no sólo contrarios a la pertenencia de España a la OTAN, sino también descalificadores de la Alianza misma, la primera sesión de un debate teóricamente dedicado a la política exterior y seguridad sirvió de escenario a las críticas vertidas por Fraga y Roca contra la convocatoria del referéndum, una maniobra de Felipe González y del PSOE para salvar la cara ante su propio electorado. El presidente del Gobierno justificó la consulta no sólo como el cumplimiento de una promesa electoral, sino como el instrumento para enraizar la decisión de permanencia en la Alianza en la voluntad popular, acortar la brecha existente entre los representantes y los representados y poner fin a una polémica histórica. Es obvio, sin embargo que esa polémica no se acabará si el referéndum se pierde por el Gobierno, si la abstención es aplastante o si los márgenes de victoria son ínfimos. Según González, una disolución anticipada de las Cámaras habría resultado para los socialistas una solución mas cómoda y menos traumática que la celebración del referéndum. Sin embargo, los intereses de España están mejor servidos, en su opinión, por la realización de la consulta. Fraga y Roca rechazaron los supuestos móviles patrióticos de la decisión, rebajándolos a maniobra electoralista.

El argumento de que la política exterior de consenso propuesta por los socialistas difícilmente puede descansar sobre la celebración de un referéndum repudiado por la oposición no carece de lógica, con independencia de los propósitos -igualmente electoralistas- subyacentes a su formulación. El dato más importante -tal vez el único con relevancia política- de la sesión fue la alusión de Fraga al eventual corrimiento del abstencionismo de la derecha hacia el no ante las urnas, predicado ya ayer a toda plana por EL ALCÁZAR, diario al que es difícil negar conexiones con sectores del Ejército. El planteamiento del referéndum hace factible esa alianza impía entre los neutralistas, pacifistas y comunistas, que hacen campaña abierta -con sus argumentos y razones propios- para que España se salga de la OTAN, y los proatlantistas -incluso si son de ultraderecha-, que pueden utilizar el referéndum para poner al Gobierno contra la pared.

Eso sí, de una cosa estamos seguros: los españoles no sacaron ayer nada en claro sobre cuál debe ser la política de seguridad de este país, cuáles son las amenazas y los riesgos, cuáles los eventuales caminos a elegir y cuáles los costos y los réditos.