El diario MARCA arremete contra Sánchez Dragó en portada por sus ataques al fútbol desde el programa de Hermida en ANTENA 3 TV

MARCA seguirá acudiendo cada día en su honrosa calidad de periodismo deportivo, al encuentro de sus lectores (‘borreguitos, esclavitos, analfabetitos y con encefalograma plano’, según don Fernando Sánchez Dragó’), que son un millón y medio de personas. Repetimos: un millón y medio de seres humanos libres, inteligentes, cultos, civilizados, tolerantes, amables, educados, con sentido del humor, pacíficos, lectores de libros, trabajadores, intelectuales, democráticos, a los que les gustan los parques, escuchar la radio, el mus, su novia, pasear, ir por museos, viajar, ver la televisión, hablar con sus amigos y, por supuesto, el fútbol.

MARCA lo hará por ustedes, lectores, arriesgándose a ser llamado ‘bazofia’ y a soportar de nuevo, junto a ustedes, el insulto de tan prestigioso y ponderado intelectual.

Monroe Starr abandona los estudios de cine que el creó mientras la oscuridad le va envolviendo. Los dueños ya no le necesitan para que siga inventando sueños rentables, un honrado y duro sindicalista ha contribuido a su derrumbe alcohólico y moral con unas hostias merecidas y un recital de dignidad, la mujer con la que intentó reemplazar al amor de su vida va a casarse con un hombre que tal vez no le proporcione plenitud pero si paz. Es la secuencia final de la hermosa y subvalorada película El último magnate. Fitzgerald no se hubiera sentido traicionado al ver a ese Starr desolado, destronado y solo, con el que se despidió de su hermosa literatura y de su trágica vida. Qué emocionante es la estética del fracaso cuando la utiliza no un impostor llorón sino un verdadero artista. El epílogo en las novelas de Fitzgerald jamás puede ser esperanzado o salvador pero aunque certifique la pérdida y la derrota, su aroma sigue oliendo a vida. El programa de Hermida me devuelve a la prosaica tierra. El magnífico estilo periodístico y literario de Martín Prieto acaba de dedicar una oda a la personalidad de este hombre. Admiro tanto la escritura de Martín Prieto que estoy dispuesto a seguir observando los shows televisivos de alguien que en ocasiones me divierte (su histrionismo le emparenta involuntariamente con la comicidad más dadaísta) pero que normalmente me crispa, y a reconocer mi ancestral ceguera ante el arte «hermidiano». Esta noche su inspiración lírica está en horas bajas. Escasean sus habituales metáforas, greguerías, disgresiones, y las pausas, interiorizaciones, rascamiento de orejas y elevaciones de cejas tampoco recibirían el aprobado de Lee Strasberg. El tema de su ilustrado coloquio (¿Está podrido el fútbol español?) es demasiado obvio, pero algunos invitados logran protagonizar momentos divertidos. El hipercalculado sentido de la provocación de Dragó compara el fútbol con los mítines nazis, con las escuelas del fascismo y asegura que su experiencia en la guerra de Vietnam fue menos dantesca que el espectáculo que tuvo que sufrir en un partido al que le invitó su gran amigo Jesús Gil. Pide a los millones de espectadores que le estarán viendo y escuchando (en otro programa también exigía a sus millones de fans que no abortaran) que apaguen la tele durante os partidos de fútbol. García replica: «Hay ciudadanos normales y hay ciudadanos como Sanchez Dragó». Royo declara (sin que aparezca el rubor en su nada sugerente rostro): «Todo ha funcionado muy bien con el gobierno del PSOE: la gestión del Estado, la gestión del fútbol, etc». ¿Cuánto cobra un mamporrero político de segunda clase?