25 noviembre 1989

La organización del PSOE encabezada por Txiki Benegas expresa su rechazo a la aparición de una nueva corriente política

El dirigente del PSOE Damborenea crea la corriente ‘Democracia Socialista’ para manifestar su oposición a Felipe y Guerra

Hechos

El día 25.11.1989 el político del PSOE, D. Ricardo García Damborenea, miembro del Comité Federal del partido, anunció la creación de la corriente ‘Democracia Socialista’

Lecturas

El 26 de noviembre de 1989 el dirigente del PSOE D. Ricardo García Damborenea anuncia que funda la corriente crítica ‘Democracia Socialista’ para criticar la permanencia en el control del aparato del PSOE de D. Felipe González Márquez y D. Alfonso Guerra González. El ‘aparato’ del PSOE controlado por D. José María Benegas Haddad es contrario a la constitución de esta corriente.

«Democracia Socialista nace como consecuencia del monopolio que ejerce una facción que controla la situación y controla el monopolio» (10.11.1989)»



05 Septiembre 1989

Sin lugar a discrepancias

Ricardo García Damborenea

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Carta Abierta del Sr. García Damborenea al Presidente del Gobierno y Secretario General del PSOE, D. Felipe González

Querido Felipe:

Aprovecho el comienzo del curso político para informarte, como secretario general, de que he adoptado la resolución, con otros compañeros, de difundir una corriente de opinión en el seno del partido, de acuerdo con las previsiones de nuestros estatutos.

La experiencia demuestra que cualquier esfuerzo de buena voluntad que intente, desde la mayoría actual, variar el curso de los acontecimientos, es estéril. El inmovilismo ha cegado los caminos donde debiera ser posible exponer una opinión o sostener un debate. Por ejemplo, el Comité Federal opera como un coro del equipo directivo; las organizaciones territoriales se han convertido en meras delegaciones de Ferraz; en el grupo parlarnentario cunde una sospechosa equiescencia, los tres últimos congresos han degenerado en simples escenificaciones triunfalístas de una representación ensayada antes y en privado. Es decir, nuestras estructuras organizativas, que no parecen diseñadas para encauzar las contradicciones, sino para anularlas, son muy eficaces para transmitir consignas o recoger adhesiones, pero inoperantes cuando se pretende tomar decisiones desde el pluralismo. Así es como, entre el desencanto de buena parte de los socialistas, se nos ha transformado el partido en un simple aparato al servicio del poder, en una máquina electoral.

Todo esto, naturalmente, no es casual. Si ha desaparecido el debate no es porque los militantes estén distraídos, carezcan de interés o les falte imaginación. No queda lugar para la discrepancía porque no queréis que exista. Tener opinión y expresarla se ha convertido en un delito punible que muchos purgan, porque no se les ofrece más alternativas que callar, largarse o sufrir las consecuencias. Resulta peligroso hablar, no conviene parecer inteligente y hasta la eficacia puede ser sospechosa. En suma, estamos propiciando una militancia pasiva y silenciosa allí donde tendría que bullir la libertad y la imaginación.

Letra muerta

Parece, pues, deseable difundir entre los compañeros la necesidad de evitar que continúe degradándose la situación, y animarles a que defiendan sus opiniones y sostengan unos derechos que se van convirtiendo paulatinamente en letra muerta.Se trata de defender un partido que nació para propiciarlos y extenderlos a toda la sociedad; que sin duda está representado por la dirección, pero que es mucho más que ella, lo constituye una militancia viva, una historia centenaria -hecha de sacrificios,y, sobre todo, un sistema de valores característicos de socialismo democrático. Se trata de defender todo eso, que no forma parte del patrimonio personal de nadie. Y de defenderlo en la práctica, no únicamente de palabra.

Creo que una buena parte del problema radica en la excesiva Concentración de poder que hemos favorecido. La estructura orgánica, la rentabilidad electoral y el conformismo de los beneficiarios permiten hoy que una sola persona haga, deshaga, acierte, yerre o rectifique, sin que al resto le corresponda más papel que el de comparsa propagandista. Y esto hasta una grado en que, como nadie discute, aunque quiera, porque no se le da oportunidad, dicho poder carece de control. De manera que hemos permitido que se transforme el partido en una organización personal desprovista de opinión -o que renuncia a ejercerla por conveniencia- y que se limita a sostener la de su líder. Convendrás conmigo en que la situación es arriesgada. De seguir así bien pudiera ocurrir que efectívamente el partido quede reducido a tu figura y a tus criterios, con lo que, si un día dejas de dirigirlo, tal vez no quede nada.

Sin embargo, debiera ser obvio que ni el PSOE, ni el socialismo, se reducen a tus planteamientos y, por tanto, que no pensar como tú no sólo no perjudica al partido, sino que lo enriquece hoy y asegura la supervivencia de mañana. Urge, pues, señalar claramente las diferencias para desmantelar esa ramplona impresión de unanimidad que ofrecemos y evitar que la confusión se perpetue.

Porque la acumulación de poder no alcanza sólo a las decisiones. Conlleva el monopolio del discurso, de las ideas y de los valores. Autoriza para definir el bien y el mal, lo socialista y lo progresista (tanto si se trata de modelo de sociedad, la tasa de beneficios, el tipo de banca o el papel de los sindicatos) y conjurar las discrepancias con el sambenito de la ignorancia o la mala intención.

No quiero que entiendas esto como una censura. La situación que describo la hemos creado entre todos. Pero pienso que no es buena, por muy recta que fuere tu intención. No conviene que cualquiera que se halle en tus circunstancias redefina el partido según su peculiar y personal manera de ver las cosas y de entender lo que es la izquierda el progreso, la libertad o la democracia.

Claro está que sostener esta afirmación obliga a ofrecer opciones alternativas que sean oídas (desde el respeto a la igualdad de oportunidades). Eso es lo que vamos a intentar para combatir la confusión actual, que no nos parece deseable ni para el partido, ni para el socialismo, ni para el país en su conjunto.

Corriente de opinión

Porque, además, es que no estamos de acuerdo en los hechos. Por eso, aunque todo lo dicho no bastara, se justificaría la difusión de una nueva corriente de opinión por las diferencias de criterio que provoca la política que desarrollamos desde el Gobierno con el aval (que no el control, y a veces ni el conocimiento) del partido.Tiempo habrá de pormenorizar sobre aciertos, errores, carencias y grados de eficacia o ineficacia administrativa. Tampoco voy a insistir ahora en qué cosas y cuáles sobran en la política del Gobierno. Sí te adelanto que, en mi opinión, ni estamos en el buen camino ni existen indicios de que podamos recuperarlo. Ya sé que la política es el terreno de lo opinable y, en consecuencia, que las cosas que a uno le parecen excelentes pueden no gustar a otros. Así es que, sin pretender poseer la verdad, creemos necesario un cambio de rumbo que será preciso reclamar porque no pareces dispuesto a realizarlo. Y no me refiero sólo a la política socioeconómica. Hay otras muchas cosas que no nos gustan porque parece que perjudican nuestros objetivos o que están reñidas con nuestros valores, no nos gusta que se persiga el poder por el poder. No nos gusta que se fomenten los monopolios, sean financieros, políticos o informativos. No nos gusta tu aversión por los contrapoderes. No nos gusta que se desmovilice a los ciudadanos, que se estimule su pasividad. No nos gusta que pasemos a través de la estructura social del tardofranquismo sin modificarla. No nos gusta que un país donde no ha tenido jamás ocasión de germinar una cultura de izquierda tengan que ser nuestro dirigentes quienes la agoten recién nacida. No nos gusta que en España se mantengan o crezcan desigualdades en renta, en libertad o en información. No nos gusta que vivamos bajo la carga de una permanente contradicción entre lo que ofrecemos y lo que damos; lo que sostenemos en Estocolmo y lo que prácticamos en España; lo que predicamos en las campañas electorales y lo que realizamos desde el Gobierno…

Como ves, proponemos una reflexión global que alcance al fondo y a la forma, a los objetivos y a los métodos. Pretendemos corregir el proyecto, para realizar otra política y aplicarla con otros modos, sin ambigüedades calculadas, sin contradicciones, estimulando la participación, desarrollando contrapoderes; en una palabra, pensando también en el futuro del país. Porque lo que verdaderamente importa es asegurar que las cosas van a ir mejor incluso cuando no estemos en el Gobierno. El paso de los socialistas por el poder tiene que dejar huella, y nuestros cambios no se pueden limitar, siendo ello bueno e indispensable, a la mejor gestión de las cuentas del reino (que tampoco van bien). Responsabilidad nuestra es dejar arraigados hábitos de comportamiento democrático, controles de la gestión administrativa, mecanismos de participación para los trabajadores, el buen funcionamiento de los servicios públicos, y, por encima de todo, una normativa que asegure la corrección progresiva de las desigualdades e inculque en los ciudadanos, no sólo la conciencia de sus derechos, sino la voluntad de sostenerlos y el marco legal que los ampare. Si no dejamos a nuestra espalda una sociedad más justa, más igualitaría, ¿para qué estamos en el Gobierno? Señalo todas estas cosas a vuelapluma, porque van a constituir los ejes principales de nuestra actividad como corriente. Ya sé que el discurso no es nuevo. No son declaraciones de intención lo que reclamamos, sino una política que en su práctica diaria plasme esas intenciones.

En una palabra, esta humilde disidencia se va a constituir para mejor servir al partido, como instrumento de cambio social, a su coherencia y a los intereses que protege. Creo que dentro de nuestra organización existen puntos de vista alternativos para todo, en una línea moderada que tenga algo que ver con lo que en Europa se hace. Debemos intentar difundirlos para que dispongan de ellos -Y puedan escoger con más fundamento- quienes en último término deciden, sean militantes o electores.

Vaya por delante que una disi dencia, tal y como la entendernos, no implica discordia, sino muy saludable pluralismo. Ya sabes que en cuanto de nosotros dependa no es de temer la menor deslealtad hacia el partido del que formamos parte, y con cuyos postulados y militantes nos sentimos solidaríos. Al fin y al cabo, nacemos como corriente para mejor defenderlo. Pero no somos capaces de concebir nuestra organización sin asociar a su imagen la idea de libertad, el espíritu crítico y el afán por combatir los abusos de quienquiera que mande.

Como por fuerza hemos de seguir hablando de estas cosas, no quiero distraer más tu atención de hoy. En lo personal sabes que sigues contando con mi aprecio y mi amistad.

Te ruego comuniques a la Comisión Ejecutiva la constitución de esta corriente para los efectos oportunos. Vamos a operar bajo la denominación de Democracia Socialista. Ya sé que es una redundancia, pero lo que sobreabunda no daña. Como proclamaba no hace mucho el compañero Willy Brand: ¡Osemos más democracia!.

Ricardo García Damborenea

06 Septiembre 1989

La carta

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

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SERIA DEMASIADO simple sacarse de encima el debate propuesto por García Damborenea mediante el expediente -tan habitual en los que mandan, en general, y en el PSOE. en r)articular- de la descalificación personal, en base a sus propias contradicciones, de quien levanta la voz. Por ejemplo: su modelo de dirección, cuando fue secretario general de los socialistas vizcaínos, ¿no es un buen ejemplo de esos vicios de personificación del poder que ahora denuncia Damborenea? 0 bien: ¿no se tratará de una rabieta dictada por el rencor de quien jugó sus bazas y perdió? Tal recurso podrá tranquilizar a ciertos burócratas, pero no anula el hecho de que lo que sostiene Damborenea resulta dificilmente rebatible. Porlejemplo, que el partido socialista se ha convertido en una máquina al servicio del poder, en el que no hay lugar para la discrepancia y en el que tener opinión propia resulta peligroso. 0 bien que el modelo piramidal instaurado estos años le ha convertido en un partido sin opinión definida, que se limita a sostener la de su líder, de tal forma que la eventual retirada de éste le dejaría en la indigencia absoluta de valores, discurso, ideas y proyectos.El objetivo de la pasada por la izquierda debería ser, según Damborenea, «dejar arraigados hábitos de comportamiento democrático», por una parte, y «una normativa que asegure la corrección progresiva de las desigualdades», por otra. Y, más concretamente, inculcar en los ciudadanos «no sólo la conciencia de sus derechos, sino la voluntad de sostenerlos y el marco legal que los ampare». Un debate -específicamente político- sobre estas cuestiones, cuando probablemente nos encontramos ante el tercer mandato consecutivo de los socialistas, no parece superfluo.

Preguntarse hasta dónde puede llevar la actual política de la cúpula del PSOE y lo que quedará de su proyecto si, como parece posible, los socialistas vuelven a gobernar en mayoría absoluta, es algo que corresponde dilucidar sobre todo a los 200.000 ciudadanos que militan en ese partido. Pero lo que denuncia la carta de Damborenea no es sólo un supuesto fraude contra esa militancia, sino también contra el cuerpo electoral y la sociedad en general. Cada partido es libre de establecer los sistemas de organización interna que crea convenientes, siempre que sus militantes se lo permitan; lo que no es de recibo es que ese mismo partido se presente ante los electores diciendo lo contrarlo de lo que hace y haciendo una cosa muy distinta de lo que rezan sus estatutos. Porque ¿cómo creer en las ofertas electorales y en los programas de gobierno de un partido que es capaz de transgredir habitualmente sus propias normas internas?

Si es verosímil que el PSOE vuelva a conseguir la mayoría absoluta en octubre, también lo es que ello ocurra pese a perder, desde aquel otro octubre de hace siete años, alrededor de cuatro millones de votos, es decir, de apoyos populares. ¿Cómo puede decir González, y corroborar Benegas, que uno de los motivos del adelanto electoral es el «casi total cumplimiento del programa de 1986?» ¿Acaso piensan que quienes les votaron entonces consideran que los objetivosa los que dieron su apoyo se han cumplido en terrenos como la sanidad, la enseñanza, la vivienda, la calidad de la vida, la protección a los desempleados, la justicia y otros servicios públicos?

Es posible que la pedrada del socialista vasco apenas levante olas en el plácido estanque en que se bañan el equipo del triunfo y tantos otros ganadores. Pero eso es justamente lo más preocupante. Que alguien que plantea estos aspectos no merezca sino el desdén indica que algo falla en un partido que aspira a que la sociedad se articule con arreglo a pautas diferentes a las de la simple adhesión al líder. En realidad, es evidente que algo falla si se compara la marginación actual de Damborenea con la presencia en puestos de relieve, sin excluir al Consejo de Ministros, de personas cuya mayor virtud consiste en caerle bien a Alfonso Guerra. Porque el riesgo no es sólo que nadie se mueva (para salir en la foto), sino que nada -al menos nada sustancial- se mueva.

06 Noviembre 1989

Damborenea, Borbolla y Conde

Raúl Heras

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Damborenea acaba de proporcionar al PSOE de González y Guerra un nuevo «saco» en el que recoger a los disidentes de la política oficial, de la misma forma que se lo estuvo proporcionando Pablo Castellano durante los últimos diez años, hasta que él mismo rompió el saco y cambio de granero. Democracia Socialista es la copia moderada de Izquierda Socialista, ya que su hacedor e impulsor declara desde sus inicios fundacionales su propósito de «defender una opción socialdemócrata dentro del PSOE», lo mismo que ya dijo Miguel Boyer hace casi dos lustros y por lo que fue perseguido y objeto de escarnio dentro del socialismo. Ahora, la voz más radical dentro del partido pide exactamente eso y hay dos preguntas que no pueden dejar de hacerse: ¿qué defienden, entonces los líderes del PSOE y el Gobierno actualmente en el poder?, ¿dónde están los socialistas a secas? Las respuestas son tan difusas como la propia declaración del líder vasco, ya que nos llevaría a colocar a Felipe González en la «tierra» de Aznar, y al «único» socialismo en el reducido PASOC de Alonso Puerta, en la línea ya dibujada por Gómez Llorente.

El presidente de la Junta, Rodríguez de la Borbolla, ha lanzado una fuerte ofensiva dentro del PSOE y de cara a la opinión pública para tratar de salvar su cabeza como candidato socialista para las próximas elecciones autonómicas. Borbolla fue el hombre que empleó la Moncloa para deshacerse del primer presidente andaluz, Rafael Escuredo, al que sus excesos verbales, más que ideológicos, le llevaron a un enfrentamiento con González y el Gobierno central. Al carisma indudable de Escuredo le sustituyó la burocracia gris de Rodríguez de la Borbolla. Y cuando éste intentó «colocar» a sus hombres en la Administración Pública andaluza y en los órganos de control del partido, cortando el hilo conductor que para Guerra representaba la figura de Yáñez, el todopoderoso vicepresindente y vicesecretario general del PSOE, le sentenció a muerte. Una muerte lenta y calculada, que comienza por la defenestración de uno de los hombres de confianza del presidente andaluz, José Caballos, y que continúa con la salida de la vicepresidencia de la Junta de José Miguel Salinas, hasta culminar con la sustitución del propio Borbolla en el aparato del partido por un «guerrista» tan notorio como Carlos Sanjuan.

El presidente de Banco Español de Crédito, Mario Conde, ha conseguido una nueva victoria frente a sus clásicos adversarios en el mundo de las finanzas. Esta vez a costa de Jacobo Argüelles, al que defenestró de la cúpula del Banco, tras conseguir el acuerdo y el desahogo con Cartera Central y Juan Abelló. El juzgado de lo social ratificaba sus acusaciones contra el ex director general de Banco Español de Crédito. Una nueva cabeza que presentar en la bandeja de su gestión ante los accionistas del Banco. Y un nuevo «agravio» para Mariano Rubio.

El Análisis

LA DIFICULTAD DE SER 'UN CRÍTICO'

JF Lamata

Cuando Lenin prohibió ‘facciones críticas’ en el PCUS fue porque era consciente que un facción o sector crítico en un partido era el primer paso de ese núcleo para intentar reemplazar a la cúpula dirigente de ese momento.

La corriente Izquierda Socialista formada por los perdedores del congreso extraordinario de 1979 de D. Pablo Castellano había quedado debilitada tras la marcha de este a Izquierda Unida (aunque seguía funcionando bajo la batuta del Sr. García Santesmases) ahora el Sr. García Damborenea, que tenía mucho más respaldo mediático que los de IS intentaba crear su facción para furia del PSOE. Lo que la derecha mediática (que entonces tanto jaleaba al Sr. Damborenea) no sabía era que este había sido uno de los fundadores de los GAL.

J. F. Lamata