4 enero 1967

El periódico aperturista-opusdeista, EL ALCÁZAR, le exige que clarifique su postura

El Duque de Cádiz, Alfonso de Borbón, se presenta como aspirante a la Corona de España a través de una entrevista a LE FIGARÓ

Hechos

El 4.01.1967 el diario EL ALCÁZAR publicó el editorial ‘El príncipe Alfonso de Borbón Dambierre debe de aclarar su postura».

Lecturas

LAS DECLARACIONES A LE FIGARO:

(Entrevista exclusiva de Jacques Guilleme-Brulon, 27-12-1966)

Pregunta: “¿Os consideráis como un eventual pretendiente a la corona?”

Respuesta: “No. No me considero como un pretendiente eventual, pues, entre otras cosas, esta fórmula no cuadra con el contexto político de nuestra época. Por el contrario, no tengo derecho a olvidar que directamente me conciernen las condiciones precisadas en la materia por la ley de Sucesión. En consecuencia, considero mi deber permanecer a disposición de mi país por si tiene que hacer algún día un llamamiento a mi persona”.

El periódico EL ALCÁZAR, controlado en este momento por PESA, una empresa periodística alineada con el sector liberal-aperturista del régimen vinculado al Opus Dei y dirigido por D. José Luis Cebrián Boné, dedicó varias informaciones al respecto. PESA está considerada como más próxima a la candidatura de Don Juan de Borbón, Cónde de Barcelona, como Rey de España.

El 17 de febrero de 1967 el diario EL ALCÁZAR publica una carta del carlista Dr. Javier Rico Gambarte en la que protesta por la excesiva publicidad al ‘juanismo’ (a que el sucesor de Franco sea el conde de Barcelona, D. Juan de Borbón Battenberg), el periódico publica una ‘Nota de Redacción’ de respuesta negando que EL ALCÁZAR se posiciones ni con los juanistas ni con los carlistas en la batalla de la sucesión, aunque era un hecho que tanto la empresa PESA, que controlaba los periódicos EL ALCÁZAR y NUEVO DIARIO, así como la empresa FACES, que controlaba el Diario MADRID estaban más cerca de las aspiraciones de D. Juan de Borbón Battenberg y su defensa de la monarquía parlamentaria, que de los príncipes D. Juan Carlos de Borbón y Borbón o D. Alfonso de Borbón Dampierre.

04 Enero 1967

El príncipe Alfonso de Borbón Dampierre debe aclarar su postura

EL ALCÁZAR (Director: José Luis Cebrián Boné)

¿Es el tercer hombre en la carrera a la corona de España?

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En entrevistas celebradas con periodistas extranjeros, el infante don Alfonso de Borbón Dampierre ha hecho declaraciones que hacen sospechar que en el horizonte abierto por la Ley Orgánica del Estado, recientemente aprobada por Referéndum, se delinea una nueva pieza en el tablero político cuya posición exacta nos interesaría conocer a los españoles.

La Ley Orgánica del Estado despliega posibilidades que justifican el comportamiento de quienes creyéndose titulares de determinados derechos, se muestran dispuestos a hacerlos valer ante las coyunturas legales que se les ofrecen. Allá cada cual con sus pretensiones y sus responsabilidades. No pretendemos terciar en los problemas dinásticos. Nuestro propósito, en este como en tantos otros casos, no tiene otra finalidad que contribuir a la mejor información de nuestros lectores. Algunos de ellos se preguntan: “¿Ha surgido un tercer postulante ante las opciones que brinda la Ley Orgánica?”. Las aludidas entrevistas parecen indicarlo así. Las declaraciones del infante don Alfonso de Borbón Dampierre se prestan a interpretaciones. LE FIGARO titula la entrevista: “El tercer hombre en la carrera a la corona de España”. Estas y otras declaraciones, que a estas horas están siendo objeto de análisis y cábalas en los círculos políticos extranjeros y de deformaciones en los medios de la Prensa sensacionalista, no tardarán en trascender en forma de rumores más o menos fantásticos a la opinión pública española. Y esto es lo que nos duele. El pueblo español tiene derecho a ser informado, pronto y de manera directa y clara, sobre cuestiones que se relacionan con su futuro político. Tiene derecho a conocer la actitud y las razones de legitimidad de quienes se creen investidos de la responsabilidad histórica de optar al Poder.

El país no espera que la situación política se clarifique, no que se complique con la perspectiva de una imprevista escisión dinástica o con el espectáculo nada confortante de nuevas desavenencias familiares. No afirmamos nosotros que las mencionadas declaraciones oculten o velen una operación política desarrollada entre bastidores; pero sí creemos que su misma ambigüedad, deliberada o inconsciente, puede servir de base de lanzamiento de rumores y conjeturas absolutamente innecesarios, por no decir que contraproducentes. Si el pueblo español ha de verse obligado, a la hora de las grandes decisiones, a efectuar en el plano de la política la operación aritmética de una complicada reducción de fracciones, la menos que puede pedir es que se le feliciten los datos exactos del problema.

¿Qué posición ocupa, o desea ocupar, el príncipe don Alfonso de Borbón Dampierre en el panorama político español? El es quien debe decirlo. Nobleza obliga. Los españoles, que han recibido la Ley Orgánica como un reconocimiento a su derecho de participación en la gestión de la cosa pública, desean despejar el mayor número posible de incógnitas para poder actuar con los necesarios elementos de juicio.

16 Enero 1967

Carta de Don Alfonso de Borbón al director de EL ALCÁZAR

Alfonso de Borbón

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Señor D. José Luis Cebrián, Director del periódico EL ALCÁZAR. Padre Damián, número 19.

Muy señor mío y amigo:

En la sección Opinión de su periódico del día 4 de enero corriente se publicó un editorial aludiéndome directamente, con una invitación imperativa. En él se me llama a que personalmente aclare mi postura ante el actual momento político español. Partiendo de una pregunta aislada en una reciente entrevista que concedí al corresponsal de LE FIGARO, M. Guilleme Brulon, se hace un serie de conjetura que considere efectivamente puedan tener algún interés que yo aclare, sobre todo después de la carta que su periódico ha publicado en la misma sección del día 10 debida al lector de EL ALCÁZAR, don Juan Soria, Madrid.

Quiero, ante todo, ser claro y sincero como pide su citado editorial, aún a riesgo de ser interpretado por algunos tergiversadamente y pensar otros, quizá, que no día haber aceptado su requerimiento. He pensado esta decisión y la carta de don Juan Soria me hace pensar que muchos españoles como él entenderán rectamente lo que a continuación sigue.

Las declaraciones y entrevistas, muy escasas, que he concedido hasta la fecha a periodistas extranjeros no lo han sido por su condición de extranjeros sino de periodistas. Nada de lo que he dicho podría ser sospechado de revelar criterios que nunca he ocultado en España y que incluso han sido recogidos en entrevistas que me han hecho periodistas españoles.

Cuando contesto a M. Guillemé Brúlen que no me considero un pretendiente eventual a la corona de España, porque esa fórmula no cuadra con el contexto político de nuestra época, no es porque desconozca la asistencia histórica de mis derechos dinásticos, sino porque creo, personalmente, y mi vida ordinaria entre mis compatriotas así me lo ha confirmado, que, a la altura de los tiempos de hoy, no debe ser la historia, sino principalmente los españoles actuales los que deben decidir su futuro.

Si como un español más acepto y suscribo las leyes vigentes, como nieto mayor del último rey de España y como príncipe de estirpe regia no tengo derecho a olvidar que concurren también en mí directamente las condiciones precisadas en la Ley de Sucesión de 1947, recientemente refrendada abrumadoramente por los españoles al aprobar la Ley Orgánica del Estado.

No es, por tanto, de derechos dinásticos de lo que se trata, aunque me vengan por vía hereditaria indudable, sino de responsabilidades históricas, y actualmente muy personales, ante el pueblo español, quien decidirá un día su futuro y que concerniéndome directamente no puedo, ni debo, ni quiero rehuir. Todos los españoles tenemos deberes de servicio para con la Patria, y yo, por mi condición, tengo, además, éste. No creo plantear ningún problema dinástico, y de ello me he cuidado muy bien en todos estos años, porque siempre será el primero en aceptar lealmente la voluntad de mis compatriotas, sea cual fuere. Es así, por tanto, que no ‘postulo’ como pretendiente, y espera que el decir que estoy a la disposición de mi país donde, cómo y cuando quiera que me necesite, no implique postura que pueda ofender a nadie.

No hay, por tanto, escisión dinástica, ni ‘desavenencias’ familiares, ya que mi primo, mi hermano y yo somos realmente como tres hermanos.

Si es verdad que me cree con una responsabilidad histórica y actualmente legal hacia mi país, no pretende, sin embargo, ostentar los titulares dinásticos como primarios, sino como secundarios al principal de servicio a España.

Con ello creo contestar a la interrogación de su editorial sobre mi postura. En resumen, pues, dentro del panorama político español recae en mí una responsabilidad que no puedo eludir y de la que sólo el pueblo español decidirá en su día.

Me referí al principio a la carta de don Juan Soria. Si todos los españoles tienen como él esa conciencia actual de dueños de su destino, tengo las mayores esperanzas de haber sido sinceramente comprendido.

Le saluda afectuosamente.

Alfonso de Borbón