4 enero 1979

División en el mundo comunista: China y Albania apoyaron a los salvajes Jmeres Rojos, mientras que toda la Europa del Este respaldó la actitud vietnamí

El ejército de Vietnam, apoyado por la URSS, invade Camboya y pone fin al régimen de terror de Pol Pot y sus Jemres Rojos

Hechos

El 8.01.1979 Fuerzas del llamado Frente de Salvación Nacional tomaron Phnom Penh, la capital de Camboya y anunciaron el fin del Gobierno de Pol Pot.

Lecturas

El embrutecimiento de los jemeres rojos había comenzado durante su prolongada estancia en la jungla. Por otra parte, muchos comunistas habían perdido la vida en la guerra civil contra las fuerzas de seguridad del príncipe Sihanuk y Lon Nol. En consecuencia los jemeres rojos se vieron forzados a reclutar incluso a niños para su ejército. Los conflictos fronterizos entre Camboya y Vietnam, debidos a la penetración del ejército vietnamita en el este de Camboya, desembocaron en una guerra sangrienta y finalmente provocaron la caída del régimen.

Ya a finales de 1977, el régimen camboyano anunció la ruptura de las relaciones diplomáticas con VIetnam y denunció ataques militares de su vecino. Poco después, en mayo de 1978, un levantamiento interior contra los jemeres rojos fracasó, provocando un éxodo de millares de personas hacia Vietnam. Si embargo, no fue hasta el mes de diciembre de 1978 que se produjo la creación del Frente de Salvación Nacional de Kampuchea, que reagrupaba a los opositores al régimen favorables a la colaboración con los vietnamitas.

El 25 de diciembre de 1978 el ejército del país vecino, apoyado por los camboyanos en el exilio, consiguió efectuar con éxito una ofensiva final. El 8 de enero de 1979 el ejército conquistó Phnom Penh. El temible dictador Pol Pot, acompañado de los jemeres rojos huyó a la jungla, cerca de la frontera con Tailandia, donde una guerra de guerrillas contra el régimen instalado en Phnom Penh se prolongó a lo largo de la década de los ochenta. El líder de los jmeres rojos Pol Pot murió en abril de 1998.

09 Enero 1979

Camboya, en el "arco de la crisis"

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián EcharrI)

Leer

LA CAIDA de la capital de Camboya en manos del FUNK decide la suerte militar y política del país en lo inmediato pero abre una incertidumbre para el futuro. El FUNK (Frente para la Unidad Nacional de Kampuchea) -Kampuchea es el nombre nacionalista de Camboya- es, indiscutiblemente, una fuerza interior de carácter populista, que ha encontrado un amplio apoyo en una población civil sometida a un régimen de una dureza extraordinaria. Pero también es una realidad que el FUNK no hubiera podido llegar a una ocupación militar del país sin el apoyo directo de Vietnam; no tan grande probablemente como dicen las fuentes occidentales, pero mucho mayor lo que confiesa Hanoi, y en todo caso, decisivo. Y, a su vez, Vietnam no hubiera dado toda la fuerza a esta operación si no tuviera detrás el apoyo soviético; que no se hubiera comprometido de no existir el enfrentamiento global con China… De un tema local se asciende rápidamente -y este es el riesgo de nuestro mundo, su vulnerabilidad- a un tema de grandes potencias, en el que China -con el apoyo abierto,de Carter, que en este caso aparta prudentemente su filosofía de derechos humanos que el Gobierno dispersado de Camboya había violado continuamente, si bien el de Hanoi no puede considerarse como dentro de las reglas humanitarias- se enfrenta a la URSS.La respuesta de China es, por el momento, la de agitar un fantasma, el del príncipe Norodom Sihanuk, y la de concentrar tropas en la frontera de Vietnam y en la de Tailandia. La concentración de tropas es una manera de lenguaje, demuestra que puede crear una hostilidad grave y contra la estabilidad del régimen vietnamita. No hay que suponer que vayan a intervenir abiertamente. La reaparición de Norodom Sihanuk, que de nuevo ha vuelto al exilio de Pekín, es una forma al estilo iraní de salvar o de intentar salvar la cuestión fundamental con un arreglo de última hora. Es decir, buscando una figura de personalidad respetable, susceptible de ser apoyada por el mundo occidental sin problemas de conciencia ni de apariencia; la de facilitar un cambio en la población camboyana y la de introducir un elemento nuevo en las deliberaciones del Consejo de Seguridad. Norodom Sihanuk -como Bajtiar en Irán- hubiera sido un elemento de apaciguamiento y de negociación hace tiempo, llega fuera de plazo. Es el problema de los «halcones», que sólo intentan negociar cuando lo han perdido todo, o cuando las circunstancias de las que intentan salvarse están demasiado avanzadas. Aún queda una posibilidad: la creación de un Gobierno camboyano en el exilio, en torno al príncipe, que lleva casi tres años retirado de la política y que había aceptado la república proclamada en su país, y mantener en torno a ese Gobierno una actitud posible. Será difícil, de todas maneras, modificar el hecho consumado, y ese hecho es el cambio de poder en Camboya; y ese cambio de poder está claramente determinado por la Unión Soviética, y es una forma de respuesta al cambio de política china y al denunciado acuerdo o eje Pekín-Washington-Tokio. Una respuesta escasa, que no pesa tanto en la balanza, pero que puede crear un importante foco contrario a la política china, sobre todo si se considera en la manera en que lo han considerado los occidentales reunidos en Guadalupe, según la definición de Brzezinski; un «arco de crisis» que comienza en Etiopía y acaba en Camboya, pasando por Irán, por Turquía, por Pakistán y por la India, países en mayor o menor riesgo -según sus circunstancias nacionales- de desestabilización. Para. Moscú, es un arco defensivo frente a la ofensiva de China y Occidente; para Occidente, es una ofensiva soviética deliberadamente programada en esa delicada zona afroasiática. El extremo del arco, que es Camboya -en tanto no se amplíe a Corea, donde es siempre posible un estallido de crisis-, parece decidido; un punto medio, el de Irán, puede decidirse en contra de los intereses occidentales, como consecuencia de la lentitud en encontrar soluciones de recambio.

El final previsible de Camboya, después de la caída de Phnom Penh, representa, aparte de las modificaciones locales y de la inclinación de la península de Indochina hacía una forma de comunismo soviético -pero sin desdeñar su propia forma nacional-, un triunfo importante de la URSS.