29 octubre 1996

Durante el tiempo que estuvo desaparecido multitud de autoridades pensaron que había sido secuestrado por ETA, tras su reaparición, los cotilleos apuntan más a una simple kurda

El ‘falso secuestro’ del periodista Martín Prieto confundió a ONDA CERO, RNE y COPE, así como al juez Garzón y a Mayor Oreja

Hechos

  • La mañana del 29.10.1996 el programa ‘Protagonistas’ de ONDA CERO informó que el Sr. Martín Prieto había desaparecido y que podía haber sido secuestrado, la información que fue repicada por los informativos de COPE y RNE. A media mañana se confirmó que el Sr. Martín Prieto estaba en perfecto estado en un hotel.

Lecturas

Las cadenas Onda Cero, Radio Nacional de España y COPE informarán por error el 29 de octubre de 1996 del presunto secuestro del columnista de El Mundo, José Luis Martín Prieto por ETA, que a media mañana se confirmará como un error. El diario El País publicará una breve nota sobre el tema el día 30 limitándose a explicar que la Cadena SER no cayó en el error. A diferencia de El País los medios Diario16 y El Periódico sí aprovecharán el error para editorializar y publicar artículos contra la falta de rigor periodístico de algunas figuras de Madrid. El Director de El Periódico, Antonio Franco Estadella, citará expresamente a D. Pedro José Ramírez Codina, D. José María García Pérez, Pablo Sebastián Bueno, Alfonso Ussía, José Luis Balbín Meana y Jaime Campmany Díez de Revenga.

30 Octubre 1996

EL FALSO SECUESTRO DE MP

Editorial (Director: Pedro J. Ramírez)

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Decía Churchill que Democracia es ese sistema en el que, si llaman a la puerta de tu casa a las 5 de la madrugada, sólo puede ser el lechero. Cabría decir que un país sin terrorismo es aquél en el que, si alguien desaparece durante 24 horas sin dejar rastro, sólo puede ser o que le haya dado un pasmo o que se haya ausentado deliberadamente, por la razón que sea. Ayer, cuando trascendió que José Luis Martín Prieto, alias MP, llevaba casi un día sin aparecer por su casa ni dar cuenta de su paradero, radios, televisiones y agencias de Prensa organizaron un fenomenal revuelo, considerando -al igual que la Policía y la Justicia- la hipótesis del secuestro. Hipótesis lógica, dado que MP está en la «lista negra» de ETA. Tanto peso cogió la idea que muchos siguieron dándole vueltas incluso cuando EL MUNDO empezó a informar urbi et orbi de que MP había llamado a la Redacción y dejado claro que estaba bien. Todo se quedó al final en la aparatosa historia del secuestro que nunca fue… y en un indiscutible error de MP: alguien a quien ETA ha amenazado, y que incluso ha estado bajo protección policial, no puede permitirse el lujo de ausentarse sin dejar señas. Ahora le corresponde pedir públicas disculpas.

30 Octubre 1996

EL SECUESTRO IMAGINARIO

Pablo Sebastián (Aurora Pavón)

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Corren malos tiempos para la Prensa y peores para la lírica, aunque hay situaciones en las que el niño muerde al perro y la noticia empieza por el periodista; es decir, al revés. Es tal la situación de desconcierto nacional que imaginamos a un desconsolado Martín Prieto, carente de derechos históricos por ser español, perdiéndose en la noche oscura madrileña en un arrebato de locura o de pasión sin encontrar las llaves, el número de teléfono o las migas de pan que enseñan el camino de regreso al nuevo y dulce hogar.

Ni siquiera tuvo MP a su alcance la lucecita de El Pardo o la lamparilla de la Moncloa, que ya no alumbra ni vela por los españoles. Porque bastante tiene Aznar con velar por sí mismo, dada la impresión de desconcierto que vivimos. Hasta el punto que, a veces, el muy ladino nos hace pensar que está en la luna con Anguita, o que se ha fugado con MP. Y al final, cuando creíamos que el presidente dormía con Pujol, resulta que estaba en la cama con el padre Arzalluz y la cosa de la normativa fiscal, que ni es derecho histórico de los vascos ni cosa que se parezca, por más que Anasagasti bese ahora la Constitución.

El «secuestro» de MP que nunca existió, agigantado por la amenaza de ETA que pesaba sobre él y la emoción colectiva que acompañó su desaparición, estuvo marcado también por la notoriedad y desordenada humanidad del personaje, que suele ir acompañado por escoltas, ministros, jueces, escritores, colegas y un mariachi mexicano, lo que dio pie a toda clase de especulaciones.

Sin contar el susto de muerte que metió en el cuerpo a la «negra» Cristina que, alarmada por la ausencia del amor, tocó la trompa de Rolando y convocó al anochecer en la casa inaugurada al Gobierno, las Fuerzas de Seguridad, la Audiencia Nacional, escritores, Prensa, radio y televisión. Creándose tal revuelo que, cuando MP salió de su «ensoñación» (que diría Cebrián, mirando en los ojos la pupila azul del estadista que era González, antes de saberse lo de la corrupción y los GAL) y vio la toma de su portal, regresó al nirvana, donde guardaba ayuno, a esperar que escampara el temporal, siguiendo el dicho italiano de «soldado que huye sirve para otra guerra» e incrédulo, a la vez, de la movida de Estado que había provocado su breve desaparición.

¡Pero hombre, MP! ¿No sabes que los nervios de España están a flor de piel y que una cerilla puede encender Madrid como la Roma de Nerón? La próxima vez, primero avisas a casa, llamas a la «negra» -«no voy a cenar…»- y luego al ministro del Interior, Mayor Oreja -un santo inocente- que suponemos creyó rota la aparente «tregua» de ETA. Y, si es para darte el piro de España y dar el «picotazo» -menudo susto apasionado se llevó y nos metió tu jefe Luis del Olmo- desde Radio Pirenaica, llama también a los amigos porque a lo mejor más de uno, en el papel de Sancho o en tropel, te acompaña por las tierras áridas del verano otoñal de las diecisiete españas autonómicas, en busca de aventura o de otra dimensión de la libertad.

Confieso que, cuando oi los lamentos de la radio y supe que no era Rodríguez el cantor de la noticia, me alarmé. Aunque conocía desde hace tiempo la pasión bohemia y fuguista de MP, lo que me dio alas de esperanza que luego el tiempo confirmó. Y al final, al atardecer, pude hablar con el hijo pródigo perdido y asombrado de su propia situación de la que fue víctima y autor, a sabiendas de que el Estado, y no exagero mucho ni poco, se había estremecido con su desaparición. «Esto es como lo del 23-F», dijo, con asombro y estupor.

Llegada la noche, en el cielo vi una luz como centella. Una señal fugaz con aspecto humano que giraba en círculo sobre el cielo de Madrid. Con tantas emociones no podía adivinar el misterio del cometa hasta que, en una pasada rasante, lo entendí: era ¡Ruiz-Mateos! que, vestido de Supermán, sobrevolaba Madrid haciendo su particular «operación jaula» para ayudar.

Aurora Pavón

¿Lo ves, MP? A la cama sin cenar.

31 Octubre 1996

CONCURSO DE LÁGRIMAS POR MP

Antonio Franco

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Era sólo un rumor, no un hecho acreditado, lo de la desaparición forzada del periodista José Luis Martín Prieto, también llamado MP, pero el ministro de Interior, Jaime Mayor Oreja, se lo explicó de madrugada al presidente, José María Aznar. Y éste pidió ser tenido al tanto de lo que sucedía. También ordenó dar prioridad a la investigación del caso. No importó, al parecer que no hubiese ninguna confirmación. Ni a ellos ni a sus asesores les pareció relevante el hecho de que ninguno de los servicios que tenían la orden de vigilar estrechamente a Martín Prieto para evitar que ETA le secuestrase no hubiese detectado nada. ETA había amenazado explícitamente al periodista hace poco tiempo, lo que explica esa medida.

Era sólo un rumor, no un hecho acreditado, pero el secretario de Estado para la Seguridad, Marti Fluxa, se personó a primera hora de la mañana en el domicilio del columnista.  ‘Todas las líneas de investigación se mantienen abiertas’, dijo gravemente a los informadores.

Era sólo un rumor, no un hecho acreditado, pero los jueces de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, Javier Gómez de Liaño y Ventura Pérez Mariño dejaron sus obligaciones, pospusieron lo previsto en sus agendas y se dirigieron a casa del presunto desaparecido para dar la cara ante la prensa y dejar ocnstancia – a quienes pasaban lista – de que estaban allí en la hora decisiva del día fundamental. Era sólo un rumor, no un hecho acreditado, cuando algunos de los tertulianos más acreditados de España empezaron a hablar del posbile secuestro, primero, y a entonar unos improvisados responsos a través de las ondas, después. Pedro J. Ramírez hizo un sentido canto al amor de Martín Prieto a la libertad de expresión y sus desvelos frente al terrorismo. Y, como dicen las crónicas, él mismo, junto a otros compañeros del ya casi finado, como José María García, Pablo Sebastián, Alfonso Ussía, José Luis Balbín y Jaime Campmany, se desplazaron también al hogar de la familia Martín Prieto para estar allí y hacer las correspondientes declaraciones públicas ante sus compañeros de la infantería de la profesión sobre el dolor, la preocupación, la ira y los etcéteras que le producía todo lo sucedido.

A esta hora  y eso no es un rumor, sino que se trata ya de un hecho acreditado – las 11 de la mañana, Martín Prieto, que no había sido secuestrado por ETA, sino que se había limitado a dejar su casa por razones personales, y que estaba con quien le daba la gana por razones personales, empezaba a estar al tanto del embrollo y lanzó varios mensajes diciendo que no pasaba nada y que le dejasen en paz. Pero el rumor ya era más fuerte que la realidad, de modo que varias radios tertulianas continuaron manteniendo la duda sobre lo que ocurría pese al desmentido.

Era sólo un rumor, no un hecho acreditado, pero en esos momentos a la opinión pública le llegaron nuevas conjeturas alarmantes. Había sido secuestrado por una rubia de unos 35 años, de mediana estatura y buen ver Había salido de casa dejando la puerta abierta y… ¡no se había llevado el tabaco! Este dato fue inmediatamente elevado a la categoría de decisivo, por encima de cualquier otro (como el de que tampoco se había llevado la documentación personal) y se interpretó como una confirmación de que había sucedido algo grave. ¡Martín Prieto sin tabaco! Para sumarle más dramatismo al asunto, también empezó a circular que el secuestrado tampoco debía de llevar encima los medicamentos que habitualmente consume. Eso provocó pánico y recrudeció la oleada de declaraciones condenatorias de los dramáticos hechos que se estaban viviendo entre el público famoso que paladeaba desde la vivienda del presunto desaparecido aquellas horas de pesadilla. García-Castellón dio un paso adelante y abrió formalmente diligencias judiciales, tras hablar con la esposa del periodista. Inmediatamente, empezaron a examinarse con sumo cuidado las fotografías de un centenar etarras, posibles sospechosos del secuestro, por si alguno de los presentes había detectado su presencia por la zona estos días..

En este país hay tanto periodista que ha abusado tanto y con tanto éxito de la divulgación de rumores no confirmados, haciéndolos pasar como hechos acreditados, que merecíamos la lección bochornosa del falso secuestro de Martín Prieto. Aunque sólo sea porque la gente de la calle conoce hoy un poco mejor que ayer el pelaje, las pompas y las obras de la fauna del mundo de la información, ha valido la pena la materialización de esta fantástica fábula repleta de papagayos de cola multicolor, cocodrilos lloriqueantes y algún que otro simpático cerdito experto en relaciones públicas escapado de la mismísima granja de Orwell.

Nada era verdad, pero todo se iba acumulando, según la especialidad de determinadas casas informativas, construyendo una sensacional noticia. Ya medida que avanzaba el proceso, llegó a parecer políticamente necesario que ETA hubiese secuestrado efectivamente al periodista para que al final la verdad se ajustase como fuese a los titulares que algunos habían decidido anticipar a sus oyentes o lectores. Pero no fue así. ¡Qué lección! ¡Qué ridículo!

Antonio Franco

04 Noviembre 1996

Historia de un «secuestro»

José Luis Martín Prieto

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HE pasado una semana sin hacer otra cosa que leer Prensa, escuchar la radio y ver algunos vídeos de televisión, todo referente a mi supuesto secuestro por ETA. Para satisfacción de las personas que tendrán sus razones objetivas para no estimarme en demasía he de confesar que he quedado aterrado. No tengo memoria de tal desguace de periodista que el que acabo de padecer.

Relato hechos que tienen el mismo morbo que un vaso de leche. No uso teléfono móvil y la tarde, más su noche, de mi «desaparición», no tenía citas ni compromisos profesionales en los que se me echara de menos. Hacia las dos de la tarde de lo que en un atestado policial se entendería como día de autos cité en mi despacho a una señora que ostenta eso que se llama un cargo, y vieja amiga mía, para hablar de asuntos profesionales en presencia de dos personas que trabajan en mi casa. Pedí a la señora que me atiende que le ofreciera un café o un aperitivo, lo que la presunta etarra declinó, marchándose ella a sus asuntos y yo a los míos. Por delante de un tercer testigo salí a la calle en tranquila conversación con la dama y caminando por la acera. Como en ocasiones de tensión es conveniente aislarse y mi domicilio es fundamentalmente una oficina que echa humo (y no precisamente de tabaco) di con mis huesos en el hotel pared con pared de mi casa. A las siete de la mañana me comunicaron con mi radio y a las 10 llamé a EL MUNDO para pedir mi propio teléfono que, recién mudado, no he memorizado, para que mi secretaria pagara la habitación. En ese momento soy informado de que se ha organizado, por causas absolutamente ajenas a mi voluntad e incluso a mis obligaciones, un ciclón en una taza de té. Comuniqué lo mío: que no me pasaba nada y avisando a amigos de fierro y a mi abogado para que me extrajeran de media manzana madrileña tomada por la Policía y mis colegas, algo que lograron con habilidad y discreción, no teniendo yo otras explicaciones públicas que dar que las que le deba a mi familia.

El malentendido ni siquiera es de vodevil: es baladí. Pero ha dado lugar a una miserable tormenta periodística en la que se me ha linchado por tierra, mar y aire, en la que se me ha acusado, entre otras cosas más lúdicas, de haber organizado un autosecuestro. Ni a hacer pis iré en el futuro sin dejar avisado dónde meo.

¿Que si me ocupo de asuntos relacionados con la seguridad del Estado? Pues miren, sí; y no pienso pedir perdón por ello. Por ejemplo: la identidad del «doctor Mengele» que proporcionaba anestésicos, supuestamente, al general Manglano, ex jefe del CESID; o el destino de ciertos fondos reservados manejados en su día por el ex director general de la Guardia Civil. ¿Que recién trasladado a mi nueva calle, que sólo tiene dos manzanas, había un automóvil del CESID? Lo han tenido que reconocer ellos mismos gracias a EL MUNDO. ¿Que mis líneas telefónicas son una «batucada» brasileña? Pues vengan y llamen. No me voy a molestar en denunciarlo. En España estas cosas son normales hasta para gentes tan ininteresantes como yo. ¿Que las intenciones de ETA sobre tantos periodistas, sobre todos, son un delirio mío (esa banda no amenaza; le deja el trabajo al diario EGIN)? Pues que se lo cuenten al Ministerio del Interior.

Pero es que todo esto nada tiene que ver con la «desaparición» que nunca existió, y que, sinceramente aspiro a que nunca exista, que ya cuidaré yo de que así no sea. EGIN, el periódico, nunca se había visto en otra y se ha subido al carro tirado por un extravagante malentendido en el que cayeron, sinceramente preocupados, mis ya contados amigos. El diario abertzale se ha cebado esta semana. Que le siente bien. Pero eso es lo esperado. Lo interesante es comprobar la catarata de compañeros que han caído sobre mí, excepto impagables excepciones, dejándome con el culo al aire más los cuarenta como Antonio Franco (que olvida que me quería contratar por tercera vez para EL PERIÓDICO de Catalunya); Joaquín Leguina, ex presidente de la Comunidad de Madrid, a quien a petición propia presentaba señoras en mi casa y que por dos veces negadas quería hacerme director de TELEMADRID, hoy devenido en el intelectual orgánico de la guerra sucia felipista; o el mismísimo José María Calleja, director de informativos de CANAL PLUS, uno de los periodistas más amenazados por ETA y que me solicitó un contacto con la, a la sazón, secretaria de Estado de Interior, Margarita Robles, por ver si lo suyo (su protección) se podía organizar como la mía. ¿Estas son las novelerías que a J.L. Gutiérrez le cuenta Pradera, chocheante ideólogo y consejero de PRISA? Escribí hace pocas semanas, y con mucho afecto, que el Guti, Conan el bárbaro, era el primer caído de la Asociación de Escritores y Periodistas Independientes (AEPI). Me temo que soy el segundo. Y si esto continuara así, cerramos por defunción.

Pero yo no voy a contar eso de que me estaban esperando. Sé que no significo nada y soy el último de la fila. Ser amigo de Felipe y dejar de serlo sin pasarme con armas y bagajes al PP, se paga. Combatir el archipiélago gulag del Movimiento Nacional de Liberación Vasco y al GAL, se paga. Sostener la dispersión de los presos etarras y mantener su reinserción, se paga. Y no ser obsecuente con algunos colegas, se paga todavía más. Sólo soy un pretexto para poner en calesa a la Audiencia Nacional y a los que están denunciando un pacto de Estado para enterrar toda la mierda, aún secreta, que nos dejó el felipismo y la de todos los que temen que se cuente la verdad. Me han fusilado a placer al salir tranquilamente de mi casa con una rubia que ni siquiera era tal. Ofrezco mi cabeza, por lo demás ya cobrada. ¿Pero alguien se cree que poner mis pobres cuartos en la plaza pública va a servir para algo? Yo, llegada la esperada e inevitable hora de mi violación, al menos me relajo y gozo viendo pasar toda esta cofradía de hipócritas y fariseos. Enhorabuena a todos ellos. En el supuesto de que hubiera tenido una breve aventura extraconyugal, ésta pasaría a la historia de España porque habré de explicársela con pelos (digo que del pubis) y señales a la Audiencia y a instancias del fiscal general del Estado. Estamos todos locos. Pero algunos bastante más que otros.

El Análisis

EL COMANDO JB

JF Lamata

Tenía que pasar… el Sr. MP fue uno de los periodistas más importantes de la Transición como escudero de D. Juan Luis Cebrián. Sin embargo, para el público no fue especialmente conocido hasta que empezó a ser columnista y comentarista de radio precisamente tras romper con el Sr. Cebrián.  Como comentarista tenía un estilo faltón, irrespetuoso y osado. No era el único que lo era con políticos, pero sí de los pocos que lo era también con los asesinos de ETA, llegando incluso en un acto de chulería (pero también de valentía) a publicar su dirección en uno de sus artículos en agosto de 1993 para demostrar que no tenía miedo a los comandos etarras.

Eso fue lo que fomentó que al desaparecer MP todos pensarán que había sido ETA y, lo que es peor, que lo difusieran. Error de ONDA CERO por difundirlo y error de RNE y COPE por replicarlo. Pero más ridículo es ver la rapidez con la que figuras como D. Baltasar Garzón o D. Pedro J. Ramírez se apresuraron para chupar cámara y hacer mensajes de loa al ‘difunto’.

El Sr. Martín Prieto demostró su fuerza porque pudo sobrevivir al bochorno que fue aprovechado por enemigos en aquel momento (como EL PERIÓDICO de Catalunya o DIARIO16 y los que acuñaron que MP había sido víctima del ‘comando JB’) y años después por otros enemigos variados desde D. Jorge Javier Vázquez a D. Carlos Llamas. Sin embargo, el Grupo PRISA, que tenía poder suficiente para vapulear a su ex compi ‘MP’ por todo lo que este les había zurrado, decidió no usar munición en esta ocasión. El Sr. Cebrián fue ahí más respetuoso hacía su ex número 2 de lo que este había sido con él.

J. F. Lamata