4 febrero 2022

El PP creyó que la podía tumbar al convencer a UPN de que votara 'No', pero, el error de su diputado frustró su operación

El Gobierno de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz salva por sorpresa su reforma laboral gracias al error de un diputado del PP, Casero, que votó al revés

Hechos

La reforma fue aprobada el 3 de febrero de 2022.

Lecturas

El día antes de la votación el Gobierno de D. Pedro Sánchez Pérez-Castejón anuncia que tiene los apoyos suficientes para aprobar la Reforma Laboral, proyecto estrella de la ministra Dña. Yolanda Díaz Pérez pactada con los sindicatos y la patronal.

A pesar de aliados parlamentarios habituales del PSOE como ERC, PNV, EH Bildu, ERC y la CUP han anunciado su voto en contra, el Gobierno ha logrado el apoyo de los diputados, además del PSOE y Unidas Podemos, de Ciudadanos, Más País, Compromís, PDeCAT y, el más relevante, Unión del Pueblo Navarro (UPN, partido que se presentó a las elecciones en coalición con el PP). Lo que sumaría 176 diputados afirmativos frente a los 173 negativos que suman PP, Vox, ERC, PNV, EH Bildu y CUP. El pacto del PSOE y UPN ha sido negociado entre el Gobierno y el presidente del partido, D. José Javier Esparza Torres, que anuncia que sus dos diputados (D. Sergio Sayas López y D. Carlos García Adanero) respaldarán la Reforma Laboral.

En el momento de la votación el día 3 de febrero los dos diputados de UPN Sres. Sayas López y García Adanero) desobedecen por sorpresa a la dirección nacional de su partido y votan ‘No’ junto a la oposición, lo que daba 174 a favor frente a 175 en contra (con lo que la Reforma Laboral hubiera quedado rechazada), pero, inesperadamente uno de los diputados del PP, D. Alberto Casero Ávila, votó a favor al pulsar el botón equivocado, quedando la Reforma Laboral aprobada gracias a ese error por 175 votos a favor y 174 en contra.

El PP tratará de impugnar la votación denunciando que D. Alberto Casero Ávila podía haber sido víctima de un error informático, pero la Mesa del Congreso presidida por Dña. Meritxell Batet Lamaña y sus equipos técnicos rechazarán sus alegaciones.

04 Febrero 2022

Reforma de infarto

EL PAÍS (Directora: Pepa Bueno)

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Cualquier solución distinta a la convalidación de la reforma laboral habría significado un fracaso colectivo

Los trabajadores españoles más precarizados en sueldos y temporalidad pueden felicitarse hoy por la aprobación de la reforma laboral en el Congreso de los Diputados. Pero ellos y el resto de la población no se merecen el espectáculo que dio el jueves la política en un pleno que solo puede tener como peligrosísimo efecto secundario la alimentación de la antipolítica. El mejor retrato de la degradación de las prioridades de sus señorías son las imágenes del júbilo del PP cuando un error de la presidenta Batet dio por tumbado el decreto de la reforma y, con él, la mejora de la vida de miles de trabajadores y la posibilidad de la llegada de miles de millones de los fondos europeos. El estrambote del vodevil fue que la reforma se aprobó finalmente por el voto erróneo de un diputado popular. A continuación, el diputado se presentó en el Congreso para rectificar; hay decenas de antecedentes de que si el error es humano el voto no se puede rectificar y se le denegó. Los populares argumentan que el error fue informático y ya se anuncian recursos legales y batalla política para repetir la votación. Mención aparte merece lo ocurrido con los votos de UPN con que contaba el Gobierno tras pactar con sus dirigentes. El Ejecutivo ha pecado de exceso de confianza o ha sido engañado sin más. Los diputados navarros que rompieron la disciplina no anunciaron su intención en la tribuna y votaron en contra por sorpresa.

Semejante espectáculo se produce en torno a un acuerdo histórico entre la patronal, los sindicatos y el Gobierno. Al margen del error del diputado popular, la votación final hizo llegar al Gobierno apoyos políticos desde áreas infrecuentes del espectro parlamentario. Hubiesen sido difíciles de prever hace apenas unas semanas, cuando entró en vigor la reforma laboral que corrige y enmienda la que impulsó el Gobierno de Rajoy en 2012 y cuyos efectos fueron inequívocamente desastrosos en amplios sectores del mercado laboral. La votación de ayer consagró de forma visible una quiebra del bibloquismo: tanto ERC como el PNV y Bildu han sido esta vez impermeables a las razones de Estado que otras veces han aducido para respaldar medidas del Gobierno de coalición. Sus motivos para votar en contra de la convalidación (junto al PP y Vox) parecen cargadas de tacticismo electoral cuando empieza un largo ciclo de dos años. La prevalencia de los convenios autonómicos frente a los estatales que demandan esas formaciones difícilmente justifica de forma consistente su rechazo a la transformación del mercado de trabajo en lo relativo a temporalidad y precariedad. Los primeros datos atribuibles a la influencia de la reforma refuerzan sus razones: un 15% de media de contratos indefinidos en enero es una cifra relevante —casi 239.000, un 90% más que en el mismo mes de 2021— frente a la media del 9% con la ley del PP.

La búsqueda desesperada de los votos de ERC ha resultado estéril y ha generado un desgaste en la ministra de Trabajo, que merma parte de los réditos políticos que obtuvo en una negociación a varias bandas. Consiguió el acuerdo de patronal y sindicatos, con la implicación de todo el Gobierno en el proceso final. El afán por aprobarlo con la mayoría de la investidura parecía devaluar la calidad de los votos de Ciudadanos y otras formaciones políticas que han bendecido la reforma, a pesar de sus diferencias políticas o incluso de sus discrepancias hacia ella. El mal sabor de boca que deja la votación en Unidas Podemos pone negro sobre blanco la dificultad de los acuerdos con formaciones nacionalistas (y/o independentistas), que suelen regresar a su campo de intereses cuando sospechan el menor rasguño o herida desde el Congreso a la competencia electoral en sus territorios. Por eso es también buena noticia que el PDeCAT haya convalidado la ley sin muchos esfuerzos argumentales. No hacía falta gran aparato retórico para votar a favor de una reforma comprometida con Bruselas. Hasta el jueves ERC y el PNV tenían muy difícil explicar su rechazo; hoy tendrán que echar mano de una ingente imaginación verbal para convencer a su electorado de la decisión. Pedro Sánchez no ha encontrado una nueva geometría política en el Parlamento ni una mayoría alternativa ante el desplante de sus socios habituales, y es impredecible lo que pueda suceder cuando haya que afrontar la reforma de las pensiones o la subida del salario mínimo.

05 Febrero 2022

Un Parlamento degradado

EL MUNDO (Director: Francisco Rosell)

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LOS recursos presentados por la oposición a raíz de la caótica votación de la reforma laboral deben dirimir la correción del comportamiento de Meritxell Batet. Como explica en nuestras páginas Manuel Fernández-Fontecha, letrado de las Cortes, la presidenta del Congreso debe garantizar que el procedimiento parlamentario traslada el resultado de las votaciones de la voluntad libremente expresada, no sujeta a mandato imperativo. La impresión de degradación institucional que ha dejado esa jornada parlamentaria ni es nueva ni será por desgracia pasajera. Alimenta la nostalgia regresar a los plenos en el Congreso de hace solamente siete años, antes de la irrupción de Podemos, cuyas formas han sido tan imitadas después. La Cámara Baja se ha contagiado de la anomia que condujo al Parlament de Cataluña a la perpetración de un golpe de Estado. Hoy la sede de la soberanía ofrece señales evidentes de un deterioro democrático cada vez más preocupante.

A ningún gobernante en minoría le seduce la idea de rendir cuentas en el Congreso, donde queda retratada su precariedad parlamentaria. Pero en Sánchez, el presidente con menos votos propios del periodo democrático, se da además una pulsión autoritaria sustanciada incluso en los tribunales. Recordemos que el Supremo tuvo que conminar a Batet a retirar el acta Alberto Rodríguez, al que la presidenta se resistía a dejar sin escaño por pertenecer al partido de la coalición. Y recordemos, sobre todo, que el Tribunal Constitucional tumbó los dos estados de alarma adoptados por el Gobierno para combatir la pandemia, pretexto bajo el cual cerró el Parlamento y evitó la rendición de cuentas durante los meses en que gozó de un poder extraordinario.

Sánchez eligió a la mayoría más radical de la Cámara para auparse al poder, incluyendo a los herederos de ETA, a la izquierda bolivariana y a los promotores de la sedición catalana. El resultado fue una escalada de polarización que terminó por encontrar respuesta en el otro extremo del espectro ideológico. A la pérdida de las formas parlamentarias -desde la burla a la fórmula constitucional de juramento a las injurias ya habitual contra los símbolos de España, empezando por la Corona- se le une el auge de la espectacularización de la política a través de las redes sociales, que premian al diputado más escandaloso y al portavoz más agresivo. El sectarismo es la norma y el pacto la excepción.

Pero más allá de la pérdida de urbanidad democrática, lo que peligra hoy es la función de contrapoder que toda democracia reserva a su parlamento. Sánchez ha hecho de su necesidad aritmética una virtud cesarista: ha impuesto el decreto como herramienta legislativa por defecto, limitando las capacidades del resto de grupos parlamentarios -lo que se traduce en leyes de peor calidad- e imponiéndoles burdas añagazas como la imposición de las mascarillas en exteriores a cambio de una subida en las pensiones.

Bien haría Batet -que mintió al asegurar que había reunido a la Mesa para decidir sobre la petición de rectificación de Alberto Casero- en reflexionar sobre su papel, sobre su grado de independencia y sobre la triste deriva del poder legislativo.

06 Febrero 2022

EL DEDAZO DE ALBERTO

Maite Rico

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LA SEMANA empezó entre gritos de tongo en la votación de Eurovisión y termina entre gritos de tongo en la votación del Congreso. Y yo que pensaba, al volver años ha de América Latina, que España, con su modernidad europea, sus criterios de convergencia y su canesú, iba a resultar aburrida… Ya ven, desde el 11-M ha sido un sinvivir y siempre cuesta abajo, hasta tocar fondo y tener hoy un presidente inimaginable en un país que se respete a sí mismo.

La controversia musical entre la muñeira, la mama y la mamichula (olé por todas ellas, dicho sea de paso) decae y nos queda el vodevil político. El recorrido de la ley de chapa y pintura a la reforma laboral de Rajoy ejemplifica de forma nítida la degradante concepción que Pedro Sánchez tiene de la política. De suerte que lo que debería haber sido un pacto de Estado negociado con sensatez se convirtió en un juego de trilerismo con un desenlace de traca.

En el momento cumbre, Meritxell Batet da por derrotada la reforma como Warren Beatty dio por ganadora a La La Land en los Oscar de 2017. El jolgorio cambia de bando 35 segundos después, cuando Batet sale de nuevo: que no, que la reforma ha sido aprobada y ha ganado Moonlight. Un voto telemático equivocado, el del popular Alberto Casero, hunde a su partido y a él lo catapulta al estrellato.

Veremos si la presidenta del Congreso incumplió el reglamento, prevaricó al ignorar las advertencias de error del PP y conculcó la voluntad de un diputado. Por lo pronto mintió al decir que había convocado la Mesa, y eso está muy feo en una niña formal.

Y veremos si hubo o no un fallo técnico. ¿Han comprobado si Alberto Casero sufre daltonismo? En cualquier caso, lo que yo pido por favor a Casado y García Egea es que, si alguna vez llegan al poder, mantengan al hombre lejos del maletín nuclear. Pueden ponerlo en Consumo.

Un error, de todas formas, lo comete cualquiera. Fíjense la que ha liado en Holanda Jeff Bezos, y eso que no ha pasado por las Nuevas Generaciones. El dueño de Amazon se está construyendo en Rotterdam un yate tan-tan enorme que van a tener que desmontar el puente de Koningshaven, monumento nacional, para que lo pueda sacar al mar.

Bezos es de los que dan la turra con el planeta y la economía verde, como todos esos ricos tecnológicos que se duchan con agua fría y comen alfalfa. Conste que, con sus millones, yo también podría llevar vida de oveja.