23 mayo 1995

Reunificación de los grupos fundados hace años por fundados por los primos César Rodríguez (El Corte) y Pepín Fernández (Galerías)

El Grupo El Corte Inglés se hace con el control de Galerías Preciados

Hechos

El grupo El Corte Inglés que presidía D. Isidoro Álvarez presentó el 23.05.1995 una oferta para adquirir la cadena de almacenes que se encontraba en suspensión de pagos.

Lecturas

Galerías Preciados tiene como nuevo propietario a El Corte Inglés, su competidor y rival de toda la vida. La empresa que preside D. Isidoro Álvarez destinará a esta operación una cantidad global de 82.000 millones de pesetas. De ese total, 30.000 millones se destinan al pago de los activos de Galerías (30 centros comerciales); 2.000, a pagar las actuales existencias, y los 50.000 millones restantes, a inversiones en dos años para volver a hacer rentables los almacenes. La marca Galerías desaparece. El Corte Inglés se compromete a recolocar a 5.200 de los 6.900 trabajadores de Galerías y a contratar a 700 nuevos empleados en dos años.

EL GRAN DERROTADO

D. José Luis Domínguez Morales presentó una oferta para la compra de Galerías Preciados, pero su oferta fue rechazada en el último momento por la de El Corte Inglés.

06 Mayo 1995

El drama de Galerías

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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EL LARGO calvario que atraviesa Galerías Preciados desde hace años ha alcanzado cotas dramáticas. Se acaba de conocer el informe de los interventores judiciales nombrados por el juez que lleva el caso. Los datos revelan que la empresa se encuentra en práctica quiebra, descapitalizada y con deudas que superan el activo en más de 2.000 millones. Y desde que suspendió pagos, las pérdidas mensuales se elevan a 2.500 millones de pesetas.Los dueños que ha tenido Galerías después de su fundador, José (Pepín) Fernández, no han sido un modelo de gestión: ni el Banco Urquijo, que asumió la empresa con unas deudas de 17.000 millones en 1979; ni Rumasa, expropiada por el Gobierno; ni el grupo venezolano Cisneros, que dio un pelotazo comprando la empresa por 700 millones y vendiéndola por 30.000; ni los británicos de Mountleigh, que se desprendieron de ella tras intentar sospechosas operaciones inmobiliarias. Pero el dúo Sada-López Tello parece haber rizado el rizo. Ha aprovechado la situación de la empresa para beneficiar a otras de su entorno con contratos inflados respecto a los precios de mercado, según el informe.

Lo que ahora importa es el futuro de una firma fundada en los años treinta y pionera en el campo de los grandes almacenes en España. Está en juego el futuro de más de 7.000 familias. Por eso se entiende la mediación del Ministerio de Comercio, que tras la suspensión de pagos tutela el proceso de venta de la empresa para que no vuelva a caer en manos «desorientadas o atrevidas», por utilizar términos benévolos, escuchados en su entorno. Se trata de buscar solvencia para garantizar su continuidad. Sólo una intervención inmediata y con mucho dinero por medio (al menos 10.000 millones de pesetas) puede impedir su desaparición. Y no será fácil encontrarla con estos datos en la mano.

24 Mayo 1995

El Corte Inglés... gran esperanza de Galerías

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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Según se supo ayer, El Corte Inglés es uno de los cuatro grupos que concurren al proceso de adjudicación de Galerías Preciados. Faltan conocer las condiciones de la oferta, pero ya se sabe que hay un acuerdo previo de regulación de empleo con los sindicatos. Una sombra en una noticia que, en principio, parece alentadora. Si algún grupo puede hacerse con Galerías y reflotarlo, ése es el líder del sector, cuya solvencia y capacidad de gestión son indiscutibles. Sobre todo después de la lamentable peripecia de Galerías, que ha pasado de mano en mano de propietarios con intereses especulativos, ajenos al desarrollo del negocio (como los casos de Gustavo Cisneros o de Mountleigh), y que terminó descapitalizándose.

09 Junio 1995

El braguetazo de don Isidoro

Jesús Cacho

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Me cuentan que el ministro Gómez Navarro llevaba semanas sin pegar ojo por culpa de Galerías, una situación recurrente entre los social-liberales con sillón de los gobiernos González: se meten en líos de no te menees, se queman las manos al intentar resolverlos, y luego salen bufando cual gato escaldado, maldiciendo el momento en que se les ocurrió entrar en el berenjenal.

Le ocurrió al ministro Solchaga cuando la suspensión de pagos de ERT, y ha estado a punto de sucederle a Gómez Navarro con Galerías. Claro que la intervención de éste no era gratuita, no, que respondía a una llamada del poder, lo dijo muy claro uno de sus directores generales, «la Administración no va a dejar caer esto por los trabajadores y por otras cosas que todos sabemos…»

Las «cosas que todos sabemos» son los amigos Cisneros y su glorioso pelotazo con Galerías gracias a los buenos oficios del amigo Felipe, que el Gobierno se metió en este cirio no porque le preocupara el futuro de unos miles de trabajadores más o menos, sino para tapar las goteras del «affaire» Cisneros, los hermanitos huidos de la justicia venezolana que ahora pasean su palmito sin prisas por el paseo del Retiro madrileño.

Durante semanas, el ministro y sus muchachos se hartaron de predicar ante los potenciales aspirantes a la mano de la ajada dama que la supervivencia de Galerías como marca diferenciada era condición «sine qua non», lo mismo que el mantenimiento de la plantilla al completo. Tras la esquina de la calle Goya, Isidoro Alvarez, viejo zorro, reía entre dientes: era cuestión de esperar a recoger la fruta cuando estuviera madura. De tapadillo y a oscuras, los chicos de Comercio corrían a pedir información a Hacienda sobre ventajas fiscales exclusivamente para Isidoro. Al resto, que los parta un rayo.

Al final, el millón para el mejor ha ido a parar a El Corte Inglés. Y, oh maravilla, compradores, vendedores, sindicatos, ministro, todos encantados con la solución, tutti contenti, Isidoro Alvarez ha pegado un braguetazo, ha hecho el negocio de su vida, ha comprado por 30.000 millones activos que distintas firmas de tasación han valorado, a la baja, en más de 100.000 millones, y encima lo hace con banda de música y alfombra roja a los pies. Don Isidoro ha anunciado que acogerá en su seno a 5.000 trabajadores, pero primero les ha dicho que pasen por las oficinas del INEM, que ya les irá él llamando…

Definitivamente, El Corte Inglés es algo más que un gran almacén, bastante más que la primera empresa privada española. Solo así se comprende el entusiasmo que ayer embargaba a conspicuos comentaristas de la radio, hablando de las excelencias de la operación y la sabiduría del «operador». O tal vez sea, simplemente, que los 10.000 millones que don Isidoro se gasta todos los años en publicidad dan para dejar contentos a casi todos.

A nadie se le ha ocurrido pensar que desde el punto de vista del consumidor sería mejor contar con otro gran almacén -dos mejor que uno-, bien gestionado y rentable, capaz de competir con el monstruo de don Isidoro. De momento pierden los proveedores -que agrupados en Alianza Galerías aspiraban a quedarse con los almacenes, y ahora se plantean una interesante batalla jurídica-, algunos de los cuales tendrán que cerrar, sin que sepan cuánto y cuándo serán abonadas sus deudas. Y pierden también los casi 1.800 trabajadores que se quedarán sin empleo. Demasiado poco para don Isidoro.

09 Junio 1995

La irresistible ascensión de «El Corte Inglés»

Martín Prieto

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Hasta su marca comercial resulta un anacronismo, propio de un comercio madrileño que vendía y elaboraba cortes ingleses a una pequeña clase emergente que sobrevivió a la guerra civil. En los años cincuenta los universitarios movilizados por el régimen, y al grito de «¡Gibraltar español!», le rompían las lunas de los escaparates a Ramón Areces, el primo de Pepín Fernández, el de Galerías Preciados, y exigían la entrega de la bandera británica para quemarla. Hoy, ya quisiera Harrod’s, o Mark and Spencer, la solidez de un Corte Inglés que de británico no tiene nada y de «corte» menos, porque su buena sastrería hace tiempo inmemorial que dejó de ser la base del negocio. Lo que debería de intrigarnos es que la que ya es la primera empresa privada española creció contra natura, contra corriente, con criterios de gestión siempre tenidos por obsoletos o patriarcales, desdeñosa del espejismo exitista que aún signa al empresariado español.

La filosofía de la casa es decimonónica: absoluta discreción que llega al secretismo; ni un escándalo, ni una salida de pata de banco; la cultura del trabajo comenzando por sus propios directivos; austeridad; no alardear de nada, ni del éxito, no parecer más que nadie; eso tan olvidado (y en ocasiones injusto) de que el cliente siempre tiene la razón; paz social en la empresa y hasta orgullo de pertenecer a ella; no endeudamiento financiero en un país en el que el éxito empresarial se mide tantas veces por las deudas que tienes y por el número de proveedores a los que no pagas,… El Corte Inglés es una empresa rara y fascinante en la que no penetra el sindicalismo, en la que sus empleados son clientes privilegiados que nunca han pensado ir a una huelga, y que son atendidos por la casa con gran dignidad hasta cuando quedan discapacitados. Ramón Areces, que dejó de ser el primo de Pepín Fernández para convertirse en el primo de «Zumosol», seguido por su sobrino Isidoro Alvarez, tuvieron siempre claro un pacto de lealtad mutua entre la empresa y sus empleados, y ambos conjurados juraron lealtad a sus clientes. Diría más: prometieron recelo permanente a los bancos, erigiéndose ellos en su propia financiera. La clave del éxito: blanco y en botella.

Todo lo contrario a la cultura del pelotazo, al enriquecimiento fácil y disparatado, a la especulación, a la falta a la palabra dada, a la disipación de quienes se reían de los «capitanes de empresa» a la antigua usanza, y su incierto futuro en aguas de tiburones. En 1983 pudo El Corte Inglés tiburonear a dentelladas Galerías Preciados. Y no hubiera sido malo que lo hubiera hecho. Pero primó la prudencia, la imagen, el pensárselo dos veces, el no contaminarse de asunto tan turbio como el de Rumasa, el saber esperar y ver, el simple sentido común. Aunque dejando a un lado a Ramón Areces, hoy sería interesante conocer por qué fue imposible privatizar Galerías en su tiempo y, a tenor de la información proveniente del todopoderoso Ministerio de Miguel Boyer, nadie, ni español ni extranjero, quería la empresa ni gratis y saneada con fondos públicos, hasta que fue preciso rogar al grupo venezolano Cisneros que se hiciera cargo de ella. ¿Por qué nadie quiso entonces lo que ahora se echa a sus espaldas El Corte Inglés? La procelosa travesía de Galerías desde que Pepín Fernández pierde bancariamente su control hasta su solución de hoy a manos de su mejor competidor, pasando por el chiringuito de Ruiz Mateos, merece al menos un libro de Jesús Cacho, porque aquí hay mucha miseria que desvelar.

La empresa que timonea Isidoro Alvarez tendrá sus claroscuros, y aunque lo respeto, no entiendo su opacidad ante libros de lo suyo como la Biografía de El Corte Inglés, del periodista Javier Cuartas, casi editado y distribuido clandestinamente. No encontré ofensa en el estudio de mi colega, y sí muchas enseñanzas sobre el estilo de la casa, triunfantes como se ve en la empresa, y hasta en buena parte trasladables a la vida pública y hasta la privada. Nos gustará o no, pero Isidoro Alvarez tiene una ética y moral de trabajo. Tal como estamos, a mí eso ya me parece muchísimo.

08 Junio 1995

El corte de Galerías

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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LA VENTA de Galerías Preciados a El Corte Inglés puede no ser la mejor solución imaginable. Pero sí parece la menos mala de las posibles. Sobre todo si se piensa en primer lugar en sus casi 7.000 empleados, que desde hace 17 años han vivido en permanente zozobra el deterioro de una empresa que fue pionera en el campo de las grandes almacenes y cuyos últimos y sucesivos dueños sólo contribuyeron a hundirla más. La solvencia de El Corte Inglés es una garantía para esos trabajadores, pero también para los contribuyentes, que esperan una solución sin más costes futuros por nuevas intervenciones.La experiencia de los diversos cambios de propiedad indica que la tutela del Ministerio de Comercio era conveniente. Ninguno de los sucesivos propietarios posteriores a la desaparición del fundador, Pepín Fernández, ha estado a la altura como gestor: ni el Banco Urquijo, que adquirió Galerías en 1979, ni Rumasa, que ejerció una huida hacia adelante antes de ser expropiada, ni el grupo venezolano Cisneros, que compró la empresa al Estado por 750 millones y la vendió por 30.000 millones al grupo británico Mountleigh, ni éste, que intentó sospechosas operaciones inmobiliarias, ni, por último, el dúo Sada-López Tello. El deterioro de Galerías parecía irreversible. Sus centros estaban vacíos y ni existencias ni servicio eran ya competitivos.La adquisición de Galerías por quien fue durante años su principal competidor en el mundo de los grandes almacenes ha suscitado inquietudes desde el punto de vista de la defensa de la competencia. Tal vez el Tribunal de la Competencia -aún sin presidente- tenga algo que decir al respecto. En todo caso, si hay oligopolio, ya lo había antes de la adquisición de Galerías, porque los 90.000 millones de ventas de ésta suponen una pequeña parte del billón que cada año suman las ventas de El Corte Inglés. Y, por otra parte, el hueco que antes ocupaban en el mercado, los grandes almacenes lo comparten ahora, con los supermercados llamados de gran superficie, de los que Pryca, el mayor, tiene un volumen de ventas que es casi seis veces superior al de Galerías.