17 febrero 1993

Se investiga si llegaron a ordenar ellos mismos que 'se trajera droga' para interceptarla y presentarlo como una redada exitosa

Garzón procesa a la Unidad Central de Investigación Fiscal Antidroga (UCIFA) de la Guardia Civil por pagar con droga a confidentes

Hechos

  • El 17.02.1993 el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón procesó a 14 Guardias Civiles, entre ellos el Teniente Coronel Francisco Quintero y el comandante José Ramón Pindado.

Lecturas

Caso UCIFA, primeras sombras hacia la Guardia Civil de la etapa del PSOE.

Desde 1986 la Guardia Civil estaba dirigida por el dirigente del PSOE Luis Roldán, que ya había sido Delegado del Gobierno de Navarra respaldado por el aparato del PSOE en esta comunidad que dirigía Gabriel Urralburu. La primera unidad de la Benemérita que dio problemas durante el mandato de Roldán fue la UCIFA, la Unidad Antidroga que en el periodo 1990-1993 dirigió el comandante José Ramón Pindado y el teniente coronel Quintero.

Pero en el año 1993 dos guardias civiles fueron detenidos por trapichear con drogas intervenidas: De los 10 millones de beneficio al vender droga intervenida por la UCIFA seis fueron para el confidente Ramón Temple, dos para el guardia Vicente Domínguez Serrano y otros dos para Gómez Porras. Ambos agentes fueron descubiertos y detenidos en una investigación llevada a cabo por el juez Garzón.

Pero Domínguez Serrano y Gómez Porras decidieron ‘pactar’ para lograr rebajar las penas contra ellos señalando basura de sus superiores. Según los dos ‘arrepentidos’ los mandos de la UCIFA encabezados por Pindado y Quintero estaban provocando entregas de drogas que habían ordenado ellos mismos para ponerse las medallas con su detención. “Decir, que vengan drogas para coger al pobre desgraciado que la trae; es una burrada”.

De acuerdo con lo que denunciaban ‘los arrepentidos’ Domínguez Serrano y Gómez Porras mientras mandos de la UCIFA buscaban medallas consintiendo que los confidentes – pagados por la propia UCIFA con droga intervenida – encargaran envíos de alijos sin más finalidad que su estricta requisa, algunos de los subordinados de la misma UCIFA se lucraban con la reventa de droga desviada a soplones.

De nuevo apareció el abogado Emilio Rodríguez Menéndez como el abogado ‘azote’ del PSOE representando a los ‘arrepentidos’ en sus acusaciones contra la cúpula de la UCIFA. Frente a él se situó el abogado Manuel Cobo del Rosal, abogado de confianza del secretario de Estado de Defensa socialista Rafael Vera a quien se encargó la defensa de José Ramón Pindado y sus hombres. La versión oficial del Gobierno del PSOE y de su director de la Guardia Civil, Luis Roldán, es que la cúpula de la UCIFA era inocente y que los únicos corruptos eran los ‘arrepentidos’ Vicente Domínguez y Doroteo Gómez Porras, que eran a los que habían pillado con el dinero en la masa.

Pero el instructor, el juez Garzón, no lo vio así y el 17 de febrero procesó a toda la cúpula de la UCIFA encabezado por José Ramón Pindado y Francisco Quintero acusándoles de pagar con droga a confidentes como sistema de retribución habitual y haber usado entregadas controladas para cubrir de legalidad meras importaciones de droga. Todo un triunfo para los intereses de los supuestos ‘arrepentidos’ y una derrota para el PSOE y para Luis Roldán.  Ante esa nueva situación Luis Roldán y el PSOE optaron por dar la espalda a los mandos de la UCIFA, que fue desmantelada.

general_quintero Teniente Coronel Quintero, máximo jefe de la UCIFA procesado por el juez Garzón junto al comandante José Ramón Pindado.

VicenteDomingues_Temple D. Vicente Domínguez y D. Ramón de Temple, los primeros guardias civiles detenidos por sus chanchullos con la droga. Han acordado con el juez instructor Garzón pasar de acusados a ‘testigos protegidos’ a cambio de declarar contra sus superiores, el Sr. Pindado y el Sr. Quintero.

roldan_barba D. Luis Roldán, Director de la Guardia Civil, ha defendido la inocencia de los principales miembros de la UCIFA considerando que D. Vicente Domínguez y D. Ramón de Temple eran los verdaderos responsables de la utilización de droga en su beneficio.

DIFERENCIAS MEDIÁTICAS

El director de ABC, D. Luis María Anson, fiel a la visión institucional del periódico, defendió desde el principio la inocencia de los imputados. En la portada del ABC del día 9 de enero de 1993 se leía que el Comandante Pindado era ‘”Un Guardia Civil íntegro al que la sociedad le debe estar agradecida”, tres días antes, también en la portada de ABC se aseguraba que “Sólo los ‘arrepentidos’ de Garzón son guardias civiles corruptos”. Una afirmación del Sr. Roldán que era respaldada en el editorial del sr. Anson al tiempo

El día 10 de enero era D. Javier Pradera, desde su columna en el diario EL PAÍS el que salía en defensa de la instrucción del Sr. Garzón y cargaba – una vez más – contra el ABC asoniano “Fieles a su costumbre de rendir pleitesía verbal a la independencia del Poder Judicial para exigirle a renglón seguido impunidades selectivas, algunos medios conservadores han lanzado una estruendosa ofensiva para exculpar de antemano a los mandos de la UCIFA… Pero si estas propuestas de otorgar licencias para delinquir, robar o matar en nombre de la razón de Estado prosperasen los agujeros negros creados en el sistema constitucional pondrían en riesgo la propia democracia”.

En realidad la posición de EL PAÍS y el Sr. Pradera era prácticamente idéntica a la de EL MUNDO de D. Pedro J. Ramírez y el DIARIO16 de D. José Luis Gutiérrez. La diferencia es que estos habían defendido ‘leña’ a la UCIFA sin criticar a ABC, único medio que les defendía y en cambio el Sr. Pradera no había podido resistirse a la tentación de hacerlo una vez más.

06 Enero 1993

Medallas y negocio

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

Leer

Pagar a los confidentes con droga, sin otro control que el derivado del criterio de los policías, es un procedimiento condenable en sí mismo: porque nunca el supuesto buen fin justificará medios delictivos. Pero es además ineficaz: estimula, más que evita, nuevos delitos. El levantamiento del secreto del sumario abierto contra 11 guardias civiles acusados de suministrar cocaína a varios confidentes ha confirmado las peores sospechas, hasta el punto de que ya no se sabe si esa práctica irregular fue la causa de la posterior corrupción de los guardias o sólo la coartada para encubrir su participación en negocios de narcotráfico. Al mismo tiempo, el sumario aporta indicios de que algunas operaciones de importación de droga y captura del alijo correspondiente fueron montajes destinados a favorecer el lucro personal de algunos de los componentes de ese grupo de agentes corruptos o a encubrir sus actividades.Si tales indicios se confirman, estaríamos ante un asunto de enorme gravedad. No sólo por lo que significa de descontrol policial, sino por el descrédito que recae sobre el Estado. La cosa viene de lejos, al menos desde 1989, y en la trama aparecen -algunos altos cargos, como el teniente coronel Quintero, segundo jefe de la unidad central antidroga. También, según las declaraciones de alguno de los detenidos, el coronel Arsenio Ayuso, retirado de la jefatura del servicio fiscal y antidroga de la Guardia Civil en agosto de 1990, pero que sigue siendo asesor del director general, Luis Roldán. Naturalmente, serán los tribunales quienes separen el grano de la paja del abundante material recogido en la investigación. Pero con lo que se sabe a ciencia cierta hay suficiente para concluir que una verdadera mafia organizada ha gangrenado los servicios antidroga de la Guardia Civil. Y que sin una limpieza a conciencia de esos bajos fondos, la impunidad estimulará la persistencia de mafias como las que ya revelaron casos como el del Nani o los GAL.

Las impresionantes revelaciones del sumario publicadas estos días por la prensa cubren de ridículo, por lo demás, a quienes acusaron al juez Garzón de precipitación o irresponsabilidad por haber ordenado las detenciones de los supuestos corruptos. Al hacerlo no dejaba inerme al Estado frente al narcotráfico, sino, por el contrario, asestaba a éste un golpe tal vez más eficaz que algunas espectaculares operaciones que ya no sabemos si fueron lo que parecían o sólo parte de una siniestra comedia. La corrupción tiene tendencia a ir de la mano con la incompetencia. Ojalá que la depuración de los corruptos que aspiraban a la vez a ganar medallas persiguiendo el tráfico y a hacer negocio practicándolo sirva también para que la sociedad pueda reconocer sin temor el indudable mérito de los funcionarios que combaten el delito sin haberlo provocado.

06 Enero 1993

Roldán: Precisión oportuna

ABC (Director: Luis María Anson)

Leer

Con el contenido del sumario sobre el caso de la unidad fiscal de la Guardia Civil ya divulgado, el director general del Instituto, Luis Roldán, ha podido precisar públicamente que sólo dos guardias civiles – cabalmente aquellos supuestamente ‘arrepentidos’ cuya delación pusiera en marcha las actuaciones de Garzón – incurrieron en tráfico de drogas y se lucraron con esta criminal práctica. Sólo hay, pues, dos guardias presuntamente ‘corruptos’. Las ilegalidades en que pudieran haber incurrido los restantes agentes y los oficiales y jefes implicados son de muy distinta naturaleza y sólo estuvieron impulsadas por un mal intepretado exceso de celo. No se trata de disculpar unas conductas no ajustadas a derecho. Roldán no las ha disculpado, pero ha subrayado – como ABC ha venido diciendo con insistencia – cómo todas las legislaciones penales del mundo prevén recursos excepcionales de flexibilidad para dotar a las unidades antidroga de instrumentos de insustituible eficacia. Era imprescindible que se formulase ese oportuno esclarecimiento.

10 Enero 1993

AGUJEROS NEGROS

Javier Pradera

Leer

El levantamiento del secreto del sumario sobre las irregularidades detectadas en la Unidad Central de Investigación Fiscal y Antidroga (UCIFA) de la Guardia Civil ha confirmado la alarma anteriormente suscitada por la prisión preventiva decretada contra algunos de sus máximos responsables. Sólo el juicio oral permitirá al tribunal depurar la culpabilidad o la inocencia de los acusados, denunciados por unos arrepentidos más preocupados por librarse de la cárcel que por ayudar al a justicia. Pero la información sobre las diligencias ya practicadas, suministrada por uno de los letrados de la defensa, muestra que los abusos ilegales cometidos por algunos responsables de perseguir el narcotráfico alcanzaron un volumen inaudito.

Según ese escalofriante avance de sumario, la UCIFA ha servido de cobertura para la perpetración de una amplia gama de infracciones penales: la entrega de cocaína a confidentes como pago en especie (rápidamente transformado en dinero contante y sonante por conducto de ese mismo mercado que la Guardia Civil pretende destruir), el montaje de operaciones ficticias con el propósito de embellecer el currículo profesional de esos simuladores de eficacia, la inexplicable desaparición de alijos incautados, las provocaciones a delinquir dirigidas a traficantes absueltos luego por los tribunales, la inculpación de inocentes con pruebas falsas, la sustracción de droga requisada para consumo personal o para su venta, etc. El director general de la Guardia Civil, sin embargo, reserva las prácticas de corrupción en sentido fuerte a los arrepentidos que pusieron en marcha el proceso con sus denuncias; tiempo habrá para que los tribunales se pronuncien sobre esa cuestión y aclaren también si las responsabilidades penales se agotan dentro del actual círculo de procesados o se extienden más allá de sus fronteras y hacia arriba.

La trama puesta al descubierto en España confirma las lecciones ofrecidas por otros países: los perseguidores y los perseguidos por narcotráfico pueden terminar cambiando sus papeles al estilo de Chesterton o de los jueces de policías y ladrones. En grado mucho mayor de lo que ocurrió con la prohibición de las bebidas alcohólicas en Estados Unidos, la criminalización de las drogas está sirviendo ahora de mercancía para fabulosos negocios; mientras que las mareantes cifras del narcotráfico potencian las oportunidades para corromper a funcionarios públicos, los servicios policiales afrontan la tentación de administrar o de crear el delito para su beneficio.

Fieles a su costumbre de rendir pleitesía verbal a la independencia del Poder Judicial para exigirle a renglón seguido impunidades selectivas, algunos medios conservadores han lanzado una estruendosa ofensiva para exculpar de antemano a los mandos de la UCIFA. Las alusiones a la legislación comparada sobre narcotráfico sólo se proponen crear confusión: las entregas controladas bajo vigilancia judicial nada tienen que ver con la droga regalada a los confidentes; y la tolerancia hacia el delito provocado es severamente criticada en los países que lo admiten. La procaz lluvia de insinuaciones lanzadas sobre las supuestos motivaciones del juez instructor, acusado de vanidad y de vedettismo, han sido respaldadas insólitamente por el presidente socialista de Castilla la Mancha en un arrebato adulatorio hacia la Guardia Civil. Pero las malévolas descalificaciones periodísticas dirigidas contra Baltasar Garzón no privarían de existencia material al sumario ni siquiera si esos movimientos reales fueran realmente ciertos.

Mensajes subliminales

El mensaje subliminal de toda esa campaña es que la lucha contra la droga exonera a la Guardia Civil de cumplir las leyes y le obliga incluso a recurrir a prácticas delictivas. Según ese cónico criterio, los jueces deben hacerse los distraídos cuando se producen tales contingencias; de otro modo serán acusados de angelismo ingenuo o de narcisismo exhibicionista. Por supuesto, la soterrada invitación a la infracción de las leyes por los agentes obligados a guardarlas también marcha en paralelo con remilgadas reverencias y solemnes sombrerazos al Estado de Derecho, transformado en ídolo de quita y pon por quienes aplican raseros legales diferentes en función de sus propias conveniencias. Pero si esas propuestas de otorgar licencias para delinquir, robar y matar en nombre de la razón de Estado prosperasen, los agujeros negros creados en el sistema constitucional pondrían en riesgo a la propia democracia.

Javier Pradera

23 Enero 1993

Pradera, desolado

ABC (Director: Luis María Anson)

Leer

El reputado comentarista del diario gubernamental se encuentra desolado después de conocer la noticia de que el Consejo Superior de Coordinación de las Fuerzas de Seguridad para la lucha contra la droga, que preside el secretario de Estado para la Seguridad, Rafael Vera, ha decidido proponer la modificación de la legislación para la lucha contra el narcotráfico para adaptarla a la de los países democráticos. El columnista arremetía días pasados contra ABC porque defendíamos, ni más ni menos, lo que ahora el Ejecutivo se propone llevar a cabo para evitar que las mafias de narcotráfico campen a sus anchas por España. Inquisidor del purismo democrático, el comentarista llegaba a afirmar que ABC pedía que a los agentes de la Guardia Civil se les diese licencia para matar. El reputado columnista ha quedado atrapado ahora por una decisión del Gobierno del que pretende ser, a la vez, vate, oráculo y guía supremo. Según sus amigos, el señor Pradera se mostraba muy abatido por el baño recibido.