3 junio 2022

Él tambien deberá indemnizar con una pequeña cantidad a su exmujer dado que un abogado suyo también la difamó a ella

El juicio entre los actores Johny Depp y Amber Heard concluye que la actriz difamó a su exmarido al inventarse los malos tratos físicos y deberá indemnizarle con 10 millones

Hechos

El 2 de junio de 2022 se hace pública la sentencia en el juicio por difamación entre los exconyuges Sres. Johny Depp y Amber Heard.

03 Junio 2022

Depp contra Heard

EL PAÍS (Directora: Pepa Bueno)

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El peligro tras la sentencia es su instrumentalización como revulsivo contra todo lo que representó el MeToo

Cada impulso progresista produce su reacción. La última se proyecta en la oleada de críticas vertidas sobre la actriz Amber Heard por la sentencia emitida en su contra que le obliga a pagar a su exesposo —el también actor Johnny Depp— 15 millones de dólares en concepto de indemnización. El fallo al que han llegado los siete miembros del jurado —cinco hombres y dos mujeres— considera difamatorias las tres declaraciones de la actriz y solo una del abogado del actor, y no da credibilidad al testimonio de Heard sobre supuestos malos tratos denunciados por ella.

Más allá del respeto escrupuloso al fallo del tribunal, lo revelador del juicio es la explosión de odio contra la actriz —especialmente en redes— que deja al descubierto otro juicio soterrado que va más allá de las dos celebridades: un ataque furibundo contra el movimiento MeToo en un momento especialmente regresivo para los derechos y libertades de las mujeres. El hostigamiento en redes contra voces femeninas que alcanzan notoriedad pública no es novedoso —la escritora Mary Beard lo ha vinculado con la carencia estructural de poder que padecen las mujeres—, pero la humillación a la que está siendo sometida Amber Heard solo se explica como objeto de una reacción contra el movimiento MeToo.

03 Junio 2022

Con Depp y Heard quien pierde es el #MeToo

EL MUNDO (Director: Joaquín Manso)

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LA PROCACIDAD con la que Johnny Depp y Amber Heard han aireado en redes sociales los escabrosos episodios domésticos que les han llevado al banquillo, y todos los entresijos del proceso judicial por sendas acusaciones de difamación, ha devenido en un esperpéntico espectáculo mediático con decenas de millones de seguidores. Es lamentable que este tipo de procesos -convertidos en juicios 2.0 por propia iniciativa de sus protagonistas- deriven en puestas en escena que enturbian el fondo de cuestiones tan delicadas como la custodia de la inviolable libertad moral y sexual de las mujeres y el no menos preocupante, por irreparable, perjuicio que se ocasiona a algunos hombres a resultas de denuncias falsas que se escudan tras la creciente afinidad hacia los principios inspiradores del movimiento #MeToo.

Conviene destacar que, a pesar del protagonismo que el movimiento acaparó durante todo el proceso, y de que ambos actores reconocen haber protagonizado episodios violentos en los 15 meses que estuvieron casados, lo que se dirimía era una cuestión de honor e imagen pública, no de malos tratos o agresiones. En definitiva, lo que cada uno ha intentado durante todo el recorrido judicial ha sido servirse en beneficio propio de la creciente sensibilidad global sobre cuestiones relacionadas con una lacra intolerable como la violencia de género: el esperpéntico fingimiento de un #MeToo sin #MeToo.

04 Junio 2022

Pierde el imbécil de Johnny ‘Sparrow’ Depp

Cristina Fallarás

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Ah, el bueno de Johnny Sparrow Depp convertido en un sapo que interpreta a un sapo en el que acabará siendo sin duda el papel de su vida. Pobre tipo, desgraciado, ni maldición merece. Lo tuvo todo y ha terminado convertido en monumento al eructo de taberna.

Ahí está, necesitaban encarnar su ansia de venganza contra las mujeres y él ha decidido hacerse cargo de tal papel, representarlo. Pero, ojo, representarlo siendo. El triste miserable de Depp es un actor veterano, un buen actor y como tal conoce la diferencia entre la representación y la vida, conoce la caricatura y lo grotesco, él mejor que ninguno lo conoce. Por eso, antes de sentarse ante un jurado convertido en un remedo de mafioso gordo fuera de la realidad, Johnny Sparrow Depp tuvo que pensarlo bien. Convertir tu vida en una ficción exige un pensamiento detenido, y ahí debe mediar un acto de voluntad. Hacer de tu vida una farsa solo por venganza, por odio, encarnar lo más bajo y representarlo hasta convertirte en lo más bajo, ser tú mismo miseria.

El trabajo, en su caso, ha sido tan minuciosamente elaborado y primorosa, grotescamente ejecutado, que duele verlo. Porque el paso es definitivo. Ya no es un actor. Ya no es un hombre. Es el hombre que actúa para encarnar el odio de los hombres que odian a las mujeres.

Triste final, pichón, triste final.

Mucho se ha escrito y se escribirá sobre el calado de la sentencia del juicio Amber Heard/Johnny Depp en la destrucción de los avances que supuso el #MeToo. Cierto, cierto, muy cierto es que afectará a las denuncias por violencia machista, a la confianza de las mujeres en que algo o alguien puede llegar a estar de nuestra parte, a que nos crean y no nos agredan por el simple hecho de decir la verdad. Pero, no nos engañemos, todo eso estaba ya ahí, sólido como el dolor compacto que arrastramos. Solo necesitaba un imbécil que le pusiera cara, cuerpo, que lo encarnara. Ese imbécil ha sido Johnny Sparrow Depp, y de un solo plumazo ha ofrecido en sacrificio su vida y su carrera, atadas como una sola cosa, para convertirse en estatua ecuestre de la ignorancia, la asnada y lo siniestro. Mucho debe ser su desprecio hacia sí mismo.

Eso es lo que ha sucedido. Ninguna de las que creíamos en que las denuncias de Amber Heard son reales hemos cambiado de opinión. Ninguna de las que hemos aceptado las evidencias de Depp como violento machista pensamos lo contrario. Todos los que han jaleado al antaño actor, los millones y millones de machos que han eructado de satisfacción ante cada una de las intervenciones de su parte, piensan exactamente lo mismo que pensaban. Lo que ha cambiado es que ya tienen al hombre que los representa.

Ese Johnny Sparrow Depp hinchado, soezmente amacarrado, con aires de mafioso de sainete barato, su evidente decadencia, me parecen una buena imagen para quienes rebuznan. Nosotras, por nuestra parte, sencillamente hemos constatado que sí, que se puede ir a más, y así se hará. No nos cabía duda.