18 marzo 1987

El ministro de Defensa, Narcís Serra, retira por decreto a Franco, a Moscardó y Carrero Blanco de los escalafones de las fuerzas armadas

Hechos

  • El 18.03.1987 el Ministerio de Defensa aprobó un decreto que retiraba de los escalafones de los distintos ejércitos y de la Guardia Civil al General Francisco Franco, al General Moscardó, Almirante Luis Carrero Blanco y militares Daoiz, Velarde, Fernando Primo de Rivera. Tampoco figurarían ya ni el Rey ni el ministro de Defensa.

20 Marzo 1987

Los héroes expulsados de los Ejércitos

Ismael Medina

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A nadie puede sorprender que el Gobierno socialista y su ministro Narciso Serra den un paso más en el desguazamiento moral e institucional de los Ejércitos. La iniciativa de suprimir de las escalillas militares a todos los que no estén vivos y sujetos, por ende, a dependencia burocracia del Estado de las autonomías, era del todo previsible desde el momento en que un anterior ministro, el señor Gutiérrez, dejó sentado, mediante arresto, que la disciplina está por encima del honor. Los socialistas han desarrollado la tesis implícita en la concepción de la democracia avanzada, hasta colocar la servidumbre al partido en el poder por encima del servicio a España. Conducida la reconversión militar hasta sus últimas consecuencias sobre tales líneas maestras, es lógico que pareciera incongruente la presencia de los grandes héroes y de los más gloriosos mandos a la cabeza de las escalillas de los Ejércitos, Armas y Cuerpos. La referencia de tales personalidades en los puestos del honor configuraba, sin duda, una afrenta para el sistema político cuya sustancia ética reside en la negación radical de cualesquiera valores fundamentales de la dignidad del hombre.

Es en absoluto farisaico la argucia de que persigue el Gobierno terminar con la anomalía de que figuren también al frente de los escalafones el Monarca y el ministro de Defensa. Para cualquier militar o persona mínimamente enterada existe una neta distinción entre el carácter protocolario y circunstancial de ese encabezamiento fácilmente subsanable y la vieja tradición militar de gloriarse con la presencia perpetua al frente de las escalillas de los Ejércitos, Armas y Cuerpos de aquellos cuyo heroísmo y grandeza concretan timbres permanentes de honor, de orgullo y de ejemplaridad. Confundir lo uno con lo otro para amparar una decisión sectaria, dictada por los torvos resentimientos políticos, no sólo entraña un alarde condenable del maniqueísmo, sino un factor imperativo de descalificación.

Tampoco puede silenciarse que la medida, en virtud de la cual también serán borrados los nombres de los héroes de otras épocas, entre ellos los de la Guerra de la Independencia, se produce pocos días después de la visita prepotente y en son neocolonialista de los presidentes de la República y del Gobierno franceses y de unas declaraciones del presidente del Gobierno español en que se pavoneaba de la liquidación de cualquier contencioso histórico con Francia. Hay motivos para sospechar que no sólo se busca amordazar el recuerdo de Franco, Moscardó y Carrero, sino satisfacer el chauvinismo de nuestros vecinos, haciendo tabla rasa de quienes, frente a la traición de sus afrancesados hicieron causa común con el pueblo por la libertad, la soberanía y la independencia. Cabe recordar a este respecto que por mucho menos se plantó solidariamente el Arma de Artillería frente a la Dictadura del general Primo de Rivera.

El incalificable decreto de expropiación del honor y el heroísmo en su última expresión simbólica al frente de escalafones y escalillas militares, configura uno de los últimos episodios del proceso revolucionario que encubre de marcha hacia la consagración de la democracia avanzada, el desguazamiento de la conciencia nacional y la sumisión de España al neocolonialismo internacionalista.

Ismael Medina