12 noviembre 2005

El ministro de Industria es el primer secretario del PSC, el partio referente del PSOE en Cataluña

El ministro Montilla acusa Pedro J. Ramírez y Jiménez Losantos de ‘personajes amorales situados en la derecha más extrema’ después de que estos le acusen de favorecer a La Caixa

Hechos

El 12.11.2005 D. José Montilla realizó un alegato contra la COPE y el director de EL MUNDO.

Lecturas

Coincidiendo con la OPA presentada por Gas Natural (sociedad eléctrica y gasística propiedad de La Caixa) para comprar la compañia eléctrica Endesa, cuyo presidente D. Manuel Pizarro, es contrario a la OPA, por lo que esta es hostil, el periódico EL MUNDO de D. Pedro J. Ramírez aseguró que la OPA obedecía a una operación del PSC. El primer secretario del Partido de los Socialistas Catalanes D. Josep Montilla, ocupa el cargo de ministro de Industria, el ministerio que regula el sector eléctrico.

OpaEndesa111 OpaEndesa222  Según el diario EL MUNDO La Caixa ha beneficiado económicamente durante años al PSC condonándoles deudas. Tanto el periódico EL MUNDO como el locutor de la COPE D. Federico Jiménez Losantos presentaron el caso como si fuera un caso de corrupción y pidieron la dimisión del Sr. Montilla.

El 12 de noviembre de 2005 D. José Montilla respondió con críticas a ambos periodistas: «No tengo intención de dimitir y menos porque lo pida un personaje amoral o unos personajes amorales como Pedro J. Ramírez y Federico Jiménez Losantos. Estos señores son servidores de la derecha más extrema, ellos en su arrogancia y egolatría se creen los estrategas de esta propia derecha».

También criticó a los obispos, propietarios de la COPE:

«Cuando una cadena de emisoras se dedica a incitar el odio… son los señores Rouco [cardenal arzobispo de Madrid] y Cañizares [cardenal primado, obispo de Toleod] los que tendrían que explicar a todos los católicos y a todos los ciudadanos por qué la COPE miente, por qué insulta, por qué incita al odio y por qué manipula. Y sobre todo por qué lo hace con tanta impunidad y atacando a todo el mundo. Hasta el propio Jefe de Estado ha sido insultado con impunidad y la Conferencia Episcopal ha amparado estos ataques. Los responsables de la Iglesia tendrían que dar explicaciones, estos señores, Rouco y Cañizares, que permiten que un medio comunicación traspase las líneas del respeto de la información constrastada, revolcándose en la difamación y la mentira».

10 Noviembre 2005

LA DIMISION DE MONTILLA, IMPERATIVO DE LA ETICA DEMOCRATICA

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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Sabido es que los partidos políticos han obtenido trato de favor de los bancos y las cajas desde la Transición. Pero jamás se había tenido noticia de un caso tan escandaloso como el de la Caixa con el PSC. Tras revelar que este partido ha mantenido una deuda de 14 millones de euros con la Caixa por un crédito impagado desde hace once años, EL MUNDO publica hoy que casi la mitad de esa suma fue condonada recientemente y que el PSC dispondrá de otros 15 años más para devolver la otra mitad a un tipo de interés del 3%.

José Montilla, primer secretario del PSC y ministro de Industria, afirmó ayer que su partido ha actuado de forma «transparente» ya que ha facilitado al Tribunal de Cuentas toda la información solicitada. Y en respuesta a unas declaraciones de Mariano Rajoy, que había puesto de relieve el quebranto para los impositores de la Caixa, Montilla pidió al líder del PP que aclare las cuentas de AP.

La respuesta de Montilla es sencillamente patética. Primero, porque en este asunto ha habido de todo, excepto «transparencia».La prueba es que ha sido nuestro periódico quien ha sacado a la luz este trato de favor, sólo parcial y anónimamente reflejado por el Tribunal de Cuentas. En segundo lugar, pedir a Rajoy que explique las deudas de un partido que desapareció hace casi 20 años es una cortina de humo. Puestos a solicitar explicaciones, Montilla podría haber exigido mucho antes a Sala, Navarro y Oliveró -sus tres compañeros en el PSC- que aclararan el montaje de Filesa, por el que fueron condenados a penas de cárcel.

Lo esencial en este caso es que Montilla queda en una situación insostenible como ministro tras la revelación de que la Caixa ha condonado una suma considerable a su partido. Y ello porque Montilla tiene que tomar decisiones que afectan directamente a los intereses de esa entidad financiera.

Hay dos circunstancias muy relevantes que inducen a sospechar que esta condonación, realizada hace meses, no fue inocente y que tenía como finalidad obtener favores del poder político.La primera es que el perdón de la deuda se produce cuando Maragall y sus socios ya estaban gobernando. La segunda es que Montilla era ministro de Industria.

Todo indica que la Caixa, cuando perdonó esa importante suma, preparaba ya la oferta de Gas Natural por Endesa. En cualquier caso, la Caixa era el principal accionista de Repsol, Telefónica, Gas Natural, Abertis, Aguas de Barcelona y otras empresas cuyas cuentas de resultados dependen de decisiones de la Generalitat de Cataluña y del Gobierno central.

Montilla no puede seguir siendo ministro de Industria, ya que carece de la independencia y autonomía necesarias para estar al frente de un departamento que tiene competencias reguladoras en energía y telecomunicaciones, dos sectores en los que están concentrados los intereses de la Caixa. ¿Fue la reciente autorización a Gas Natural para subir sus tarifas muy por encima del IPC parte de la devolución de este favor?

El ministro Blunkett dimitió hace pocos días en Gran Bretaña por no haber notificado que poseía un pequeño paquete de acciones en una empresa. El conflicto de intereses de Montilla es infinitamente más grande.

Zapatero declaró en su día en una portada de EL MUNDO que se comprometía a «hacer una democracia ejemplar» y convirtió la regeneración en bandera de su campaña electoral. Si es coherente con estos principios, debería relevar a Montilla. Es la primera vez que nuestro periódico solicita la dimisión de un ministro de su Gobierno, pero ello nos parece un imperativo de la más elemental ética democrática. El ministro de Industria, además de ser honrado, debe parecerlo y eso Montilla -al menos en términos políticos- ya no podrá conseguirlo nunca.

13 Noviembre 2005

Ministro en estanque dorado y con plomo catalán en las alas

Jesús Cacho

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El temporal no amaina, que sigue creciendo como esas tormentas tropicales caribeñas que engordan su potencial devastador a su paso por el golfo de México. Este diario, en scoop de Carlos Segovia, ha pillado esta semana al ministro Montilla con el carrito del helado, y los españoles se han sentido turbados de nuevo como si, viajeros a través del tiempo, hubieran regresado a los años del peor felipismo. Todo se embrolla y estalla al mismo tiempo: es el Estatuto catalán, es la negociación con ETA (demoledor retrato, en dos brochazos, del presidente Rodríguez por el pintor Arzalluz), es la OPA de GN, es la financiación de los partidos, es la LOE… Da la impresión de que el país se ha metido en un lío fenomenal, un laberinto del que resultará difícil salir.Es como si, en un acto de enajenación mental, hubiéramos decidido olvidarnos del mundo para dedicarnos a darnos mamporros. Medio país contra el otro medio. Decía Nietzsche que la Historia suele situar periódicamente a los españoles en bretes para los que no dan la talla. Menos aún la ha dado el ministro Montilla.

Su condición de ministro de Industria y de secretario general del PSC a finales de 2004, cuando se renegoció el crédito con la Caixa, le inhabilita para entender de cualquier decisión administrativa que tenga que ver con la entidad catalana y cualquiera de las empresas que forman parte de su grupo industrial. Por desgracia para él, el regalo no procede de Tomás Pascual, tan espléndido a la hora de obsequiar a media España con sus leches y yogures, sino de una Caja que ejerce un especial control sobre el sector energético español, un campo que cae de lleno en las competencias de Industria. Ocurre, sin embargo, que si lo anterior le inhabilita para el ejercicio del cargo de ministro de Industria, la ocultación al Tribunal de Cuentas de la condonación de la mitad de la deuda por la Caixa, le inhabilita simple y llanamente como político.Porque ese episodio demuestra que ha mentido en documento público y en el ejercicio de su cargo como secretario general del PSC.

Y ello con independencia de que establecer una relación de causa efecto entre la presentación de la OPA por parte de GN y una actuación potencialmente prevaricadora del ministro a favor de la misma no pase de ser un juicio de valor. Lo de esta OPA era un secreto a voces. En diciembre del año pasado todo el mundo estaba al cabo de la calle de que en el sector energético se iban a producir movimientos corporativos de importancia después del verano de 2005, como así ha sido, y no sin que antes hubieran fracasado, por iniciativa gubernamental, en este caso del Gobierno Aznar, operaciones de tanto calado como la fusión Fenosa-Cantábrico, la OPA de GN sobre Iberdrola, un intento, frustrado en el último minuto, de OPA de Repsol sobre la propia Iberdrola, y la fusión Endesa-Iberdrola.

Ocurre, sin embargo, que el Gobierno Zapatero se está dejando tantas plumas en la gatera de esta OPA, se está mostrando tan parcial a favor de la misma, que la sospecha está servida. Lo liviano de las condiciones impuestas esta semana por la CNE para llevar adelante la operación, o las presiones que el Ejecutivo está ejerciendo en Bruselas para quedarse con la competencia, no hacen sino abonar la idea de que el Gobierno tiene un interés especial en que Gas Natural se coma a Endesa. Perversa la situación por la que atraviesan las instituciones de un país donde cualquier operación mercantil (en principio, todas las OPA deberían llegar en franquía a los predios de los accionistas, que de acuerdo con los códigos mercantiles son, o deberían ser, los únicos capacitados para aceptarlas o rechazarlas según conviniera a su bolsillo) termina por convertirse en una operación política, con efectos devastadores para la salud democrática del sistema.

Porque este episodio nos obliga a remontarnos aguas arriba de algunos problemas básicos de nuestra democracia, como es el de la financiación de los partidos, fuente de casi todas las corrupciones, particularmente las urbanísticas. Los partidos siguen gastando a manos llenas, conocedores de que el sistema de bancos y cajas se avendrá a financiar la fiesta con resignada alegría. En la mayoría de los casos los gestores saben que no podrán cobrar intereses ni recuperar, siquiera, el principal, pero intuyen que ocasiones vendrán que de las pérdidas les resarcirán. «Condona que algo queda», en feliz expresión de Carlos Sánchez, quien, en El Confidencial del viernes, aseguraba que a finales de 2002 los préstamos «vencidos y no pagados» ascendían a 38,1 millones de euros, una cantidad muy significativa si se tiene en cuenta que las subvenciones del conjunto de las administraciones públicas ascendieron en 2002 (último año analizado por el Tribunal de Cuentas) a 156,6 millones de euros, y ello sólo para gastos ordinarios, puesto que los periodos electorales cuentan con dotaciones adicionales.

Sólo esta situación puede explicar que la Fiscalía y la Abogacía del Estado actuaran, durante el Gobierno de Aznar, como verdaderos abogados defensores del banquero Emilio Botín con ocasión de las indemnizaciones millonarias por él pagadas a Amusátegui y Corcóstegui, y sólo así se explica que, días después de llegar al Gobierno, el vicepresidente Solbes aclarara que la posición del Gobierno socialista en el caso no iba a variar en absoluto.Sufre la Justicia, sangra por la herida que la mantiene sometida a los intereses de una clase política escasamente democrática.Sólo así se explica que Emilio Ybarra se vaya a ir de rositas.Uno se queda con 20 millones de euros de nada para hacerse unos fondos de pensiones en EEUU, y no pasa nada. Si los devuelve, no pasa nada. Tan amigos. Y para que no se note tanto, conceden el tercer grado a Mario Conde y se publicita a fondo cuando ya llevaba meses en esa condición.

Algunas gentes de bien no dejan de alegrarse ante el aparente caos que vive el país, al suponer que las cosas tienen que empeorar lo suficiente para que puedan de una vez arreglarse. Optimistas, confían en que alguna vez los españoles acabarán por exigir a sus políticos que se dediquen a la política y saquen las manos del mundo del dinero, que acaben con el totum revolutum en que en España conviven lo público y lo privado, caldo de cultivo de todas las corrupciones. Confían en que se avengan a dotar, de una vez por todas, de verdadera independencia a los organismos de control encargados de fiscalizar la labor del Ejecutivo, de forma que cuando la CNE o el TDC adopten una decisión, con muchos intereses en juego, puedan pensar sin lugar a dudas que ha primado el interés general por encima del particular de bancos y cajas que se juegan miles de millones en el intento y que están dispuestos a corromper al lucero del alba.

Lo acontecido esta semana con la financiación del PSC pone de manifiesto algunas peculiaridades del cáncer que sufre la democracia española: por ejemplo, que el escándalo ocurre otra vez en el estanque dorado catalán ¿Qué pasa en Cataluña? ¿Qué tipo de sociedad civil ha cristalizado allí, tras décadas de ideología única (nacionalismo), presidida por la ley del silencio? Por ejemplo, que estamos de nuevo ante un escándalo de corrupción que vuelve a sacudir los cimientos del socialismo español, poniendo en evidencia que el PSOE de Rodríguez no completó su travesía del desierto, no llevó a cabo esa revolución ética que parecía inevitable tras los desastres del felipismo. Los mismos o parecidos perros con idénticos collares: Rubalcaba, referencia de poder en el PSOE de González, lo sigue siendo en el de Zapatero , además de nexo de unión entre Prisa y el PSOE, el gran secreto a voces de nuestra democracia.

El resultado del envite es que el Gobierno tiene una vía de agua de muy difícil sutura con un ministro como Montilla, incapacitado para dirimir cualquier cuestión relativa no ya a esta OPA, sino al grupo de empresas participadas por la Caixa. En cualquier país de tradición anglosajona, el cordobés tendría que irse a su casa. Aquí, no. Aquí la OPA se pudre y sube de nivel. Ahora ya no se trata de una operación mercantil, sino de una apuesta política del Gobierno. Zapatero ya no se puede permitir perder este pulso: ahora tiene que ganarlo por pelotas. ¿Incluso a costa de los fondos estructurales?

14 Noviembre 2005

De 'pellón' a 'montilla'

Federico Jiménez Losantos

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Montilla se puede poner como se ponga, puede insultar lo que le de la gana y llamarnos de todo a Pedro Jota, a la Cope, a mí y al Lucero del Alba. Pero los hechos son tozudos: el ministro de Industria ha aceptado mil millones de pesetas de la Caixa (parece que tras pedir dos mil trescientos, todo lo que le debía el PSC desde trece años antes) y ha recompensado tanta generosidad favoreciendo la OPA de Gas Natural sobre Endesa. Por otra parte, la parcialidad del ministro de Industria a favor de una empresa y contra otra, que sería motivo en Londres de destitución y en Nueva York de cárcel, se agrava con la agresión a una empresa, la Cope, que según prometió al aceptar el cargo de ministro de Telecomunicaciones, el mismo Montilla debería proteger.

En tiempos de González y de Belloch, seguramente Montilla pertenecería ya al pasado del Consejo de Ministros y al futuro del Tribunal Supremo por sólidos indicios de prevaricación. No, no olvidamos que González participó personalmente en la famosa conspiración de ‘los Albertos’ para hacerse con el Banco Central a través de la operación Cartera Central (que por estafa colateral debería haberlos llevado a la cárcel), un atraco desbaratado por Escámez mediante los sobornos de Filesa. Pero tampoco olvidamos que cuando Josep María Sala, responsable de Filesa, fue a la cárcel, lo sucedió Montilla en la Secretaría de Organización del PSC y que ni las deudas ni las costumbres de Filesa han periclitado. Entonces, los amontillados del PSC empapelaron las Ramblas con carteles proclamando la inocencia de Sala y atacando a jueces y periodistas.Cuando se presenten las denuncias contra Montilla, que se presentarán pronto, volverán a atacar a los jueces. De los periodistas, qué les voy a contar. ¿Y ésta es la heredad de Zapatero?

Hay una pista inequívoca de que la corrupción felipista ha vuelto.En tiempos de González se creó el pellón como unidad de comisión de mil millones de pesetas para conseguir una determinada contrata, sobre todo en la Expo, el AVE y otras sevillanías. Ejemplo: «eso le ha costado a Siemens cien pellones». Antonio Burgos acuñó aquella pieza satírica de curso legal. Ahora, Alfonso Ussía ha creado la montilla, una figura socialista de orden neoclásico que designaría al chollocrédito de un pellón conseguido en un banco o caja, y que el chollodeudor cancela cómodamente once años después sin pagar intereses y gracias a la desinteresadísima generosidad del cajacreedor. Alguno pensará que una montilla es sólo un pellón caducado. Error. En realidad, demuestra la perennidad de la corrupción cuando el socialismo se instala en el poder. Eso, póngase Montilla como se ponga y aunque Franco lo haga presidente. ¿También por accidente?