25 noviembre 1998

El motor le estalla a Carlos Sainz y Luis Moya a 500 metros de la meta para ganar el Campeonato del Mundo de los Rallies

Hechos

Fue noticia en la prensa el 25 de noviembre de 1998.

02 Diciembre 1998

Los matices de la derrota de Sainz

Lorenzo Milá

Leer

Si hay algo más injusto que perder un gran éxito cuando ya te felicitaban, es pasar a la historia como un perdedor cuando no lo eres. A estas alturas todos sabemos lo que les pasó a Carlos Sainz y Luis Moya en Gran Bretaña. Ya da igual. Eso sí, campeones de la mala suerte es un título compasivo e injusto que no merecen porque lo importante, al final, es valorar los matices.Sainz es un deportista excepcional, de esos que tenemos la oportunidad de disfrutar cada mucho. Un Induráin, un Ballesteros, un Nieto… por hablar sólo de algunos personajes singulares, deportistas extraordinarios, fuera de serie. Gente capaz de imposibles, con magia en las manos.

Los que mejor saben que todo eso es verdad son sus rivales. Saben que Sainz y Moya han conseguido más victorias que nadie en la historia del Mundial de rallies, algunas veces con coches inferiores. Y fueron los primeros en ganar en todas las superficies: asfalto, nieve, tierra, barro. Nadie como Sainz ha preparado tantos coches ganadores, que otros han aprovechado más que él, por decisiones desacertadas, es cierto. Pero sus rivales saben bien que desde hace ocho años casi siempre se lucha contra los mismos: Sainz y Moya. Tiempo atrás fue Biasion, luego Kankkunen, Auriol, McRae, y ahora Makinen. Unos ganan en un terreno y otros en otro. Pero casi siempre compiten contra Sainz y Moya. Todos sabemos que han ganado dos títulos desde 1990 y han sido cuatro veces subcampeones en los últimos seis años. Parece poco, porque hicieron méritos para llevarse al menos cuatro mundiales, como Ballesteros debería haber ganado por lo menos otros dos Masters de Augusta y Ángel Nieto su título número 14.

Algunos todavía tienen tiempo de hacer las paces con las estadísticas. Al final serán sólo datos que hablarán de la calidad profesional de Carlos y Luis, que yo ya tengo clara y que estaría bien que todo el mundo, en la victoria y en la derrota, valorara. Porque me parece justo que la pequeña historia del deporte también reconozca los matices.