31 enero 1985

Luis María Anson (ABC) y Juan Tomás de Salas (Grupo16) reaccionan con ira al ataque de Juan Luis Cebrián

EL PAÍS (Grupo PRISA) hace públicas las deudas de sus competidores – las editoras de ABC y DIARIO16 – en medio de su asalto a la SER

Hechos

  • Un reportaje publicado en EL PAÍS el 31 de enero de 1985 hacía públicas las deudas con el Estado de las empresas Prensa Española (editora de ABC) y el Grupo16 (editor de DIARIO16 y CAMBIO16). Los responsables de ambas empresas publicaron editoriales descalificando a EL PAÍS por ello.

Lecturas

Desde su llegada a la dirección del diario ABC, D. Luis María Anson se había referido siempre a EL PAÍS como ‘diario gubernamental’ (del Gobierno del PSOE), logrando con éxito que ‘calara’ aquel apodo en amplios sectores, de lo que el propio Sr. Anson se mostraba muy satisfecho:

Dicen que la mejor defensa es un buen ataque. Y eso debió de pensar D. Juan Luis Cebrián, director de EL PAÍS y Director General del Grupo PRISA. Inmediatamente después de oficializada la compra del paquete mayoritario de la Cadena SER por PRISA,  D. Pedro J. Ramírez desde DIARIO16 y D. Luis María Anson desde ABC cargaron contra las maniobras de EL PAÍS al que ABC ya había bautizado hace tiempo como ‘diario gubernamental’. Consideraban que el Gobierno había cometido un caso de favoritismo, puesto que el Comité de Empresa y la familia Fontán también habían hecho ofertas para la adquisición de una parte de aquellas acciones y el Gobierno no les había dado un permiso que sí, por el contrario, habían recibido los Sres. de EL PAÍS. Estos podrían argumentar que tenían un acuerdo con la familia Garrigues (léase Banco de Levante), que como presidentes dieron el mismo apoyo para que el Sr. Polanco se hiciera con la SER que el que D. José Ortega Spottorno le dio en EL PAÍS. El periódico DIARIO16 se apresuraba a enviar a un periodista a entrevistar a las principales estrellas de la SER (D. Iñaki Gabilondo, D. Robeto Gómez, D. Joaquín Luqui, D. Dña. Paloma Varela o Dña. Ely del Valle) si no temían a que con el nuevo dueño tuvieran menos libertad. Algo que contradecía los intereses de los Sres. Polanco y Cebrián que deseaban una llegada más discreta.

Pero si todo eso ocurría el día 30, el obus mayor iba a llegar el día 31. El diario EL PAÍS tenía previsto un ataque a toda página contra sus ‘compañeros’.

El 31 de enero de 1985 el diario EL PAÍS, dirigido por D. Juan Luis Cebrián, publicó a página completa un análisis a la ‘crisis de la prensa’, presentando a la mayoría de empresas periodísticas como empresas ‘endeudadas’ que debían créditos al Estado.

Las empresas peor paradas en el informe eran Prensa Española (editora del diario ABC, presidida por D. Guillermo Luca de Tena) y el Grupo16 (editora de DIARIO16 presidida por D. Juan Tomás de Salas), es decir, los propietarios de los periódicos que competían con EL PAÍS.  El ABC tenía unas deudas con el Estado y Hacienda de 242.417.419 pesetas y debía además a la Seguridad Social otros 231 millones de pesetas. Y en lo que se refiere a DIARIO16, se aseguraba que debía a la Seguridad Social hasta 10 millones de pesetas y a Hacienda otros 87 millones de pesetas.

El ataque tenía su gracia si se tiene en cuenta que DIARIO16 y, sobretodo, el ABC, no se habían cansado de decir los muchos favores gubernamentales que el Gobierno hacía EL PAÍS y ahora con el tema de la SER se disponían a lanzar toda su artillería en esa dirección y resultaba que ambos periódicos – aunque sus lectores lo desconocieran debían su subsistencia al Gobierno, que no había ejecutado todo el dinero que estos debían al Estado que resultaba ser su principal acreedor. Dado que no parece probable que una empresa o comercio debiera 200 millones sin que se la ‘ejecutara’ en un embargo o una quiebra.

En ese mismo informe se apresuraba a aclarar que el Grupo PRISA – la empresa editora de EL PAÍS – no estaba endeudada y era ‘el único diario que está al día en sus cuentas con el Estado’. Era una forma de arrear a la competencia y auto-elogiarse a ellos mismos.

Si EL PAÍS pretendía que se dejase de hablar del tema de la Cadena SER, lo consiguió. Si pretendía que no se le criticase entonces no, porque ABC y DIARIO16 le dieron hasta en el carné de identidad.

Si D. Luis María Anson fue contundente con un editorial titulado ‘El Diario Gubernamental miente’, el Grupo16 de D. Pedro J. Ramírez, D. José Oneto y D. Juan Tomás de Salas lanzaron la mayor oleada de artículos contra el Grupo PRISA que los publicados hasta ese momento contra ellos.

Los artículos en DIARIO16 y CAMBIO16 en los que por primera vez se identificaba a D. Jesús Polanco con el divertido mote de ‘Jesús del Gran Poder’ se atacaba a D. Juan Luis Cebrián como alguien que ‘se había vuelto loco’, ‘que se erigía en arcángel y que pretendía que su amistad con dictadores colorados (por Fidel Castro y Daniel Ortega) iba a hacer olvidar su pasado”. CAMBIO16 publicó una caricatura en portada de D. Juan Luis Cebrián con el ojo y el triángulo sobre la cabeza: “El Dios Cebrián”.

Por su parte el Sr. Anson recurría a su habitual ironía publicando un recuadro en el que se decía “Juan Luis Cebrián realiza una positiva actitud contra la libertad de expresión al servicio de los intereses del Gobierno. En la dirección del periódico oficioso se espera con impaciencia un telegrama de adhesión del dictador Fidel Castro”.

31 Enero 1985

Las empresas periodísticas adeudan cerca de 5.000 millones al Tesoro público

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

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Técnicos de la Administración estiman en unos 5.000 millones de pesetas lo que debe al Tesoro públíco y a la Seguridad Social -en deudas vencidas y exigibles- la mayoría de las 91 empresas periodísticas españolas que han pedido ayudas estatales en 1984. Según los mismos técnicos, se ocasionaría el embargo de gran parte de la Prensa española si el Estado ejecutase esta deuda. La precaria situación financiera provoca que la liquidez sea escasa en algunas empresas periodísticas, que se ven obligadas a negociar con la Administración el aplazamiento de sus deudas. EL PAIS es uno de los pocos diarios de difusión nacional -no especializado- que tiene al día sus cuentas con el Estado.La ley de Ayudas a Empresas Periodísticas y Agencias Informativas prevé que el Estado descuente por primera vez este año las deudas de las empresas periodísticas con Hacienda, Seguridad Social y entidades de crédito oficial de la cifra que les corresponda de subvención estatal en concepto de difusión.

La ley de Ayudas a Empresas Periodísticas y Agencias Informativas, publicada en el Boletín Oficial del Estado el 3 de agosto de 1984, previó que el Estado descontaría por primera vez este año las deudas que tienen las empresas periodísticas con Hacienda, Seguridad Social y entidades de crédito oficial, de la cantidad que les corresponde de subvención estatal en concepto de difusión. De esta manera, periódicos como Abc, Diario 16, La Vanguardia o El Alcázar, y otros muchos de difusión regional o local, aunque recibirán subvenciones, no ingresarán el dinero correspondiente, que se descontará simplemente de lo que deben.Este descuento de las subvenciones, que afecta exclusivamente a las deudas vencidas, líquidas y exigibles con el Estado, se aplica por primera vez en el ejercicio referido a 1984, de acuerdo con la ley citada. El artículo tercero de esta disposición indica textualmente: «Si al tiempo de solicitar la ayuda por difusión la empresa periodística tuviere contraídas obligaciones frente a la Hacienda Pública, Seguridad Social o instituciones oficiales de crédito en virtud de deudas vencidas, líquidas y exigibles, la Administración aplicará al pago de dichas obligaciones el importe total de la ayuda que corresponda en concepto de difusión. El exceso resultante, en su caso, se entregará a la empresa en forma de subvención».

Sólo a la Seguridad Social, la mayor parte de las empresas periodísticas españolas debe en conjunto más de 2.000 millones de pesetas. Si a esta cifra se suma la deuda a Hacienda, el monto global supera los 5.000 millones de pesetas. En este cómputo no se incluyen las cifras que las empresas periodísticas deben a las instituciones de crédito oficial, principalmente al Banco de Crédito Industrial. Fuentes solventes indicaron que la cifra total podría ser superior a la deuda estimada con la Seguridad Social y Hacienda.

Diarios de difusión nacional

De acuerdo con la misma ley, la Administración dará cuenta próximamente al Parlamento, en las comisiones correspondientes, de la relación de solicitudes, empresas beneficiarias y cuantías y tipos de ayudas económicas que se han concedido. En esta relación se incluirán datos como los de que Prensa Española, editora del periódico Abc, tiene una deuda acumulada con Hacienda de 242.417.413 pesetas, y debe además a la Seguridad Social 231 millones de pesetas. Darío Valcárcel, subdirector de ABC, consultado por EL PAIS, dijo que no confirmaba en modo alguno tales cifras.Otros periódicos que ocupan lugares distinguidos en las listas de difusión también tienen importantes obligaciones con el Estado: Diario 16 debe a la Seguridad Social 10 millones de pesetas, y 87 millones a Hacienda (el Grupo 16, en su conjunto, debe, según fuentes oficiales, 97 millones a Hacienda y 222 a la Seguridad Social); pero Antonio Alférez, director adjunto de Diario 16, que citaba al director de la publicación, la cifra era inexacta.

La Vanguardia -que no facilitó datos propios al respecto- tiene 292 millones de pesetas de deuda a Hacienda Pública, y El Alcázar cuenta con una deuda acumulada de 480 millones de pesetas con la Seguridad Social y 137 millones de pesetas con Hacienda. Antonio Izquierdo, director de El Alcázar, dijo que no era función suya opinar sobre estas cifras. «No me preocupan estos datos, me preocupan las noticias. En cualquier caso, me extraña que tengamos deudas altas y sospecho. que los datos de EL PAIS están equivocados». El periódico económico Cinco Días tiene una deuda de 95 millones de pesetas con la Seguridad Social.

Según Luis Ignacio Parada, presidente de la Sociedad editora de Cinco Días, este diario económico adeuda a la Seguridad Social, por el período entre 1978 y 1983, 48.584.544 pesetas. La deuda correspondiente a la cuota de empresa, es de 15.272.765 pesetas, lo cual hace un total, según Parada, de 63.857.309 pesetas. Existe una partida deudora más procedente de una sociedad distinta propietaria de los talleres donde se imprime el diario, pero no puede a su juicio contabilizarse conjuntamente habida cuenta de que el volumen de producción del diario ocupa un 40% de la facturación del taller.

Prácticamente puede decirse que EL PAIS es el único diario de difusión nacional que está al día en sus cuentas con el Estado. Pero para comprender la magnitud de la crisis que padece la Prensa española es preciso señalar que muchos de los diarios citados anteriormente acumulan sobre las deudas al Estado créditos a instituciones financieras privadas que en algunos casos rebasan los 1.000 millones de pesetas. La crisis no es tan grave en los periódicos regionales y locales, varios de los cuales disfrutan de una situación económica próspera y tienen al día sus cuentas con el Estado, pero hay otros que han acumulado también una fuerte deuda. Especial importancia tiene la situación de algunos diarios catalanes.

El Noticiero Universal debe a la Seguridad Social 642 millones de pesetas más 597 a Hacienda. En opinión del director del Noticiero, Jordi Domenech, estas cifras resultan abultadas ya que al cambiar la titularidad de la propiedad, hace tres meses, se redujeron sensiblemente los adeudos. Avui -siempre según fuentes oficiales- tiene una deuda con la Seguridad Social de 340 millones de pesetas y de 306 millones de pesetas con Hacienda, si bien estos datos no pudieron contrastarse con otros procedentes de la dirección del medio El Correo Catalán debe 264 millones de pesetas a la Seguridad Social y 158 millones a Hacienda; El Periódico debe 74 millones de pesetas a la Seguridad Social y 122 millones de pesetas a la Hacienda Pública. Según fuentes de El Periódico, la publicación tiene una moratoria de pago de las deudas de la Seguridad Social, y con Hacienda tramitó otra moratoria en 1983, pendiente de respuesta.

En el ejercicio de 1984, el Estado ha destinado en concepto de subvenciones a la Prensa 1.260 millones de pesetas por ayuda a la difusión y 1.320 para ayuda al papel Prensa. No ha habido este año ayudas por reconversión tecnológica. Para 1985 está aprobado un presupuesto de 1.112.400.000 pesetas para las subvenciones al consumo de papel Prensa nacional, 1.148.200.000 pesetas para la difusión y 500 millones de pesetas para reconversión tecnológica.

Los multimedia en España

Las grandes empresas españolas editoras de Prensa no limitan su actividad a la edición de periódicos y revistas, sino que se han constituido en protagonistas en otros medios como radio y televisión.

– Ediciones Zeta, S.A. El grupo, a través de ediciones Zeta, edita las revistas Interviú, Tiempo, Dinero, Viajar, Penthouse y El Periódico de Barcelona. El grupo controla, además, la agencia OTR-Press. Zeta posee desde 1982 el 60% de las acciones de Gráficas Industriales, SA, y en noviembre de 1984 firmó con la multinacional alemana Bertelsmann un acuerdo para la construcción de una empresa de impresión y edición de revistas, catálogos y folletos. En 1983 Zeta vendió el 20% de las acciones que poseían en la emisora radiofónica Antena 3 al grupo editor de La Vanguardia. En cuanto a su participación en televisión, ya en 1978 dirigió una solicitud al Ministerio de Cultura para la instalación de emisoras. En noviembre del mes pasado el grupo manifestó la intención de crear la empresa Univisión; que dirigiría el periodista Ladislao Azcona, para la producción y venta de programas a televisiones privadas.

– Talleres de Imprenta, SA (TISA) es la empresa editora del diario barcelonés La Vanguardia y de las revistas Gaceta Ilustrada, desaparecida, Mundo Deportivo y Dicen. Asimismo ha creado la Papelera Godó para asegurarse el suministro de papel. A partir de 1939 y hasta 1978 se vieron obligados a añadir Española al titular. El grupo Godó adquiere el 10% del capital de la empresa privada de Antena 3 de Cataluña, que aumenta en 1983 al 30% al comprar las acciones de la emisora Antena 3, vendidas por Zeta.

– El Grupo 16 está integrado por las empresas Información y Publicaciones, SA, constituida en junio de 1971, e Información y Prensa, SA, creada en 1978, bajo la presidencia de Juan Tomás de Salas. El grupo edita los diarios Diario 16 y Diario 16 de Andalucía, y las revistas Cambio 16, Motor 16, Historia 16 Ideas. En enero de 1982 el grupo obtiene las licencias para la explotación de emisoras de frecuencia modulada (FM) en Madrid, Sevilla y Valencia; posteriormente, en Zaragoza y Alicante. En 1983 se constituye la sociedad mixta SER-Grupo 16, bajo la denominación Comunicación y Radiodifusión, SA, para la explotación de las cinco licencias concedidas con el nombre dé Radio Minuto-Cadena 16.

– La Editorial Católica (Edica) edita los diarios Ya; La Verdad, de Murcia; Hoy, de Badajoz; Ideal, de Granada; y El Ideal Gallego, de La Coruña. Es asimismo propietaria del servicio de noticias Logos-Edica. La edición de libros se realiza a través de la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC) y Ediciones Rioduero. Al plan de renovación tecnológica y modernización acometido por la empresa contribuye el donativo de 40 millones de pesetas hecho por’ el Papa.

– Prensa Española, SA es la empresa editora de los diarios Abc y Abc de Sevilla, así como de la revista Trofeo. Desde 1891 editaba la revista Blanco y Negro, hoy desaparecida. Cuenta además con la Editorial Prensa Española. En 1981 se integró en la sociedad anónima Antena 3 que recientemente ha adquirido la cadena Radio 80.

– Promotora de Informaciones, SA (PRISA). Sociedad editora del diario EL PAIS. En 1982, el diario saca una edición para Cataluña, con redacción y planta de impresión en Barcelona. Unos meses después crea la edición internacional. PRISA constituye la sociedad Promotora de Emisoras, SA (PRESA) que explota radio EL PAIS, emisora de Madrid en frecuencia modulada, cuyas emisiones comenzaron en 1983. El diario distribuye un servicio de noticias a prensa nacional y extranjeros jera. PRISA es propietaria también de la Sociedad General dé Televisión (SOGETEL) dedicada a diseñar un proyecto de televisión privada. PRISA, además, ha creado recientemente Ediciones EL PAIS.

31 Enero 1985

SIN QUE SIRVA DE PRECEDENTE

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

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UNO DE los rasgos más empobrecedores de nuestra vida pública es la tendencia de algunos medios de comunicación a convertirse a sí mismos en noticia y a incitar a otros periódicos para que les sigan por el despeñadero del narcisismo y las polémicas. Las tentativas para aumentar la tirada y para disminuir los números rojos en la cuenta de sus pérdidas explican parcialmente esos ejercicios de autocomplacencia y esas agresiones tabernarias entre nuestros colegas.Mentiríamos si dijéramos que nos importa un comino, porque también somos periodistas los que hacemos EL PAIS, y nos duele ver la degradación de nuestra propia familia, y porque EL PAIS es una empresa estrictamente periodística, nacida al calor de la libertad y demasiado comprometida con ella para no alarmarse ante las incitaciones que al enfrentamiento civil y a la subversión reaccionaria hacen connotados diarios. Pero mentiríamos también si dijéramos que nos importa mucho, porque en el pecado llevan la penitencia: los lectores están cansados de que periódicos y periodistas no hagan otra cosa que hablar de ellos mismos -para qué decir de las tertulias radiofónicas- y pagan con su despego hacia los medios la fatuidad de éstos.

La seria crisis por la que atraviesa la Prensa española hoy, y que en sus perfiles económicos explicamos en este mismo número, proviene no sólo de causas objetivas: están presentes también la incapacidad de algunos gestores y la megalomanía de otros. La situación de esa Prensa, técnicamente en quiebra, y cuya supervivencia sólo es posible gracias al impago de deudas estatales o a créditos concedidos a fondo perdido, y las pretensiones de algunos periodistas de sustituir a los políticos en el ejercicio del poder convergen en ese panorama desolador que empieza a merecer la desatención de la calle. Los flatos sonoros que reclaman independencia en algunas de esas cabeceras tienen que poner sordina a sus pretensiones cuando el inspector de Hacienda visita la casa. Y es una triste realidad que muchos de los que aparentemente gritan tanto contra la autoridad sólo son dramáticos rehenes de ésta según los libros del fisco.

Pero es triste: periódicos importantes, o que podrían haberlo sido; agencias que un día brillaron, radios rompedoras, han abandonado sus tareas específicas -recoger y elaborar la información, ofrecer análisis y valoraciones, servir de cauce a las opiniones de la sociedad, para aturdir a los lectores u oyentes con noticias acerca de sus propias glorias y con incitaciones a la polémica -cuando no groseras injurias- dirigidas contra otros órganos de Prensa. No es la paciencia franciscana, que admiramos, sino la dignidad del propio oficio, el respeto a nuestros lectores y la defensa del papel que debe desempeñar la Prensa en una sociedad libre las causas de que otros periódicos -y señaladamente EL PAIS- prefieran guardar silencio. En cuanto a los motivos para hacer tanto ruido están bien explicados en las cifras de difusión y en las contabilidades de quienes lo organizan.

Claro, que el Gobierno ha contribuido también a la puesta en escena de esa disparatada comedia de equívocos, en la que la megalomanía de los periodistas aspirantes a políticos alterna con la prepotencia de los Políticos empeñados en convertirse en maestros de escuela de los periodistas. La realidad es que esto no es una novedad tampoco. Todos los Gobiernos lo han hecho, y todos los Gobiernos lo harán. La historia de la libertad de expresión es la historia de la lucha contra el poder y no podía ser una excepción en esto el Gabinete socialista. Es verdad que reproduce los males de los anteriores Gobiernos, pero sería injusto en este caso decir que los empeora. Y algunos ex ministros, de la democracia y de la dictadura, que hoy se dedican trabajosamente al oficio de columnistas o de patronos de los medios de comunicación, deberían tener más memoria histórica de lo que sólo ocurría anteayer.

Este comentario está hecho también al hilo de que Promotora de Informaciones. (PRISA), sociedad editora de nuestro diario, ha adquirido un paquete de acciones de la Sociedad Española de Radiodifusión (SER) y participa desde anteayer en sus órganos de gestión y decisión. El respeto de ambas empresas por la independencia profesional de los que hacen la SER y EL PAIS ha permitido a esa cadena de radios y a nuestro periódico ocupar el primer lugar en sus respectivos campos. PRISA ha tomado la decisión, pública y conocida, de ampliar sus actividades profesionales, como muchos otros medios de comunicación lo hacen, hacia el terreno audiovisual, y la participación en la SER tiene miras más largas, puestas en la posibilidad de organizar un gran consorcio pluralista de medios de comunicación, capaces de gestionar una cadena televisiva en leal competencia con las estatales. En el supuesto de que el Gobierno envíe finalmente a las Cortes un proyecto sobre televisión privada, según ha prometido el presidente González. Esto exige, primero no mezclarse, y segundo, no confundirse: EL PAIS es un proyecto autónomo de la SER. Su línea editorial está establecida en un estatuto de la Redacción, la avalan sus lectores y no hay que perder tiempo en definirla para quienes lean estas páginas a diario. La transacción que comentarnos se ha hecho contra desembolso de más de 400 millones de pesetas, salidos íntegramente de la cuenta do resultados de este periódico. Y no es cierto que se haya hecho en competencia o disputa con los trabajadores de la SER: las negociaciones han durado más de dos años y en ningún momento PRISA ha tenido conocimiento de que el comité de empresa de la SER optara a esos paquetes de acciones, que sí habían sido objeto de otras ofertas. Cuando el lunes pasado la Fundación Banco Urquijo recibió una carta de dicho comité optando a la compra, la operación estaba realizada y firmada desde hace semanas.

Por lo demás, es obvio que seguimos dispuestos a publicar cuantas críticas merezca la SER, igual que publicamos cuantas merece EL PAIS en nuestras propias páginas. Nuestro periódico se ha construido sobre el convencimiento de la duda, pero sobre bases morales y empresariales ciertas: la aceptación de que son los periodistas los responsables de la información, y de que la libertad de expresión debe ser defendida de las manipulaciones de todos los poderes, políticos, económicos o espirituales; también del corporativismo de las propias redacciones. Desde el primer día lo hemos intentado así, y a juzgar por los resultados, hay que decir que nuestros lectores nos han comprendido bien. Es con ellos, no con el poder en ninguna de sus formas, con quienes hemos establecido este diálogo. Es a ellos a quienes les debemos explicaciones. Y no vamos, por lo mismo, a abusar ni un minuto más de ellos hablándoles de cómo se miran los periodistas el ombligo en este país. Desengáñense los polemistas: si esto les vale como respuesta, ahí la tienen. Otra cosa no les vamos a contestar.

01 Febrero 1985

EL DIARIO GUBERNAMENTAL MIENTE

ABC (Directo: Luis María Anson)

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ABC tiene el deber de denunciar ante los lectores la insólita información publicada ayer por el diario gubernamental sobre la situación económica de la Prensa en España.

Desde hace algunos meses el nerviosismo domina a los dirigentes del periódico. La reciente encuesta que relegaba al diario oficioso, tanto en influencia como en número de lectores, a un segundo lugar por detrás de ABC, está sin duda en el fondo de la  pérdida de nervios demostrada ayer por nuestro colega, que dio un espectáculo de nuevo rico, un espectáculo de petulancia sin precedentes en el mundo profesional. La actitud de los trabajadores de la SER, que han puesto al descubierto una maniobra de capitalismo duro por parte de un periódico que presume de progresista, ha contribuido también la crispación demostrada ayer.

Además el diario gubernamental miente. Cuando afirma que la deuda de Prensa Española (sociedad editora de ABC, ediciones de Madrid y Sevilla) con la Seguridad Social es de 231.000.000 de pesetas, el diario gubernamental miente. Esa deuda es de 43.159.690 pesetas, cuyo pago está previsto por moratoria legalmente acordada en los próximos cuatro meses. Cuando afirma que la deuda de Prensa Española con Hacienda es de 242.417.413 pesetas, el diario gubernamental miente. Es de 169.560.413 pesetas, de las cuales 46.281.602 no son actualmente exigibles y serán satisfechas dentro de plazo. Las filtraciones a las que tan adicto es ese periódico juegan a veces malas pasadas. Es cierto que, con fecha 30 de noviembre de 1984, Prensa Española hizo una declaración preceptiva de deuda por un montante de 242.417.413 pesetas. (La filtración de ese documento al diario gubernamental puede ser, por cierto, constitutiva de delito). Posteriormente – y eso no se ha filtrado – con fecha 10 de enero de 1985, se dejó constancia ante la Hacienda Pública de nuestra comunicación para que la cantidad de 72.857.000 pesetas que no correspondía en concepto de ayuda a la Prensa se aplicara, de acuerdo con la ley, a satisfacer la deuda.

Ante el evidente propósito del diario gubernamental de erosionar la imagen de ABC con cifras falsas, se han cursado instrucciones en la mañana de ayer a la asesoría jurídica de Prensa Española para que proceda ante los Tribunales de Justicia contra el medio difusor de la falsedad.

No hace falta expresar al lector las dificultades por las que atraviesa una empresa con tantos años de compromisos laborales como es la nuestra, aunque por fortuna la crecida de ABC en difusión y publicidad haya sido espectacular en los últimos ejercicios. Nuestra sociedad editorial, respetuosa incluso con leyes que combatió en defensa de la libre empresa, ha asumido una abrumadora carga de presiones, jubilaciones y exceso de personal. El diario gubernamental carece de esas cargas y, además, fundado hace sólo ocho años, ha recibido de diversos Gobiernos, para reconversión industrial, una cantidad muy superior a la que se concedió a ABC, que, con sus ochenta años de existencia, sí necesitaba la renovación de sus instalaciones.

Finalmente no podemos dejar de expresar nuestra tristeza cuando se producen acciones de la naturaleza que comentamos, porque en nuestra historia contemporánea, ni en lso peores tiempos de enfrentamiento civil, ni en los años de máxima adulación al poder, se había difundido en la Prensa de Madrid una ‘información’ de este jaez sobre la interioridad económica de las empresas periodísticas. Por el contrario, entre las sociedades que editan periódicos ha existido siempre, por grandes que fueran sus diferencias ideológicas, colaboración en materia empresarial; y ello porque a los lectores nada interesan estas cuestiones, sino la calidad e independencia del periódico que compran cada día. La información montada ayer por el diario oficial contra toda la Prensa crítica parecía un nuevo servicio al Gobierno y podría resumirse así: ‘Cesad en vuestras críticas porque si no tomaremos medidas económicas’.

A la bajeza con que ha actuado el diario gubernamental se ha unido, al menos en el caso de ABC, la mentira. Con no poco dolor, con no poca vergüenza ajena, escribimos estas líneas que nuestro periódico debía hoy, como aclaración y reflexión, a los lectores de ABC.

01 Febrero 1985

Un editorial desafortunado

José Luis Gutiérrez

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Dick Fossbury, aquel saltador legendario en las Olimpiadas de México de 1968, en una reciente visita en Madrid, acuñó una reflexión que puede ser utilizada con similar eficacia en casos ajenos a los meramente deportivos: «Lo más negativo para el deporte es la injerencia política», dijo, entre otras cosas, el ex saltador.

Parafraseando a Fossbury, podría decirse que lo más pernicioso para el libre desarrollo del periodismo democrático es la intromisión política.

Y, en estos casos, el índice de politización suele ser directamente proporcional al grado de subdesarrollo democrático y tercermundismo político del país en cuestión.

Todo esto surge a raíz del violentísimo ataque informativo y editorial que el diario EL PAÍS de Madrid ha desencadenado contra el resto de los periódicos y empresas periodísticas de España, que no es más que una consecuencia desabrida de la penetración política en el mundo de la Prensa independiente.

Este columnista, que tiene muy buenos amigos en el colega madrileño, jamás ha créido en esas tesis según las cuales el diario EL PAÍS es el órgano oficioso del Gobierno socialista.

Sin embargo, el editorial publicado ayer parece como si hubiera sido escrito con los principales responsables del diario de vacaciones en el extranjero, y constituye un inapreciable soporte para los sustentadores de la tesis sobre la gubernamentabilidad de EL PAÍS.

El citado texto es, en suma, además de un desmedido e increíble ejercicio de prepotencia, una mezcla de medias verdades junto a un abultadísimo lote de sofismas.

El primer lugar, nada tienen que ver en esto las presuntas dificultades económicas de la Prensa privada, ni las subvenciones que las empresas reciben del Estado.

El diario EL PAÍS sabe que el dinero público es propiedad de todos lso españoles y que su reparto ha de hacerse mediante los mecanismos establecidos por la ley y no a través del impresentable albedrio del señor Sotillos o del señor Guerra. Cualquier intento del Gobierno de turno de utilizar esta potestad – en su calidad de ‘administrador’ de tales fondos – para presionar a la prensa independiente es éticamente inadmisible y políticamente antidemocrático. Y el actual Gobierno lo esta haciendo reiteradamente ante el complaciente silencio de EL PAÍS.

Un segundo aspecto, alarmante, asimismo, en el editorial del colega se asienta en su peculiar concepto del hecho informativo. Se diría que los responsables del diario se han empeñado con este editorial en darle la razón a algunos de sus detractores, que aseguran que nos encontramos ante un periódico que carece de modelo de sociedad que ofrecer a sus lectores una especia de mezcolanza tercermundista pasada por el turmix de la desganada burguesía neoyorquina del lower Manhattan, tan magistralmente retratada por Woody Allen.

Es cierto que algunos periodistas sufren ciertos ataques de megalomanía. Pero elevar dichos síntomas a categoría de enfermedad profesional es disparatado. Entre otras cosas porque en todos los países del mundo democrático los periodistas son importantes, tienen influencia y poder, puesto que la información es poder. Así es, y así debe ser. Parece, sin embargo, que en este caso no se discute tanto el hecho de que la información sea poder como quienes han de detentarlo. Ciertamente resulta un ejercicio de atrevimiento hablar de megalomanía desde un editorial de EL PAÍS, sobre todo si prestamos oídos a lo que cualquier ministro de este Gobierno o de los anteriores dice de lso actuales responsables del diario, y más concretamente de su director, Juan Luis Cebrián. Se trataría, por tanto, de hacer saber que sólo mi buen amigo Juan Luis tiene credenciales para reclinarse en el diván del sicoanalista y sufrir tratamiento para tan inofensiva sicopatía.

Y no se pueden hacer propios los argumentos gubernamentales contra la Prensa – la sublime estupidez del corporativismo, disculpa gubernamental inexistente, como lo prueba el editorial de EL PAÍS que comentamos – cuando es la libertad de expresión la que está en juego. La defensa de la libertad de Prensa, que tan fervorosamente suscribe nuestro colega, ha de hacerse, para que no se confunda con actitudes meramente interesadas o mezquinas, cuando es conculcad en cabezas ajenas y no en la propia. El diario EL PAÍS debería conocer la interminable lista de agresiones a la libertad de expresión que padecemos desde octubre de 1982.

Comparar los ataques sufridos por la Prensa en este bienio, con las perpetradas por los Gobiernos centristas, es un acto de ingenuidad, ceguera o, simplemente, una simulación maligna. En el pasado eran mearas agresiones asiladas y coyunturales, mientras que el actual poder socialista cuestiona la misma médula filosófica en la que se asienta la libertad de expresión en las democracias ‘burguesas’. Léase Juan Luis Cebrián los textos congresuales del PSOE y verá qué divertidos son, y recapacite, antes de que sea demasiado tarde.

En suma: un editorial desafortunadísimo – y descaradamente pro gubernamental – que a veces sugiere la necesidad de crear ‘un orden nuevo’ informativo, en la línea del estrafalario responsable de la Unesco, el señor M´Bow. Ese es, al menos, el espíritu que respira el citado texto.

El PSOE en el poder, EL PAÍS, en los quioscos y el resto en la cárcel, en el exilio o en las tinieblas. Sería maravilloso…

02 Febrero 1985

JUAN LUIS CEBRIÁN

ABC (Director: Luis María Anson)

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Juan Luis Cebrián, antiguo director de los Servicios Informativos en la televisión de Franco, recibirá, sin duda, incontables testimonios de adhesión desde diversos Ministerios por la ‘información’ publicada desde el diario gubernamental que ahora dirige, en la que delataba las dificultades económicas de los periódicos españoles. Se subrayará en muchos de esos testimonios la positiva actitud del señor Cebrián contra la libertad de expresión al servicio de los intereses del Gobierno. En la dirección del periódico oficioso se espera con impaciencia un telegrama de adhesión del dictador Fidel Castro.

02 Febrero 1985

Tensiones en la Prensa

José Cavero

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El mundo de la Prensa escrita quedó ayer revuelto y revolucionado profundamente por razón de los datos y teorías expuestos por el diario EL PAÍS en forma que ha sido calificada de ‘arrogante y prepotente’. Venía a sostener EL PAÍS que todos los periódicos y restantes medios informativos, en particular los que, como su propia editora aspiran a poder disponer algún día de alguna parcela en la televisión privada, son entes sociales poco presentables, económicamente fraudulentos y notablemente empufados indignos en cualquier caso de ese regalo que se espera del Gobierno. Por una vez, y también ‘sin que sirva de precedente’ – que tal era el título del editorial de EL PAÍS – se ha producido la solidaridad prácticamente completa, contra las posiciones y planteamientos de lo publicado por PRISA, editora del diario madrileño.

No es improbable que algunos lectores, tanto de la parte atacante como de los replicantes, se hayan visto sorprendidos por la forma y por el fondo de la polémica. Me voy a permitir facilitarles la versión de los hechos que hasta mí han llegado sobre el particular, abierto y a las espera de conocer otros pormenores sobre la que ya se plantea como una apasionante historia, y de inciertos resultados, llamada televisión privada.

Según estas fuentes informativas, yo creo que dignas de crédito, Jesús de Polanco, editor de EL PAÍS, se ve mezclado desde hace ya un par de meses o acaso más en la tarea de conseguir ‘mojar’ en esa futura TV no pública. Para tal fin, contacta y mantiene reiterados encuentros con una serie de personalidades del mundo de la empresa informativa interesados, como él, en idénticos propósitos. Pero lo hace desde una cierta actitud prepotente y predominante: ofrece porciones de una hipotética cadena de televisión privada «como sí» ya le hubiera sido concedida a él la atribución de repartir ese juego. Algunos de los empresarios de Prensa invitados al proyecto rechazan la oferta, y otros preguntan, directamente al presidente del Gobierno, si el editor del que viene siendo motejado como ‘el diario gubernamental’ tiene las atribuciones que parece disfrutar, de enviado de lo alto y de dueño de la baraja.

Así las cosas, se difunde o se extiende una nueva noción general de lo que, al parecer, entraría en las previsiones gubernamentales en materia de televisión privada: se asegura que en los ámbitos del poder se sostiene la tesis de que ‘dos, mejor que una’. Cosa que descabalga y destroza los planes del editor del diario EL PAÍS, y que origina un a cierta crispación. Polanco reacciona del modo que es conocido: denunciando – parece un fiscal acusador – las presuntas deudas de una serie de empresas periodísticas con la Seguridad Social y con Hacienda. Prácticamente todos los mencionados se han apresurado a negar la falsedad de los datos divulgados por el diario madrileño y a afear una conducta tan radicalmente insolidaria.

La historia está aún, lógicamente, inconclusa: de repente se ha producido el ‘todos contra EL PAÍS’ como consecuencia de la actitud de este diario, y de la prepotencia demostrada hacia los colegas, tras el ‘expansionismo’ demostrado en la adquisición de un importante paquete de acciones de la veterana Cadena SER y tras las sospechas y recelos suscitados entre los trabajadores de dicha sociedad de radiodifusión.

03 Febrero 1985

EL PAÍS Y JUAN LUIS CEBRIÁN

Juan Tomás de Salas

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EL PAÍS nos despertó hoy a cuchilladas. Logró que el Gobierno le filtrara ayer una relación más o menos atinada de deudas fiscales de sus competidores periodísticos, y con tal lanza envenenada en ristre arremetió contra todos nosotros, llamándonos ‘pobres y, por tanto, nada honrados’.

Que soberbia y qué cantidad de juego sucio. Malo será que muchas empresas periodísticas pasen apuros en una etapa que ha vivido profundos cambios tecnológicos y de mercado en nuestro sector, pero mucho peor es que uno, que parecía de los nuestros, convierta casi en delito y en vergüenza lo que no son más que dificultades, casi siempre pasajeras y, desde luego, no queridas.

Y peor aún que EL PAÍS haya actuado de portavoz y valido de la creciente paranoia del núcleo dirigente del Gobierno contra la prensa. Prestarse a ese juego es algo que hacía Emilio Romero desde PUEBLO cuando azuzaba a la dictadura contra el diario MADRID. Pero desde entonces nadie se había atrevido a aullar tan descaradamente desde un periódico, en nombre del Gobierno y contra la Prensa libre. (Se puede ser libre y pobre, no lo olvide el señor Cebrián; CAMBIO16 fue libre y pobre, DIARIO16 también).

Los hombres de EL PAÍS se desgañitan afirmando que es una infamia tildarles tantas veces de voceros de altas esferas del Gobierno. Pero lo malo es que lo son, desde hoy más que nunca, y no tanto porque les filtran las noticias como si del BOE se tratara, sino porque en esta campaña antiprensa han decidido vender su primogenitura por un canal de televisión, por el permiso de comprar acciones de la Cadena SER y controlarla, así, a medias con el Gobierno (permiso que se negó por el Gobierno a los Fontán, pero se otorgó de inmediato a EL PAÍS), o por ventajas insondables en lbros y folletos de todos conocidos. PAÍS, PAÍS, nos das a veces un poquito de vergüenza.

EL PAÍS gana dinero. ¿Por qué es un buen periódico? Seguro. ¿Gracias a Fraga, ministro de Arias y socio de EL PAÍS cuando le dieron el permiso antes que a nadie? Más seguro.

Lo único seguro es que EL PAÍS, los dos o tres hombres fundacionales de EL PAÍS aún quedan en las alturas de la casa- con la única excepción honesta y amiga de Javier Pradera – no pueden darle clases a nadie sin que en el limbo de la decencia y la honestidad, y hasta del sufrimiento, tiemblen también de vergüenza las flores y se estremezcan de pánico los bolsillos.

Juan Luis Cebrián, Juan Luis Cebrián, todos estamos dispuestos a olvidar y perdonarte, pero por favor no te (…) tu amistad con dictadores colorados en aviones privados te salva de las bajezas; las conocemos, las compartimos, las perdonamos, pero, por favor, no hagas de la astucia, la habilidad, la largueza de escrúpulos y la conciencia ecuatorial, regla de oro para esta España que queremos todos repleta de honestidad, de brillo y de grandeza. Chiquitos todos, y tú el primero.

Ya sé, ya sé, que a ellos – dos o tre – a ellos les gusta tu agresión contra nosotros. Sueñas con engañarles y burlarse a costa de nuestra honra y nuestra imagen. Y a lo mejor te dan tu TV privada, y dos medallas, y bula de fascero, y monopolio de libros y quioscos, y exclusiva de la noticia raradiada y amnistía por asesinar a Onega, y perdón por Miguel Ángel, tantas cosas. Hasta dos Ipi para ti solo, y la Aede de rodillas, aplaudirán los Crespos, rechinarán los Guerras, Ansón no existirá porque tú lo ordenaste, Gramma será el Washington Post si tú lo escribes, sin firma, en la página anónima de tu periódico; hay Gobierno socialista porque lo ordenaste tú y serán reelegidos mientras tú te creas que los eliges tú.

Todo eso está muy bien, pero al próximo loco de EL PAÍS que se crea que es DIOS y su Santa Madre España, le voy a dedicar tiempo bastante para que le sangres las cachas del alma y aprenda, con humillación, expiación, arrepentimiento y penitencia congrua, que aquí nadie está libre de culpa ni es más venerable porque gana más dinero. Las ideas, joven, no son porcentaje abismal de las subvenciones estatales que acumulas, como tampoco la dignidad se mide con tus millones de prestado. Son cosa modestas, sacrificio, un poco de dolor, camino recto, jamás juego de influencias, la espalda enhiesta aunque te aplasten plano, pagar los impuestos tan pronto como se pueda, pero, eso sí, antes la nómina o cerramos la barraca. Y con Pinochet no jugar nunca, pero nunca, ni con libros, ni con silbos, ni con silencios. Nunca.

Podría seguir escribiendo medio DIARIO. Alguien me tocó una veta antigua que yo creí dormida desde la muerte del Gran Hermano. Podemos aguantar multitud de cosas, pero aviso al próximo loco, tahúr, coleccionista de Mercedes blindados, encubridor de asesinatos aplaudidos, tramposo de la Banca o la notaría, que se le ocurra acusarnos de bajeza porque él gana hoy más dinero o manda más; al qu lo haga pienso dedicarle tiempo bastante para ponerle colorado y de rodillas en todo los libros de historia que no editará él de ahora en adelante, ni le mentarán siquiera, por decoro.

Tranquilos, me enfadé.

Juan Tomás de Salas

10 Febrero 1985

JESÚS DEL GRAN PODER

Juan Tomás de Salas

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Parece que la cuchillada de Juan Luis Cebrián contra la Prensa la semana pasada ha traído rechinares y molestias en el seno de EL PAÍS. No todo el mundo de esa casa está de acuerdo con la estrategia de hacerle el juego a la paranoia gubernamental contra la Prensa. Me alegro.

Parece que la rabieta puñalona de EL PAÍS se debió a informaciones de Prensa no aplaudían, sólo relataban, la toma de la SER por Jesús Polanco, o Jesús del Gran Poder, como le llaman merecidamente ahora. Pero basta preguntar un poco para poder afirmar, sin ningún género de dudas, que la ocupación de la SER la realizó Polanco con la connivencia activa de muy altas esferas del Gobierno.

Primero compró el paquete del 9 por 100 que fue del accionista Gómez Mira, con inmediato permiso gubernamental, permiso que se negó al grupo de accionistas que quiso comprarlo. Después se apoderó del 10 por 100 que pertenecía al Banco Urquijo, 10 por 100 que la familia Fontán trató en vano de comprar durante casi un año. Los Fontán no recibieron permiso del Gobierno, Polanco lo recibió en el acto.

Por cierto, otros grupos negociaron con el banco la compra de esas acciones sin lograrlo convenció a Alejandro Albert con suma habilidad o algún bálsamo de Fierabrás que todos imaginamos.

Como guinda divertida de este matrimonio entre EL PAÍS y las altas esferas del Gobierno, basta ésta: RADIO EL PAÍS pidió cambiar de frecuencia y, ahí la tienen, de inmediato colocada en el dial donde le dio la gana. Al contrario, nuestra Radio Minuto ha pedido cambiar de frecuencia para salvarnos del atropello oficial radiado desde el Piruli de la M-30 y nos han contestado que nos chinchemos. Eso se llama gobernar con rectitud: todo para Polanco.

EL punto clave de esta historia lunática que encabezó EL PAÍS la semana pasada se llama televisión privada. Fuentes fidedignas aseguran que la ley Polanco está hecha, artículo por artículo y lista para ser llevada al Parlamento. Por cierto, su autor parece ser Polanco. Ocurre sólo que las prisas y los excesos de soberbia han suspendido el plan por ahora. Esperemos que así siga. Más vale Calviño solitario que Calviño y Polanco solitos y al alimón. Nos harían salir corriendo del país a palo limpio. Y este país también es un poquito cosa nuestra, aunque el otro, el importante, EL PAÍS con mayúsculas, sea sólo cosa de ellos.

Las mismas fuentes aseguran que las negociaciones televisivas las llevó directamente Jesús Polanco, y obtuvo la profesa firme de la concesión con varias condiciones. En primer lugar, que no se notara mucho que la cadena era para Polanco, para enmascarar esta realidad había que comprar la SER y, luego, constituir una sociedad mayestática, con miles de millones de pesetas de capital, en la que estuvieran representados varios grupos de Prensa – ni el ABC, ni el YA, ni EUROPA PRESS, por supuesto – y en la que Jesús Polanco dispusiera sólo del 40 por 100 del capital directamente a través de la SER y EL PAÍS. Los demás íbamos de oyentes y paganos (por cierto, ¿de dónde íbamos a sacar los miles de millones si, según afirma EL PAÍS somos una cuadrilla de pobres y, por lo tanto, abyectos?). Con el 40 por 100 de partida, algún amigo y alguna ampliación de capital oportuna, el control de la televisión privada prevista era para don Jesús Polanco.

La segunda condición puesta por las altas esferas gubernamentales se refería al contenido de la futura cadena privada. Debería quedar claro lo siguiente: Ni la Familia Real ni la Segunda Familia podían ser objeto de la menor crítica. ¿Cuál es la Segunda Familia? Fuentes malintencionadas la definen como ‘la familia del pic-nic con tortilla’ refiriéndose a una fotografía tomada en Sevilla en los primeros años setenta en la que aparecen de excursión los líderes sevillanos que ahora nos gobiernan. Intocables.

¿Y al resto del Gobierno y del partido, qué? Al resto leña, que para algo son gente intercambiable. Luego habrí algunos ‘temas de Estad’ que en su momento, y según las circunstancias, se dirían.

¿Esta estrategia no le recuerda, como una gota de agua, a la que sigue EL PAÍS desde hace años, desde que Anson – que hace casi lo mismo – les llama ‘diario gubernamental’? La Segunda Familia en los altares, y a Barrionuevo que lo salve la Santa Madre Iglesia de la manta de palos que le atiza EL PAÍS cada dos por tres. O Carlos Romero o Fernando Morán o tantos otros, intercambiables.

Que error el nuestro, hicimos lo contrario, aplaudir políticos y responsables ministeriales que nos parecían actuar bien, y no canonizamos a la Segunda Familia. Así nos va.

Yo creo que el tema televisión privada se merece una nueva lectura en las alturas. Alutras que deben también reflexionar sobre la necesidad de poner fin de plano al vacio de irritaciones, paranoias, zancadillas y trapisondas, que se está abriendo a marchas forzadas entre la Prensa y ellos mismos. Me parece muy fácil establecer unas reglas de juego que a todos satisfagan en ese partido siempre tenso que debemos jugar Prensa y Gobierno. Lo que no vale es secuestrar al árbitro, cambiar de sitio la portería o jugar cada equipo con balón independiente. Y conste que no digo que estemos libres de culpa, lo que digo es que el partido hay que seguir jugándolo respetando ambos las reglas. En este juego, aplastar a palos al contrario es derrotarme a mí mismo.

Voulez vous jouer avec nous?

Juan Tomás de Salas

18 Febrero 1985

SOBERBIA

Juan Tomás de Salas

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Una de las instituciones más prestigiosas de la transición española, el diario EL PAÍS, ha cometido pecado de soberbia. A poco de adquirir el paquete mayoritario de la principal cadena española de radio, la Cadena SER, con el apoyo descarado del Gobierno, y convencido de que el mismo Gobierno a punto está de entregarle la televisión privada inminente, EL PAÍS lanzó un brutal ataque contra sus competidores de la prensa. Sólo la soberbia desatada puede explicar una conducta así.

¿Por qué estalló la soberbia? Eso mismo tratamos de indagar en este número en el que relatamos con detalle el nacimiento, el triunfo y el ascenso a los altares de ese gran diario que se llama EL PAÍS y de sus principales protagonistas, el director, Juan Luis Cebrián, y el editor, Jesús Polanco. La lectura detallada de nuestra información, esperemos dé algunas claves para entender este fenómeno sin par de dos o tres personas que creen mandar omnímodamente en el Gobierno y el país, desde EL PAÍS.

Razones hay para dejarse cegar estilo Luzbel, dado el éxito sin precedentes de la institución que encabezan. Pero nadie, ni el diablo, ni EL PAÍS puede salvarse de la podredumbre moral que traería consigo la soberbia. Si así fuera, me temo que el cenit lo habría alcanzado hace unas semanas, y aún temo más que el servilismo del Gobierno que ha puesto la televisión del Estado a su servicio incremente su sensación de divinidad en papel impreso. Lo malo es que entonces aflorarán sus vicios como cactus morados del infierno. Son cosas de la vida.

Este número dará unas claves. Pero el tema no se agota, seguiremos tratando de desentrañar tan particular fenómeno. Y seguiremos, no por gusto, sino porque parece irresistible esa ascensión al limbo del superpoder y la soberbia de esos dos o tres hombres que gobiernan y utilizan EL PAÍS. Con la SER y la televisión privada, concentrarán tal magnitud de poder, que España puede volverse el ‘primer país a un diario pegado’. El primer país apéndice de un diario.

Juan Luis Cebrián, su director, es en gran parte la clave de esta historia que alcanza el apogeo el Gobierno socialista y EL PAÍS. La tentación de poseer el mundo puede ser demasiado fuerte para este periodista excelente, que aprendió su oficio en la Prensa del Movimiento, estudió la libertad en el INFORMACIONES bancario y alcanzó el doctorado al convencer a don Manuel Fraga, de que él podría dirigir su diario mejor y más lealmente que nadie.

¿Cómo este hombre joven, astuto, ambicioso y brillante, ha sido capaz de convertirse en el Luzbel del paraíso socialista? Es una bella historia, turbia, tensa y audaz, sobre cómo un hombre tan sorprendentemente ubicuo y flexible es capaz de enamorar a la izquierda en apariencia más ideologizada de Europa.

Juan Tomás de Salas

El Análisis

EL DIARIO GUBERNAMENTAL

JF Lamata

La información de EL PAÍS era un sablazo en toda regla. ¿Cuántos lectores de ABC, tan antisocialistas, ellos, sabían que su periódico recurría a créditos del ‘odiado’ gobierno socialista (aunque el golpe de efecto pierde fuerza si, como sentenciaria un tribunal posteriormente la cifra de la dueda no era del todo exacta).

ABC llevaba tres años repitiendo hasta la saciedad que EL PAÍS era ‘el diario gubernamental’, presentándolo como un periódico ‘al servicio del PSOE’. La afirmación parecía exagerada, más aún si se tiene en cuenta que los apoyos del ABC a las políticas de la derecha eran más frecuentes que los de EL PAÍS a las políticas del Gobierno. Pero el origen de la información que EL PAÍS relataba aquel 31.01.1983 sobre las deudas de la prensa, sólo podía habérselas filtrado el Gobierno socialista que tenía motivos para estar molesto con ABC.

Por  tanto, parece exagerado presentar a EL PAÍS como ‘diario gubernamental’, pero aquel día, desde luego, exhibió una información gubernamental.

J. F. Lamata