14 diciembre 2002

El prelado pide perdón por sus faltas y sus errores

El Papa Juan Pablo II fuerza la dimisión del obispo de Boston, Bernard Law, acusado de no actuar contra la pederastia

Hechos

  • El 13.12.2002 Bernard Law, arzobispo de Boston,  invocó el artículo 401 del Código de Derecho Canónico que faculta a un obispo la facultad de dimitir si no se considera apto. El Papa Juan Pablo II aceptó su renuncia.

14 Diciembre 2002

El fin de la cultura del secretismo

Rosa Townsend

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La brillante carrera eclesíastica del cardenal Bernard Law, una de las figuras más influyentes de la Iglesia católica de Estados Unidos, acabó ayer en desgracia. Su papel central en el escándalo de pederastia de la archidiócesis de Boston le forzó a renunciar y pedir de nuevo perdón, un año después de que el periódico The Boston Globe revelara decenas de supuestos casos de abuso sexual cometidos por sacerdotes que Law encubrió al margen de las leyes civiles, a las que ahora debe rendir cuentas.

Su salida simboliza el fin de la cultura de secretismo en la Iglesia católica de EE UU, pero no cierra el infame capítulo de supuestos abusos. Víctimas, feligreses descontentos y un creciente sector del propio clero que habían pedido su dimisión abogaron ayer porque sirva como primera piedra de una nueva Iglesia, más democrática, abierta a los cambios y dispuesta a erradicar el cáncer de la pederastia.

El abogado de 86 de las víctimas, Mitchel Garabedian, aprovechó la coyuntura para pedir la renuncia de todos los prelados del país que han protegido a pederastas: «No nos vamos a detener, seguiremos presionado en los tribunales; que esto sirva para que todos los obispos implicados sigan el ejemplo del cardenal Law. Si son sinceros al decir que quieren hacer una limpieza, eso es lo que deben hacer».

El precedente que sienta la renuncia de Law es precisamente lo que más temía la Iglesia, renuente durante meses a aceptar las presiones laicas. Las últimas revelaciones sin embargo cambiaron esa ecuación. A principios de mes, salieron a la luz nuevos y espeluznantes casos de pederastia, de abuso sexual de novicias e incluso de cambio de drogas por sexo, que colmaron la paciencia incluso de 58 subordinados del cardenal.

La poca autoridad moral que le quedaba al que fue durante 18 años arzobispo de la diócesis más importante de EE UU se desvaneció. Law viajó al Vaticano en medio de una revuelta católica en Boston. La incógnita causada por la súbita visita a Roma se despejó en parte ayer. La archidiocesis, de la que temporalmente se encargará el arzobispo auxiliar, Richard Lennon, deberá aclarar si los persistentes rumores de bancarrota son ciertos.

La suspensión de pagos evitaría, o al menos retrasaría, el pago de indemnizaciones millonarias derivadas de las más de 400 demandas civiles entabladas por supuestas víctimas. El letrado Garabedian llegó hace semanas a un acuerdo extrajudicial con la archidiócesis por el que sus 86 clientes recibirían una suma conjunta de 10 millones de dólares para paliar los abusos sufridos a manos del ex sacerdote John Geoghan, al que se atribuyen más de 130 casos de pederastia desde la década de los setenta, la mayoría de niños.

A raíz del escándalo de Boston se destaparon otros muchos en el resto del país, que hasta el momento se han saldado con la suspensión de 325 sacerdotes, de los 46.000 que hay en EE UU. El proceso catártico que ha vivido la Iglesia católica, la más numerosa en fieles del país (67 millones), dio también lugar a una nueva política eclesiástica de «tolerancia cero» con los pederastas. La nueva normativa pretendía ser un paso hacia la reconciliación y el restablecimiento de la imagen.

La renuncia del cardenal Law es otro avance en esa dirección, señalaban ayer víctimas y laicos del movimiento La Voz de los Fieles. El perdón es en apariencia más difícil. Patrick McSorley, que sufrió repetidos abusos de Geoghan, dijo que las memorias no se borran.

Law se despidió desde Roma de los dos millones de católicos de Boston diciendo que rezaba para que su renuncia «ayudara a curar las heridas y a unir a una Iglesia que tan desesperadamente lo necesita».

14 Diciembre 2002

Un antiabortista amigo de Castro y enemigo del Ku Klux Klan

Rosa Townsend

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Durante cuarenta años el nombre del cardenal Bernard Law estuvo asociado a la defensa de los derechos civiles, en contra de la discriminación racial y a favor de los inmigrantes. En más de una ocasión ha arriesgado su vida por defender los derechos de los negros en el Misisipi profundo del Ku Klux Klan. Su gran labor por los pobres y los más desfavorecidos de Estados Unidos la reconocen incluso sus más acerbos críticos. Pero esa imagen tan positiva ha quedado enterrada bajo los esqueletos, por tanto tiempo guardados, de los abusos sexuales de sus subordinados.

El contraste entre esas dos personas es irreconcilible para allegados y ajenos. Monseñor Law, de 71 años, ha dado muchas explicaciones y pedido perdones durante este año de escándalo, pero nunca ha explicado dónde trazaba la frontera moral entre ambas.

Su agenda de amistades es igualmente sorprendente: la familia Bush y Fidel Castro. De este último ha sido el principal interlocutor en Estados Unidos y en numerosas ocasiones ha declarado su acérrima oposición al embargo comercial a Cuba, que el presidente Bush defiende a capa y espada.

Bernard Law vivió en Latinoamérica de niño y habla perfectamente español. Estudió historia en la Universidad de Harvard y luego decidió cambiar la vida de profesor por los hábitos. Desde su ordenación en 1961 ha estado destinado en Misisipi, Misuri y Massachusetts, en este último Estado 18 años como arzobispo de Boston.

Ha sido un gran promotor de causas conservadoras. En 1996 encabezó un gran manisfestación contra el aborto, se opone a que las mujeres ejerzan el sacerdocio y es un ferviente defensor del celibato. Law seguirá ostentando el título de cardenal hasta que cumpla los 80 años, lo que significa que puede ser nombrado para otro puesto en la iglesia y conserva además su derecho a votar en la selección de un nuevo Papa