23 agosto 1969

El DIARIO SP se convierte en el primer medio de comunicación que pide en portada la dimisión de un ministro de la dictadura del General Franco

Estalla el caso Matesa: La detención del empresario textil Vila Reyes salpica a los ministros opusdeistas Espinosa, Navarro y García

Hechos

El 23 agosto de 1969 D. Juan Vilá Reyes ingresó oficialmente en prisión.

Lecturas

El caso estalló el 23 de julio de 1969 cuando el director general de Aduanas denunció a Matesa (Maquinaria Textil del Norte S.A.) ante el Tribunal de delitos monetarios, procediéndose a encarcelar al empresario y principal accionista de la sociedad, don Juan Vilá Reyes, miembro del Opus Dei..

CONSECUENCIAS POLÍTICAS

 El ministro de Hacienda, D. Juan José Espinosa, había autorizado la concesión de importantes créditos a Matesa a través del Banco de Crédito Industrial, que llegó a adeudar al Estado hasta 10.000 millones de pesetas. El ministro Epinosa, al igual que el Sr. Navarro Rubio y el Sr. García Moncó, habían mantenido estrechas relaciones con el Sr. Vila Reyes, administrador general de Matesa, ahora detenido y acusado de fraude por la Brigada de Delitos monetarios.

El escándalo se produce en un momento en que había una fuerte división en el Gobierno entre los ministros tecnócratas vinculados al Opus Dei encabezados por D. Laureano López Rodó, y donde están alineados los ministros ‘salpicados’ por el escándalo y el bando de los ministros contrarios al Opus, como son el falangista D. José Solís o D. Manuel Fraga.

diariosp_puebloalpuebloD. Rodrigo Royo, propietario de DIARIO SP y la revista SP seguía mantiendo sus ideales de la Revolución falangista hacía una república de obreros, con nacionalización de la banca… etc. “Royo odiaba a los tecnócratas” me confirmó el Sr. Valencia. La mayor oportunidad que tuvo el DIARIO SP para arremeter contra ellos fue el “caso Matesa”, el mayor escándalo económico del franquismo. Mientras que la mayoría de los periódicos ignoraron en sus portadas el “caso Matesa”, el DIARIO SP – que había pasado a dirigir don Cristobal Páez, pero seguía orientado por el Sr. Royo, que era el propietario – coloca en su portada su editorial “Al Pueblo lo que es del Pueblo” donde critica a toda la banca privada:

El “affaire” Matesa promete ser el fraude más voluminoso de la historia industrial-financiera de España. (…) Pero la opinión pública, con su clásica ingenuidad, no ha caído todavía en cuenta de un segundo “affaire” todavía más voluminoso que el de Matesa. Se trata de aprovechar el caluroso escándalo para hacer leña de la Banca oficial retrotrayendo el manejo del crédito a las manos de la Banca privada (…) Queremos dejar sentada aquí (…) la doctrina de José Antonio Primo de Rivera (…) no superada ni desfasda: “Los embalses de capital han de ser como los embalses de agua: no se hicieron para que unos cuantos organicen regatas, sino para regularizar el curso de los ríos”. (DIARIO SP, 13-8-1969)

El 24 de agosto de 1969 DIARIO SP dio un paso más y pidió en portada la dimisión de los ministros de Comercio y de Economía, Sres. García y Espinosa (ambos del Opus). Europa se hizo eco de aquellos titulares: “Por primera vez en le régimen de Franco, la prensa pide la dimisión de ministros” dijo Le Monde. Fue la última osadía que cometió DIARIO SP, el sistema se iba a defender contra aquello. El INI le había retirado toda subvención tras las críticas hiriendo de muerte a aquel periódico. El periodista D. Luis Ángel de la Viuda, que trabajó en SP, declaró a LA HEMEROTECA DEL BUITRE al respecto: “Hubo presiones del Gobierno nada despreciables, pero si SP hubiera tenido la fortaleza económica que luego tuvo EL PAÍS no hubiera desaparecido”. El Sr. Royo publicaría años después la novela “El Establishment”: “Dedicada a los periodistas presionados por el Establishment, que se han negado a someterse”.

Para defenderse de los ataques, el Opus Dei contó con su periódico, NUEVO DIARIO de PESA, que trató de publicar portadas tranquilizadoras con las explicaciones de los ministros.

El informe explica la ausencia de mala fe en la actuación oficial y la pureza formal seguida durante la tramitación. (…) El asunto Matesa, explotado sin ambages por un sensacionalismo interesado que no responde exclusivamente a la lógica preocupación por la justicia.. (NUEVO DIARIO, 6-9-1969)

INFORMACIONES, periódico controlado por los bancos, optó por no participar en polémicas. EL ALCÁZAR, por su parte, hizo honor a su nueva afiliación (falangistas) y vinculó en agosto al Opus con el escándalo Matesa.

Poco después hubo un nuevo cambio de Gobierno, por un lado salieron los implicados en Matesa y, por otro sus mayores enemigos en lo que sería el mayor cambio de Gobierno desde 1945.

13 Agosto 1969

AL PUEBLO LO QUE ES DEL PUEBLO

Editorial (Director: D. Cristobal Páez)

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Lo que se está tratando de montar aquí es la orquestación de una gran sinfonía de descrédito de la Banca oficial…. En beneficio de la Banca privada.

El affaire MATESA promete ser el fraude más voluminoso de la incipiente historia industrial financiera de España. La opinión pública quiere la verdad y que los responsables, si hay delito, paguen como diga la ley. Pero la opinión pública, con su clásica ingenuidad, no ha caído todavía en cuenta de un segundo affaire todavía más voluminoso que el de MATESA. Se trata, ni más, ni menos que de aprovechar aquello del Pisuerga, utilizando el caluroso escándalo para hacer leña de la Banca oficial retrotrayendo el manejo del crédito en España a la más puras manos de la Banca privada, sin que ninguna parcela pública le haga sombra, como ya fuimos los primeros en advertir en nuestro editorial del pasado día 9.

El asunto MATESA es de unos miles de millones de pesetas – todavía no se sabe cuántos – pero el asunto Banca oficial es de muchos cientos de miles de millones de pesetas, y no por una sola vez, sino de manera permanente y creciente, ¡Ahí sí que hay una enorme tajada! Queremos dejar sentada aquí en la más esquelética síntesis, la doctrina de José Antonio Primo de Rivera, todavía no superada ni desfasada por las realidades socioeconómicas, doctrina que este periódico suscribe ciento por ciento. ‘Los embalses de capital han de ser como los embalses de agua: no se hicieron para que unos cuantos organicen regatas en la superficie, sino para regularizar el curso de los ríos y mover las turbinas en los alsots de agua’. El uso del capital en forma de crédito, para la acometida de nuevas empresas ,no debe ser tarea de privilegio, ni de capilla. Debe ser tarea pública, realizada en pleno día con luz y taquígrafos, a la vista del pueblo español entero, que es el que paga, ya sea mediante la imposición voluntaria de sus ahorros en instituciones de crédito privadas o mediante la imposición forzosa de sus impuestos en instituciones crediticas públicas.

De modo que no le busquemos ahora los tres o los cinco pies al gato. Lo que se está tratando de montar aquí es la orquestación de una gran sinfonía de descrédito de la Banca oficial…. En beneficio de la Banca privada. Pero de los que deben tratarse, en realidad, es de que los dineros de la Nación se utilicen limpiamente, inteligentemente y equitativamente… y para ello pueden servir igual la Banca privada que la Banca oficial siempre que las operaciones se hagan públicamente y no bajo lo que los profesionales de la Banca llaman ‘secreto bancario’.

“Control público de la empresa pública”, he aquí un bonito ‘slogan’ de este periódico. Pero control público de los dineros de inversión, aunque se presuma que su manejo está en manos privadas. Las cuales,  lo que parece también han mordido el anzuelo MATESA.

24 Agosto 1969

DIMISIONES

Vicente Royo

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Querido lector:

Sin deseo de buscarle los tres pies al gato, e independientemente de lo que resulte de las investigaciones encomendadas a los ministros de Hacienda y Comercio, el asunto Matesa, del que tanto se viene hablando en los últimos días, es un síntoma definitivo de que el equipo que rige los destinos económicos de España desde hace más de una década necesita renovación.

La pólvora que se ha quemado ya en este caso, y la que falta todavía por quemar, tiene justificación: la evaporación de 9.968 millones de pesetas de las arcas de crédito oficial, que es tanto como decir de las arcas del pueblo español. Que tan voluminoso masa de dinero se pierda por los resquicios de la finanza internacional, no puede ser considerado como un hecho casual, ni como la peripecia despreocupada de unos jóvenes empresarios, que no han medido bien el alcance de sus actos, sino como la prueba evidente de que las directrices económicas del país han perdido su rumbo, y necesitan ser corregidas antes de que sea demasiado tarde.

Pero esta corrección no puede llevarse a cabo con unas pocas sustituciones de emergencia, ni con la detención de las cabezas del fraude entre los directivos de Matesa o la amonestación y censura de los funcionarios de las entidades crediticias que no ejercieron sobre ella el debido control. Bien está que se descubra a estos culpables y que la ley cargue sobre ellos el rigor de un castigo ejemplar. Sin embargo, la contemplación del caso no puede hacerse con esta óptica de corto alcance. Porque de lo que se trata aquí no es sólo de desenmarañar todos los entresijos de Matesa, que bien está que se desenmarañen.

¿Por qué ha surgido Matesa? ¿Dónde está la verdadera causa de que se produzcan situaciones como esta que tan preocupada tiene a la opinión pública del país? Sin duda, en la orientación dada a la economía y la industria españolas por el equipo de tecnócratas que lleva el timón de la economía. Mientras las piezas fundamentales de los ministerios económicos no sean sustituidas por otras capaces de aportar savia más fresca a los tallos del tronco económico-industrial del país, agostados por el desgaste que implica una actuación política demasiado prolongada, los casos Matesa seguirán proliferando, independientemente de que afloren o no a la luz pública.

Estas sencillas palabras de advertencia no deben de interpretarse como un voto de censura hacia los señores ministros, cuya honestidad, competencia y limpieza de miras ha quedado bien probada a lo largo de su actuación. Es un simple planteamiento pragmático que se hace de manera regular en los países de estructura democrática más avanzada en los que los equipos se van retirando del poder con mentalidad deportiva, en cuanto acusan los primeros síntomas de fatiga, para ser sustituidos por otros nuevos.

El caso Matesa no debe, por tanto contemplarse como un descuido intrascendente, aunque grave, de unos organismos crediticios oficiales, sino como el resultado de unas directrices económicas que no son lo que necesita España en estos momentos. La preocupación excesiva del actual equipo de tecnócratas por la balanza de pagos, que ha servido de caldo de cultivo al ‘affaire’ Matesa, está bien en el fondo, pero no en su ejecución, toda vez que, a juicio de, los expertos, el fomento de las exportaciones no debe realizarse a base de extender unas facilidades crediticias a unas industrias y negárselas a otras, sino poniendo en marcha la industria entera de un país para abastecer el mercado nacional en debida forma, con lo que se ahorran divisas en importaciones y dedicando al mercado exterior los productos excedentes.

España, que además cuenta con la rica cantera de un turismo floreciente en la que no cabe trampa ni cartón, no necesita, en realidad, de otros planteamientos para mantener el equilibrio de la balanza de pagos. Bien está, sí, tener como punto de mirar el equilibrio de la balanza comercial, pero ese equilibrio debe buscarse como resultado lógico de un auténtico desarrollo industrial, que es lo que el país está pidiendo a voces.

Reciba un saludo muy afectuoso de su buen amigo.

Vicente Royo

06 Septiembre 1969

Matesa: Justicia y sensacionalismo

NUEVO DIARIO (Director: Juan Pablo de Villanueva)

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El asunto Matesa dará todavía mucho que hablar y procurara para tiempo abundantes preocupaciones a los futuros sectores de la economía nacional. Porque es muy fácil abrir una herida, pero mucho más difícil detener la hemorragia, pero también porque ninguna herida debe cerrarse mientras no esté completamente limpia. Y la herida de Matesa, hoy por hoy, no puede decirse que lo esté.

El ministro de Hacienda acaba de hacer pública una información en la que se detallan los requisitos formales y los tramites que debe seguir todo crédito oficial a la exportación y, más concretamente, el estado de la cuestión en lo que concierne a las operaciones crediticias emparentadas con Matesa. El informe explica la ausencia de mala fe en la actuación oficial y la pureza formal seguida durante toda la tramitación. “Como consecuencia de las investigaciones practicadas – dice el informe de Hacienda – por diversos servicios del Ministerio de Hacienda, la Dirección General de Aduanas puso en conocimiento del juez de Delitos Monetarios las irregularidades que había advertido y, seguidamente, dicho juzgado inició las actuaciones correspondientes y se suspendió totalmente la concesión de nuevos créditos”. Pero no se explica en el informe – no lo pretende – cómo se llegó al estado caótico en que quedó la empresa ni cómo se originó la situación presente, por o que es natural que las reservas y repagos, acerca del actual sistema de concesión de los créditos persista, y la incógnita sobre Matesa no quede por el momento, desvelada. Todo ello nos mueve a afirmar que la opinión pública debe seguir manteniendo en alto sus exigencias de clarificación, justicia y verdad.

Pero, además, Matesa se verá obligada a seguir la misma ley de los hechos. La empresa sigue estando, actualmente, con los mil trescientos empleados que sostenía antes de iniciarse el escándalo número que se eleva a cerca siete mil si se tienen en cuenta los de las empresas que sufrirían una grave trastorno o su desaparición si cerrase Matesa. A este problema laboral habría que añadir el difícil panorama en que quedarían los 335 directamente relacionadas y la imposibilidad de recuperar el capital invertido en forma de crédito por el Estado y que, como se sabe, asciende a más de nueve mil millones de pesetas. Las mismas leyes de la economía, concretadas en los intereses de los acreedores, junto a la lógica aspiración a reintegrar parte del crédito y la justa atención que merece la situación vacilante de los trabajadores, exigen que Matesa siga no sólo dialéctica, sino también físicamente.

Pero es preciso hacer unas puntualizaciones acerca de la pervivencia dialéctica, porque la física no deja lugar a dudas. El revuelo dialéctico que ha originado el asunto de Matesa, explotado sin ambages por un sensacionalismo interesado que no respondía exclusivamente a la lógica pronunciación por la justicia, que siempre hemos apoyado, ha traído una serie de consecuencias que ya en nuestro primer editorial sobre el tema quisimos evitar. La polvareda en torno a Matesa ha originado un desprestigio interior y, lo que es más grave, internacional. Nuestras exportaciones han sufrido un grave quebranto. No ha sido solo el juicio en torno a una empresa aislada el que se ha visto empañado, sino un juicio genérico acerca de la exportación nacional.

Era de presumir que este sensacionalismo sin recortes influyera en el mismo estado del negocio abrumado, con la del desprestigio nacional, las naturales dificultades que habrían de concurrir en la anómala situación financiera de Matesa. En este país, donde los grandes empresarios se han acostumbrado demasiado rápidamente a que el Estado se haga cargo de los negocios ruinosos, la contrariedad reforzada por la falta de ecuanimidad de un sector de la opinión pública, con motivaciones políticas bastante oscuras, que podrían desembocar en complicidades económicas igualmente pocos claras no puede dejar de repercutir sobre la inocencia de unas relaciones laborales y económicas engendradas por la actividad comercial de Matesa. Se trata, en última instancia, de salvar el interés general por encima de las naturales implicaciones de los distintos sectores afectados en una u otra medida. Interés general que exige de una parte, que la continuidad de la empresa quede asegurada; pero que, por otro lado, debería haber exigido también que no se satisficiera un precio tan alto para subvenir a dicha necesidad.

Sobrado desprestigio institucional se ha producido hasta el momento para la concentración entre la banca oficial y la banca privada repercuta a partir de ahora ne otra comparación, a nivel de rentabilidad, entre empresas privadas y empresas públicas. Siquiera por este motivo cabría estar en guardia contra palabras milagrosas y fórmulas de nacionalización provocadas por inconsciencia. Pero es el caso, por desgracia, que no vemos otra fórmula económica viable para la continuación de la empresa. Es muy dudoso que las fuerzas económicas privadas puedan hacerse cargo de la enorme responsabilidad que la situación Matesa ha originado. Pero nosotros abogamos por un INI estable y bien orientado, sin remora ni hipotecas imposible de levantar. Por eso lamentamos con idéntica energía que el INI se tenga que tener carzo de una empresa torpedeada por la ceguera de unos y la inconsciencia de otros como que no exista otra solución salvadora sino la asunción por parte del Estado de ese patrimonio y sus expectativas.

La dudosa ejemplaridad de este caso no ayudará a crear entre los sectores del empresariado español la necesaria conciencia de responsabilidad que permita superar los trances dificultosos sin esperar que las soluciones definitiva procedan del Estado. Sería triste en verdad que también en este aspecto el escándalo Matesa proyectará sobre el país su dañosa consecuencia.

El Análisis

TUMBA POLÍTICA

JF Lamata

Un escándalo de corrupción salpica. Los ministros del sector falangista o fraguista vieron en el caso Matesa la oportunidad de ahora de cavar la tumba política de los ministros del sector liberal (los tecnócrata opusdeistas) entre los que estaban los ministros de Economía y Hacienda.  D. Manuel Fraga Iribarne (ministro de Información) y D. José Solís (ministro Secretario General del Movimiento) autorizaron/impulsaron/permitieron que los diarios ARRIBA, EL ALCÁZAR y DIARIO SP dieran máximo eco al escándalo.  El problema es que aquello no era, precisamente lo que al general Franco más le interesaba, evidenciar las luchas internas. Su solución fue salomónica: los ministros de Economía y Hacienda quedaban defenestrados, pero por la misma puerta saldrían los ministros Sres. Solís y Fraga.

J. F. Lamata