1 noviembre 2009

Rupert Murdoch apoya las palabras de su empleado

El presentador de Fox News, Glenn Beck, califica al presidente de Estados Unidos, Barack Obama de ‘racista’

Hechos

En agosto de 2009 el presentador de Fox News, Glenn Beck, durante un coloquio televisado en esa misma cadena, calificó al presidente de EEUU de ‘racista’.

Lecturas

La cadena de noticias Fox News, a través de sus comentaristas estrella Glenn Beck, Bill O´Reilly y Sean Hannity entra en guerra con la administración Obama en la Casa Blanca. El presidente de EEUU se ha convertido en el presidente de Estados Unidos desde la fundación de la cadena en 1996 que se niega a concederles una entrevista.


Glenn Beck:

Increible. Este presidente se ha mostrado como un tipo, una y otra vez, con un odio profundo hacia la gente blanco, o la cultura blanca, no sé exactamente.

No puedes sentarte un banco de su iglesia a escuchar a Jeremy Wright durante 20 años y no escuchar ese tipo… ¿Qué clase de presidente es el que culpa a la policía? Piensa que puede cambiar todo lo malo del pasado y lo va a hacer todo lo malo lo va a corregir.

Yo no digo que no le guste la gente blanco. Este tio tiene un problema: es racista.

El propietario de Fox News apoya las palabras del presentador:

murdochbeck D. Rupert Murdoch, presidente de News Corporation, el grupo al que pertenece el canal Fox News, fue preguntado en una entrevista por las palabras de su presentador en noviembre de 2009:

“No sé si Obama es racista, pero hizo un comentario racista. El presidente dijo que iba a estar por encima de todo eso, pero luego no fue así. (…) Si hay que evaluar lo que dijo, tiene razón».

26 Octubre 2009

Guerra entre Obama y la Fox

Antonio Caño

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En su último programa, el viernes pasado, Glenn Beck, la gran estrella del momento en la cadena de televisión Fox News, apareció con un bate de béisbol en la mano. Apuntando con él hacia la cámara, en una pose espeluznante y cómica a la vez, dio paso a una sádica escena de la película Los Intocables en la que el protagonista, Robert de Niro, en el papel de Al Capone, le destrozaba la cabeza a uno de sus rivales, alineado en torno a la mesa del poder.

Trasladado al tiempo actual, según Beck, el Chicago de los años veinte gobierna hoy en Washington, De Niro representa a Barack Obama, mientras que sus víctimas, el pueblo estadounidense, esperan sentadas a la mesa a que les llegue su turno mortal. A menos que reaccionen. Como Beck intenta hacerles reaccionar. Desde la pantalla de la Fox, armado con su propio bate, dispuesto a defender a este país de la destructiva amenaza que, según su fanática concepción, se cierne sobre él.

De esta guisa son muchos de los contenidos de la cadena Fox en estos tiempos. Bill O’Reilly, que en su día fuera el mayor emblema conservador, ha sido hoy desbordado por jóvenes extremistas como el propio Beck, Sean Hannity o Megyn Kelly, apoyados por comentaristas como Dick Morris o Karl Rove. Beck es el principal punto de referencia. Su última cruzada es la de demostrar que el Gobierno de Obama es maoísta, a raíz de una conferencia pronunciada en junio pasado por la directora de comunicación de la Casa Blanca, Anita Dunn, en la que citaba a Mao Zedong entre sus «filósofos políticos favoritos».

Foto de Mao

La mención es cierta, pero la referencia incluía a Mao y la madre Teresa de Calcuta, a los que Dunn ponía como ejemplo de fe en sus propias posibilidades frente a desafíos descomunales. Matices sin importancias. Beck ha instalado ya en la pizarra de su estudio la cara de Mao y la hoz y el martillo al lado de una foto de Dunn y otras de Obama y de varios miembros de su Administración.

Todos estos desvaríos pudieran considerarse grotescos si no fuera porque un libro de Beck encabeza desde hace meses la lista de los más vendidos en EE UU, donde una cuarta parte de la población cree el bulo de que Obama no es norteamericano, y porque sus comentarios, sus amenazas y sus abiertas llamadas a la sublevación -«ésta es una lucha por ver quién controla este país, usted o este grupo elitista»- son aireados en otros programas de la Fox y reproducidos en emisoras de radio y páginas de Internet.

El asunto resulta muy serio, al menos para la Casa Blanca, que ha decidido entrar en confrontación con la Fox. Los dos principales colaboradores de Obama, su jefe de Gabinete, Rahm Emanuel, y su consejero político, David Axelrod, han declarado que «la Fox no está en el negocio de la información» y han advertido que, a partir de ahora, será tratado como lo que es, una marca ideológica. La semana pasada, los periodistas de la Fox fueron excluidos de varias reuniones con altos funcionarios. La página web de la Casa Blanca ha abierto un espacio,Reality Check, destinado casi exclusivamente a desmentir las acusaciones de la Fox.

Otros periodistas y analistas creen que esa estrategia es un error y que Obama ha empezado una batalla que un político jamás puede ganar. La Casa Blanca intentó antes otras vías. El mes pasado, Axelrod se reunió con Roger Ailes, el presidente de la Fox -una empresa del grupo de Rupert Murdoch-, pero sólo sirvió para disparar la popularidad del propio Ailes, a quien algunos conservadores proponen hoy como candidato presidencial.

El desgaste político de Obama no está, seguramente, motivado por esta guerra, que, por otra parte, enardece a la izquierda demócrata. Pero contribuye a envenenar el clima político. Un comentarista de la Fox resumió el proyecto de reforma sanitaria de Obama con esta frase: «El presidente decidirá quién vive y quién muere». Otro dijo que era peor que el cáncer. Dick Morris afirmó que la única manera de definir la política exterior de Obama es como «anti-estadounidense». Todo eso, con un bate de béisbol sobre la mesa como principal argumento.

21 Octubre 2009

Rupert Murdoch y Barack Obama se declaran la guerra

Ricard González

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Desde su investidura como presidente, Barack Obama ha sido el blanco principal de las críticas, e incluso mofas, de varios programas de la cadena de noticias Fox News, de ideología netamente conservadora. Hasta la semana pasada, la respuesta de la Casa Blanca ante la hostilidad de la cadena, la más vista en su ámbito, era negarle acceso al presidente. De momento, Obama no les ha concedido una sola entrevista. Sin embargo, al ver que la estrategia no conseguía ablandar a la Fox, desde hace una semana, la administración ha pasado a la ofensiva, y le ha declarado la guerra.

La primera en abrir fuego fue Anita Dunn, la directora de comunicaciones de la Casa Blanca, que en una entrevista en The New York Times dijo que en adelante tratarían a la cadena «de la misma forma que tratamos a un oponente». «Como ellos están llevando a cabo una guerra contra Barack Obama y la Casa Blanca, no necesitamos fingir que esta es la forma en la que un medio de comunicación se comporta», dijo Dunn en la entrevista sobre la Fox, a la que acusó de ser «un ala del Partido Republicano».

Los periodistas de la Fox no se amilanaron, y los días siguientes acusaron al presidente de pretender silenciar a sus detractores. En un comunicado público, el director ejecutivo de la emisora, Michael Clemente, acusaba a Obama de «declarar una guerra a un medio de comunicación».

No le faltaba razón a Clemente, porque el domingo, David Axelrod, el principal asesor de Obama, volvió a la carga, y dejó claro que Dunn no se había ido de la lengua, sino que todo era fruto de una estrategia concertada. «[La Fox] no son noticias, están impulsando un punto de vista… Medios de comunicación como el tuyo no deberían tratarlos como si fueran un medio. Nosotros no les trataremos de esa forma», dijo Axelrod en una entrevista para la ABC. A pesar de unas palabras tan contundentes, Axelrod aclaró que los miembros de la administración continuarían apareciendo en la cadena, y Dunn, por su parte, aseguró que algún día Obama aparecería de nuevo en Fox News, pero no ofreció un plazo de tiempo.

Además de sus apariciones públicas, la Casa Blanca ha contraatacado creando un blog en su página web en que tiene como objetivo denunciar «las mentiras de la Fox». El llamado verdadómetro apareció después de que en el programa de Glenn Beck se iniciara una campaña para echar a miembros de la Casa Blanca realizando revelaciones políticamente comprometedoras, y que se cobró a Van Jones como víctima.

Las relaciones de Obama con Fox News han sido siempre complicadas. Después de haber ignorado a la cadena durante las primarias demócratas por considerar que no era tratado de forma justa, el propietario de la cadena, y gran magnate de la comunicación, Rupert Murdoch, invitó a Obama a una reunión secreta el verano pasado en el Waldorf Astoria con el director de la emisora.

Según trascendió a la prensa, los tres firmaron una tregua. Incluso se llegó a afirmar que Murdoch quería apadrinar a Obama. De hecho, su biógrafo ha confesado que el multimillonario australiano le aconsejó que votara a Obama en lugar de McCain porque «hace vender más periódicos».

Y esa es probablemente la filosofía que está detrás de la política de la cadena, que ha visto como su audiencia subía los últimos meses un 20%. El propio Axelrod reconoció en la ABC que el negocio, más que la ideología, era la motivación de Murdoch: «Tiene talento para hacer dinero, y entiendo que su programación tiene ese objetivo».

Si bien muchos analistas entienden el enfado de la Casa Blanca con algunos periodistas de la Fox como Glenn Beck, que acusó a Obama de «odiar a todo lo blanco», pocos creen que la estrategia de la Casa Blanca sea la acertada. Otros presidentes han entrado en batallas parecidas, y la mayoría las han perdido. «Las críticas de la administración aún levantan más atención hacia la emisora, y refuerzan el agudo sentimiento de víctimas de sus telespectadores», sostiene Alan Schroeder, profesor de Periodismo en la Northeastern University. Al declarar la guerra a la Fox, lo que ha hecho el Gobierno es elevar su estatus, y quizás sus índices de audiencia.