20 diciembre 1973

Quinto presidente del Gobierno español asesinado tras Prim, Cánovas, Canalejas y Dato

El presidente de Gobierno franquista, almirante Luis Carrero Blanco, asesinado en un atentado terrorista de ETA

Hechos

El 20 de diciembre de 1973 muere asesinado D. Luis Carrero Blanco en un atentado terrorista de la organización ETA.

Lecturas

El 20 de diciembre de 1973 muere asesinado D. Luis Carrero Blanco en un atentado terrorista de la organización ETA.

La policía responsabiliza del magnicidio a un comando de miembros de ETA formado por D. José Miguel Benarán Ordeñana ‘Argala’, D. Pedro Ignacio Pérez Beotegui ‘Wilson’, D. José Ignacio Abaitúa Gomeza, D. Javier María Larreategui Cuadra, D. Juan Bautista Eizaguirre Santiesteban y D. José Antonio Urruticoetxea ‘Josu Ternera’.

Ante su muerte asume el cargo de manera interina como presidente del Gobierno D. Torcuato Fernández-Miranda Hevia.

Para la designación de nuevo presidente del Gobierno en sustitución del asesinado el Consejo del Reino presidido por D. Alejandro Rodríguez de Valcárcel propone una terna con tres aspirantes: D. Carlos Arias Navarro, D. José Solís Ruiz y D. José García Hernández, aunque es el primero de ellos el que cuenta con el respaldo de los 16 miembros del consejo.

El 29 de diciembre de 1973 D. Carlos Arias Navarro es designado nuevo presidente del Gobierno por el dictador D. Francisco Franco Bahamonde, en sustitución de D. Luis Carrero Blanco.

MINISTRO D. FERNANDO DE LIÑÁN COMPARECE PARA INFORMAR DE LA MUERTE DEL PRESIDENTE.

VICEPRESIDENTE D. TORCUARDO FERNÁNDEZ MIRANDA CONFIRMA QUE CARRERO FUE ASESINATO.

El 20 de diciembre de 1973 muere asesinado D. Luis Carrero Blanco en un atentado terrorista de la organización ETA.

El 20 de diciembre, a las 9.20 horas, el coche del presidente del Gobierno circulaba, como todos los días, por la calle Claudio Coello. Subido en la escalera, el etarra José Miguel Beñarán, Argala, vigiló hasta que el coche llegó a la altura de una raya roja pintada en la pared que señalaba el lugar donde estaba enterrada la bomba y avisó a un cómplice que, desde el suelo, estableció la conexión eléctrica que la hizo estallar. La detonación fue tan potente que el coche oficial voló, superó la altura del edificio de la residencia de los Jesuitas y cayó en un patio interior. Luis Carrero Blanco había nacido en Santoña (Cantabria) en 1903, estaba casado y tenía cinco hijos. En el atentado fallecieron también el conducto D. José Luis Pérez Mogena y el escolta Juan Antonio Bueno Fernández, que viajaban en el mismo coche. Se registraron numerosos heridos, entre ellos tres policías del coche escolta, un taxista, la portera del inmueble 104 de la calle Claudio Coello y su hija de corta edad.

 

LAS OTRAS VÍCTIMAS MORTALES DEL ATENTADO:

 D. José Luis Pérez Mogena, chófer del presidente del Gobierno D. Luis Carrero Blanco, nació en Madrid en 1940, estaba casado y tenía un hijo de siete años y una hija de cuatro. En febrero de 1974 habría cumplido ocho años sirviendo en el Parque Móvil de Ministerios, los tres últimos destinado en Presidencia del Gobierno. En el momento del atentado su madre se hallaba visitando a una amiga en la ciudad sanitaria Francisco Franco, y cuando oyó la noticia del atentado llamó a la casa de su nuera, desde donde le confirmaron que trasladaban a su hijo, aún con vida, al mismo hospital donde ella se encontraba. D. José Luis falleció a las 13 horas.

 El inspector D. Juan Antonio Bueno Fernández, nacido en Maranchón (Guadalajara) el 27 de diciembre de 1921, estaba casado y tenía un hijo de quince años. Entró en el Cuerpo Nacional de Policía por oposición en 1944 y estuvo destinado en Soria, Zaragoza y Barcelona antes de recalar en Madrid en 1957, donde pasó a formar parte de la escolta del almirante D. Luis Carrero Blanco. D. Juan Antonio Bueno Fernández murió en el atentado terrorista dirigido contra Carrero Blanco, entonces presidente del Gobierno.

LOS ASESINOS: ARGALA, WILSON Y JOSU TERNERA 

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La policía responsabiliza del magnicidio a un comando de miembros de ETA formado por D. José Miguel Benarán Ordeñana ‘Argala’, D. Pedro Ignacio Pérez Beotegui ‘Wilson’, D. José Ignacio Abaitúa Gomeza, D. Javier María Larreategui Cuadra, D. Juan Bautista Eizaguirre Santiesteban y D. José Antonio Urruticoetxea ‘Josu Ternera’.

La policía difundió los retratos de los seis integrantes del comando que colocó la bomba que asesinó al Almirante Carrero Blanco: José Miguel Beñarán ‘Argala’, Pérez Beotegui ‘Wilson’, José Antonio Urruticoetxea  ‘Josu Ternera’, J. B. Eizaguirre ‘Zigor’, J. M. Larreategui ‘Atxulo’. J. I. Abaitua ‘Marquin’,

TORCUATO FERNÁNDEZ MIRANDA, NUEVO PRESIDENTE DEL GOBIERNO FRANQUISTA

El vicepresidente del Gobierno, D. Torcuato Fernández Miranda, asumió la presidencia del Gobierno interinamente ante el asesinato del Almirante D. Luis Carrero Blanco e intervino en televisión para asegurar que el orden era completo en toda España.

Ante su muerte asume el cargo de manera interina como presidente del Gobierno D. Torcuato Fernández-Miranda Hevia. Para la designación de nuevo presidente del Gobierno en sustitución del asesinado el Consejo del Reino presidido por D. Alejandro Rodríguez de Valcárcel propone una terna con tres aspirantes: D. Carlos Arias Navarro, D. José Solís Ruiz y D. José García Hernández, aunque es el primero de ellos el que cuenta con el respaldo de los 16 miembros del consejo.

El 29 de diciembre de 1973 D. Carlos Arias Navarro es designado nuevo presidente del Gobierno por el dictador D. Francisco Franco Bahamonde, en sustitución de D. Luis Carrero Blanco.

21 Diciembre 1973

NUNCA EL PASADO

Emilio Romero

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La noticia del atentado contra el Presidente del Gobierno, Almirante Carrero Blanco, es sobrecogedora para toda la conciencia civil del país, que aspira a vivir en una nación ordenada, progresiva y pacífica. Esta es una muestra más de la violencia soterrada en España – tanto dialéctica como física – y que ahora precisamente cuando más sensible es la conciencia pública y la autoridad a formas políticas que asuman los diversos criterios políticos. Este país nuestro, con tantas virtudes de orden moral, y tantas aportaciones al acervo de la cultura, resulta que es a veces incapaz de eludir la violencia como arma política. La Historia de nuestro mundo contemporáneo se llena de ejemplos en los que ha sido necesario acudir a las excepcionalidades en favor de la autoridad para alcanzar periodos de convivencia. Sobre este asunto no nos vamos a detener en este comentario, salvo reprobarlo, como corresponde a toda conciencia civilizada.

Siempre nos hemos movido en zonas especulativas de inseguridad sucesoria en los últimos años, esta inquietud quedó zanjada mediante la inquietud quedó zanjada mediante la aprobación de la Ley Orgánica del Estado de 1967 y la sucesión a la Jefatura del Estado en favor del Príncipe de España, don Juan Carlos de Borbón, a título de Rey, en julio de 1969. No se nos olvida el sencillo y seguro trámite sucesorio cuando el asesinato de Kennedy, que se llevó a cabo, incluso, a bordo de un avión. Los Regímenes constitucionales – entre los que figura el nuestro – gozan, igualmente de esa ventaja de automatismo y de las soluciones.

La colaboración directa, eficaz, abnegada, respetuosa y de confianza al General Franco, no se extingue por el fallecimiento del Almirante Carrero. Precisamente la escuela del Almirante, independientemente de sus servicios, ha sido la de explicar con los hechos un modelo de tratamiento entre el poder institucional de la Jefatura del Estado y el poder ejecutivo del Gobierno. El Régimen, a lo largo de los años, y en sus diferentes etapas históricas, no se ha distinguido nunca por los cambios bruscos, sino que la rectificación de rumbos se ha hecho siempre en un sistema de continuidades indeteriorables. Desde esa perspectiva en la que vivimos se tiene la impresión de las grandes mudanzas, pero Franco se ha ocupado de que nunca fueran extorsiones o distocamientos.

La perdida de un Presidente de Gobierno produce siempre cierta quiebra de confianza y genera temores. Precisamente en una salida cercana al despacho de trabajo del Almirante Carrero, pueden verse las imágenes de Prim, de Cánovas, de Canalejas y de Dato, que alguien reunió allí seguramente para exaltar la abnegación y el sacrificio de un Presidente de Gobierno, pero que ahora componen una galería de especial dramatismo y desaliento sobre nuestra vida política. Pero una nación debe seguir adelante, y sus políticos y sus gobernantes tienen el deber de serenarla y no excitarla. En este sentido las palabras de Fernández-Miranda han sido impecables.

La noticia ha sido trágica para muchas cosas, y entre ellas para los sanos propósitos de mucha gente respecto a disfrutar, en paz, de las formas políticas más abiertas. ‘Los demonios familiares’ a los que se refirió en una ocasión el Jefe del Estado no parecen desterrados. Precisamente las cabezas políticas bien organizadas del país han de dolerse del episodio, registrado en las páginas de nuestras desventuras, y seguir adelante sin renunciar a nada de lo que está en las leyes, aunque sí identificando, con su respectivo trazo de aislamiento, a todo aquello que tenga la triste significación de la ruptura o el enfrentamiento para perpetuar una historia de España convulsa que nos deparó en el pasado tantos sufrimientos, injusticia y miseria.

Emilio Romero

21 Diciembre 1973

El presidente del Gobierno asesinado

YA (Director: Aquilino Morcillo)

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El asesinato del presidente del Gobierno ha sido dramática culminación de una escalada terrorista sobre cuyas motivaciones no puede haber duda. Lo revela la coincidencia entre la fecha del atentado y la iniciación del ‘proceso 1.001 que, hace ya tiempo, dentro y fuera del país, una bien orquestada campaña de agitación pretende convertir en otro ‘Proceso de Burgos’. Pero esto mismo, las circunstancias del atentado, la organización que ha exigido, obligan a encajarlo en un contexto mucho más amplio que el nacional. No había en el almirante Carrero Blanco circunstancias personales que le señalasen especialmente como presunto destinatario; es contra el cargo contra lo que indudablemente se han dirigido los agresores; pero ni siquiera contra esta o aquella política concreta, ni contra un régimen determinado, sino contra un principio de autoridad, que en todo el mundo está siendo blanco de una ofensiva cuyas conexiones sería ingenuo desconocer.

Por eso se hace forzoso relacionar su asesinato con los de los cuatro presidentes del Gobierno que perecieron en circunstancia análogas: Prim, Cánovas, Canalejas y Dato; y el que las víctimas sean ideológicamente tan dispares robustece la tesis que hemos expuesto. No son unas personas ni unas ideológicas lo que en estos casos se pretende en última instancias derribar, sino un principio fundamental para cualquier sociedad y al que ningún hombre civilizado puede considerarse ajeno…

En el almirante Carrero Blanco no se ha querido asesinar solamente a un hombre; se ha pretendido asesinar la paz del país. De ahí la política de firmezas que pedimos con objetivos claramente proclamados y públicamente expuestos. Estamos seguros de que el Gobierno tendrá la adhesión clamorosa como intérprete y realizador de una gran aspiración nacional. Cortar enérgicamente canto pueda retraernos a situaciones que considerábamos olvidadas, a un pasado que España tiene derecho a estimar definitivamente clausurado, será, además, el mejor homenaje al gobernante cristiano, hombre discreto, modesto y leal, que tras una vida de colaboración incondicional al Jefe de Estado y de callados servicios a la Patria ha ofrendado a ésta su máximo sacrificio, muriendo como seguramente habría deseado, en el más riguroso acto de servicio.

30 Diciembre 1973

Nota oficial del Partido Socialista Obrero Español

Secretario General: Rodolfo Llopis

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El Partido Socialista Obrero Español (sector Histórico) que dirigía D. Rodolfo Llopis difundió un comunicado a las agencias extranjeras desde el exilio al conocer la muerte del Sr. Carrero Blanco.

Después de haber querido desnaturalizar la verdad, el Gobierno franquista ha tenido que declarar oficialmente que el almirante Carrero Blanco, presidente del Consejo de Ministros, mentor y confidente del general Franco, había periddo la vida víctima de un atentado al a bomba, atentado que se produjo en Madrid en la mañana del jueves 20 de diciembre y que costó además, la vida al chauffeur y al policia que le acompañaban. Dicho atentado, como era de esperar ha producido la consiguiente sensación, dentro y fuera de España.

Conviene recordar que aunque la guerra civil terminó oficialmente en abril de 1939, España a pesar de ciertas apariencias engañosas, no recobró la paz. El régimen franquista no ha querido que la coexistencia obligada de los epsañoles se convirtiera en convivencia. La represión, primero, y la legislación que ha producido el régimen dictatorial de Franco, no lo han conseguido. Como lo demuestra la justa agitación de la clase trabajadora, la triste situación de la universidad, la rebeldía de la inmensa mayoría del clero, las persecuciones a la prensa, etc. Y al mismo tiempo, España se convertía en colonia económica y en colonia militar. Y para coronar esa política, acaban de clasururar los círculos falangistas José-Antonianos.

La intervención de Carrero Blanco, miembro poderoso del Opus Dei, en la implantación de esa política ha sido decisiva. Y para poder continuarla después de la desaparición del general Franco, Carrero Blanco ha conseguido que el llamado príncipe de España, Juan Carlos, sea proclamado sucesor del general Franco y para proseguir la misma política. Quienes pudieron pensar que el régimen iba a liberalizarse, se equivocaron. Con Carrero Blanco, imposible.

Lo más probable es que el gobierno franquista movilice intensamente todo su aparato represivo y con pretexto de buscar y encontrar los autores del atentado y sus posibles cómplices, intensifique los registros domiciliarios, las detenciones preventivas y los interrogatorios infames en la oposición y muy especialmente en los medios trabajadores.

Para impedirlo hacemos un llamamiento a todas las conciencias libres y a todos los demócratas que siguen con atención la situación de España ocn todos los medios a su alcance.