El Rey Felipe VI retira a su hermana la Infanta Cristina y a Iñaki Urdangarín el título de Duques de Palma

Señora, me pregunto qué angustias os generará saber que cada día que pasa la Corona tiene que hacer frente a nuevas acusaciones, sospechas, medias verdades e imputaciones muy serias derivadas de algo que tiene su origen en la libre voluntad de Vuestra Alteza. Porque uno de los cambios en nuestra Familia Real de los que V. A. ha sido protagonista es el de Vuestra libertad para escoger con quién casarse. Y las consecuencias de esa libertad están a la vista.

Las imputaciones que se acumulan sobre Iñaki Urdangarín se incrementan cada día. Y respetando siempre el derecho a la presunción de inocencia hasta que haya una sentencia, se requiere un enorme acto de fe para creer que él pueda salir exonerado de toda culpa en los tribunales. Y aunque eso llegara a ocurrir, lo que ya no sería evitable es el inmenso daño que ha causado a la Corona con actuaciones que, cuando menos, han sido altamente imprudentes y con escritos insultantes para el título ducal que el Rey os concedió al casaros. Hoy más que nunca parece cuestionable la medida de otorgar a V.A. el titulo ducal al casaros, como antes se había hecho con la Infanta Elena. Se imitaba así el gesto del general Franco, que cuando se casó la Infanta Pilar -que sólo era Infanta en el corazón de algunos españoles y no en la legalidad vigente- recibió el título de Duquesa de Badajoz del jefe del Estado para que no fuese solamente «señora de Gómez-Acebo». Pero hogaño V. A. era Infanta de España, algo muy por encima de cualquier título ducal. Si el Rey hubiera otorgado ese título a quien la Señora escogió por marido, hoy podría retirárselo. Y ahí tendríamos un gesto de castigo que cualquier español entendería. Pero el Rey no puede quitarle lo que no tiene. Así que quizá la única forma de aminorar el daño que está causando a la Corona el marido de V. A. tiene que partir de un gesto de la Señora. Un gesto inequívoco que no se presente como una represalia de la Casa sino como una iniciativa propia. Porque a falta de ese gesto, lo que percibe el común de los españoles es que V. A. está alineada con quien está causando tanto daño a la Corona desde la posición que le dio V. A. al convertirlo en su marido.

Si en verdad quisiera la Señora hacer ese tipo de gesto, asesores tiene que pueden sugerirle una declaración, un apartamiento, algún tipo de renuncia. Respetaría y admiraría que V. A. no quiera separarse de su marido. Pero no somos pocos, Señora, los que desde la más absoluta lealtad a la Corona -algo que es incompatible con la cortesanía- creemos que vuestro derecho a permanecer al lado de vuestro marido implica asumir las responsabilidades derivadas de vuestra libre elección de Iñaki Urdangarían como marido allá por 1997. Necesitamos, Señora, un gesto que ponga de manifiesto la capacidad de sacrificio de V. A. por la Corona.

Esta misma semana la infanta Cristina coincidió en público con su hermano el Rey. Ocurrió en el funeral en memoria de Kardam de Bulgaria. No posaron juntos para las fotos tras la ceremonia celebrada en los Jerónimos y se sentaron a varios metros de distancia en el templo. Una vez más, la hija menor de don Juan Carlos y doña Sofía adoptaba un papel de secundaria en un acto de índole privada pero su presencia se interpretaba como que el hilo familiar no estaba roto del todo.

El sábado Cristina de Borbón y Grecia cumple 50 años y ya no los hará como duquesa de Palma de Mallorca.

Cristina recibió el título nobiliario por su matrimonio con Iñaki Urdangarin. Fue el regalo que don Juan Carlos hizo a su hija, como años antes entregó el ducado de Lugo a su hija Elena y a su entonces yerno Jaime de Marichalar. Un Rey lo dio y otro Rey lo retira. Pero en el caso de doña Cristina hace ya muchos meses que desde el palacio de La Zarzuela se le venía reclamando que renunciara al título y a los derechos dinásticos, algo que solo ella puede hacer. Infanta siempre lo será porque es hija de Rey.

Felipe VI siempre ha estado muy unido a su hermana Cristina. En una radiografía de los tres hijos de don Juan Carlos y doña Sofía, a doña Elena se le atribuye el carácter de su padre. De ella se dice que es la más Borbón de los tres, la que está más unida a su padre. Doña Cristina es la más griega. Siempre ha estado muy cerca de su madre con quien comparte aficiones como la música y hasta la dieta que las lleva a no comer carne. Don Felipe es quien ha sacado cosas de su padre y de su madre y, aunque adora a su hermana Elena, siempre estuvo muy unida a Cristina. Su complicidad quedó de manifiesto cuando el entonces príncipe de Asturias comenzó su noviazgo con Letizia Ortiz. La infanta jugó un papel decisivo para convencer a sus padres de que aceptaran la relación que el príncipe había iniciado con la presentadora del telediario de TVE. Cristina y Urdangarin fueron cómplices de sus primeros encuentros y pocos días antes del anuncio del compromiso oficial, el entonces duque de Palma acudió a una joyería de Barcelona, por encargo de su cuñado, a comprar el anillo de pedida. Hace tiempo que esa joya no la luce doña Letizia y hay quien piensa que las desavenencias con Urdangarin tienen algo que ver en ello.

En el bautizo de la hija menor de los duques de Palma quedó patente la fría relación de los príncipes de Asturias con doña Cristina y su esposo. Se habló de problemas familiares, pero en realidad lo que ya sucedía es que los negocios de Urdangarin no gustaban a don Felipe y así se lo había hecho saber.

Cuando Urdangarin fue declarado persona non grata y apartado de la vida oficial de la Casa del Rey se instaló un cortafuegos para proteger a don Juan Carlos y a don Felipe de todo lo que pudiera relacionar al duque de Palma con ellos. La situación condicionó la vida familiar. Cristina, su esposo y sus cuatro hijos fueron excluidos de cenas navideñas y celebraciones familiares. Solo el trabajo de doña Sofía de velar por sus nietos mantuvo una cierta unión. Ella siempre ha antepuesto su condición de abuela a la de Reina. Por eso viajó a EE UU cuando el caso Nóos acababa de estallar y por eso viaja siempre que puede a Ginebra para ver a su hija y a sus nietos. No así don Juan Carlos que solo ha visto a doña Cristina cuando esta ha venido a España.

Don Felipe en los últimos meses de reinado de su padre actuó como figura clave en la relación de su hermana con la Casa del Rey. De él partió la idea de que renunciara a los derechos dinásticos y al título de duquesa. Pero fue don Juan Carlos, en su condición de Rey, quien se lo trasladó a su hija que hizo caso omiso de la recomendación.

El pasado día 20 Leonor, la princesa de Asturias, hizo la primera comunión. Horas antes don Felipe llamó por teléfono a su hermana Cristina para invitarla al almuerzo que se iba a celebrar en su casa tras la ceremonia religiosa. Le pidió que viajara con su hija Irene que una semana antes también había recibido el sacramento. El gesto se interpretó como un acercamiento entre hermanos. Veinte días después y 24 horas antes de cumplir medio siglo de vida, el rey Felipe VI ha decidido retirarle a su hermana el título de duquesa de Palma, algo que su padre no quiso hacer en su día y algo que la inmensa mayoría de los españoles venía reclamando desde hace tiempo. Felipe VI es hermano, pero es, sobre todo, el Rey.