10 octubre 2003

El sargento español José Antonio Bernal, miembro del CNI, es asesinado en Irak

Hechos

Fue noticia el 10 de octubre de 2003.

23 Junio 2003

Grave advertencia al gobierno del PP

Luis María Anson

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Hace unos meses expliqué en esta columna que la guerra sería fácil para Estados Unidos y la guerrilla muy complicada. Bush II, en efecto, a pesar de los esfuerzos de la SER y EL PAÍS derrotó a Sadam en tres semanas. La ocupación de la nación es otro cantar. La guerrilla golpea ya todos los días y la caravana de los soldados muertos prosigue su marcha incesante.

El César ha decidido que una franja importante del territorio iraquí sea ocupada y quede a cargo de tropas españolas y polacas. España, que no ha combatido en la fácil guerra de Irak, se enfrentará a la difícil guerrilla ignífuga. No me gustan los futuribles pero voy a hacer breve referencia a lo que puede pasar.

Estamos ya en noviembre. En una emboscada muere un soldado español del militar largo que está previsto se desplace a tierras iraquíes, a partir de septiembre. Conmoción nacional. Habla por televisión la madre del soldado, también la joven y atractiva esposa, rodeada de sus dos niñitas desconsoladas. Recepción oficial a la llegada del cadáver. Retransmisión en directo del entierro primero, del funeral después, los familiares de luto, devastados de dolor como se advierte en los primeros planos que toman las cámaras. Gabilondo lo manipula todo desde la radio. Los tertulianos se ceban. Los dirigentes políticos de la oposición se despachan a gusto en la Prensa, la radio y la televisión. Anita Palacio balbucea. Interpelaciones parlamentarias. Llamazares convoca una manifestación contra la guerra. Un grupo de actores y actrices, al que la SER llama “los artistas españoles”, se suma a la vociferación. Zapatero se coloca tras la pancarta, enhiestas sus cejas de acento circunflejos. Las televisiones magnifican la inundación del estiércol, retransmitiendo todo en directo.

Diez días después caen dos soldados más en un ataque guerrillero. Se reproduce punto por punto todo lo expuesto en el párrafo anterior. Y una semana más tarde, y otra semana, y otra semana, así el goteo funerario hasta las elecciones de marzo.

¿No debería, en fin reflexionar el Gobierno y tal vez suspender, tal vez retrasar el envío de nuestras tropas a enfrentarse con una guerrilla que ni Estados Unidos ni Inglaterra con todos sus medios son capaces de neutralizar?

Luis María Anson

15 Octubre 2003

Más protección

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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El asesinato en Bagdad del sargento Bernal, miembro del servicio secreto, ha disparado las alarmas en la Embajada de España ante el riesgo de atentados y ha llevado a reagrupar al personal español en un hotel y en la propia residencia oficial del embajador. A la vista de los hechos, es una reacción necesaria y útil. El atentado suicida de ayer contra la Embajada de Turquía en la capital iraquí muestra que los funcionarios de los países que colaboran en la ocupación son un objetivo de los grupos armados que hostigan a las fuerzas ocupantes. Aunque la investigación sobre la muerte de Bernal siga su curso, el hecho de que el asesinato fuera ayer reivindicado por una desconocida organización armada del Mártir del Mehrab indica que puede haber un factor directamente político tras el crimen.

El Gobierno de Aznar insiste en hablar de actos terroristas y de que sus fuerzas en Irak están en la vanguardia de la lucha contra el terrorismo. Aunque la diferencia entre resistencia y terrorismo no sea siempre fácil de establecer, lo único claro es que antes de la invasión norteamericana había una dictadura en Irak, pero no había problemas de terrorismo, y ahora el país se ha convertido en uno de los epicentros de los terrorismos islámicos contra EE UU y sus aliados más próximos.

Ante la falta de perspectivas de paz, cabe imaginar como uno de los escenarios realistas que la amenaza contra los españoles puede acentuarse ahora que las tropas de la Brigada Plus Ultra están plenamente desplegadas. Precisamente ayer sufrieron su bautizo de fuego, al ser atacadas al sur de Diwaniya. No hay duda de que tanto los funcionarios diplomáticos como las tropas españolas se han convertido en objetivo. Los cuatro geos adscritos a la representación española parecen a todas luces insuficientes, cuando legaciones como las de Alemania o Italia, que no son parte de la coalición, cuentan con una protección tres veces superior.

La seguridad que brindan los agentes iraquíes recién formados es escasa y poco fiable.

Urge, por tanto, reforzar la protección de la Embajada española, que carece de medios técnicos y humanos suficientes. Entre otras razones, porque la seguridad general no mejora en Irak. Es necesario involucrar más a la ONU, mucho más de lo que pretende EE UU, no porque la organización vaya a resolver el problema de seguridad, sino para dar legitimidad a las fuerzas allí presentes, incluidas las españolas. En las actuales condiciones, una retirada de las fuerzas norteamericanas generaría aún más caos y anarquía, pero fijar un horizonte y una estrategia de salida podría contribuir a estabilizar más rápidamente Irak, y a un pronto regreso de las fuerzas españolas.