7 septiembre 2000

El Teniente Coronel José María Sánchez Silva, primer militar español que se declara públicamente homosexual

Hechos

En el número de septiembre de 2000 la revista ZERO anunció en su portada que un Teniente Coronel, D. José Manuel Sánchez Silva era homosexual.

05 Septiembre 2000

Una opción personal

ABC (Director: José Antonio Zarzalejos Nieto)

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Un teniente coronel del Ejército, José María Sánchez Silva, ha decidido declarar públicamente su homosexualidad en una revista dirigida al colectivo gay. La revelación supone en sí misma un hecho intrascendente pues hace 15 años que se abolió el antiguo Código de Justicia Militar, con lo que se eliminaba cualquier tipo de discriminación – por vía de sanción disciplinaria contra los homosexuales en las Fuerzas Armadas (FAS).

Forma parte, pues, de la libertad de Sánchez Silva el hacerlo público, si así lo considera oportuno, cualquiera de sus características o tendencias personales. A este teniente coronel, como a todo el personal de las FAS, no se le exige ninguna tendencia sexual concreta, sino que cumpla con eficacia el cometido profesional que le encomiendan sus superiores (forma parte del Cuerpo Jurídico). Por lo general, a nadie más que él tiene por qué incumbir el asunto. Más aún cuando no denuncia ninguna contravención a la legalidad o que a lo largo de su carrera militar se hayan menoscabado sus derechos por ser homosexual. Asegura, eso sí, que se ha decidido a declarar que es gay por ‘las discriminaciones atávicas que siguen pesando en la vida diaria del Ejército’. En el artículo no cita ninguna. De hecho, tampoco cita en el reportaje que él haya denunciado ante la Justicia militar algún caso de discriminación que haya conocido.

Peor casan con la normalidad algunas de las manifestaciones que estos días está realizando por la radio, como las tres clases de ciudadanos que él ve en la sociedad: «La primera, el hombre machista, el heteromacho pecholobo; la mujer, que tiene que aceptar un papel casi sumiso; y la tercera, que es una caca de mierda, la del gay, que tiene que estar silenciado, callado y poco menos que pidiendo perdón». La simplificación (que sí es atávica) deja muchas ofensas en el camino y sin papel en la sociedad a quien no sea un sietemachos, una sumisa o a aquellos homosexuales que bajo ningún concepto se consideran una caca. No estaría de más que Sánchez concediese a los demás el mismo respeto que reclama para sí.

07 Septiembre 2000

Diferente

Francisco Umbral

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El teniente coronel José María Sánchez Silva se encuentra diferente, dentro del Ejército, y lo ha dicho, lo ha escrito sin ninguna necesidad, porque esas cosas se saben y se comentan en silencio sin molestar a nadie, incluso dentro de nuestro civilizadísimo Ejército actual. Allá él.

Sánchez Silva es homónimo absoluto de un escritor ya olvidado, y físicamente se parecen algo. A lo mejor es un hijo del autor de Marcelino Pan y Vino. Pero todo esto da igual y es irrelevante. Un cuartel es un mundo cerrado y transparente donde todo se sabe y mucho se calla. A los homosexuales de sentido común, que son la mayoría, les basta con que los dejen en paz. Pero, ahora que lo han conseguido casi todo, hay individuos que necesitan el homenaje inverso de la reconvención o el silencio, que se les reconozca como «diferentes», cuando tanto han luchado por no serlo. ¿A qué viene esa declaración en una revista? Exhibicionismo. La preñada, la ennoviada y el homosexual necesitan contarlo. También el que ha visto a la Virgen en Lourdes o a Claudia Schiffer en bolas. Sánchez Silva, ahora, se duele del silencio que le acoge/rechaza en el cuartel, pero ese silencio no va contra su «diferencia», sino contra su ociosa necesidad de proclamarla.

Sus compañeros le han aceptado hace mucho y con eso debiera tener bastante. La prueba de tal aceptación es la alta categoría que hoy ocupa el homogéneo. Todo el mundo, incluso todo militar, tiene cosas que podría contar en un boletín: que brutaliza a su señora por las noches (y este verbo no quiere decir que le pegue), que es impotente, que se duerme sin rezar nada, que pega gatillazos, que le gusta la criada, etc. Estas cosas se callan, no por decencia, sino por indiferencia. Pero Sánchez Silva, traicionando a los suyos, que tanto han luchado por la normalización social, necesita informar a los de sobra informados.

Esta salida del armario, como casi todas, responde a un fondo de exhibicionismo, de narcisismo, que todavía bulle en él. A todos nos gusta lucir nuestras peculiaridades, si las tenemos por gloriosas. Y el teniente coronel se ha encontrado con la indiferencia de los compañeros. Ese silencio que él interpreta como rechazo, no va contra su condición, como digo, tan consuetudinaria, sino contra su exhibición. No es que lo suyo sea malo, pero nadie escribiría en una revista: «Pues anoche le eché cinco a mi santa». El que busca la originalidad cae en la vulgaridad. Sánchez Silva, un militar homosexual, digno del Saint-Loup proustiano, ha querido salir del armario y no ha conseguido sino encerrarse en un armario de mutismo, porque nadie le ha preguntado nada. De ser un digno homosexual ha pasado a ese ramalazo fugaz de travestismo.

También hay mujeres en la milicia, y hasta en la policía municipal. Pero ya nadie les toca el culo ni ellas se comportan sino como guardias. Epatar ahora a las FAS con salidas del armario queda un poco antiguo. Está desafiando, este coronel, a otros posibles coroneles menos publicitarios y más reconciliados con su peculiaridad. Está faltando a todo el mundo. Y encima se queja del silencio. ¿Qué quiere, que saquen la banda militar?

18 Septiembre 2000

Respuesta a Umbral

Boti Gª Rodrigo y Beatriz Gimeno

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Después de la avalancha de felicitaciones que el teniente coronel Sánchez Silva ha recibido por su gesto, suponemos que el artículo de Umbral del día 7 de septiembre tendrá cierta acogida. Algunos estarán contentísimos, por fin alguien dice lo que pensaban: esto es, que de acuerdo con que existan gays, que de acuerdo con que no se les encarcele, que pase con que sean militares, pero, desde luego, que no se les note, que no molesten; de lo contrario son unos exhibicionistas. «Esas cosas se saben y se comentan en secreto», dice Umbral.

Por supuesto Umbral habla de lo que no sabe. Los homosexuales queremos tener el derecho de decir que lo somos en todos los ámbitos de nuestra realidad, como él mismo lo hace respecto a su propia vida. No nos basta con que nos dejen en paz. Su ignorancia de nuestra realidad, de nuestras carencias legales y sociales, de nuestras exigencias, es palmaria y tiene un tufo a tiempos felizmente superados, gracias, entre otras cosas, a gestos como el del teniente coronel Sánchez Silva.

Dice Umbral que lo tenemos casi todo conseguido. Por cuestión de espacio no podemos hacer un recuento de todo lo que nos queda por conseguir para tener idénticos derechos que el resto de la ciudadanía. No somos tontos, no queremos que saquen una banda militar a nuestro paso; queremos que nadie tenga que seguir reduciendo al silencio una parte muy significativa de su vida sólo porque algunos se pongan muy nerviosos al escuchar la verdad. No nos basta con que se haga la vista gorda sobre el hecho de que existimos. Gays y lesbianas queremos que se nos incluya en esta sociedad activamente, por más que algunos tiemblen al pensarlo.