23 diciembre 2009

En contra del Tribunal Superior de Justicia, que vio en él un delito de retardo malicioso, el juez Siro García consideró que era un delito de prevaricación

El Tribunal Supremo ratifica la condena de 10 años de cárcel al juez Ferrín Calamita por obstaculizar una adopción gay

Hechos

El 23.12.2009 el Tribunal Supremo, en sentencia del juez Siro García, condenó al juez Fernando Ferrín Calamita a 10 años de inhabilitación por el delito de prevaricación.

Lecturas

Siro_Garcia El juez del Tribunal Supremo, D. Siro García Pérez fue el ponente de la sentencia.

26 Enero 2009

Un martirio evitable

José Luis Requero

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El martirio de los jueces es variado. Junto a los que han dado su vida, están los martirizados por sus decisiones. Suelen ser víctimas de una politización de la Justicia que, desde el poder político, mediático o económico -o desde los tres a la vez-, lapida al juez que les contraría. Ese ataque sirve para camuflar responsabilidades y de advertencia al resto de los jueces: si van por la vida como gacelas despistadas, al margen de la manada, pueden acabar en las fauces del león, como su compañero.

Especialmente feroz es el martirio del juez que cuestiona normas de calado ideológico. Un caso fue el de la juez Laura Alabau, lapidada por haber dudado de la constitucionalidad de los «matrimonios» entre homosexuales. El último caso ha sido el de Ferrín Calamita, condenado por el retraso malicioso de un expediente de adopción de una niña concebida por inseminación artificial y promovido por una lesbiana casada con la madre biológica. Iniciado en mayo de 2006, estaba para resolverse en septiembre pero quedó paralizado más de un año debido a que el juez lo fue retrasando. Además se le ha aplicado la agravante de discriminar a una persona por su orientación sexual, es decir, por homofobia.

Este es su segundo incidente por asuntos relacionados con homosexuales. Hace dos años, en un divorcio, atribuyó la custodia de las hijas al padre, denegándoselo a la madre por ser lesbiana ejerciente. Lo que de acertado hubiere en su resolución se esfumó al redactarla. Narraba sus creencias y opiniones personales contrarias a las leyes sobre familia y matrimonio y más que un texto jurídico, aquello era una mezcla de diario íntimo y airada carta al director de un periódico. Esto le costó una sanción.

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Interés del menor

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Es cierto que el «matrimonio» homosexual tiene un punto crítico: la adopción. Como la adopción busca el interés del menor se fija en la filiación biológica: si lo natural es tener un padre y una madre, lo propio es que el adoptando vaya a una familia con un padre y una madre. En el caso que retrasó el juez Ferrín la niña es hija de un padre anónimo y vivirá con dos padres o dos madres. Que eso es rechazable lo confirma que haya países que permiten las uniones homosexuales, pero no que adopten o que niegan la entrega de menores en adopción a peticionarios de países donde los homosexuales pueden adoptar; además sobre todo esto debe aun pronunciarse el Tribunal Constitucional.

Y en estas estábamos cuando el juez Ferrín, en asuntos tan delicados, malogra su adecuado tratamiento empleando una retórica extravagante o retrasando un expediente. No niego que ese retraso sea sancionable, pero dudo que hubiese malicia y, en todo caso, homofobia, es decir, delito; tampoco dudo de su intención de beneficiar a los menores, pero pudo hacer las cosas jurídicamente bien y sin violentar su conciencia.

¿Es un mártir perseguido por sus ideas y creencias? Tenerle por delincuente es desproporcionado, máxime si se le compara con las tropelías de algunos, instalados en el estrellato judicial.La diferencia es que él se adentró en lo políticamente incorrecto, pero torpemente. En tales asuntos el juez debe ser, si cabe, más prudente y profesional, porque hacer las cosas bien no está reñido ni con creencias ni con opiniones personales y éstas no pueden justificar unas chapuzas, unas tropelías que han impedido el adecuado planteamiento de un complejo problema jurídico. De manera que no saquemos las cosas de quicio. Mártires, los justos.