25 septiembre 2017

Alarma europea por la entrada en el parlamento como tercera fuerza de Alternativa por Alemania a la que acusan de ser de ultraderecha

Elecciones Alemania 2017 – Angela Merkel (CDU) obtiene su cuarta victoria electoral alemana frente a Martín Schulz

Hechos

En septiembre de 2017 se celebraron elecciones legislativas en Alemania en las que el partido más votado fue la CDU/CSU.

Lecturas

Las anteriores elecciones en Alemania fueron en 2013.

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Las siguientes elecciones en Alemania fueron en 2021.

LÍDERES POLÍTICOS ALEMANES

 Angela Merkel, como lideresa de la Unión Cristianodemócrata, ha obtenido una nueva victoria con amplia mayoría de 246 escaños, pero al carecer de mayoría absoluta deberá intentar pactar con los liberales o los verdes.

 El ex Presidente del Parlamento Europeo, Martín Schulz, como candidato del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) ha logrado los peores resultados de su historia. Schulz se niega a repetir un gobierno de coalición con la CDU. Ha obtenido 153 escaños.

 Los grandes ganadores morales de estas elecciones son los representantes de la formación anti-islámica Alternativa por Alemania (AfD) liderada por el periodista jubilado Alexander Gauland y la economista Alice Weidel ha logrado la tercera posición con 94 escaños. El resto de partidos se ha comprometido a ignorarles. En su discurso tras la entrada en el parlamento alemán Gauland se comprometió a trabajar para derribar a Merkel y si hiciera falta ‘al sucesor de Merkel’ con el objetivo de lograr ‘recuperar a Alemania’.

 Los liberales (FDP) liderados por Christian Lindner  vuelven a recuperar presencia relevante en el parlamento con 77 escaños. Son los aliados preferentes para Angela Merkel.

  La formación de extrema izquierda Die Linke liderado ahora por Sahra Wagenknecht-Niemeyer logra 66 escaños y se niega a apoyar a Merkel.

 La formación ecologista Alianza 90/Los Verdes obtiene 65 escaños bajo el liderazgo de Katrin Göring-Eckardt. Merkel quiere gobernar con ellos y con los liberales en un tripartido CDU/CSU-FDP-Verdes que la prensa bautiza ‘coalición Jamaica’ por los colores de los partidos.

ALTERNATIVA POR ALEMANIA: ENTRADA EN EL PARLAMENTO CON ESCISIÓN

 Frauke Petry, que fuera la cara visible de Alternativa por Alemania durante los últimos años y que había sido elegida diputada renunció 24 horas después de conocerse que había obtenido el acta a formar parte del grupo parlamentario de Alternativa por discrepancias con la línea mayoritaria del partido de Gauland y Weidel, considerados más radicales que ella. 

25 Septiembre 2017

Ya no hay excusa para la canciller

Carlos Yarnoz

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Mientras España se desgarra con el estéril juego de los independentistas, el cuarto triunfo electoral de Angela Merkel nos recuerda en qué capitales (Berlín y Bruselas) se decide hoy la soberanía de Europa y los países europeos. Baste recordar que la moneda —junto con la espada— es el gran símbolo de la soberanía y es a 1.800 kilómetros al norte de los Pirineos donde se decide la supervivencia del euro. Pues bien, Merkel ya no tiene excusas desde este domingo para asegurarnos esa supervivencia y, con ello, garantizar la soberanía de Europa frente al mundo.

Merkel ha sabido aislar a Alemania del tsunami financiero. Ha ganado, pese a perder apoyos tras 12 años en el poder, por hacer más rico a su país. Pero lo ha logrado a costa de sus socios del sur, a los que ató con las cadenas de la austeridad.

Esa canciller, sin embargo, es la misma que salvó al euro cuando los terremotos de la deuda la empujaban a saltar del barco. Y fue también la que, in extremis,impidió la expulsión de Grecia de la moneda única. El siguiente desahuciado, conviene recordar, hubiera sido España. Y fue igualmente Merkel la que lavó en parte la denigrada dignidad de Europa al acoger a un millón de refugiados cuando los demás aún miran a otro lado. El gesto le ha valido el insulto de los xenófobos de Alternativa para Alemania. Todo un honor para la canciller, pero un dolor de cabeza para el país, que ve entrar a la ultraderecha en el Bundestag.

A la mujer más poderosa del mundo le ha llegado el momento de acometer su reto más importante: refundar Europa en cuanto forme Gobierno con otros aliados distintos de los socialistas, castigados en las urnas pese a su responsable comportamiento de Estado en la pasada legislatura. Sean quienes sean sus nuevos aliados —liberales y/o Verdes— Merkel no tiene razón alguna para mantener la dañina austeridad, ni excusa para retrasar su promesa de alumbrar una nueva eurozona, ni quejas de que los demás —léase Francia— no hacen reformas.

Emmanuel Macron le espera para reactivar el gripado motor franco-alemán. Él está cumpliendo su parte al lanzar reformas en tiempo récord, como la laboral. Le acompaña la esperada reactivación económica.

Aunque con matices, Macron y Merkel están de acuerdo en crear un presupuesto de la zona euro para ayudar a países reformistas, un Fondo Monetario Europeo para aliviar nuevos terremotos financieros y un ministro de la moneda. Pasarán a la historia si refundan Europa. Si no, el siguiente tsunami se llevará por delante la moneda europea y a la UE entera.

En el primer caso, Europa ganará soberanía a cambio de que los países cedan una parte. En el segundo, la de los países europeos quedará bajo mínimos en beneficio de la de los fondos de inversión. Para hablar de soberanía, hay que mirar por encima de los Pirineos, dirección Norte.

25 Septiembre 2017

Merkel, ante el reto de lograr un nuevo consenso para gobernar

EL MUNDO (Director: Francisco Rosell)

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LA VICTORIA por cuarta vez consecutiva de Angela Merkel en las elecciones legislativas celebradas ayer es una buena noticia, no sólo para los ciudadanos alemanes, que han premiado una excelente gestión económica, sino para la UE, que esperaba la ratificación en las urnas de la candidata democristiana para revitalizar el eje franco-alemán y emprender un periodo de reformas comunitarias. En unos comicios con una alta participación (75%), el electorado alemán ha votado con buen criterio a una líder que sin el carisma de otros cancilleres históricos ha logrado en 12 años sacar al país de la recesión y convertirlo en el auténtico motor económico de Europa.

No obstante, los votantes han enviado un claro mensaje tanto a Merkel, que ha bajado un 8,6% en porcentaje de voto con respecto a 2013 situándose en el 32,9%, como a los socialdemócratas, que han perdido el 5% del apoyo que obtuvieron en los anteriores comicios, logrando sólo el 20,8% de los sufragios. Pese al periodo de prosperidad y estabilidad vivido por el país gracias a la gran coalición entre los principales partidos, ésta no podrá reeditarse. El propio Martin Schulz anunció, poco después de conocerse los sondeos a pie de urna, que no repetirá el pacto con la derecha, poco valorado por su electores. A Merkel le queda por tanto la difícil tarea de formar gobierno con los liberales de Christian Lindner, que han regresado a la cámara de representantes con el 10,4% de los votos, y con los Verdes (9%), dispuestos a un entendimiento con la canciller facilitado por el freno puesto en esta legislatura al desarrollo de la energía nuclear. Un difícil equilibrio que pondrá a prueba la capacidad negociadora de Merkel, que cuenta con el hándicap añadido de tener que hacerlo en el parlamento más fragmentado de la historia del país. Alemania no puede permitirse tener un gobierno débil, ya que precisamente ha sido la estabilidad lograda en la anterior legislatura la que ha posibilitado el desarrollo económico y que Merkel sea la líder indiscutible de la UE.

De los seis grupos que estarán presentes en el parlamento federal, el que más inquietud causa en la opinión pública alemana y en la comunidad internacional es Alternativa para Alemania (AfD), la formación de extrema derecha que obtiene por primera vez presencia en el Bundestag, tras haber recibido el apoyo del 13% del electorado y haberse convertido en la tercera fuerza política del país. Aun así, con ser alarmante, a pocos ha extrañado esta espectacular subida, ya que AfD tiene representación en 13 de los 16 estados federales.

Desde la derrota del nazismo en la Segunda Guerra Mundial es la primera vez que un partido ultraderechista entra en la Cámara Baja. Si a ello le añadimos la subida de la Izquierda, que ha obtenido el 9% de los votos, nos encontramos con que más de uno de cada cinco votantes ha optado por partidos populistas de uno u otro signo. Es el resultado de las políticas aplicadas por la gran coalición que por su propia naturaleza pactista ha dejado sin representación a los votantes situados a la extrema derecha y a la extrema izquierda del espectro electoral. Pero también es la consecuencia de que una parte de la población no ha percibido los beneficios de la recuperación. Porque si es cierto que el paro se ha reducido a mínimos, no lo es menos que en parte ha sido posible gracias a la precarización de los empleos. La introducción de los minijobs ha provocado que aumente el número de trabajadores en riesgo de pobreza, que muchos de ellos estén condenados al pluriempleo y que los mayores de 65 años hayan perdido capacidad adquisitiva de manera preocupante.

Pero sobre todo, el ascenso de la extrema derecha está estrechamente vinculado a la política de inmigración aplicada por Merkel, que se quedó prácticamente sola entre el resto de líderes europeos en su iniciativa de acogida a refugiados e inmigrantes. La lenta y difícil integración de los más de un millón de personas llegadas al país ha tenido como consecuencia inmediata el aumento de la xenofobia y el racismo, sentimientos que ha sabido capitalizar perfectamente la AfD, en detrimento del electorado más conservador de la CDU, que además puede haber castigado a Merkel por la legalización del matrimonio homosexual, algo que no estaba en el programa democristiano y ante lo que tuvo que ceder ante sus socios de Gobierno.

Si finalmente Merkel llega a un acuerdo con los liberales y los verdes, estará obligada a ceder en cuestiones como el Brexit o las políticas de solidaridad con los países del sur, poniendo en peligro el consenso dentro la Unión Europea.

25 Septiembre 2017

Pasokización de la socialdemocracia

Felipe Sahagún

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Tras una campaña anodina, las elecciones de ayer en Alemania ponen fin a la gran coalición que ha gobernado durante la mayor parte de los últimos 20 años y abren el Bundestag por primera vez desde la fundación del país, en 1949, a la extrema derecha. Los conservadores (CDU y CSU), presididos por la canciller Angela Merkel, son los que más pierden, pero siguen siendo la única fuerza con escaños suficientes para formar nueva coalición. Y Merkel se convierte –tras Konrad Adenauer y Helmut Kohl– en el tercer canciller de la RFA que recibe un cuarto mandato.

El candidato del SPD, Martin Schulz, con el peor resultado en la historia del partido, anunció que los socialdemócratas, bajo su dirección, dejan hoy mismo el gobierno y pasan a la oposición. Se evita así que la extrema derecha, convertida en la tercera fuerza, presida los principales comités y debates en la nueva Cámara Baja.

Con el desastroso resultado del SPD, se confirma la pasokización de la socialdemocracia europea, que en 2000 gobernaba en 10 de los 15 miembros de la entonces UE y en 2018, teniendo en cuenta las previsiones de las elecciones de octubre en Austria y la República Checa, y las de 2018 en Italia, sólo estará en cinco o seis gobiernos de los 28 miembros actuales y todos periféricos. Padece un mal que supera las circunstancias locales.

La acogida de casi un millón de refugiados en 2015 debilitó a la gran coalición saliente y dio alas al nuevo partido de extrema derecha, que se quedó fuera del Bundestag en 2013 por muy pocos votos.

De las opciones de nuevo Gobierno, gana fuerza la nunca probada coalición de los conservadores con liberales y verdes, matemáticamente la única posible por la negativa de todos a pactar con la ultraderecha. La llamada coalición Jamaica ya funciona en el estado de Schleswig-Holstein, pero trasladarla al gobierno federal no será fácil.

Las negociaciones pueden prolongarse semanas o meses y, mientras no haya nuevo Gobierno en Alemania, en los grandes retos pendientes de Europa (presupuesto y Parlamento de la Eurozona, fondo monetario europeo, ministro de Finanzas, Brexit, refugiados, acuerdos comerciales, relaciones con Rusia, Turquía y EEUU) no se podrá avanzar. Si, al final, resulta imposible el acuerdo, Merkel tendrá que elegir entre un gobierno en minoría o nuevas elecciones.

Si las negociaciones se estancan, cabe la posibilidad de un Gobierno CDU/CSU con apoyos puntuales de otros partidos en distintas políticas, pero sería otra novedad histórica en Alemania y chocaría con el miedo arraigado en muchos de sus habitantes a volver a la inestabilidad y fragmentación de la República de Weimar. «Ha sido un gran desafío, pero hemos conseguido los objetivos estratégicos y formaremos nuevo Gobierno», afirmó anoche Merkel tras conocer los resultados. «Queremos recuperar a los que han votado a Alternativa para Alemania (AfD)».

Los liberales exigirán más recortes fiscales y más desregulación, leyes migratorias y sobre refugiados menos solidarias, pasar página a la crisis con Rusia reconociendo incluso su anexión de Crimea y más gastos en Defensa. «Es un glorioso comienzo», dijo ayer su jefe de filas, Christian Lindner, a sus seguidores. «La AfD combate la idea de Europa, nosotros tenemos un espíritu europeo y estaremos en la más firme oposición a la extrema derecha». Entre los dirigentes de AfD hay buscadores de fortuna, destacados racistas y voceros de muchos grupos de indignados a quienes sólo une su odio a Merkel y al extranjero, una visión del mundo poblada de conspiradores, cierto complejo de inferioridad, un fuerte deseo de venganza y mucho oportunismo.

Lindner pidió repetidas veces en la campaña la cartera de Finanzas, ocupada por el todopoderoso Wolfgang Schäuble, y se opone a algunas de la reformas europeas adelantadas por el presidente francés, Emmanuel Macron.

El obstáculo principal en las negociaciones a punto de comenzar no está tanto en esas diferencias con los liberales como en el abismo que separa hoy a liberales y verdes, y en la necesidad que Merkel tiene, por los resultados, de los dos partidos para alcanzar la mayoría absoluta.

Conservadores y verdes colaboran en varias regiones y forman coalición, aunque dirigida por Los Verdes, en Baden-Württemberg. La apuesta de Merkel por las energías renovables, su renuncia a las nucleares tras Fukushima y la moderación progresiva de Los Verdes en cuestiones de seguridad pueden facilitar el pacto.