21 junio 1994

Samper obtuvo 3.679.632 votos (50%) frente a los 3.553.146 votos (48%) que logró Pastrana

Elecciones Colombia 1994 – Ernesto Samper (Partido Liberal) vence a Andrés Pastrana (Partido Conservador) en unas reñidas elecciones

Hechos

El 19.06.1994 se celebró la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Colombia en las que se proclamó vencedor al candidato Ernesto Samper.

Lecturas

Un hábil combinado de tendencias.

Ernesto Samper, 43 años, abogado y economista, tiene una gran capacidad para combinar sus conocimientos intelectuales y políticos con una buena dosis de sentido del humor. A su lado militan dirigentes de todas las tendencias, desde neoliberales, socialdemócratas y ex jefes guerrilleros del M-19. «Soy la síntesis de todo ello», ha dicho Samper en varias ocasiones. Su primer movimiento político dentro del liberalismo fue Poder Popular, mezcla de socialismo y populismo. En 1990 quedó tercero en la consulta interna del liberalismo. Gaviria lo nombró ministro de Desarrollo. Como embajador en España trabajó por definir la situación jurídica de ciertos colombianos presos por narcotráfico, aceleró acuerdos comerciales e impulsó los empréstitos españoles para la reanudación de las obras del metro de Medellín.

21 Junio 1994

Samper, presídente

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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LA SEGUNDA vuelta de las elecciones presidenciales en Colombia no ha confirmado las previsiones. Lejos de ser un paso más en el absentismo -tradicional en el país y estimulado esta vez por el Mundial de fútbol-, el número de votantes en la segunda vuelta ha alcanzado casi los 7,5 millones, o sea, la cifra más alta en la historia. El domingo acudieron a las urnas 1,7 millones de colombianos más que en la primera vuelta. Por otra parte, se ha producido un desempate claro entre los dos candidatos principales: el liberal Ernesto Samper resulta elegido presidente con una diferencia, no muy grande, pero indiscutible. El conservador Pastrana ha reconocido la victoria de su contrincante y ha llamado a la población a poner por encima de todo los intereses del país. Lo más notable de estas elecciones es sin duda el clima de paz relativa que ha reinado en ellas, sobre todo si se recuerda que las anteriores, en 1989, tuvieron lugar en medio de un baño de sangre, con una sucesión de atentados perpetrados por las bandas armadas de los narcotraficantes. El nuevo presidente conserva en su cuerpo varias balas, señal de un atentado del que fue víctima en aquella etapa. Pero sería demasiado optimista creer que el problema del narcotráfico está resuelto. La explicación estriba en que el clan de Cali ejerce hoy la hegemonía, y en que su táctica incluye la negociación con el Gobierno, a la cual éste no se niega.

Por primera vez en las elecciones presidenciales colombianas se ha aplicado un sistema de dos vueltas, ideado para facilitar que puedan aparecer nuevas fuerzas políticas, fuera de la tradicional confrontación entre liberales y conservadores que ha sido la norma inmutable durante décadas. De esta manera, es cierto que en la primera vuelta se presentaron 18 partidos, pero sin que ello afectase gran cosa a los resultados. El tercer partido más votado en la primera vuelta sólo obtuvo un 3,8% de sufragios, mientras los candidatos de las dos fuerzas tradicionales oscilaban entre el 45% y el 48%. Por ello, la segunda vuelta se circunscribió a los adversarios de siempre. Todo indica que la aparición de nuevas fuerzas políticas tras la reinserción de algunos grupos guerrilleros no ha podido romper la división clásica entre liberales y conservadores, fuertemente incrustados en las familias y con una gran fuerza de reproducción. Al mismo tiempo, la mitad de la población queda al margen de ese juego y se abstiene sistemáticamente. Por eso es lógico que tanto el nuevo presidente como su antecesor, Gaviria, hayan destacado el retroceso de la abstención en la segunda vuelta. Sin embargo, ese retroceso ha sido escaso, y reforzar la democracia en el futuro exigirá incorporar a nuevos sectores de la población a la política y a la actividad electoral.

Dentro de una similitud bastante marcada entre los programas de los dos candidatos, un punto positivo para el elegido, Samper, es su mayor preocupación por los problemas de miseria que afectan a amplios sectores de la población. Si bien va a heredar un país con índices macroeconómicos positivos, gracias al plan de ajuste y liberalización del presidente Gaviria, el aumento del desempleo y el malestar creciente en las capas más pobres son cuestiones angustiosas que reclaman soluciones de fondo. Ernesto Samper parece más preparado para abordar estos problemas. Por otra parte, Gaviria se retira de sus cuatro años de presidencia con un balance básicamente positivo y con un prestigio que le va a colocar en fecha breve al frente de la Organización de Estados Americanos. Por todo ello, la continuidad que significa la victoria de Samper tiene, en el caso presente, un signo netamente positivo.