2 noviembre 2015

Elecciones Legislativas Turquía 2015 – Erdogan recupera la mayoría absoluta y los plenos poderes para confirmar su dominio

Hechos

El 1.11.2015 se celebraron elecciones legislativas en Turquía.

02 Noviembre 2015

Erdogan: mayoría absolutista

Rubén Amón

Leer
El sultán turco postula su democracia imitativa al estilo de Putin y progresa en un modelo autoritario que Occidente tolera por cinismo y necesidad

No hace falta manipular unas urnas para amañar unas elecciones. El voto puede inducirse desde el miedo y desde la propaganda. Puede conseguirse amorzadando o clausurando los medios informativos independientes. Puede lograrse desde la psicosis. Y desde el fervor que adquiere un condotiero en situaciones de emergencia.

Así ha construido Putin su modelo de democracia imitativa. Así es como Erdogan revalida el concepto de la mayoría no absoluta, sino absolutista, valiéndose de un ritual democrático, las elecciones, que sirve de pretexto, paradójicamente, a la consolidación de un sistema autoritario, incluso iconoclasta, toda vez que la gran aspiración de Erdogan consiste en subordinar la memoria de Ataturk al beneficio de la propia.

La suplantación representa un retraso en cuanto deriva el objetivo fundacional del estado laico a una república paternalista, religiosa, opulenta, que proporciona al sultán la autoridad política y la moral. Ocurre igual con Putin en Rusia. El presidente eterno del Kremlin empuña las dos espadas y desarrolla a su antojo la propaganda de la mímesis, identificando su destino con el de su pueblo, haciendo la moviola con el pasado.

Putin se sustrae al «paréntesis» comunista, entronca su liderazgo con el zarismo y se yergue en patriarca de la vastísima identidad eslava -en lo conceptual, en lo territorial-, del mismo modo que Erdogan neutraliza la revolución de Ataturk y parece recrearse en un rebrote del imperio otomano, hasta el extremo de construirse un palacio de 200.000 metros cuadrados e inocular entre los compatriotas un híbrido de nacionalismo e islamismo «moderado».

Moderado quiere decir que Erdogan no es parangonable a un sátrapa saudí ni a un ayatola extemporáneo, pero la «moderación» se antoja intolerable desde los criterios democráticos europeos en cuanto transgrede de la libertad de expresión y vitupera los derechos fundamentales, tantas veces justificados por Erdogan en el estado de excepción que conlleva el problema kurdo y el reciente atentado ¿islamista?

Nada van a objetar EE UU y la UE a la victoria del sultán. Porque Turquía es el aliado esencial de la OTAN -y el ejército más cualificado- en la zona más delicada del planeta. Porque se antoja inconcebible un reacción al Estado Islámico sin la colaboración de Ankara. Y porque la crisis de refugiados sirios ha permitido a Erdogan recrecerse en su habilidad política.

Los acoge, los amontona, es verdad, pero lo hace a cambio de prerrogativas y de avances en la futura integración comunitaria. Ya se ocupó Angela Merkel de confortar a Erdogan en su proceso de asimilación. Un proceso contra natura no ya porque las fronteras resultantes de la UE serían Irán, Irak, Siria y Armenia. Además porque tolerando a Erdogan, Europa rompería las costuras de la democracia y de su idiosincrasia.

02 Noviembre 2015

El miedo ganó a la democracia

Felipe Sahagún

Leer

Malas noticias para la democracia. En las segundas elecciones generales celebradas en Turquía en cinco meses, el partido neo islamista Justicia y Desarrollo (AKP) de Recep Tayyip Erdoganrecuperó ayer la mayoría.Con la fuerza de la nueva mayoría, es previsible que el presidente vuelve a la carga con sus planes de reformar la Constitución para dotar a Turquía de una Presidencia con muchos más poderes, lo que complicaría la aplicación de los compromisos alcanzados con la Unión Europea por mediación de la canciller alemana, Angela Merkel. Hasta Abdullah Gul, cofundador del AKP en 2001 y antecesor de Erdogan en la Presidencia hasta agosto del año pasado, ha roto su silencio para advertir que «los principales desafíos de Turquía deben resolverse mediante la cooperación entre los partidos, no excluyéndolos».Erdogan ha explotado hábilmente la tragedia de centenares de miles de refugiados de Siria y de otros países para conseguir miles de millones de euros de la UE y ablandar la resistencia a su ingreso. Nadie niega el sacrificio que Turquía ha tenido que soportar en solitario durante años con más de dos millones de refugiados, pero su forma de jugar sus bazas diplomáticas es lo más parecido a un chantaje. Salvo un retorno a sus raíces reformistas, milagro que nadie espera, Erdogan volverá a la política que, desde el segundo de sus tres mandatos como primer ministro, antes de acceder a la Presidencia, ha marginado a la oposición laica, ha malogrado la paz con los kurdos y ha deteriorado la relación entre la mayoría suní (alrededor del 70%) y la minoría aleví (25%).En los últimos tres años, el régimen de Erdogan ha hecho trizas cualquier sombra de equilibrio de poderes, ha perseguido a jueces y periodistas críticos, ha cerrado medios de comunicación y, hasta hace pocos meses, ha hecho oídos sordos a las presiones de la Unión Europea y de EEUU para frenar la expansión de Daesh en Irak y Siria. Las dos claves del éxito de la recuperación de la mayoría por AKP han sido su abuso descarado de los instrumentos del poder y su habilidad para difuminar los dos retos principales del país: el deterioro de su complicada democracia y una economía en crisis tras muchos años de crecimiento medio del 7%. Para el régimen de Erdogan, recuperar la mayoría es una garantía de estabilidad y de seguridad frente a la guerrilla kurda y frente al caos en Siria.Para la oposición, es un premio a la represión y un paso más en la deriva autoritaria hacia una semidictadura de nuevo cuño con una presidencia reforzada.Tras dos años sin atentados, desde julio han muertos unos 150 militares y civiles en los ataques entre las fuerzas de seguridad y el Partido de los Trabajadores (PKK). El doble atentado suicida de hace dos semanas en Ankara causó más de 100 muertos. El Gobierno responsabilizó inmediatamente al PKK, pero los indicios apuntan hacia Daesh. Si alguien en el AKP hubiera diseñado los atentados para ganar más votos, no lo habría hecho tan bien.El aumento de la participación -86.9% ayer, tres puntos más que en junio- no ha perjudicado, como anticiparon las encuestas, al AKP. Al contrario, puede haber sido decisivo en su recuperación de la mayoría. También ayudaría a explicar, si lo consigue, la continuidad en el Parlamento del movimiento de izquierda pro kurdo HDP. Al cierre de este artículo rozaba el 10% exigido. En junio logró un 13% (80 escaños). El AKP considera aquel resultado la causa principal de la crisis de los últimos cinco meses.