28 junio 1976

Venció al comandante izquierdista Otelo Saraiva, que quedó en segundo lugar, al primer ministro Pinheiro (también militar) y al candidato comunista Octavio Pato

Elecciones Portugal 1976 – El General Antonio Ramalho Eanes se convierte en el primer Presidente elegido democráticamente

Hechos

Las elecciones presidenciales en Portugal del 27.06.1976 dieron la victoria al candidato Antonio Ramalho Eanes, independiente, pero apoyado por el Partido Socialista de Portugal, el PPD (centrista) y el CDS (derechista).

Lecturas

Resultados provisionales:

  • General Antonio dos Santos Ramalho Eanes (militar independiente, filo-socialista) – 2.967.414 votos.
  • Teniente Coronel Otelo Saraiva de Carvalho (militar, filo-comunista) – 796.392 votos
  • Almirante José Baptista Pinheiro de Azevedo (militar, Democracia Cristiana)- 692.382 votos.
  • Octavio Pato (Partido Comunista) – 365.371 votos.

Las elecciones presidenciales celebradas este 28 de junio de 1976 en Portugal han arrojado una cómoda mayoría para el general Antonio dos Santos Ramalho Eanes, candidato de las tres grandes agrupaciones políticas del país: el Partido Socialista, el Partido Democrático Popular y el Partido del Centro (socialdemócrata).

Eanes recibió el 61,5% de los sufragios contra el 16,5% de su más inmediato rival, Otelo Saraiva de Carvalho apoyado por la extrema izquierda. Al mismo tiempo los portugueses eligieron representantes para la Asamblea Constituyente y para el Parlamento; la distribución de los votos demuestra que el Partido Socialista, dirigido por Mario Soares, es el que goza una implantación más firme.

EL APOYO DE MARIO SOARES

Mario_Soares El apoyo del Partido Socialista de Portugal de Mario Soares a la candidatura de Ramalho Eanes, fue clave para su triunfo con el 61% de los votos.

27 Junio 1976

Las elecciones portuguesas

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián Echarri)

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Portugal elige hoy nuevo presidente de la República. Estas elecciones, caracterizadas desde el principio por el muy limitado interés con que fueron acogidas por la opinión pública, lo han perdido casi completamente tras la grave enfermedad de uno de los candidatos -el actual primer ministro, almirante Pinheiro de Azevedo-, que convierte en virtual vencedor al general Ramalho Eanes, sostenido por los tres partidos mayoritarios.Tres candidatos militares y uno civil, el comunista Octavio Pato, se disputarán los votos de un electorado un tanto ahito de política y cada día más alejado de los planteamientos retóricos de partidos y líderes.

Fueron los militares quienes, mediante un golpe de Estado incruento, derribaron a la dictadura del doctor Marcelo Caetano, continuador del profesor Oliveira Salazar. En principio, los capitanes que encabezaban el Movimiento de las Fuerzas Armadas deseaban entregar cuanto antes el poder a los civiles y retirarse a sus cuarteles. Pero semejantes propósitos, por múltiples razones, no pudieron concretarse. La presencia en la escena política de fuerzas totalitarias, de izquierda, y de derecha, la impreparación y ambición de algunos políticos recién regresados del exilio, la inestabilidad económica y política, las huelgas salvajes, el interés progresivo de ciertos oficiales por el poder y el establecimiento de un período constituyente demasiado largo, hicieron que los propósitos expresados el 25 de abril por los oficiales rebeldes terminaran convirtiéndose en agua de borrajas. Tras el intento de golpe de Estado del 11 de marzo de 1975 la situación se radicalizó y los militares izquierdistas impusieron a los partidos políticos un «pacto» por el que aseguraban su permanencia en el poder durante por lo menos cinco años.

La catastrófica gestión económica de estos dos años de experiencia política, por una parte, y el intento de sectores totalitarios para hacerse con el poder, por otra, fueron deteriorando hasta tal punto la situación, que el 25 de noviembre de 1975, aprovechando un supuesto golpe militar de izquierda, el grupo moderado de las Fuerzas Armadas replanteó el papel del Ejército y de las otras Armas en la vida política. Era ya demasiado tarde para iniciar una retirada. La joven democracia portuguesa no podía sobrevivir sin el apoyo y la protección de los militares.

El proyecto del general Ramalho Eanes, el candidato a presidente con más posibilidades, es «normalizar» la vida portuguesa: reintegrar a los militares a los cuarteles, ordenar la convivencia, arreglar en lo posible la economía y hacer de Portugal un país moderno, democrático, europeo e independiente. Semejantes propósitos están apoyados por la gran mayoría,de la población. Pero no son fáciles de llevar a la práctica.

El pueblo portugués se encuentra ante la triste realidad de una economía destruida, una convivencia social deteriorada y unas perspectivas de futuro un tanto inciertas. Tras la «revancha democrática» los portugueses se han dado cuenta de que las palabras apenas arreglaban nada y de que las grandes frustraciones nacionales no iban a resolverse solamente con fuerza de voluntad. Agobiados por los problemas cotidianos (paro, inflación, caos administrativo, violencia, etc.) y por, el insistente ejercicio democrático (dos elecciones en dos meses), ahora asistimos a un fenómeno de apolitización progresiva que podrá conducir en estas elecciones a un grado considerable de abstencionismo.

Con una Asamblea Legislativa (elegida el 25 de abril pasado) y un nuevo presidente de la República, también elegido según la Constitución, Portugal termina con la interinidad que ha caracterizado estos dos últimos años. Están puestas, pues, las bases jurídicas que permitirán una convivencia democrática. Pero con eso no llega. Sólo el sacrificio, el trabajo, el patriotismo, la tolerancia y la generosidad de todos pueden convertir en realidades los proyectos de reconstrucción nacional.

29 Junio 1976

Portugal: ciclo cumplido

ABC (Director: José Luis Cebrián Boné)

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La abrumadora victoria de Ramalho Eanes, y de cuanto esta personalidad representa, junto con la no menos abrumadora derrota de Octavio Pato, candidato del PCP, marcan el alfa y el omega del proceso de cambio político lusitano: el alfa o comienzo de un nuevo ciclo, y el omega o fin del periódico de inestabilidad, de la inevitable inestabilidad, que arrancó del primer 25 de abril: aquel de la madrugada lluviosa de 1974.

Aunque en cierto modo los resultados de las elecciones presidenciales de Portugal son corolario del veredicto expresado por las urnas en los recientes comicios para la Asamblea Constituyente la clara elección de Ramalho Eanes ratifica el rumbo – democrático, con voluntad de orden en la calle y en la economía – en que ha insistido la mayoría del pueblo lusitano. El capítulo de ayer de aventurerismo ideológico lo han cerrado con siete llaves los portugueses el pasado domingo.

El precio de la estabilización política ahora refrendada ha sido más que gravoso para nuestros vecinos. En el curso de los dos años transcurridos, el país, convertido en laboratorio de todas las hipótesis de cambio social y económico, ha visto cómo se producía un desplome de la productividad y cómo, al tiempo que casi se agotaban las reservas de divisas, Portugal debía pignorar parte sustancial de los depósitos de oro acumulado en la larga renuncia del salazarismo a la opción desarrollista.

Desandar buena parte de la cálida y esterilizante expedimentación colectivista será la tarea en que habrá de ocuparse el Gobierno presidido por Mario Soares, y el Estado que pilote – con mano firme, según todos los indicios – el general Eanes. Tal es lo que debe interpretarse del veredicto de los portugueses; que si han reconocido a los comunistas una casi homeopática presencia – ese 7% conseguido por Octavio Pato – han, de otro punto, reducido en los sufragios otorgados a Otelo Saraiva de Carvahlo, las aguas residuales de cuanta literatura revolucionaria saltó en riada el 25 de abril al abrirse las compuertas de la libertad que el salazarismo había mantenido durante cuatro décadas cerradas a cal y canto.

Quien tenía en su manos los recursos de orden público del Estado portugués cuando fueron asaltadas e incendiadas las representaciones diplomáticas y consular de España en Lisboa y Oporto, sólo ha contado con el voto de quienes a la izquierda del PCP repudian el dogmático stalinismo de Cunhal, y con los sufragios de quienes, en cualquier lugar de la izquierda, entendieron que el Grandola Villamorean anunciaba el abracadabra para el ingreso de Portugal en el más radical de los socialismos al paso de la más ilimitada libertad.

Los votos del domingo han cerrado la posibilidad al ensueño de tal desiderátum; han definitivamente precisado la importancia real de los comunistas (minoría que ya no puede insistir en su pretensión de que Soares les tome como interlocutor para formar Gobierno) y, como hemos escrito más arriba, han elegido un mandato, una voluntad nacional, de liberad, orden y trabajo.