9 junio 2001

La campaña contra el euro y la Unión Europea de Hague no le ha dado el resultado esperado

Elecciones Reino Unido 2001 – Tony Blair (Partido Laborista) logra la mayoría absoluta derrotando a Hague (Partido Conservador)

Hechos

En junio de 2001 las elecciones al parlamento británico dieron la mayoría absoluta al Partido Laboralista con mayoría absoluta.

Lecturas

RESULTADOS ELECTORALES

Partido Laboralista – 413 escaños

Partido Conservador – 166 escaños

Partido Liberal Demócrata – 52 escaños

06 Junio 2001

'The Times' apuntilla a Hague al pedir el voto laborista por primera vez en su historia

Walter Oppenheimer

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El editorial de The Times era esperado. Ya la edición dominical del diario, aunque independiente, había dado su apoyo a los laboristas. Y la cabecera populista de Murdoch, The Sun, no sólo ha hecho campaña por Blair, sino que ya le apoyó en 1997. El director de The Times, Peter Stothard, asegura, en declaraciones a The Daily Telegraph, que no ha consultado con Murdoch la posición del diario.

Hace cuatro años, The Times dejó a sus lectores libertad de voto. No porque no quisiera el cambio de poderes, sino por el temor a que una victoria laborista abocara al país a la moneda única. Ahora cree que ya no existe ese riesgo. ‘Por razones prácticas y políticas es improbable que sea posible en el próximo Parlamento’, dice The Times, que se declara convencido de que el euro ‘puede ser derrotado’ si se convocara. ‘Si hay un referéndum sobre el euro, nuestra voz en contra será vigorosa y fuerte’, aclara.

No sin cinismo, The Times elogia a los laboristas, los más capaces de culminar las reformas que quedaron pendientes tras la etapa de Margaret Thatcher. ‘Tras cuatro años de Gobierno, los laboristas han consolidado muchos elementos del thacherismo’, como la preocupación por la inflación, la moderación fiscal y la ‘desconfianza’ hacia los sindicatos, aunque está ‘menos claro’ que puedan extender las reformas a los servicios públicos centrales: educación, sanidad, seguridad ciudadana y transportes.Pero la alternativa es peor. ‘El Partido Conservador aún no está preparado a estas alturas para competir’ con el programa laborista tras ‘una campaña confusa, que refleja cuatro años de confusión, en los que se han sentado juntos y revueltos los políticos más mesurados con el más crudo populismo’. ‘Con estas condiciones, y por primera vez en su historia, The Times ofrece un cauto pero claro apoyo al Partido Laborista en estas elecciones’, concluye.

Tony Blair recibió también el apoyo del más influyente y proeuropeo diario británico, Financial Times, que refleja sobre todo la opinión del mundo de los negocios. Admite que a corto plazo debe haber un drástico aumento del gasto en sanidad, educación y transporte, pero advierte de que no podrá aumentar de manera indefinida ‘sin impuestos más altos o endeudamiento’. Financial Times critica la manera ‘derrotista’ y ‘la visión de suma cero’ y no de ‘beneficios mutuos’ que los conservadores tienen de la política europea, y no dan crédito a su programa económico.

09 Junio 2001

La ocasión de Blair Otros

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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La arrolladora segunda victoria de Tony Blair acerca más al Reino Unido a Europa. No habiendo osado lanzarse a estas aguas tras su triunfo en 1997, Blair tiene ahora una oportunidad única para convocar y ganar el referéndum sobre la integración en el euro, algo que los mercados han entendido inmediatamente al perder valor la libra y acercarse así a la moneda única europea. Muerto en las urnas el thatcherismo y su rechazo a Bruselas, Blair puede normalizar su país, hacia dentro y hacia afuera.

Blair puede estar satisfecho. Por vez primera un laborista repite mandato de forma consecutiva, con una comodísima y segura mayoría, pese a los seis escaños perdidos respecto a la anterior legislatura. Ha destrozado a su adversario conservador, William Hague, que ha presentado su dimisión. Lostories, que en los dos últimos comicios han sufrido sus peores derrotas en siglo y medio, habrán de elegir bien a su próximo líder, centrar y modernizar su mensaje y dejar atrás el calamitoso thatcherismo, que tanto daño le ha hecho. El Nuevo Laborismo de Blair ha ocupado el centro político. Los Liberales y Demócratas, capitaneados por Charles Kennedy, han obtenido un buen resultado, tras desbordar por la izquierda a los laboristas con un programa de más impuestos y más gasto público. El único nubarrón ha surgido en Irlanda del Norte, donde han crecido los extremos, el Partido Unionista de Paisley y el Sinn Fein, lo que puede dificultar el proceso de paz.

La victoria de Blair ha quedado algo desdibujada por la abstención, la mayor desde 1918 al superar un 40%, reflejo de una preocupante apatía política, de la desastrosa imagen de Hague y de un cierto distanciamiento del Nuevo Laborismo de las preocupaciones cotidianas de los ciudadanos. Pero la estrategia de Blair ha triunfado al manejar con destreza el tiempo político y adelantar las elecciones en casi un año, arropado en los buenos resultados económicos, y con un discurso más centrado en los servicios públicos básicos: transportes, educación, sanidad, que en buena medida desguazó Margaret Thatcher y que el propio Blair no ha recompuesto en su primer mandato. Hague basó su campaña en la oposición a Europa y se ha estrellado.

El primer mandato de Blair se centró en importantes reformas políticas: autonomías para Escocia y Gales, elección de un concejo municipal en Londres y la práctica abolición de los escaños hereditarios en la Cámara de los Lores. El segundo va a incidir en la mejora de los servicios públicos y en Europa. No es seguro que consiga remover las reticencias de la opinión británica hacia el euro, pero esta vez puede intentarlo.

09 Junio 2001

Derrumbe conservador

ABC (Director: José Antonio Zarzalejos)

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La derrota electoral, aunque previsible y prevista, ha sumido al Partido Conservador británico en un profundo desconcierto. De momento ya ha empezado a saldarse con la dimisión de su líder William Hague, que ha sabido extraer las consecuencias políticas del dictamen de las urnas. Se abre ahora una sucesión para la que se encuentran bien situados Michael Portillo y los eurófilo Chris Patten y Kenneth Clarke. Al margen de la moderadamente buena situación económica, con una inflación controlada y un aceptable crecimiento y de la simpatía y carisma del primer ministro laborista, lo cierto es que los conservadores se han ganado a pulso su pronosticada derrota. Su principal reclamo electoral, un patriotismo algo trasnochado y una anacrónica oposición al euro, no ha sido atendido por los ciudadanos. Era muy poca cosa para enfrentarse a la creciente popularidad del líder laborista. Los conservadores de Hague no han sabido articular otra propuesta electoral que la visceral oposición a la moneda europea y la defensa de la tradición esterlina. No han tenido éxito a pesar de que las encuestas indican una notable reserva popular a la integración en la moneda común. Han carecido de reflejos para cambiar de estrategia y para emprender una reforma que pudiera convencer al electorado. Si a esto se añade la habilidad de Blair para apropiarse de gran parte, quizá de la mejor, de tradicional programa conservador, hay que concluir que la única meta posible era la derrota. Mientras la ‘tercera vía’ de Blair viraba hacia el centro político, Hague dirigía su mensaje al sector más duro y recalcitrante del conservadurismo antieuropeísta.

Desde la perspectiva europea, el triunfo de Blair constituye, pues, una buena noticia. El camino de Gran Bretaña hacia la integración en el euro está algo más despejado, mucho más, desde luego, de lo que lo estaría con un triunfo de este conservadurismo. La libra esterlina cayó ayer en el nivel más bajo de su historia. Es quizá más que un síntoma de la necesidad de que el país se incorpore a la unión monetaria. Blair se encuentra en mejor posición para vencer las viejas y tenaces resistencias. Ahora deberá cumplir su promesa electoral y convocar un referéndum para decir adiós a la libra. No es empresa fácil y deberá calibrar el mejor momento y la mejor manera para reclamarlo. La caída de la libra juega a su favor. Europa necesita a Gran Bretaña en la unión monetaria y a Gran Bretaña le conviene la integración. No cabe duda de que la renovación conservadora exigida por la dimisión de Hague debería ir por este camino y abrir paso a los eurófilos para rehabilitar al marchito conservadurismo. Al menos, cabría esperar que acierten a aprender de sus propios errores. Si Hague y Thatcher se empeñaron en hacer de estas elecciones un referéndum entre el euro y la libra, parece claro quién ha sido el vencedor.