22 septiembre 1977

Emilio Romero Gómez denuncia desde INTERVIÚ que el Gobierno Suárez se infiltra en los medios controlando el INFORMACIONES, el YA y con fichas en EL PAÍS y ABC

Hechos

El 22.09.1977 en INTERVIÚ se publicó el artículo ‘Las infiltraciones en el Cuarto Poder’.

Lecturas

En un amplio artículo publicado en la revista Interviú el periodista D. Emilio Romero Gómez denuncia infiltraciones del poder en el sector de la prensa. Asegura que el periódico Informaciones dirigido por D. Jesús de la Serna Gutiérrez Repide ‘respira Suárez por los cuatro costados’. Y cita que el Presidente de la Junta de Fundadores, D. Víctor de la Serna Gutiérrez Repide, es Senador por designación real. Explica además que el Banco Central, cuyo presidente también es Senador por designación real. Y señala al sacerdote D. Abel Hernández Domínguez, comentarista de Informaciones, como alguien demasiado afín al presidente D. Adolfo Suárez González.

También cuestiona la independencia del Ya por el hecho de que uno de sus periodistas, D. Luis Apostua Palos, sea diputado por la UCD y que el presidente de su editora, la Editorial Católica, D. Fermín Celada, también sea Senador por designación real.

De igual modo señala que dos directivos de PRISA, la empresa editora de El País, D. José Ortega Spottorno y D. Julián Marías Aguilera también son Senadores por designación real.

De igual modo el presidente de Prensa Española, editora de ABC, D. Guillermo Luca de Tena Brunet, también es Senador por designación real y, según el Sr. Romero Gómez, este periódico está muy influido por D. Antonio Fontán Pérez, nuevo Presidente del Senado con UCD.

Las infiltraciones en el Cuarto Poder

Como profesional de este oficio – y en auge la democracia – registro la infiltración del poder en los periódicos. También están infiltrados los partidos políticos. Cuando la prensa se dispone a ser ‘cuarto poder’ los poderes visibles e invisibles se la disputan. Ahora es cuando la prensa resulta más codiciada. La verdad es que los partidos pueden y deben tener periódicos. En la prensa estará siempre la locuacidad, y en la política o la discreción o la cautela. Lo que está claro es que el poder – como tal poder – no puede tener periódicos. Eso de la ‘prensa institucional’ me lo inventé yo para arrebatársela al Gobierno, porque si se dice que es del Estado allí se diluyen todas las cosas, ya que, al final, el Estado es una forma jurídica de la sociedad, y los que escribimos ‘somos sociedad’. La astucia me sirvió solamente para justificarme; después, el Gobierno o los Gobiernos, me arreaban estopa por todas partes. Pero si hay una prensa que dirige el Gobierno, y la impone una determinada línea ideológica y política, y ese Gobierno cambia un día por otro Gobierno que tiene una línea distinta y opuesta, aquella prensa puede enloquecer a los lectores porque será como una veleta, a merced del viento que la impulse. La prensa del Estado, dirigida por el Gobierno, es ‘contra natura’.

Otra cosa es que un determinado partido político ocupe el poder. Si antes tenía un periódico, n hay ninguna razón para que deje de tenerlo. Lo que sucedería es que antes sería un periódico de la oposición y ahora sería un periódico gubernamental. Es exactamente como el caso de la televisión. Tiene que ser del Estado – en cuanto no haya más de una – y, sin embargo, la maneja el Gobierno. Por ejemplo: ahora se ha prohibido que se hable o que intervenga Felipe González en la pequeña pantalla. Pero a lo que iba era que los tres periódicos de la mañana en Madrid tienen en sus cuadros de mando o de poder diputados o senadores regios. Esto, aunque no se quiera, condiciona lo suyo; y sobre todo en la época actual de transición a la transitoriedad. ¿Transitoriedad? Ah, sí. Yo no creo en otra cosa. Y Goethe y Aranguren, y Owen y Fueyo. Menos Julián Marías, todos. Pero, además, este condicionamiento se ve a la lega. Podría ofrecer casos concretos. Pero no lo hago a no ser que se me ponga contra la pared. Únicamente señalo que se producen querellas con los partidos en las redacciones del os periódicos y que a nivel de propiedad o de dirección se infiltra el poder o el Gobierno.

Quiero ofrecer a título de ejemplo, este caso (Y luego escribiré en las nubes sobre otros). Acaso el que más me duele porque quien lo dirige ha trabajado a mi lado muchos años, es un gran profesional y es hijo de no de los hombres a quienes yo he tenido siempre en la profesión como maestro. Me refiero a Jesús de la Serna, director de INFORMACIONES. Desde fuera le veo haciendo todos los equilibrios brillantes y honestos que se le ocurren en defensa del periódico. Pero no lo consigue. El periódico respira Suárez, y más cosas, por los cuatro costados. Y entonces empiezo a analizar, y me digo: el presidente de la Junta de Fundadores de ese periódico es Víctor de la Serna, hermanos de Jesús y que ha sido nombrado senador regio. Representando al periodismo, no. Porque no lo ejerce hace muchos años. Ha andado por el mundo diplomático exterior y es una autoridad es gastronomía. La propiedad de este periódico tiene cuatro paquetes: el Banesto, Prensa Española, los March y el Central. Pero el Banco Central es quien lo dirige económicamente y financieramente. ¡Caramba, que casualidad! El presidente del Banco Central también ha sido designado senador regio. Con dos senadores, ¿qué puede hacer Jesús de la Serna, mi inolvidable amigo y colaborador con ese periódico, que en los últimos tiempos del viejo Régimen hizo bien la contestación? Naturalmente, el Rey está lejos de todo este asunto; pero el Gobierno tiene que tentar y sober a los senadores regios, o yo me he caído de un guindo. El otro día dijo la cosa atroz de que el Rey respaldaba al Gobierno, con ocasión de su discurso de Venezuela. El Rey, por principio, no respalda a ningún Gobierno en sus avatares políticos. ¿Cómo podría respaldar el Rey el catastrófico balance político y económico del Gobierno?

Luego aparece el YA – periódico oficial desde que tengo uso de razón – con un diputado del partido del Gobierno, que es Luis Apostua, y dos senadores. Uno de ellos, Fermín Celada, es el presidente del periódico, y el otro es su cerebro vitalicio, Sánchez Agesta. José María Gil Robles, el viejo, me dijo una cosa ocurrentísima sobre el YA. La reservo para mis memorias.

Y otro director a quien admiro muy seriamente, porque es la gran revelación de este momento y que empezó igualmente a mi lado, Juan Luis Cebrián, director de EL PAÍS tiene – peligrosamente – otros dos senadores regios. Nada menos que el presidente del periódico, el hijo de Ortega y Gasset; y uno de sus cerebros fulgurantes, Julián Marías, alumno predilecto, igualmente, del filósofo Ortega. Eso no se lo salta un olímpico.

El otro caso es el de ABC. El presidente de la empresa es senador regio, Guillermo Luca de Tena. El consejero-delegado es del partido del Gobierno, y veo entre cortinas, o en el confesionario de don Torcuato, el viejo, a Antonio Fontán, presidente del Senado.

Pero todo esto, además, viene en función de alguna firma que de repente no sé quién es, y que se ha introducido por debajo de la puerta de la notoriedad. Me refiero a Abel Hernández. Es el comentarista de INFORMACIONES. Un día pregunté: “¿Quién es?” Y me dijeron: “Un cura”. ¡Vaya con el cura! Es exactamente igual que los curas de alto nivel: como resulta que tienen la verdad, dicen hoy unas cosas y mañana otras, y se quedan tan tranquilos. A este cura lo tiene agarrado Suárez y le imparte doctrina de Santo Tomás. Estoy seguro. Un día me fastidió leer al cura, y a su compañero el editorialista, cuando dijeron que todo esto era jauja. El Gobierno tenía imaginación, no pasaba nada en la economía, el orden público se correspondía con lo que es exigible en una democracia, el viaje a Europa del presidente había sido triunfal, y hasta el veraneo de Bagur, con yates, unidades navales de protección y todo eso, era lo pertinente al caso; la Constitución sería como una pastoral conciliadora, y las autonomías brillarían en toda España dejando el centralismo de Madrid reducido y ubicado al barrio de Lavapiés. Era el gozo de la Historia. Entonces me refugié en Baltasar Porcel, que había escrito un artículo antológico en DESTINO, y en Josep Meliá, que, aunque es circunvalatorio y psicodélico, ahora parece que ha vuelto a la razón y está muy bien. Bueno, me fui también a Vázquez Montalbán, que es pueñetero, sectario y grandioso – una de mis flaquezas literarias – y a Álvarez Solís, con el que coincido en muchas gentes y caminos. Entonces me quedé tranquilo.

D. Emilio Romero Gómez