23 enero 2022

Enfrentamiento en EL MUNDO entre Federico Jiménez Losantos y Arcadi Espada sobre Vox y la ‘extrema derecha’

Hechos

Entre el 19 y el 23 de enero de 2022 los Sres. Espada y Jiménez Losantos se citaron en respectivas columnas publicadas en el periódico EL MUNDO.

18 Enero 2022

Por el fin de la indecencia

Arcadi Espada

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ESPAÑA tiene un problema de extremismo político como ninguna otra nación europea. La representación parlamentaria de Podemos, Vox y el independentismo alcanza porcentajes mayúsculos, que revelan la escasa calidad de la educación política de los ciudadanos y la dramática falta de liderazgo del centrismo. Hasta tal punto ha llegado la potencia extremista que ninguno de los dos partidos centrales tiene posibilidades de gobernar el Estado o la mayoría de las comunidades autónomas sin llegar a acuerdos degenerados. Y en Cataluña, como quizá suceda pronto en el País Vasco, gobiernan extremistas directamente vinculados con la delincuencia política, que hacen alarde, además, del incumplimiento de las leyes y se atreven a someter esa estrategia a la consideración del electorado.

Las alianzas más o menos explícitas del Partido Socialista y del Partido Popular provocan un efecto añadido, particularmente perverso, que es la neutralización de la crítica a los extremistas. Ninguno de los dos está en condiciones de reprochar al otro con quién gobierna. De ahí que no pueda darse en España una crítica rigurosa y veraz del extremismo y de ahí que el extremismo prospere. Pablo Casado lo intentó en su día, en su discurso contra la moción de censura de Vox. Pero los hechos lo han convertido en retórica. Al discurso no siguió lo que esperaba, que era un paulatino distanciamiento del partido de Abascal. Todo lo contrario: las distancias se estrechan cada vez más y las pocas posibilidades que, hoy por hoy, tiene de llegar a presidir el Gobierno dependerán parlamentariamente de Vox.

La denuncia constante y severa del extremismo ha quedado así en manos de los medios, aunque mediatizada por sus servidumbres y sus ruinas. Pero aunque no las hubiera es obligatorio que esa denuncia se produzca también en el ámbito estrictamente político. Solo Ciudadanos, lo que queda de él, está en condiciones de ejercerla. El camino tiene valor político y cívico; pero, probablemente, sea también su única posibilidad de supervivencia. Ante las próximas votaciones, Ciudadanos debe comprometerse a no facilitar en lugar alguno gobiernos que incluyan, por activa o por pasiva, a los extremistas. No solo ni con Podemos ni con Vox; sino contra Podemos y contra Vox en los parlamentos de playas, ciudades y montañas. Lo que se dice una apuesta por la gobernabilidad, pero en sentido profundo. Y, sobre todo, una apuesta por el fin de la indecencia. El tipo de empresa del que solo pueden ocuparse los perdedores y su constatada belleza.

Solo Ciudadanos, lo que queda de él, está en condiciones de ejercer la denuncia constante y severa del extremismo

19 Enero 2022

Indecencia sin fin

Federico Jiménez Losantos

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EN SU columna Por el fin de la indecencia decía ayer Arcadi: «España tiene un problema de extremismo político como ninguna otra nación europea. La representación parlamentaria de Podemos, Vox y el independentismo alcanza porcentajes mayúsculos, que revelan la escasa calidad de la educación política de los ciudadanos y la dramática falta de liderazgo del centrismo. Hasta tal punto ha llegado la potencia extremista que ninguno de los dos partidos centrales tiene posibilidades de gobernar el Estado o la mayoría de las comunidades autónomas sin llegar a acuerdos degenerados».

Según el autor de La Verdad la indecencia es que el PSOE pacte con Podemos y el PP con Vox: «Ninguno de los dos está en condiciones de reprochar al otro con quién gobierna. De ahí que no pueda darse en España una crítica rigurosa y veraz del extremismo y de ahí que el extremismo prospere. Pablo Casado lo intentó en su día, en su discurso contra la moción de censura de Vox. Pero los hechos lo han convertido en retórica. Al discurso no siguió lo que esperaba, que era un paulatino distanciamiento del partido de Abascal».

Gracias por la media columna, y tranquilo, Arcadi, tranquilo. Si las posibilidades de que Casado sea presidente son pocas, y sólo lo sería con extremistas indecentes, Sánchez seguirá en el poder. Afortunadamente, el extremista no es Sánchez sino Abascal. Sánchez es el socio de la ETA, pero el extremista es Vox. Sánchez es el socio de los golpistas catalanes, pero el extremista es Vox. Sánchez los indultó y Vox ejerció la acusación contra el golpe, pero desde el extremismo. Sánchez encabeza la oposición a que los catalanes puedan escolarizarse en español, siquiera parcialmente, y Abascal los apoya. Qué extremista. El PSOE, con el apoyo de Cs y la abstención del PP, promulgó las leyes de Violencia de Género y Memoria Histórica, a las que se opone Vox, por cierto, con Cayetana y Ayuso, que se deslizan hacia el extremismo. Lástima. Sánchez es el socio del narco-comunismo iberoamericano, al que se opone Vox, mala compañía para PP y Cs. Sánchez nos encerró en casa dos veces ilegalmente, Vox lo denunció y el Tribunal Constitucional, tan extremista, le dio la razón. Atroz.

Lo indecente, para mí, fue que Casado dijera que Abascal y Vox, el de Ortega Lara, pisotean la sangre de las víctimas de la ETA. Eso sólo lo había dicho el centrista Sánchez. Sólo por eso, ya votaría a Vox.

Si las posibilidades de que Casado sea presidente son pocas, y sólo lo sería con extremistas indecentes, Sánchez seguirá en el poder

20 Enero 2022

No debería perder guapeza

Arcadi Espada

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HOMBRE, HOMBRE. Nuestro Federico va a votar a Vox pero quiere que le llamen centrista. Yo todo lo haría por complacerle. Pero para decirlo en góngoro: «Que anochezca cano el viejo y que amanezca bermejo, bien puede ser; mas que a creer nos estreche / que es milagro y no escabeche, no puede ser». Se le ve el tinte, pero, sobre todo, qué necesidad tiene. Extremista y a mucha honra, como Gento. Un partido que reivindica la Europa de Le Pen, Orban y Kaczynski. Un partido que quiere acabar con el Régimen del 78, disolviendo el Estado de las Autonomías. Un partido que hace depender del origen el ejercicio de derechos fundamentales. Un partido que confunde el nasciturus con el ciudadano. Un partido al que van a votar todos los antivacunas que no voten a Podemos. Un partido de centro escabeche, es decir.

Todo lo que Vox es lo es a condición de no ponerlo en práctica. Pero la melopea política de los españoles ha subido tantos grados que Vox está a punto de condicionar muchos gobiernos locales e incluso puede imaginar una coalición con el Pp. En ninguno de esos casos Vox podrá hacer de Vox. Vox es en potencia. O sea, en impotencia. A Vox lo votan por su programa máximo, porque para su programa mínimo ya está el Partido Popular. Una mera opción estética. Y como mera opción estética no debería perder guapeza. Lo que hace grande, uno y libre a Vox es que proponga cerrar McDonald’s y abrir McCallo’s y es un grave error estratégico el último ensañamiento centrista con el emprendedor Buxadé al que se dedica Fjl.

En la radio lleva semanas advirtiendo a Vox de que debe prepararse para gobernar. Creo que una mañana hasta llegó a decir «para asumir responsabilidades de Gobierno», oh. Cómo no va a rebelarse cuando llaman a Vox extremista. Pero fuera del extremo Vox no es nada, ni siquiera para él en cuanto lo piense. Mucho alentarles a que lleguen al Gobierno y gobiernen. Pero a los dos decretos ya estaría Fjl llamándole Santicomplejines a Abascal. Luego tengo una razón del tipo práctico para el abandono de la pulsión centrípeta. Solo hay que mirar a Francia y ver en qué ha acabado el centrado de madame LePen. Su extremo lo ha ocupado Éric Zemmour, una figura de la radio francesa, ensayista superventas, columnista y agudo polemista, bien instalado en la sesentena y hoy candidato a la presidencia de Francia.

No querría yo por nada del mundo que Federico, por extremas necesidades del servicio, se viera obligado a abandonar el haiku.

A Vox lo votan por su programa máximo, porque para su programa mínimo ya está el Partido Popular. Es una mera opción estética

21 Enero 2022

Ciudanaderías

Federico Jiménez Losantos

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EL COLUMNISMO puede ser una notable escuela de humildad, siempre que uno no escriba ante el espejo, en admirada contemplación de sí mismo. Yo acabo de recibir esa lección de Arcadi Espada, a quien siempre he leído y defendido, en la ilusa certidumbre de que él también me leía y entendía. Pues no. En su segunda diatriba contra Vox a través de mí o contra mí a través de Vox, dice que, votando a Vox, «quiero que me llamen centrista». Sin faltar. Yo he criticado siempre, pero siempre, el centro y el centrismo como manifestaciones del complejo de la derecha que usa la izquierda para legitimar su sectarismo y asumen la derecha papanatas y el centrismo fatuo. Se ve que la «alerta antifascista» de Iglesias contra Vox, antes contra Ciudadanos y contra el PP, rige también en los periódicos. Pero yo creía que de las cuatro mil columnas que en 40 años habré escrito en Diario 16, Abc y EL MUNDO, Arcadi habría leído alguna, como yo lo leo a él. Sano escarmiento. En Viaje al centro de la nada, de 1999, publicado en La Ilustración Liberal y recogido en Con Aznar y contra Aznar resumo lo que pienso del centrismo.

A los argumentos que doy sobre Vox como defensor del orden constitucional, Arcadi no opone ninguno. Prefiere la caricatura de La Sexta. Y peor es que use el herrumbroso instrumental teórico maxista-leninista que Althusser, Poulantzas o Vázquez Montalbán exhuman en los 70. Para ellos, todos los partidos de derecha son iguales. Sólo que los fascistas llevan el «programa máximo» y los demócratas el «programa mínimo» de un mismo plan: la explotación burguesa e imperialista de la clase obrera. Ah, y del planeta. Conciliar el culto al Bulli y la propaganda de la Komintern tiene mérito.

Pero hay hechos, no opiniones, que incapacitan a Cs como referencia moral ni a la derecha ni a la izquierda: su pacto con los eurófobos de Libertas; su apoyo a la sentencia amorcillada del juez De Prada contra Rajoy; su espantá de Cataluña; el timo del trilingüismo para evitar defender la enseñanza en español; la denuncia del «dumping fiscal» de Madrid y pedir que se reimplantara el impuesto de sucesiones; censurar la crítica de Marta Rivera de la Cruz a la Ley de Violencia de Género y apoyarla, junto a la Memoria Histórica o el asalto a la tumba de Franco. Y, en fin, la espantá de Rivera tras la debacle para «ser feliz». ¡Como para andar presumiendo!

Hay hechos, no opiniones, que incapacitan a Ciudadanos como referencia moral ni a la derecha ni a la izquierda

23 Enero 2022

GEOMETRÍAS

Arcadi Espada

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(Centrismo) Se empeñó tanto Federico el miércoles en tratar de demostrar que Vox no era un partido extremista que ironicé el jueves sobre su insólito alistamiento en el centrismo. ¡Cómo se puso! Ni el viernes ni por escrito había recobrado la calma: «Yo he criticado siempre, pero siempre, el centro y el centrismo como manifestaciones del complejo de la derecha que usa la izquierda para legitimar su sectarismo y asumen la derecha papanatas y el centrismo fatuo. (…) Pero yo creía que de las cuatro mil columnas que en 40 años habré escrito en Diario 16, Abc y EL MUNDO, Arcadi habría leído alguna, como yo lo leo a él. Sano escarmiento».

(Ganado el 22 de enero, a las 13:15, 51 lpm, 35,1º, vacunado con ARNm [Moderna Lonza], lote 216001, tercera dosis).

Hasta aquí podíamos llegar. Jamás se me ocurriría llamar rectamente centrista a Federico y de imposibilidades como esa se nutre la figura retórica de la ironía, incluso para los que madrugan y cuyas legañas no les dejan ver el sol. Ahora bien: yo le leo mucho más de lo que él mismo se lee. Hasta en los recortes del archivo Linz lo leo. O sea que menos pujos en forma de «siempre, pero siempre». Tiene suerte que los dos hayan cerrado, porque por mucho menos los del Komintern lo deportábamos al Bulli.

Y me acojo a la costumbre ya instaurada entre nosotros de que escriba la columna el que no va a cobrarla:

Centristas deciden

«Las diversas encuestas publicadas ayer han terminado de sumir a la ciudadanía en la perplejidad. En unas -como la nuestra- el PSOE aplasta con su mayoría, en otras llega más justo o no llega, aunque también al felipismo le interesa movilizar su voto y va a intentar convencernos en esta última semana hasta que Fraga puede ganar, aunque esto ya no lo cree ni Fraga. Pero hay todavía un número de indecisos sustancial. Tantos que, según la dirección de su voto, habrá o no habrá mayoría absoluta, tendrá el reformismo mejor o peor resultado y resucitará Suárez o se quedará con Agustín callando cuatro años más. A la izquierda del PSOE -incluyendo a Suárez- también será decisiva esta última semana. ¿Triunfará el voto útil a IU, arañará su escaño Carrillo quitándole cinco a IU, o se llevará el duque el pellizco de quienes no quieran elegir? Todo depende del final de campaña. Y conociendo a Felipe&Calviño, todo hay que temerlo. Dos previsiones particulares sobre el CDS y el PRD. Los números de las encuestas recogen el impacto de la primera semana de campaña, cuando el duque, lanzado por la Milá y compañía, no sólo deterioró el crecimiento de Roca, sino que le mordió el tobillo al felipismo. Pero yo recuerdo que en las elecciones gallegas el duque empezó muy bien, subió la primera semana, frenó en la segunda y se hundió en la tercera. Ahora puede pasar algo parecido, aunque siempre saldría mejor porque cae de más alto. En segundo lugar, tanto el PRD por debajo como el CDS por encima están al borde de un buen resultado o de un fracaso. Un 1%, un 2% en tres o cuatro provincias y pasan de tres a 13 o de 13 a tres. Lo evidente es que el domingo todo el voto será útil, como decía ayer Pedro J. El del duque, para castigar al PSOE; el de Roca, para construir la alternativa de centro-derecha. El futuro lo deciden -lo decidimos- los centristas».

Federico Jiménez Losantos

Diario 16

16 de junio de 1986

(Equidistancia) La ministra Irene Montero se presentó el otro día en un acto del Colegio de Abogados de Madrid y denunció la existencia de una llamada «justicia patriarcal», que sería la responsable de no proteger de manera eficaz los derechos de mujeres y niños víctimas de la llamada violencia machista. Su anfitrión, el decano del Colegio, José María Alonso, se vio en la necesidad de replicarle: «No estoy de acuerdo contigo en que tengamos que tener una justicia feminista como no estoy de acuerdo en que tengamos que tener una justicia machista». Se le echaron encima. ¡Cómo se atreve a equiparar! Al cabo de pocas horas el decano rectificaba en El País: «No quise en modo alguno decir que feminismo y machismo son dos términos comparables». Quizá consultó el diccionario de la Real Academia: «Feminismo: principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre». «Machismo: forma de sexismo caracterizada por la prevalencia del varón».

El diccionario es una extraña mezcla de cómo debe ir y de cómo va la vida. Y el decano sabe bien que el sintagma justicia feminista no describe una justicia basada en el principio de igualdad entre mujeres y hombres. Al menos en España. La justicia feminista supone una degradación de la presunción de inocencia del varón en todos aquellos supuestos en que la víctima sea mujer, incluso, como capellanescamente dicen, de modo vicario. No puedo ir por ahí ahora, pero los interesados en esta degradación deben leer el artículo de Arturo Muñoz Aranguren La valoración del testimonio de la denunciante en delitos de violencia de género (26 de agosto de 2020, en la revista digital Almacén de Derecho). La justicia feminista no respeta el diccionario (y sería interesante que el diccionario se hiciera respetar), porque vulnera el principio de igualdad.

Pero el principal error del decano arranca del uso del otro sintagma supuestamente en conflicto: justicia machista. Feminismo y machismo son dos términos incomparables, porque en Occidente ningún movimiento organizado aboga por la discriminación de la mujer y la prevalencia subsiguiente del hombre. En términos políticos y judiciales el machismo no existe. El antropólogo francés Emmanuel Todd acaba de publicar Où en sont-elles, un esbozo de Historia de las mujeres, según aclara su propio subtítulo. Cuando lo envió a una periodista de L’Express añadió esta nota: «Esperando que este libro no suponga el fin de mi vida social». Tadeu ha traducido en su blog una interesante entrevista con Todd en Le Figaro. El título ya explica la naturaleza de los problemas que el autor afrontará: «No es que el patriarcado haya desaparecido; es que nunca existió». El razonamiento tiene grandes momentos como el que -tan inspirado conscientemente o no en Camille Paglia- identifica la raíz del malestar contemporáneo de las mujeres, mucho más perceptible, me parece a mí, que la fantasmagórica crisis de la masculinidad: «El malestar de las mujeres se explica menos por los residuos de la dominación masculina que por el acceso de las mujeres a todos los problemas de los hombres (…). Las mujeres tienen acceso a patologías psicosociales antes reservadas a los hombres: resentimiento de clase, desorden, ansiedad por su destino personal, etc». Para la ilustración del decano, sin embargo, aún posible en contraste con la de la ministra Montero, vayan estas palabras de Todd sobre el carácter espectral del machismo: «La ideología de género es una típica ideología pequeñoburguesa, impulsada por mujeres universitarias de clase media. Estas mujeres con educación superior, que abrazan con entusiasmo el concepto de interseccionalidad, constituyen un grupo dominante en el sector ideológico. El feminismo antagonista es una ideología en el sentido más fuerte de la palabra, en el sentido de que no se vive: las clases que promueven la lucha contra la dominación masculina no la padecen».

El machismo es un ismo inexistente.

(Extrema unción). No solo no dimite. También miente. Ada Colau y su partido dicen en un comunicado: «El Código Ético de Barcelona en Comú concreta que la dimisión debe darse solo en casos en los que haya un presunto ánimo de lucro personal». Si no corre la comilla hasta personal es porque no puede. Porque así se escribe en el código: «Comprometerse a la renuncia o al cese de forma inmediata en todos los cargos ante la imputación judicial de delitos relacionados con corrupción (…) ya sea en interés propio o para beneficiar a terceras personas». El problema del sistema no es que este tipo de pandilleros no cumplan consigo mismos. El problema es que, como saben perfectamente, el sistema protege su impunidad.

24 Enero 2022

Posdata

Federico Jiménez Losantos

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PD. Arcadi dice que me lee más que yo. Seguro, porque yo no me releo. Tengo muchas cosas que hacer. Pero ambos hemos dado argumentos suficientes para que el lector saque los suyos propios. Como diría Cayetana, tratémonos como adultos. Dejémoslo ahí.

24 Enero 2022

Federico y Arcadi

Jorge Bustos

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Los lectores de EL MUNDO se dividen en partidarios de Federico, partidarios de Arcadi y partidarios de ambos, que son la inmensa mayoría. Esta sección es una iglesia incorregible que peca de liberal con su santa trinidad al frente, Losantos, Espada y Raúl del Pozo, sin que hasta la fecha ningún teólogo bizantino se haya atrevido a aclararnos quién es el padre, quién el hijo y quién el espíritu santo. Los tres son personas del verbo, que manejan con gracia apostólica, indiferencia al martirio y un don luciferino para la persuasión. Su testimonio a menudo despierta la ira inquisitorial de las redes sociales e incluso provoca llamadas intempestivas de políticos endiosados al jefe de Opinión, que entonces sonríe. Porque nuestros columnistas no han venido a traer la paz sino la guerra, y no escriben para complacer a los hombres de buena voluntad sino precisamente para ofender al número infinito de los necios, los mentirosos y los déspotas. Ésa es su sagrada misión.

El magisterio de Federico y de Arcadi sobre todo aquello que ha dado en llamarse la no izquierda es incalculable. Les ayuda, como a Saulo de Tarso, su juvenil experiencia en el error. Pero sobre todo su espíritu irreductible a la impostura. Han militado tanto tiempo en la intemperie que la comodidad les molesta. Si no pagan periódicamente un precio por su libertad -Federico lo ha pagado hasta de plomo- sienten que no la están ejerciendo como deberían. Comparten tantos enemigos que un elemental sentido del numantinismo debería tentarles con el cierre de filas. Pero en cuestiones de opinión propia dos son multitud, piensan estos dos, dispuestos incluso a pagar el peaje más precioso, que es el cariño del otro. Por eso su duelo conradiano a pecho limpio en estas páginas honra la dignidad del oficio y escandaliza a los mojigatos que jamás desprecintaron la facultad de pensar por sí mismos.

Sin el coraje y la lucidez de Federico y de Arcadi algunos quizá nunca hubiéramos descubierto la vasta extensión de lo que puede ser dicho, ni la ardua responsabilidad que apareja toda expedición a los confines de la libertad de prensa. Por eso los admiro. Por mí estarían pegándose ante ustedes hasta el atardecer de la legislatura, como si Vox o el sursum corda merecieran ese privilegio. Pero la vida no siempre puede ser divertida, y cobramos muy barata la suscripción para un espectáculo tan sonoro en medio del silencio de todos los corderos de la competencia.