18 enero 2019

La dirección de Podemos, que quería que fuera su candidato bajo la marca de 'Podemos' lo considera una traición y lo declaran 'fuera' del partido obligándole a renunciar a su acta

Estalla Podemos en Madrid: Íñigo Errejón y Manuela Carmena presentan la nueva marca Más Madrid en lo que supone su ruptura definitiva con Pablo Iglesias

Hechos

  • El 17.01.2019 D. Íñigo Errejón anunció su decisión de ser candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid bajo la marca ‘Más Madrid’.

Lecturas

La crisis interna entre D. Pablo Iglesias y D. Íñigo Errejón por el control de Podemos escenificada en Vistalegre II, parecía haber quedado resuelta con la designación del Sr. Errejón como candidato de Podemos a la presidencia de Madrid. Pero los hechos demostraron lo contrario: tras la ‘conspiración’ de Dña. Carolina Bescansa y la guerra de las listas al ayuntamiento de Podemos con Dña. Manuela Carmena, finalmente llega la presentación de una nueva plataforma que Podemos interpreta como una traición.

El candidato a la presidencia de la comunidad de Madrid por Podemos, D. Íñigo Errejón Galván anuncia el 17 de diciembre de 2019 que no concurriá bajo la marca Podemos sino bajo la marca Más Madrid a las elecciones autonómicas en un pacto con la alcaldesa Dña. Manuela Carmena Castrillo, que también corcurrirá bajo esa marca a la alcaldía de Madrid. Dña. Manuela Carmena Castrillo tenía diferencias con la dirección de Podemos sobre la composición de la lista al ayuntamiento y, finalmente, ha optado por presentar la suya propia. D. Íñigo Errejón Gaván, que sigue siendo diputado de Podemos, asegura que con la creación de Más Madrid no tiene por qué considerarse una ruptura con Podemos, dado que Podemos puede sumarse a esta plataforma.

 Ese mismo 17 de diciembre de 2019 D. Pablo Iglesias (de baja por paternidad) sube un audio al canal de Youtube de Podemos expresando su rechazo a Más Madrid: “Reconozco que me he quedado tocado y triste, no doy crédito a que Manuela e Íñigo nos hayan ocultado que planeaban un proyecto electoral propio (…) deseo suerte a Íñigo en la creación de su nuevo partido con Manuela, pero Podemos tiene su hoja de ruta”. Ese mismo día Dña. Irene Montero Gil y D. Pablo Echenique Robba solicitan ese mismo día 17 al Sr. Errejón que renuncie a su acta de diputado por Podemos. El Sr. Echenique comenta jocosamente “aunque también es cierto que de algo tiene que vivir hasta mayo”.

 El 22 de enero de 2019 D. Íñigo Errejón Galván cede a la presión y renunció a su acta de diputado de Podemos en lo que supone su desvinculación a ese partido para centrarse en Más Madrid.

El 25 de enero de 2019 D. Ramón Espinar Merino anuncia que dimite como secretario general de Podemos en Madrid, renunciando a su acta de parlamentario y anunciando su retirada política. El Sr. Espinar se opuso a la decisión de D. Pablo Iglesias Turrión de fomentar candidaturas propias a la Comunidad y Ayuntamiento pararlelas a la de Más Madrid

En la Comunidad habrá una lista de Podemos encabezadas por Dña. Isabel Serra Sánchez como candidata que competirá con la candidatura del Sr. Errejón Galván.

En el Ayuntamiento se presentará una lista denominada ‘Madrid en Pie’ con D. Carlos Sánchez Mato como candidato, respaldada por Izquierda Unida, los Anticapitalistas y el propio D. Pablo Iglesias Turrión que compita con la candidatura de la Sra. Carmena Castrillo.


PRIMERA ‘VÍCTIMA’ DE LA MARCHA DE ERREJÓN

 La decisión de D. Pablo Iglesias de anunciar que Podemos Madrid presentará su lista propia, enfrentada por tanto a la de la plataforma Más Madrid de D. Íñigo Errejón (que, en teoría era el candidato oficial de Podemos Madrid), ha causado la dimisión de D. Ramón Espinar, como Secretario General de Podemos Madrid y el anuncio de su retirada política. El Sr. Espinar estaba considerado como alguien ‘enfrentado’ al Sr. Errejón, pero no ha querido ser el encargado de liderar la alternativa a este.

¿UNA NUEVA FORMACIÓN?

Más Madrid logrará superar en votos no sólo a Podemos, sino también al PSOE en la Comunidad de Madrid, pero no queda claro si su modelo es adaptable a toda España, pese a lo cuál D. Íñigo Errejón fundará el partido político nacional Más País.

17 Enero 2019

Carta de Manuela e Íñigo

Manuela Carmena & Íñigo Errejón

Leer

La democracia es un gran regalo colectivo y por eso mismo, a veces, como pasa con todas las relaciones humanas, hay que cuidarla y comprometerse con ella. En España y en particular en Madrid existe una mayoría demócrata y progresista que no quiere que nos arrastren al enfrentamiento y el retroceso. Pero una buena parte de esa mayoría necesita un proyecto que renueve su ilusión y confianza en que las cosas se pueden hacer todavía mejor. Para ello hay que abrir y sumar yendo más allá de las siglas: las fuerzas políticas del cambio son necesarias, la ciudadanía y su creatividad son imprescindibles. Nos encontramos ante un momento decisivo, Andalucía ha sido un toque de atención. Hoy todo el mundo sabe que necesitamos un revulsivo.

Las próximas elecciones autonómicas y municipales en Madrid son muy importantes. Madrid es una tierra de convivencia, de libertad y tolerancia, de solidaridad. Por eso queremos continuar el Gobierno del cambio en la alcaldía y extender su ejemplo a la Comunidad de Madrid, tras casi un cuarto de siglo de desgobierno, desigualdad y saqueo por parte del PP de Aguirre, Ignacio González y Cifuentes. Los madrileños y las madrileñas somos mejores que eso y queremos demostrarlo.

Firmamos esta carta para comprometernos y hacer una invitación colectiva, abierta y cívica. Ponemos en ella lo mejor que tenemos: nuestras manos, nuestro abrazo entre dos generaciones, nuestra complicidad e ilusión, para invitar a muchos más vengan de donde vengan. Así se ganó el Ayuntamiento de Madrid en 2015 y ese es el camino que queremos volver a recorrer. Lanzamos esta iniciativa dos personas, Manuela Carmena e Íñigo Errejón, de diferentes trayectorias y generaciones. Es una metáfora de lo que queremos para Madrid: poner diferentes miradas a encontrarse en un proyecto compartido.

Estos cuatro años la alcaldía de Madrid ha desarrollado iniciativas innovadoras y justas, pero ha tenido en frente la desidia y el boicot del Gobierno regional del PP y CS. Necesitamos gobiernos e instituciones que cooperen, no que se bloqueen. Hace falta sintonía, ideas claras y voluntad de servir a la gente, hayan votado lo que hayan votado. El Ayuntamiento y la Comunidad tienen que tener la misma partitura, no pueden desafinar. Por eso queremos presentar un proyecto integral. Porque los problemas y deseos de los madrileños y madrileñas no entienden de competencias, sino de trabajar juntos.

Por eso lanzamos esta carta a la ciudadanía madrileña, para extender la iniciativa Más Madrid también al ámbito de la Comunidad. Coordinando las propuestas en un programa conjunto y participativo, acompasando nuestras primarias el próximo mes de febrero y ofreciendo un proyecto integral, optimista y de futuro. Este es un llamamiento a juntarse, a las fuerzas progresistas y a toda la ciudadanía con o sin adscripción de partido, a la que sigue atenta esperando un cambio y también a la que está en la apatía o la duda. La política es de la gente y la hacen las personas. Estamos convencidos de que la cooperación, la apertura y la transversalidad multiplican y son las mejores llaves para el futuro. Es más necesaria que nunca otra manera de hacer política que escuche más que grite, que proponga más que imponga, que colabore más que compita. Amamos Madrid y Madrid se juega mucho. Al invierno siempre le sigue la primavera, y esta que viene no la vamos a olvidar. Cuidémonos: cuidemos la democracia, cuidemos Madrid.

Manuela Carmena e Íñigo Errejón

17 Enero 2019

Carta del Secretario General de Podemos a los inscritos

Pablo Iglesias

Leer

Querida inscrita, querido inscrito:

Nunca imaginé que iba a tener que interrumpir por unas horas mi permiso de paternidad por una razón tan triste. No imaginé que hoy, cuando deberíamos celebrar el quinto cumpleaños de Podemos, las cosas serían así.

Esta mañana me ha llamado Íñigo Errejón para informarme de que inicia un nuevo proyecto político personal junto a Manuela Carmena, con una nueva marca electoral. Pocos minutos después de la llamada, la carta de Manuela y de Íñigo estaba en todos los medios de comunicación y en las redes sociales. En política hay que estar acostumbrado a este tipo de maniobras, incluso si vienen de compañeros, pero reconozco que me he quedado tocado y triste. No doy crédito a que Manuela e Íñigo nos hayan ocultado que preparaban lanzar un proyecto electoral propio para la Comunidad de Madrid y que lo hayan anunciado por sorpresa. Creo que nuestros inscritos se merecen más respeto. No es la primera vez que somos noticia por este tipo de cosas y vuelvo a sentir vergüenza de que se hable de nosotros por maniobras de este tipo.

Hace ya dos años, la asamblea de Vistalegre mostró una herida y una falta de madurez que os avergonzó y nos avergonzó. Recuerdo cuando entré allí y escuché a nuestra gente gritar ‘unidad’.

Salimos de aquella asamblea con el firme propósito de cerrar esa herida y madurar. En muchos partidos, quien pierde un congreso se va a su casa o abandona la primera línea. Yo quise que en Podemos eso no fuera así y hablé con Íñigo para que, si los inscritos así lo querían, fuera nuestro candidato en la Comunidad de Madrid. Eso sí, dejando claro que ninguna persona está por encima del proyecto colectivo que decidís vosotros. En momentos como este no es fácil ser secretario general. Al tiempo que las compañeras del grupo parlamentario confederal trabajan para que el Gobierno cumpla el acuerdo que firmé con Pedro Sánchez y poder, así, sacar adelante unos Presupuestos que por fin revierten los recortes del PP, no es fácil tragar con ciertas cosas.

Pero quiero que sepáis que, mientras esté al frente de Podemos, vuestro mandato y el proyecto colectivo estarán por encima de cualquier ambición personal. Deseo suerte a Íñigo en la construcción de su nuevo partido con Manuela, pero Podemos tiene la hoja de ruta que marcaron los inscritos y que se decidió en nuestras asambleas ciudadanas.

Hace cuatro años propusimos que Manuela Carmena encabezara la lista de la coalición entre Podemos y Ganemos para lograr el cambio en Madrid. Cuatro años después no nos arrepentimos de haberlo hecho. Se han hecho algunas cosas buenas para los madrileños y, por eso, nos alegramos de haber hecho posible que Manuela fuera candidata y de que contara con un equipo plural. Quizá quién le apoyó y acompañó entonces merecería otra consideración, pero hay algo mucho más importante que Manuela o que Podemos: que los madrileños tengan un Gobierno más decente que los anteriores. El nuevo proyecto de Manuela se parece muy poco al de Ahora Madrid de hace cuatro años, pero si ese proyecto y las exigencias de Manuela de decidir su lista del primer al último nombre son la condición de posibilidad para que los corruptos y los reaccionarios no vuelvan a gobernar Madrid, estamos dispuestos a hacernos a un lado y a no presentarnos a las elecciones municipales en Madrid.

Pero, con todo el respeto, Íñigo no es Manuela. En la Comunidad de Madrid y en todos los demás municipios de nuestro país, Podemos saldrá a ganar, construyendo con Izquierda Unida y con el resto de aliados Unidos Podemos y candidaturas municipalistas de unidad. Y lo seguiremos haciendo con la sociedad civil y con la gente. Vamos a seguir trabajando para cambiar las cosas. Nos dijeron que era imposible echar a los corruptos con una moción de censura; y, sin embargo, lo conseguimos. Nos dijeron que era imposible subir el salario mínimo, revalorizar las pensiones, parar la subida de alquileres o aumentar las ayudas a la dependencia; y, gracias a la gente que se movilizó, conseguimos un acuerdo con el Gobierno que algunos medios de derechas calificaron como «el más de izquierdas de la democracia». Hoy nos dicen que tendremos que conformarnos si el Gobierno no cumple todo lo que firmaron con nosotros, y volveremos a demostrar que los pactos que se firman con nosotros se tienen que cumplir punto por punto si quieren nuestro apoyo.

Los inscritos marcasteis el camino y cumpliremos con vosotros.

Este cumpleaños no es feliz, pero, en este tiempo en el que un nuevo bloque reaccionario amenaza con destruir las conquistas democráticas, nuestro deber es levantarnos y trabajar para defender la dignidad. No será fácil. Hoy es un día amargo, pero la historia de las luchas sociales enseña que quien se levanta tras un golpe es más fuerte que quien nunca fue golpeado.

Hoy, como siempre, sí se puede.

Pablo Iglesias

17 Enero 2019

La apuesta de Errejón y Carmena

Pablo Simón

Leer
Todo se fía a que mayores y jóvenes se entiendan en una narrativa común desde una izquierda que salga masivamente a votar

Los partidos con bases electorales jóvenes disponen de un arma de doble filo. Aunque se puede argumentar que anticipan transformaciones sociales y recogen la pulsión de cambio colectivo, sus mimbres de apoyo también son más frágiles. Los jóvenes son un electorado evanescente: en algunas ocasiones participan en las elecciones y en otras no. Por lo tanto, saber dar con la tecla no siempre es fácil, pero es cierto que cuando se implican pueden ser decisivos. Las midterms en EE UU o las elecciones en Reino Unido son dos ejemplos claros en los que su movilización marcó la diferencia. Las llamadas “alcaldías del cambio”, y muy especialmente la de Manuela Carmena, no fue diferente.

La decisión de Íñigo Errejón de concurrir ligado a la marca de la alcaldesa en la Comunidad de Madrid es racional en dos sentidos. Lo es hacia adentro porque ahora esta nueva marca se libra de los condicionamientos de las listas que venían impuestas por una dirección nacional que prefiere su derrota y quería tutelarle. El errejonismo gana autonomía en una campaña electoral que sabemos que cada vez es más decisiva para decantar el resultado. Pero, además, la decisión es racional cara al exterior porque se quita el lastre de las siglas de Podemos. Para lo bueno y para lo malo, ya no hay más etiqueta que el candidato. Desde ya mismo, Errejón y Carmena son un ticket integrado.

Es obvio que las elecciones del 26 de mayo iban a ser cruciales para ambos al margen de la marca con la que concurrieran, ya que se la juegan a poder sumar. Lo paradójico es que las confluencias, que antes eran el mal menor de Podemos ante su falta de músculo organizativo, hoy son la tabla de salvación de un espacio a la izquierda del PSOE que reconoce explícitamente que su proyecto debe revisarse. No es para nada descartable que a futuro podamos ver conformado un nuevo partido político con organizaciones autonómicas diferentes de esta guisa, más cercanos a Compromís o la antigua Iniciativa per Catalunya-Verds que a la presente Izquierda Unida. Un espacio que sería una suerte de polo roji-verde de estructura federal aún por configurar.

En todo caso, y sin correr tanto, queda por saber si otros partidos se suman a Errejón en Madrid o en qué medida la división multiplica tal como ha ocurrido con las derechas en Andalucía. Pero lo importante es que este órdago cambia el ritmo en la competición. De un lugar defensivo pasan a apostar por una movilización como la de la alcaldesa, amplia y transversal, que sabe que se la juega a generar una ilusión parecida a la de 2015. Carmena y Errejón como una metáfora del desafío la izquierda en Madrid: todo se fía a que mayores y jóvenes se entiendan en una narrativa común desde una izquierda que salga masivamente a votar. Todo un reto.

18 Enero 2019

Diez claves sobre la ruptura entre Iglesias y Errejón

Ignacio Escolar

Leer

1. Esta no es la enésima batalla interna entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón. Esta es probablemente la última, porque parece muy difícil que se pueda reconducir la situación y llegar a un nuevo acuerdo, por mucho que Errejón repita que es “el candidato de Podemos” mientras el secretario de organización, Pablo Echenique, le pide que deje el escaño. Aún quedan algunos episodios en este desenlace final, pero todo apunta a una escisión en Podemos de la que saldrá una nueva formación política. Primero para la Comunidad de Madrid; después, si sale bien, para el resto de España.

2. La división entre Iglesias y Errejón es personal. No se odian igual aquellos que antes se han querido. Pero  lo personal no es el factor principal. Es también, y sobre todo, una ruptura política, porque hace tiempo que Errejón no comparte la línea que hoy sigue Pablo Iglesias. Ambos han estado en posturas muy distintas en las principales decisiones que ha tomado el partido en los últimos tres años: la alianza con Izquierda Unida, el discurso y la estrategia de negociación frente a Pedro Sánchez durante su fallido intento de investidura de 2016, la relación con Manuela Carmena o la forma de enfrentar el auge de Vox y esa “alerta antifascista” que planteó Iglesias.

3. La crisis de Podemos es profunda y no se resume solo en el conflicto entre sus dos caras más visibles. Los problemas internos no se limitan a Madrid. En La Rioja y en Cantabria las primarias están suspendidas por orden judicial. En Galicia existe la amenaza de una escisión de En Marea. En Navarra el grupo parlamentario está roto, igual que en Castilla-La Mancha. En Catalunya están en crisis tras la dimisión de Xavier Domènech…

Desde las generales de diciembre de 2015, el partido ha perdido votos en todas y cada una de las elecciones celebradas en España. Y episodios como el famoso chalé –una compra que Iglesias y Montero están en su perfecto derecho de hacer, pero que sin duda contradice su discurso previo– han deteriorado la imagen del secretario general de Podemos y las expectativas de su partido. Tampoco se entiende que la crisis del chalé mereciese una consulta interna a las bases y no se plantee lo mismo en la tesitura actual: ante la decisión de ir o no ir junto a Carmena en una candidatura conjunta con la marca Más Madrid.

4. Errejón no está solo. Con él saldría una parte importante del partido, de sus cargos, de sus cuadros y también de sus votantes. ¿Cuántos? Es un misterio. Y también qué ocurrirá con la candidatura a las europeas, que encabeza uno de los puntales del errejonismo, Pablo Bustinduy, que hoy se encuentra en una posición muy incómoda.

También está por definir qué pasará con el Ayuntamiento de Madrid porque la explicación que dio Iglesias en su carta del jueves es ambivalente. Podemos no va a competir con Manuela Carmena con otra lista, pero no está claro si ese “Iñigo no es Carmena” significa que participarán de su candidatura. Según fuentes de la dirección del partido, la intención es otra: no competir con Manuela Carmena pero tampoco apoyarla ni participar en su lista. De ser finalmente así, Podemos sería el único partido nacional que no se presentaría en la capital de España. Aunque es muy probable que, si no se recompone el acuerdo con Errejón, IU también plantee en la ciudad de Madrid una lista alternativa a la de Manuela Carmena.

5. Pablo Iglesias tiene mucha razón al criticar que no es aceptable que el secretario general de un partido se entere dos minutos antes de anunciarse que su candidato en Madrid ha pactado a sus espaldas una coalición con Manuela Carmena. ¿Por qué no fue de frente y avisó con más tiempo? ¿Por qué no lo planteó abiertamente antes de cerrar el pacto? “Porque Iglesias lo habría dinamitado”, responden fuentes próximas a Errejón y a Carmena. Por eso presentaron este órdago para IU y la dirección de Podemos, conscientes de que podría suponer una ruptura, tras la falta de acuerdo en la negociación de una listas y una campaña donde Errejón se veía atrapado, condenado a una derrota y sin autonomía.

6. Con este movimiento, Errejón se intentó colocar en una posición más fuerte que, desde el sector de Iglesias, consideran que ha roto la mesa. La dirección de Podemos le acusa de haber planeado esta ruptura desde un primer momento, desde su desembarco en Madrid tras perder en 2017 en el congreso de Vistalegre, y ven imposible que se reconstruya un pacto, frente a los partidarios de Errejón que aún creen que se puede negociar un acuerdo que evite la ruptura definitiva.

Resulta especialmente insostenible la situación actual, donde ambos intentan ganar en el relato de esta ruptura. Errejón parece jugar a que lo echen; Iglesias, a decir que no hace falta porque ya se ha ido. La maniobra de Errejón no ha sido muy leal a su secretario general ni a los estatutos de su partido, pero la política es y será así: como esa fábrica de salchichas donde a veces es mejor no conocer la receta si se quiere mantener el apetito.

7. “Divide y vencerás”, dice uno de los lemas clásicos de la política; un axioma que toca poner en entredicho porque los últimos ejemplos en España demuestran justo lo contrario. No solo por los resultados de Andalucía, donde la derecha dividida en tres –pero movilizada– ha alcanzado por primera vez el gobierno de la Junta. También por las lecciones de últimas elecciones generales y andaluzas, donde el sector progresista logró peores resultados con dos candidaturas –PSOE y Unidos Podemos– que con tres – PSOE, Podemos e Izquierda Unida–. En ocasiones –por ejemplo, las candidaturas de Colau y Carmena–, la confluencia ha sido ganadora. En otras no ha sido así.

Obviamente, afectan muchos más factores en estos resultados electorales, pero la unión de la izquierda por sí misma no es siempre la mejor receta. Y el origen de Podemos, en 2014, no fue en el fondo otra cosa que una suerte de escisión de Izquierda Unida, de donde procedía una parte de sus fundadores y de sus cuadros. También entonces a Iglesias y a Monedero, desde la IU de Cayo Lara, les acusaron de fragmentar la izquierda por una ambición personalista.

8. El efecto de la división política en la translación entre votos y escaños depende mucho de un factor: el sistema electoral. No es lo mismo la fragmentación en las europeas que para el Senado. Y a ese respecto, las elecciones de la Comunidad de Madrid son casi como las de Italia: apenas importa la división porque hay circunscripción única. Siempre que se llegue a un mínimo, el reparto de escaños es prácticamente proporcional al de los votos.

9. El gran riesgo para la izquierda de ir en tres listas en Madrid es que alguna de ellas se quede por debajo del 5%, que es el umbral mínimo para lograr un escaño. Es lo que pasó en 2015 con IU-CM y la candidatura de Luis García Montero: 130.000 votos (el 4,14%) que se perdieron y, de carambola, le dieron la presidencia a Cristina Cifuentes. Es lo que podría volver a pasar si alguna de las tres candidaturas progresistas –Gabilondo, Errejón y Unidos Podemos– se vuelve a quedar por debajo del 5%. Habrá que ver qué ocurre en las encuestas, con su enorme capacidad para condicionar el voto, pero en principio parece razonable suponer que las tres listas serían competitivas.

10. La probable división del actual Podemos en dos bloques, ¿movilizará a más votantes y aumentará las posibilidades de la izquierda de gobernar en Madrid o, por el contrario, asqueará a su electorado y le llevará a la abstención? Es la gran duda y la respuesta probablemente dependerá de lo cruenta que sea esta guerra y de cómo evolucione en los próximos meses. Los votantes de izquierdas son más propensos a quedarse en casa cuando están desencantados por las broncas partidistas.

La izquierda tal vez (solo tal vez) logre sumar más escaños con tres candidaturas que con dos. Pero de poco servirá si es incapaz de pactar después un Gobierno con la rapidez y eficiencia con la que lo hace siempre la derecha.

21 Enero 2019

Gracias, Pablo, por cargarte Podemos

Eduardo Inda

Leer

Cuando eres totalitario, sectario, vengativo y egocéntrico lo normal es que todo tu entorno personal y profesional acabe de ti hasta el gorro y te suelte el «¡ahí te quedas!» de rigor. La familia siempre tiende a permanecer con uno… con razón o sin ella por evidentes razones genéticas. Las cosas del comer funcionan de manera más racional. ¿Por qué todo el mundo sale por patas de la chepa de Pablo Iglesias? Básicamente, porque maneja Podemos como Franco el Movimiento: manu militari. Las purgas estalinistas han sido la marca de la casa desde que el caudillo de los piños negros se hizo con las riendas de la formación de extrema izquierda comunista. Primero cayó en el ostracismo Tania Sánchez, cuyo único delito fue dejar de ser la pareja del general secretario. El repugnantemente machistoide trato que le dispensó no mereció crítica alguna de las asociaciones feministas ni un sucinto comentario de los opinadores patrios: la de Rivas pasó de la primera fila al gallinero y, encima, detrás de la columna. Luego le tocó el turno a Luis Alegre, un pata negra, le siguió camino del Gulag Carolina Bescansa, la cuarta en posar en el paredón fue Rita Maestre y el último fusilado ha sido un Errejón al que Pablemos apartó de la portavocía parlamentaria para enchufar en su lugar a su nueva novia, Irene Montero. Lo habitual en un tipo que considera meros objetos a las mujeres. Estos tics tiranos a más no poder han terminado por explosionar un partido que hace no tanto, enero de 2015, era el número 1 en intención de voto en todas las encuestas. Lo cual no deja de ser una noticia maravillosa para todos aquellos que creemos que los partidos marxistas y fascistas tienen que estar en el vertedero del pasado, del presente y del futuro. Ideologías como el comunismo, que se ha llevado por delante la vida de 100 millones de personas, han de estar proscritas moralmente en las sociedades democráticas. Errejón no es la panacea para un liberal como yo pero al menos es sustancialmente más tolerante que su enemigo y, por tanto, más peligroso electoralmente. Frente a los que elogiaban babosamente a Pablo Iglesias, yo siempre pronostiqué que terminaría mal. Porque es prepotente, resentido, malo, egoísta, inculto y con esos raptos egoístas del niño malcriado que jamás admite un «no» por respuesta. Gracias, Pablo, en nombre de los demócratas por fumigarte Podemos. Dios te bendiga.

23 Enero 2019

Iglesias y Errejón: dos caminos

Antonio Elorza

Leer
El balance actual lo dice todo: el mando de Pablo Iglesias se ha traducido en una serie de exclusiones, que no han de extrañar en un hombre ligado intelectualmente al modelo leninista

La lluvia de comentarios sobre la ruptura entre Iñigo Errejón y Pablo Iglesias intenta responder a la pregunta de cómo dos amigos íntimos, en la vida privada y en la política han podido llegar a la situación actual . Las cosas son más fáciles si tenemos en cuenta que la convergencia de ambos descansaba sobre el objetivo central de su acción política. Eran dos jóvenes dispuestos a plantear una estrategia antisistémica,frente al capitalismo y al orden constitucional español. Lo mismo que el tercer hombre, de más edad, Juan Carlos Monedero, con su radicalismo posbolchevique y su enlace con la matriz chavista, tanto para las ideas como para las ayudas económicas. Las crónicas hablan de un cuarto personaje, sin duda útil para ellos en Políticas, Ariel Jerez, tan radical en las formas como carente de «esprit de finesse». Eran, sin embargo, tipos humanos muy diversos. Errejón era capaz de elogiar a un profesor que transitoriamente le hubiera suspendido; casi diría lo mismo de Monedero. En cambio, Pablo Iglesias, aún siendo nieto de un entrañable amigo, se mostró siempre entregado a una sola causa, la de su propia afirmación académica y política.

El balance actual lo dice todo: el mando de Pablo Iglesias se ha traducido en una serie de exclusiones, que no han de extrañar en un hombre ligado intelectualmente al modelo leninista . La personalización llegó al punto de constituir un vértice político con sus compañeras en la vida privada. Monedero pasó de alter ego a compañero preferente de viaje. Una excelente técnica en cuestiones electorales, Carolina Bescansa, ha sido literalmente laminada. A Echenique le dieron el primer aviso cuando aquello de asaltar los cielos y optó por adaptarse a la condición de guardián subordinado de las esencias. Y en cuanto a Errejón, el hombre que pensaba demasiado y que también gustaba políticamente demasiado, la separación surgió en cuanto Iglesias impuso desde su discurso de la cal viva sobre el PSOE, un extremismo formal que ni siquiera servía para el acceso de la vía leninista al poder. La formación teórica de Errejón era otra, fiel al discípulo argentino de Gramsci , Laclau, y consistente en una política de alianzas que llevara a la hegemonía del pueblo y al consiguiente avance de su poder económico e intelectual. Todo esto es chino para Iglesias y sus seguidores.

La jugada de eliminación política de Errejón estaba bien pensada: transferirle a la candidatura de Madrid-Comunidad, dejándole fuera de la elaboración política. Solo hacía falta embutir en esa candidatura a los hombres de Podemos, lo mismo que se ha intentado con la candidatura de Carmena. Dos formas de hacer política: un conflicto inevitable. Falta emborronar la figura de Errejón, el traidor.

23 Enero 2019

¿Un desastre o un revulsivo?

Jesús Maraña

Leer

Han pasado seis días desde el anuncio-bomba de Íñigo Errejón y sigue siendo prontísimo para calcular sus efectos concretos en el escenario político, por mucho que abunden quienes en unos minutos ya vaticinaron que será un absoluto “desastre” para las fuerzas de izquierda, casi tantos como quienes lo interpretan como un eficaz “revulsivo”, capaz de poner freno a la desmovilización progresista y de sumar apoyos para evitar que la ola reaccionaria termine en un tsunami de aquí a las elecciones generales. Por mi parte, después de hablar con los principales protagonistas y de pegar el oído al agitado asfalto de la política, sólo barrunto que caben perfectamente las dos posibilidades: todo dependerá de la inteligencia, madurez y generosidad que demuestren los diferentes liderazgos desde el centro a la extrema izquierda durante las próximas semanas y meses. Por resumirlo sin circunloquios: si se facilita que telediarios y debates hablen más de la malograda amistad entre Iglesias y Errejón que de la fructífera mafia público-privada financiada por Francisco González, el banquero de Aznar y Rato, entonces ganarán… los que acostumbran a ganar siempre. A esos les importa poco si la victoria viene de una mayoría absoluta del PP, de un contrato de arras con Ciudadanos o sujetos ambos al trote del caballo loco y desbocado de Abascal. (Lean Vox o la brutalidad política, por José María Lassalle, uno de los retratos más agudos y profundos de ese “fascismo posmoderno”).

Recuerdo bien el momento en que supe que la fractura personal y política entre Pablo Iglesias y Errejón no tenía arreglo. Fue en febrero de 2017, en vísperas de Vistalegre II. El secretario general de Podemos me citó en su despacho del Congreso de los Diputados y, al hilo de la conversación sobre las diferencias entre ambos, afirmó: “Necesito al lado a alguien que cuando yo digo ‘¡cal viva!’ eche dos paladas más, no que me rectifique con los gestos”. (Ver Al fondo a la izquierda, pág. 313). Por esas mismas fechas, Errejón confesó algo también premonitorio: “Para ganar dentro, pierdo fuera [del partido], y para ganar fuera, tengo que perder dentro”. Y perdió ampliamente en Vistalegre. Esa paradoja en política no es exclusiva de Podemos. Entre militancia y electorado suele haber diferencias profundas por mucho que compartan principios y objetivos.

Tenía que ocurrir más temprano que tarde, porque sus concepciones del partido, de la política y de la forma de ejercerla son divergentes casi desde el mismo nacimiento de Podemos. En los últimos meses, Errejón fue llegando a la conclusión de que el paso que no se atrevió a dar cuando Carolina Bescansa se equivocó de tecla e hizo pública aquella propuesta estratégica de asalto al poder debía darlo antes de la próxima cita electoral de mayo si quería tener alguna oportunidad para su proyecto sobre Madrid y sobre España. Es lógico y comprensible que Iglesias y su equipo (y no pocos inscritos e inscritas) hayan percibido como una “traición” la forma de proceder de Errejón, convencido por su parte de que sólo por sorpresa y sin previo aviso podía sacar adelante el plan.

Si ambas partes desean lo mejor para Madrid, para España, para el cambio y para la propia fortaleza de lo que representa Podemos, más les vale intentar ponerse en la piel del otro en lugar de recrearse en la ofensa recibida. Y si ampliamos el foco más allá e incluimos a otras fuerzas socialdemócratas o de origen comunista, desde el PSOE a Izquierda Unida o Izquierda Anticapitalista, o las Mareas o los comunes o Compromís o Actúa o… más vale que la izquierda deje de comportarse como lo que define Ignacio Sánchez-Cuenca como un “organismo fisíparo”, que se reproduce “mediante división o fisión” en un eterno proceso en el que cada cual presume de su superioridad moral para debilitamiento político del conjunto. (Ver La superioridad moral de la izquierda, pág. 69).

¿Acaso las diferencias entre Iglesias y Errejón son mayores que las que durante años han tenido y mantienen Aznar y Rajoy? ¿Es más inaceptable el enfrentamiento entre Sánchez y Susana Díaz que el que han sostenido en un mismo gobierno Sáenz de Santamaría y Cospedal? ¿Es más trascendente la distancia que separa a Sánchez y a Iglesias que la que exteriorizan aparatosamente Albert Rivera y Santiago Abascal? Lo que ocurre es que en las derechas, desde el centro hasta el extremo más cavernario, funciona una eficacísima Asociación de Intereses Mutuos sobre la que el propio electorado, por fraccionado que esté, no alberga la menor duda de que engrasará cualquier disputa para garantizar la ocupación y ejercicio del poder.

Ya no sólo ha pasado a mejor vida el bipartidismo, sino que también la nueva política está fraccionada. No es ese el problema, ni para España ni para la izquierda. El gran obstáculo es el sectarismo, la incapacidad de reivindicar la divergencia como valor democrático por encima precisamente de cualquier interés crematístico, nepotista, grupal o personalista. Ya que no hay intereses mutuos del calibre de grandes bancos, empresas editoras o compañías eléctricas, harían bien las izquierdas en demostrar esa manida superioridad moral (que tanto encabrona a las derechas) concentrando sus prioridades en algunos objetivos indiscutibles. Bastaría con que repasaran el último informe de Oxfam Intermon previo a la cumbre de Davos para colocar como ejes compartidos de cualquier programa político la lucha contra la desigualdad económica, la defensa de las clases medias más agredidas por las políticas neoliberales o un único proyecto fiscal verdaderamente justo y progresivo, que impidiera este insulto permanente de que los ricos sean cada vez más ricos mientras ellos mismos manejan la válvula de la explosión social a base (como mucho) de esa beneficencia tuneada estilo Davos.

Bastaría, de hecho, con que los partidos nuevos y viejos que comparten ideales progresistas aprendieran algo de los movimientos feministas que lograron aparcar diferencias grandes y pequeñas para demostrar el pasado 8 de marzo que las mujeres pueden luchar como un solo bloque contra el machismo y la desigualdad. (A la vista está que el patriarcado ibérico se ha puesto de los nervios).

Más Madrid sumará o restará. Depende tanto de quienes aplauden ilusionados la iniciativa de Errejón y Carmena como de quienes se declaran y se sienten “tocados”, “tristes” o “traicionados”. Las fuerzas progresistas que se presenten a las elecciones de mayo en Madrid tienen una doble responsabilidad: superar el 5% para obtener representación y convencer al electorado de que, gane quien gane y en la proporción que sea, garantizan un gobierno de cambio, un entendimiento como mínimo tan sólido y obvio como el que todo el mundo da por descontado a las derechas.

P.D. Y una vez se aclare el futuro de ese Más Madrid (incluso mientras tanto), urge entrar a fondo en la necesidad de Más España, de afrontar de una vez y sin complejos (con perdón) la defensa de una España plural, diversa y respetuosa con las diferencias, capaz de competir con ese españolismo reaccionario que se pretende imponer a base de trompetazos, banderazos y un 155 infinito.

25 Enero 2019

Carta de retirada política de Ramón Espinar

Ramón Espinar

Leer

He presentado mi dimisión como Secretario General de Podemos en la Comunidad de Madrid. También dejó mi escaño en la Asamblea de Madrid y la portavocía del Senado. Participar en un proyecto político implica compartir valores, ideas, y ponerlas en marcha. Liderarlo es un ejercicio de responsabilidad que implica proponer el rumbo y dirigir el esfuerzo colectivo.

En la situación actual, no se dan las condiciones para llevar el proyecto de Podemos en Madrid hacia donde creo que debe dirigirse. En esas circunstancias, dejar paso es la decisión más responsable y que creo, en conciencia, debo tomar.

Seguiré participando en político, militando en Podemos y a disposición de todos los compañeros y compañeras que me han enseñado en estos años tantas cosas. Existimos porque España necesita un proyecto de futuro para todos y eso no termina con uno u otro dirigente al frente. La responsabilidad de reconstruir una alternativa que responda a ese reto sigue siendo de todos y todas. Ojalá quienes siguen en tareas de dirección sean capaces.

Me marcho agradecido al trabajo de quienes han compartido conmigo tareas en Madrid y en el Senado. He aprendido mucho del coraje y el talento de esos hombres y mujeres. Para los y las militantes guardo la declaración de lealtad y ternura que encierra la palabra compañero.

30 Enero 2019

Divide y vencerás

Pepa Bueno

Leer
Desde que Errejón anunció que se presentaba con Más Madrid, corre el análisis depresivo de que la fragmentación en la izquierda conduce a la ruina

 

Hay bastante consenso —y datos— para afirmar que la desmovilización de la izquierda propició el cambio a la derecha en Andalucía en las elecciones del 2 de diciembre. Los 400.000 votantes socialistas y los 300.000 de Podemos más Izquierda Unida que se quedaron en casa inclinaron la balanza. Y allí, la izquierda a la izquierda del poderoso PSOE había acudido a las urnas en una sola candidatura. Y allí fue más que evidente durante toda la campaña que Susana Díaz y Teresa Rodríguez preferirían, de existir la posibilidad, cualquier otro aliado para gobernar.

En Madrid se presenta, a fecha de hoy, la situación exactamente contraria: la izquierda a la izquierda del PSOE es un volcán en erupción del que nadie descarta que puedan salir una o varias candidaturas. Y todas, priori, parecen inclinadas a entenderse con los debilitados socialistas madrileños para intentar, entre todos, frenar a la derecha. Todo está en el aire todavía, pero desde que Íñigo Errejón anunció que se presentará a las autonómicas con la plataforma de Carmena, y Podemos le invitó a dejar el partido, corre como la pólvora el clásico análisis depresivo de que la fragmentación en la izquierda conduce inevitablemente a la ruina.

¿Cómo pueden saberlo con tanta seguridad? En los últimos años, cada vez que se abren las urnas, se demuestra que no hay fórmulas ni plantillas del pasado que sirvan en un contexto de fuerte polarización, cambios muy rápidos y campañas determinantes. Nadie puede saber si tres candidaturas en la izquierda dejarían a mucha gente en casa, asqueada por la eterna división; o movilizaría hasta el último voto de los izquierdistas exquisitos, tan felices de poder votar cada uno a su purísimo candidato, no contaminado por las locuras o las traiciones a la causa del líder o la lideresa de la escisión de al lado. Cualquier cosa es posible. Claro que hay que atreverse a concurrir por separado —socialistas, pablistas y errejonistas— y medirse, contarse. Y, después, asumir las consecuencias que tenga en cada casa.

Este desconcierto de la izquierda se suma a los otros dos peligros de nuestro año electoral: la irrupción de la extrema derecha arrastrando al PP a sus posiciones, y la dificultad, cada vez más evidente, de superar las dinámicas de bloques y que en España pueda haber pactos transversales entre quienes piensan diferente.