14 mayo 2008

El nuevo crimen de ETA se produce mientras el lehendakari Ibarretxe ha propuesto realizar una 'consulta' al pueblo vasco sobre si apoyarían un nuevo proceso de diálogo con los etarras liderado por el PNV a la vez que se negocie la autodeterminación

ETA asesina al guardia civil Juan Manuel Piñuel con una bomba en la casa cuartel de Legutiano

Hechos

El 14.05.2008 fue asesinado el Guardia Civil D. Juan Manuel Piñuel, por una bomba.

15 Mayo 2008

Sus actos y sus objetivos

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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El 11 de diciembre de 1987, 11 personas, cinco de ellas niñas de entre 3 y 12 años, fueron asesinadas por ETA en el cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza; 20 años después, la banda quiso repetir ayer la matanza colocando una bomba junto a la casa cuartel de Legutiano (Álava), en cuyo interior dormían 29 personas, guardias y familiares, entre los que había cinco niños. Juan Manuel Piñuel, que estaba de guardia, resultó muerto y otros cuatro agentes heridos.

El objetivo del atentado de Zaragoza fue, según documentación posteriormente intervenida, advertir al Gobierno de que los contactos previos a una posible negociación iban por mal camino. Cualquiera que sea el objetivo que los jefes etarras atribuyan al crimen de ayer, Gobierno y oposición escenificaron gestos de unidad y firmeza contra las pretensiones de la banda. El portavoz del PNV en el Congreso consideró ofensivo que alguien pueda pensar que existe la más mínima coincidencia de su partido con ETA y los que la apoyan. Los dos obispos de Bilbao, en términos similares a los empleados hace pocos días por Josu Jon Imaz, llamaron a que todos los ciudadanos contribuyan a deslegitimar a ETA, «no sólo en sus acciones, sino también en sus objetivos».

El atentado se produce a seis días del encuentro entre Ibarretxe y Zapatero, en el que el lehendakari presentará la última versión de su propuesta soberanista, a la que considera la llave para que ETA acepte negociar su retirada definitiva. De entrada, el atentado destruye las especulaciones sobre una tregua tácita hasta el pleno del Parlamento vasco en que el lehendakari -que en su día condicionó la consulta a la «ausencia de violencia»- pida autorización para convocarla. El ex dirigente de Herri Batasuna Txema Montero, ahora próximo al PNV, recomendaba recientemente aplazar las «grandes decisiones» políticas al fin del terrorismo, como mínima garantía de igualdad entre amenazados y libres de amenaza.

ETA lleva años alardeando de que un objetivo logrado gracias a la lucha armada ha sido conseguir que el PNV abandone sus planteamientos autonomistas para abrazar los soberanistas que antes defendía la izquierda abertzale en solitario. Otegi también sostiene esa idea en su libro de 2005. Por eso resulta difícil de creer que el documento que Ibarretxe presentará el martes a Zapatero, en el que se asume lo hablado en Loiola para tratar de evitar la ruptura de la tregua, pueda servir, una vez rota, para deslegitimar a ETA y convencer a la izquierda abertzalede la inutilidad de la violencia.

Deslegitimar a ETA y a quienes la amparan significa, por ejemplo, rechazar expresamente los votos de EHAK para obtener la mayoría que necesita Ibarretxe para seguir su ruta; pero el lehendakari se abstuvo de plantearlo ayer en su condena del atentado. Su reproche central a ETA fue que sea un «estorbo» para los fines de quienes «queremos profundizar en nuestra identidad como pueblo».

15 Mayo 2008

Sin atajos contra ETA

ABC (Director: Ángel Expósito)

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El brutal atentado contra la casa cuartel de Legutiano, que ha costado la vida al guardia civil Juan Manuel Piñuel, demuestra algo más que la obviedad de que ETA no está aún derrotada. Es un crimen que confirma una espiral de violencia intensa y a largo plazo, anunciada por ETA en sus últimos comunicados y temida por los servicios de información de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. También acreditaría la implantación de una infraestructura en el País Vasco que el consejero de Interior del Gobierno autonómico, Javier Balza, considera preocupante «y que va a costar desmantelar». Sus palabras arrojan un análisis sombrío del futuro inmediato. Aun suponiendo que su autor sólo sea un «comando» aislado y con un reducido número de integrantes, es evidente que el modo de ejecución del atentado de Legutiano implica preparación, logística y planificación. Los autores sabían bien lo que tenían que hacer.
No hay motivo para caer ahora en el derrotismo, porque nadie puede sentirse sorprendido con ETA, pero sería bueno que no se hicieran más especulaciones sobre los plazos del final del terrorismo ni se falseara la realidad política en la que se está produciendo esta ofensiva sangrienta de los terroristas. ETA ha buscado una auténtica masacre en Legutiano, revelando una determinación asesina que no tiene límites, como demostró hace más de veinte años en el atentado contra la casa cuartel de Zaragoza. Conviene no olvidarlo, porque tras el 11-M ETA se benefició de una cierta indulgencia por efecto de la comparación con la vesania del islamismo integrista.
La ofensiva de ETA no puede desligarse de algunos rasgos de la situación política actual que multiplican los efectos de sus atentados. El primero es que ETA ha recuperado «santuarios» políticos en algunos municipios vascos contra los que se debe actuar decididamente en todos los frentes. Acreditada la inutilidad y el burdo tacticismo de las mociones «éticas» del PNV y del Partido Socialista de Euskadi contra los alcaldes y concejales de ANV, es el momento de proceder, sin demora, a las mociones de censura y a las disoluciones de los Ayuntamientos controlados por los testaferros de ETA, como lleva solicitando el PP desde las pasadas elecciones municipales. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, podría inspirarse, para esta situación, en su modelo de referencia, Tony Blair, quien mantuvo suspendida la autonomía irlandesa durante cuatro años, mientras el cese de la violencia no fue absoluto y verificado. A Zapatero no se le pide tanto, sólo que aplique la ley a los ayuntamientos que, por un irresponsable cálculo táctico de su Gobierno durante la negociación con ETA, están en manos de ANV.
Por otro lado, el Estado de Derecho ha vivido un paréntesis legislativo de cuatro años. Desde 2004 no se ha aprobado una sola reforma legal que facilitara la lucha contra ETA. La opción elegida fue, hasta que los etarras revocaron la tregua, la de crear un espacio desjudicializado para que la negociación política no se viera entorpecida por la acción de la Justicia. No es un reproche retrospectivo, sino una constatación necesaria para detectar los fallos de una política sobre terrorismo que debe rectificarse urgentemente, empezando con una ofensiva judicial masiva, a cargo del Ministerio Fiscal, contra el entramado político que ETA ha reconstruido a luz del día y en las instituciones vascas.
Sin duda alguna, la primera iniciativa política que debe emprender el Gobierno es recomponer el consenso antiterrorista con el PP. La reunión que ahora necesita el interés nacional no es la Zapatero con el lendakari, sino la de Zapatero con Rajoy, y no como una nueva operación de maquillaje político del jefe del Ejecutivo, sino como primer paso para que el casi 90 por ciento del Parlamento -representado por PP y PSOE- cierre filas contra ETA con un plan concreto de actuaciones políticas conjuntas.
Por desgracia, esta expectativa es poco viable aún, porque la apuesta socialista sigue siendo la de no reconocer la necesidad de pactar preferentemente con el PP. No hay nada que hablar con el conspicuo Ibarretxe y sí mucho con Rajoy, pero el Gobierno y los socialistas vascos parecen empeñados en no asumir que la derrota de ETA exige un cambio político en el País Vasco, es decir, la derrota electoral del PNV, su paso a la oposición y la derogación del régimen nacionalista para sustituirlo por un régimen verdaderamente constitucional, estatutario y democrático. Este nuevo asesinato en Legutiano se produce cuando el PNV se ratifica en una consulta que, según Ibarretxe, puede celebrarse aunque haya violencia etarra, lo que significa tanto como reconocer la asociación de intereses políticos entre el terrorismo de ETA y el soberanismo del PNV. Los terroristas entienden muy bien lo que quiere decir el lendakari: la violencia, el «conflicto político» y la consulta soberanista se retroalimentan. Cada cual pone lo que le incumbe. ETA, los muertos. El PNV, la consulta.

15 Mayo 2008

Unidad para expulsar a los proetarras de las instituciones

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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Con el atentado contra la casa cuartel de Legutiano (Álava), que en la madrugada de ayer causó la muerte al agente Juan Manuel Piñuel Villalón y heridas a otros cuatro guardias civiles, ETA intenta presionar a Zapatero a una semana de que el presidente del Gobierno se reúna con Juan José Ibarretxe. La banda quiere dejar claro que el PNV no puede garantizar la paz y que está dispuesta a acometer matanzas indiscriminadas si continúa el acoso legal contra su brazo político. No en balde, el atentado se produce sólo unos días después de que ETA emitiera un comunicado amenazante por el encarcelamiento de la alcaldesa de Mondragón, Inocencia Galparsoro, y contra la entrevista entre Zapatero y el lehendakari.

La banda terrorista utilizó un coche bomba cargado con entre 100 y 300 kilos de explosivo y no dejó margen de reacción a los agentes y sus familias, un modus operandi similar al empleado hace un año contra las instalaciones del instituto armado en Durango. Los responsables de la investigación atribuyen la autoría del atentado al comando Vizcaya, que con este golpe demuestra que ha perfeccionado su eficacia asesina. Los terroristas han utilizado un coche sustraído hace un mes, lo que prueba que cuentan con apoyo logístico.

ETA ha recuperado la metodología criminal empleada en los años 90 contra las casas cuartel de Vic y de Zaragoza, lo que hace temer a las Fuerzas de Seguridad que ETA vaya a intentar perpetrar una nueva escalada sangrienta. De hecho, el estado de semirruina en que ha quedado el cuartel de Legutiano -en el que dormían cinco niños y una adolescente en el momento de la explosión- no deja lugar a dudas sobre cuáles son las intenciones de la banda terrorista.

Desde la ruptura de la tregua, el 30 de diciembre de 2006, ETA ha asesinado a seis personas en 22 atentados. La determinación criminal de los terroristas debe servir de acicate a la unidad de los demócratas para derrotarles y para echar de las instituciones a quienes les amparan. Cabe destacar cómo ayer todos los partidos en el Congreso, a instancias de su presidente, José Bono, sustituyeron sus preguntas al Gobierno por pronunciamientos de repulsa en los que ratificaron, además, la necesidad de mantenerse unidos frente a ETA. En este sentido, llamó mucho la atención cómo Mariano Rajoy aprovechó su intervención para brindar al Gobierno «todo» su soporte, a objeto de «recuperar el consenso que un día se perdió», una sugerente declaración de intenciones con la que el presidente del PP toma oxígeno institucional en plena crisis de liderazgo. En cualquier caso, de nada servirá una unidad retórica si no se aprovechan los instrumentos que ofrece el Estado de Derecho, empezando por la Ley de Partidos y siguiendo por la Ley de Régimen Local, para expulsar a los proetarras de todas las corporaciones.