6 noviembre 2001

Ha seguido el camino de los magistrados Querol, Martínez Emperador o Mateu Canoves o los fiscales Carmen Tagle y Luis Portero, todos ellos caídos ante las hordas de los criminales etarras

ETA asesina al juez vasco José María Lidón, magistrado que había combatido contra los casos de tortura policial

Hechos

El 6.11.2001 fue asesinado el juez D. José María Lidón Corbi.

Lecturas

RESPONSABLE DEL CRIMEN

Los responsables del crimen, los asesinos Egoitz Gurentxaga y Odei Gallarraga murieron al estallarles una bomba que estaban manejando para otro atentado.

Orkatz Gallastegui Sodupe fue condenado a 26 años de prisión y un millón de euros de indemnización como responsable en el asesinato del magistrado José María Lidón Corbi. Él facilitó la información a Gurentxaga y Gallarraga para que lo asesinara el 7 de noviembre de 2001.

08 Noviembre 2001

Un juez vasco

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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Un magistrado vasco de origen catalán se ha convertido en el primer juez asesinado por los terroristas en el País Vasco. En la larga historia criminal de ETA hay que recurrir con frecuencia creciente a esa primera vez, porque el elenco de las víctimas potenciales sigue ampliándose sin descanso. A José María Lidón lo han matado porque en su persona coincidían dos circunstancias: era un digno representante de un poder del Estado y era un objetivo fácil. Como su nombre no había aparecido en los cada vez más extensos listados de posibles víctimas, el magistrado no llevaba escolta ni adoptaba medidas de seguridad.

Sin embargo, casi todas las primeras veces de ETA tienen sus antecedentes. No se sabe a ciencia cierta por qué la banda no atentó contra miembros del Poder Judicial en Euskadi cuando lo estaba haciendo en otras partes de España. Pero, como recordó ayer un prestigioso magistrado, sí se conocen los pasos previos seguidos hasta que los miembros del Poder Judicial en el País Vasco fueron declarados ‘objetivos preferenciales’, en los últimos meses de 1999. Dos años antes, un sindicato de abogados y otras organizaciones vinculadas al entorno de Herri Batasuna lanzaron una campaña de suspensión de juicios con el pretexto de que el uso de intérpretes de euskera en las vistas vulneraba los derechos de sus defendidos y comenzaron aseñalar a los jueces que adoptaron medidas sancionadoras contra los boicoteadores.

Lamentablemente, la campaña contó con la complacencia del nacionalismo gobernante en Euskadi, más sensible, al menos en aquella etapa, al señuelo lingüístico colocado que al propósito declarado de deslegitimar al Poder Judicial por su condición de ‘extranjero’. Las amenazas directas, las listas y los intentos de asesinato llegaron a continuación.

La lucha contra el terrorismo es una carrera de fondo en la que hay que evitar por igual el triunfalismo y el pesimismo. Al éxito de la desarticulación, anteayer, de la infraestructura del comando Madridpuede suceder la conmoción de un nuevo asesinato. Pero estarespuesta forzada de ETA no impugna la realidad de que, en lo que va de año, ha perdido 16 grupos operativos y casi un centenar de activistas y colaboradores, y se ha quedado como una trágica excepción en Europa.

El consejero vasco de Interior, Javier Balza, afirmó ayer que los asesinos de José María Lidón serán perseguidos de forma ‘implacable’ hasta su puesta a disposición de la justicia. Y los compañeros del magistrado han asegurado que serán capaces de juzgarles ‘ imparcialmente’. El desistimiento de los terroristas se producirá cuando interioricen que éste es el destino que les espera. Y también cuando la solidaridad que el nacionalismo no violento traslada a las víctimas del terrorismo le lleve a anteponer la derrota de ETA a la resolución de ese supuesto ‘contencioso’ en nombre del cual los terroristas asesinan y coaccionan exclusivamente a los no nacionalistas.

09 Noviembre 2001

Quo Usque?

César Alonso de los Ríos

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El asesinato del juez Lidón ha venido a confirmarse en la idea de que, en la larguísima confrontación con el terrorismo, la sociedad civil y sus representantes políticos siempre hemos ido retardados respecto a aquél. Incluso iniciativas tan afortunadas como la del «pacto antiterrorista» no han llegado a ser suficientemente «ofensivas».
No haré aquí un repaso detallado de las diversas etapas de este proceso de concienciación retardada y por lo mismo no suficientemente eficaz. Tan sólo diré que el asesinato anunciado de Miguel Ángel Blanco provocó una reacción nacional desconocida hasta la fecha y que la tregua trampa y el Pacto de Estella permitieron comprender algunos aspectos de la naturaleza de ETA y de las relaciones entre el nacionalismo y el terrorismo. «Algunos» digo porque para muchos ingenuos ciudadanos todavía el diálogo o la negociación con los terroristas seguía siendo una solución.
A muchos les habría gustado que ETA no tuviera las implicaciones que tiene con organizaciones cívicas y formaciones políticas que se definen como partidarios del juego institucional. Les descoloca saber que hay corrimientos electorales de las bases de EH hacia el PNV o que haya concejales de EH que son miembros de ETA y que en unos casos preparan coches bomba o en otros casos entran en el aparato criminal, como la detenida en Madrid hace unos días. Por supuesto estas gentes a las que les gustaría que ETA fuera una mera organización terrorista caen en la perplejidad cuando descubren que está financiada a través de las Gestoras Pro Amnistía por el gobierno «democrático» del PNV/EA (ahora reforzado por la testimonial IU)… Y ¿qué decir de la permisividad de este gobierno para con el terrorismo callejero, para con la libre circulación de bandas que mantienen en la extorsión a la mitad de la sociedad no nacionalista?
Hay que decir que el Gobierno vasco no ejercita la violencia contra el terrorismo a la que está obligado como poder legítimo que es, porque entiende que es útil para sus objetivos la violencia ilegítima que ejercitan los bárbaros…
Ése es el mundo en el que hay que entrar desde el Estado. Como tiene que entrar en el mundo de la educación, donde se echa ese humus en el que crece la locura de los mitos y el odio a España de los que se queja Joseba Arregui…
Al juez Lidón le han asesinado porque lo consideraban un mensajero de la Justicia española y, por tanto, un colaborador del Estado «opresor», pero estos asesinos no se han producido por generación espontánea sino porque otros, profesores, familiares, periódicos… les educaron para el crimen. Ciertamente ellos se mantienen en el honorable juego institucional después de haber inducido a otros al trabajo sucio. Hay dinero para las Gestoras Pro Amnistía pero no lo hay para pagar unos escoltas al juez Lidón. Después de tantas experiencias terribles ¿es ahora cuando se plantea el problema de la seguridad del poder judicial en el País Vasco? Hasta en algo tan elemental vamos retrasados. Trágicamente retrasados.
Es cierto que ETA está cometiendo muchos fallos en sus atentados, pero también es cierto que en unas horas los corrige de modo bestial. Mientras, se va instalando en espacios «legales». Lo que antes era su entorno es ahora contenido… si es que alguna vez fueron cosas distintas. Y el entorno del entorno de ETA es no sólo legal sino gubernamental. Por eso no se ganará la lucha contra ETA si «el Estado» no entra en los espacios garantizados por el entorno del entorno. Eso sería una provocación, se dice. Constitucional pero provocación. Se prefiere que sigan cayendo los mejores ciudadanos. Como el juez Lidón.
Quo usque?
César Alonso de los Ríos

08 Noviembre 2001

Hablar más alto

Germán Yanke

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Albert Camus escribió que la larga lista de víctimas del nazismo exigía, al menos, dos cosas: conservarlas en la memoria y, si se las había hecho callar, hablar más alto.

Todos los asesinatos de ETA producen la desazón que conlleva la experiencia del totalitarismo pero algunos, por desgracia no todos aunque sea comprensible, hieren también en el alma. Me debía haber ocurrido a mí en todas y cada una de esas manifestaciones de barbarie y ahora me arrepiento de que el ruido de la vida me haya hecho olvidar en ocasiones, o en todo caso no reparar como debía, en el silencio horroroso de las víctimas.

No pasó esto, desde luego, tras el asesinato de José Luis López de Lacalle, mi compañero en estas páginas y mi amigo del alma dentro y fuera de ellas. En ese momento sí sentí, junto a la necesidad de llorar y la rabia, la de hablar más alto, la de afirmarme en el lugar que tenía junto a él y la de ocupar, sin duda con menos brillantez, el espacio que le habían arrebatado.

Se me ha llenado la memoria con las imágenes y las palabras de José Luis cuando me dicen que, entre los muchos objetivos de los etarras detenidos en Madrid, podría estar yo. Perseguido año tras año, atacado una y otra vez, jamás quiso convertirse en protagonista de nada, sino ejercer el periodismo con independencia, defender su libertad y la de sus conciudadanos y hablar o escribir tan alto como fuera preciso. No creo que haya otro camino y, desde luego, ninguno otro quiero que sea el mío en esta hora.

Lo que hay que hacer en este momento es dirigir la mirada hacia el cuerpo acribillado del juez y profesor José María Lidón, allí, en mi pueblo, y no olvidarlo, como no hay que olvidar a ninguna de las demás víctimas del horror terrorista de ETA. Lo que hay que hacer es estar con su familia y con tantas otras familias destrozadas. Las víctimas no tienen razón por ser víctimas pero saben una verdad indubitable, porque la verdad es algo más que esa caricatura de la que dicen que está repartida por todas partes. Jean Améry lo explica bien al relatar su experiencia de la tortura nazi y de los campos de concentración: «Estoy en posesión de la verdad moral de los golpes que aún hoy suenan en el cráneo y, por lo tanto, me siento más legitimado a juzgar, no sólo a los ejecutores, sino también a la sociedad que sólo piensa en su supervivencia». Lo que hay que hacer ahora es, en definitiva, seguir hablando y hacerlo más alto.

Los terroristas piensan, seguramente, que la experiencia o la cercanía de su violencia hace que la sociedad, o las personas individuales, cedan siempre algo, dejen a un lado los principios para lograr la supervivencia, miren para otro lado para no tener que actuar en consecuencia. Pues no se puede mirar hoy a otro lado que no sea aquel en el que está José María Lidón y su familia. ¿Supervivencia? Aborrezcamos de quienes se excusan con el «realismo» de la negociación y el pacto porque no hay con ETA pacto posible que no sea una rendición. ¿Miedo? Batallemos para que, aunque sea inevitable, no acabe con los principios. ¿Tregua? Volvamos a Camus: la que obtendremos al término de una resistencia sin tregua. Yo, desde luego, voy a seguir hablando, y escribiendo, y lo haré todo lo alto que pueda.