30 enero 1988

El etarra Eugenio Etxebeste 'Antxon', miembro del Comité Ejecutivo de la banda, aparece como el principal ideologo de esta estrategia de actuación política de manera paralela al aparato partidario de amplificar las matanzas que representan Josu Ternera y el grupo 'Artapalo'

ETA ofrece una tregua a Gobierno de Felipe González para «negociar» en Argelia un mes después de asesinar a cinco niñas en la Casa Cuartel de Zaragoza

Hechos

El 30.01.1988 la organización Euskadi Ta Askatasuna, responsable de centenares de asesinatos, hizo pública una ‘tregua’ con ‘el Estado español’.

Lecturas

LOS ENCARGADOS DE LAS NEGOCIACIONES DE ARGEL

Argelia_eta_88

El etarra Eugenio Etxebeste ‘Antxon’, miembro del Comité Ejecutivo de la banda, aparece como el principal ideólogo de esta estrategia de ‘negociación’. Y con él estarán los asesinos Ignacio Aracama ‘Makario’ y Belén González Peñalva, con una escalada de asesinatos a sus espaldas.

Por parte del gobierno democrático de España estarán los Sres. D. Rafael Vera, D. Julen Elgorriaga y D. Juan Manuel Echegaray, todos ellos dirigentes del PSOE.

30 Enero 1988

La tregua

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

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La disposición, adelantada ayer, por parte de ETA a aceptar una tregua de 60 días si se reanudan las conversaciones de Argel abre la posibilidad de acelerar el final de la violencia terrorista. Y esto es así por confusos e incoherentes que resulten sus pronunciamientos en el comunicado en el que hizo pública dicha oferta.En la anterior estrategia etarra, la negociación debería ser pública, no implicaría el alto el fuego por su parte y habría de partir de la previa aceptación de los puntos de su programa -la alternativa KAS-, «cuyos ritmos de aplicación podrían ser objeto de discusión». Más que de una negociación, se trataba de una imposición, netamente antidemocrática, por la que se pretendía hacer pasar a la mayoría bajo el argumento de que la pretensión de ETA iba avalada por la sangre de cientos de víctimas. Pero desde hace meses es ETA quien exige que las conversaciones sean reservadas, y desde ayer admite que la previa aceptación de la alternativa KAS no es un requisito para contraer el compromiso de un alto el fuego. La distancia entre el planteamiento tradicional y el que confusamente se apunta ahora es evidente.

Para que se haya llegado a este punto han tenido que confluir una serie de elementos. La presión policial a ambos lados del Bidasoa ha sido sin duda decisiva, pero también lo ha sido la oscura sensación de espanto que en sectores de la base social del abertzalismo radical ha producido la escalada de despropósitos, que tuvo sus puntos culminantes en el asesinato de Yoyes y los atentados de Hipercor y Zaragoza. El carácter despiadado, alejado de cualquier posibilidad de explicación en términos racionales, de esa huida hacia ninguna parte, más la total ausencia de salida personal para quienes habían quedado prendidos en la trampa de la violencia, hizo que un sector de la organización terrorista se replantease, desde Argelia, la posibilidad de dar un paso al frente en busca de alguna alternativa viable. Los de Argel y un sector de Herri Batasuna, así como de los presos, llegaron al convencimiento de que era preciso establecer una tregua para hacer avanzar la negociación. La nueva dirección francesa, con el apoyo del sector más duro de Herri Batasuna, comprendió que, después de Zaragoza y el pacto vasco, se imponía un respiro para reorganizarse y retomar la iniciativa.

La firmeza del Gobierno socialista y el avance político que ha supuesto el acuerdo de los partidos vascos han provocado una situación en la que, por unos u otros motivos, la tregua resultaba interesante para los propios terroristas. Y dejaba de ser una consecuencia de la negociación para convertirse en una condición de la misma. A partir de ahora, ETA tendrá que elegir entre seguir en la brecha -a riesgo de una división- y la posibilidad de una reconciliación. Este sería el resultado de un largo proceso, nada fácil; pero si la tregua se consolida, la dinámica sería imparable.

El comunicado de ETA está tan plagado de retórica como vacío de ideas. Incluso en una organización como ésa sorprende la ausencia de argumentos, de razones en favor de su causa, de invocaciones a los supuestos objetivos políticos que, en su lógica, justificarían los horrores de su acción. Aplicar el término ejecuciones a hechos como la matanza de los niños de Zaragoza; referirse al Estado democrático como «el agresor»; calificar como muestra de «obcecación», «cerrazón», «intransigencia» la oferta de reinserción de los terroristas que abandonen las armas es no sólo una inmoralidad: es una sandez. Las incoherencias en el comunicado reflejan las contradicciones mismas de la iniciativa y las que atraviesa actualmente el mundo del abertzalismoradical. La bomba colocada ayer mismo en el automóvil de un policía en Bilbao es la manifestación más acabada de esa incoherencia y de esas contradicciones.

Pero la interpretación de la oferta hecha por portavoces de Herri Batasuna, y singularmente por el abogado Esnaola, permite albergar esperanzas. Lo que Esnaola ha venido a decir es que ETA estaría dispuesta a negociar no tanto la aceptación de la alternativa KAS como el marco que permitiría conseguir las reivindicaciones en ella contenidas por métodos pacíficos. No es eso lo que dice el comunicado de los terroristas, pero es posible que esa interpretación no repugne totalmente a los ideólogos de la organización. En todo caso, la tregua, por una parte, y las posibilidades de enhebrar alguna forma de diálogo racional que derivan de esa interpretación, por otra, abren paso a una situación diferente. Algo se ha movido en el fosilizado mundo de ETA.

Las fuerzas democráticas vascas, y de toda España, deben apoyar las iniciativas que el Gobierno pueda emprender a parúr de ahora. Los límites quedaron nítidamente marcados por los pactos suscritos en noviembre en Madrid y el pasado día 12 en Vitoria. La máxima generosidad para los terroristas es posible si existen garantías sólidas de renuncia al argumento de la fuerza. Es lógico que el Gobierno se tome un tiempo de reflexión antes de tomar decisiones, pero es imposible no agarrarse a esta oportunidad, incluso aunque algunos la consideren un chantaje. Porque es la paz y la convivencia democrática de Euskadi lo que está en juego.

30 Enero 1988

La Tregua

María Consuelo Reyna

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“Estado opresor”, “agresión contra el movimiento nacional vasco”, “Lucha armada de masas e institucional”, “los acuerdos contravenidos darían origen a la vuelta al enfrentamiento armado”, “ejecuciones”, “soberanía de euskalerría”, “colectivo de presos políticos vascos”, “cese parcial de ejecuciones salvo en encuentros fortuitos”, “cese de las hostilidades policiales…”

Este es el lenguaje que emplea ETA en su oferta de ‘tregua’. Un lenguaje inadmisible, pero que ha fascinado a algunos de esos tontos que circulan por nuestro país que aún son capaces de quedar embaucados por las palabras de ‘buena voluntad’ de una organización terrorista que lleva a sus espaldas más de 500 asesinatos.

Con ETA no hay más diálogo que preguntarles dónde dejan las armas. El resto sobra. Y eso no quedó claro ayer por parte del Gobierno.

La amnistía del 77 dio origen a que 1979 – con ETA reorganizada gracias a la vuelta a casa de los asesinos que estaban en las cárceles – fuera el año más sangriento.

Veintinueve asesinados en 1977, 88 en 1978, 131 en 1979. ETA se volvió a organizar. Como haría ahora.

Por si alguien no lo tiene claro, que piense en lo dicho por Kepa Aulestia (Euskadiko Esquerra): “Las condiciones de la tregua son ridículas e inaceptables (…). La única que tiene que la responsabilidad de la violencia es ETA”.

En la misma tesis coincide García Damborenea (PSOE) cuando afirma que el comunicado de ETA es un ‘sarcasmo’, un ‘engañabobo’. Esto, único a la ‘satisfacción’ de HB dice bien a llas claras cuál debe ser la respuesta a la oferta de ETA.

… Y hay políticos de centro, centro izquierda e izquierda que lo acogen como un rayo de esperanza. Cuanta estupidez.

María Consuelo Reyna