18 marzo 2002

El diario LA RAZÓN fue el primero en hacerse eco de que Gema García, la concursante del certamen 'Miss Universo' era en realidad una 'infiltrada' de Melchor Miralles

Éxito de Melchor Miralles (EL MUNDO-TV) con su reportaje ‘Miss Fraude’ emitido en ANTENA 3, enfrentamiento con Verónica Zabala (LA RAZÓN)

Hechos

El 17.03.2002 en ANTENA 3 TV se emitió el reportaje ‘Miss Fraude’, producido por la productora EL MUNDO-TV.

Lecturas

El 15 de marzo de 2002 el diario La Razón en una información de la periodista Verónica Zabala desvela que en el concurso ‘Miss España’ que organiza D. Andrés Cid había una infiltrada de la productora de El Mundo-TV (dirigida por D. Melchor Miralles Sangro y D. Fernando Lázaro Quintela), Dña. Gema García ‘Miss Alicante’, con cámara oculta. El 18 de marzo de 2002 Antena 3 TV emitió el reportaje ‘Miss Fraude’ producido por El Mundo-TV en el que con aquella cámara oculta acreditaba que Dña. Gema García había logrado ser elegida ‘Mis Alicante’ sobornando a la organizadora del concurso en esa provincia, Dña. María Elena Dávalos, y que estaba en negociaciones para ganar el concurso a nivel nacional. Durante la emisión del programa D. Melchor Miralles Sangro, que participó como tertuliano, lanzó duros ataques contra Dña. Verónica Zabala, también presente en el espacio insinuando que tanto ella como D. Luis María Anson Oliart habían actuado siguiendo los intereses de D. Andrés Cid. El 21 de marzo de 2001 en La Razón tanto D. David Gistau Retes como D. José Antonio Sentís publican artículos en defensa de Verónica Zabala y contra D. Melchor Miralles Sangro. No obstante, el día 22 publican un editorial agradeciendo la ‘caballerosidad’ de D. Melchor Miralles Sangro explicando que este ha llamó a Dña. Verónica Zabala para pedirla disculpas.

El 15.03.2002 el diario LA RAZÓN publicó que Dña. Gema García Marcos, aspirante a Miss España 2002 en representación de Alicante, había sido descalificada por falsificación de documentos y demandada, tras lo cual había huido del hotel en el que se hospedaba (había falsificado su DNI para fingir que tenía menos de 25 años, la edad máxima permitida para participar en el concurso).

Según informó LA RAZÓN, Dña. Gema García Marcos era una infiltrada de la productora de EL MUNDO-TV, de D. Melchor Miralles y D. Fernando Quintela. En declaraciones al diario LA RAZÓN, D. Fernando Quintela negó cualquier relación con Dña. Gema García Marcos. Tan sólo dos días después quedaría claro que había mentido puesto que EL MUNDO-TV emitiría en ANTENA 3 TV su reportaje ‘Miss-Fraude’ protagonizado por la propia Dña. Gema García Marcos.

EL MUNDO-TV PAGÓ 27.000 EUROS A CAMBIO DE INFILTRAR A GEMMA GARCÍA EN ‘MISS UNIVERSO’

Dña. María Elena Dávalos y el abogado D. José Manuel Gómez

19 Marzo 2002

La compra de una miss

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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Se ha dicho, con razón, que los concursos de belleza son anacrónicos, reaccionarios, machistas, vejatorios para la mujer y otras muchas cosas más. A la vista del programa emitido ayer por Antena 3 y producido por EL MUNDO TV, podrá también decirse a partir de ahora que son un fraude.

Lo que millones de espectadores pudieron ver anoche es como Gema García, una periodista de EL MUNDO TV, fue elegida Miss Alicante a cambio del pago de cuatro millones y medio de pesetas a María Elena Dávalos, delegada del certamen nacional Miss España en esa provincia.

Dávalos no puso ningún impedimento a que Gema García participara en el concurso pese a que no estaba empadronada en Alicante, como exigen las bases, y pese a que superaba la edad establecida para participar (25 años). Admitió la compra de los ocho votos del jurado que dieron la victoria a Gema a cambio de la entrega de cuatro millones de pesetas en dinero negro.

Dice el refrán castellano que quien hace un cesto, hace ciento.Hay, por ello, motivos más que suficientes para sospechar de la limpieza de este tipo de concursos, sobre los que pesan reiteradas denuncias de tongo, malos tratos psicológicos y abusos deshonestos.

Es evidente para quienes vieron las imágenes anoche que EL MUNDO TV sólo ha pretendido sacar a la luz las irregularidades de este turbio mundo que se alimenta de la explotación económica de la belleza femenina. Como sucede cuando hay que investigar el tráfico de drogas u otras actividades delictivas, no había otra alternativa que introducirse en ese ambiente y simular que se aceptaban sus perversas reglas de juego.

En su desesperación para tapar el entuerto, los organizadores del concurso Miss España recurrieron a un juzgado de Algeciras para que impidiera la difusión de unas imágenes grabadas por Gema García con el pretexto de que se había violado la intimidad de las concursantes. La juez vio la grabación y autorizó la emisión pública tras constatar que no había nada indecoroso o reprobable en ellas. A la vista de las evidencias, el gerente del concurso dimitió anoche mismo ante las cámaras.

Lo único que puede repugnar de este programa es la falta de escrúpulos de personas como María Elena Dávalos, dispuestas a aprovecharse de la ilusión de unas jóvenes que quieren saltar a la fama en un juego con las cartas marcadas.

21 Marzo 2002

Excelente trabajo periodístico de Verónica Zabala en la cobertura del concurso de Miss España

LA RAZÓN (Presidente: Luis María Anson)

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En medios profesionales se ha destacado el gran trabajo periodístico realizado por Verónica Zabala como coordinadora de las páginas de LA RAZÓN sobre el concurso de Miss España.

Verónica Zabala es una joven y excelente profesional del periodismo que se ha ganado a pulso el respeto y el reconocimiento general de la profesión por su dedicación y aciertos en la cobertura de los más diversos acontecimientos relacionados con la vida social española.

21 Marzo 2002

VERÓNICA ZABALA

José Antonio Sentís

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Verónica Zabala, compañera en LA RAZÓN, es periodista joven de familia de periodistas. Fui amigo de su malogrado padre, Vicente, con quien estuve en EFE y ABC, y aprecio en la distancia a su hijo, que heredó de él nombre, toros y periódico. Tiene Verónica la ingenuidad frutal de quienes piensan que ser periodista es una profesión más basada en el placer que en la necesidad, más divertida que ambiciosa, más lúdica que instrumental; y que el periodismo no tiene por qué ser un juego de poder o de intereses, sino un ejercicio de notaría; a veces, un cantar de ciego.

Verónica Zabala ha sido atacada con enorme injusticia con motivo de las informaciones publicadas en este periódico sobre el escándalo de la elección de las misses. Soy testigo de que su trabajo fue profesional, ajeno al protagonismo y carente de doblez. Pero entró en el fragor de una batalla en la que otros se disputan fama y riqueza, y se convirtió en víctima de un simulacro de debate televisivo que sólo servía de altavoz de un reportaje, éste sí, de fuerte impacto.

No tengo nada que objetar a los éxitos ajenos, pero no puedo callarme sobre la injusticia que supone adornarlos con el desprestigio de los demás. Hay productos de consumo periodístico que se basan en el escándalo. No me gustan, pero ése no es mi problema, y menos cuando lo que tratan afecta a cuestiones privadas y no públicas. Si hay chorizos para elegir misses me queda tan al pairo como si los hay para cooptar una elección de jugadores de mus en un campeonato veraniego. Es sólo demuestra que es fácil comprar la voluntad de débiles e inmorales. Pero nada de esto justifica la ofensiva contra la reputación, la dignidad o la imagen de terceros. Y menos cuando se hace por prepotencia o por interés económico.

Demasiados espectáculos televisivos se basan ya en reproducir las gradas del circo romano, para que la muchedumbre jalee la sumisión de los mártires. Se busca sangre y da lo mismos que sea de justos o de pecadores. Pero yo quiero, quizá utópicamente, que se distinga: a Verónica Zabala le corresponde la categoría de inocente, y merece ser apoyada porque es una periodista honrada y tiene un enorme futuro. Y por pura salud social, porque con su tipo de periodismo, amable, incapacitado para el daño ajeno, incluso a costa del anonimato propio, quienes ocupan las páginas de la Prensa están asegurados contra la infamia.

Mintieron, o tal vez se equivocaron, quienes acusaron a Verónica Zabala de mentir. Su información fue, como siempre, bienintencionada. Se sobrepondrá a esta malhadada historia, pero que les conste en acta a quienes vieron el programa comprado por ANTENA 3 sobre las misses que los insultos que se escucharon ahí a gritos tuvieron menos verdad que el silencio anonadado de su víctima propiciatoria.

José A. Sentís

21 Marzo 2002

Los Zabala

David Gistau

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El apellido Zabala es uno de los grandes nombres del periodismo español. Ahora que los primeros paseíllos de la temporada taurina avisan de que por fin concluye ese largo pasmo de plantígrados que es el invierno en Madrid, ahora que andamos buscando hotel y citándonos en Casa Román para estar en Sevilla en Resurrección, uno sólo lamenta no poder subirse con los periódicos, como hacia Ruano, a una calesa de Santa Cruz para leer, acompañado por el cloquear de los cascos de los caballos, lo que Vicente Zabala habría escrito de José Tomás, que a quién le importa que se estropee la Play Station cuando ya todo es expectativa de José Tomás despertando osos a la primavera.

No podremos, por tanto, leer a Vicente Zabala, pero sí a Zabala de la Serna, el siguiente eslabón de la dinastía, una de las dos únicas razones para comprar ABC, un digno heredero de su padre en el talento de la literatura urgente, de la escritura apremiada por la hora de cierre, de la colección de arte rupestre que son todos esos toros y sus duelistas que al final de cada temporada Vicente deja dibujados en las paredes de la caverna española.

Luego está Verónica Zabala, nada menos que una periodista, que una buena periodista a la que jamás intimidaron las miradas de la galería de sus antepasados, que parecen las de ‘Las cuatro plumas’. Primero en ‘Sucesos’, donde se educó en el periodismo de gabardina y bloc de notas, y luego en registros más mundanos, Verónica se ha ido construyendo a sí misma hasta convertirse en una periodista de la que ha de enorgullecerse cualquier redacción: rigor, humildad y verdad, y un olfato que te la llevas al Retiro y encuentra una trufa. Últimamente Verónica ha estado en el ruedo donde ha tenido que echar mano de los recursos taurinos en que fueron templados su abuelo Victoriano y su hermano Víctor. No en vano ha sufrido las embestidas de un cabestro [Melchor Miralles] de los que se ponen tirantes porque lo vieron en ‘Lou Grant’ sin nadie que salga a echarle un quite. Ahora, Verónica conoce mejor este oficio de predadores.

22 Marzo 2002

Éxito de la denuncia de Melchor Miralles, que da muestras de su caballerosidad al pedir públicamente disculpas a Verónica Zabala

LA RAZÓN (Presidente: Luis María Anson)

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El director general de EL MUNDO TV, Melchor Miralles, que se ha apuntado un gran éxito periodístico con su denuncia sobre el soborno que condujo a la elección de Miss Alicante, dio muestras ayer de su caballerosidad al pedir disculpas, públicamente, a nuestra compañera Verónica Zabala, por los injustos ataques de que fue objeto durante la emisión del reportaje sobre el concurso de belleza alicantino. Miralles acertó al rectificar en el programa ‘El Primer Café’ de ANTENA 3 TV, sus alusiones a Zabala.

24 Marzo 2002

El diario de «Miss fraude»

Gema García Marcos

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No recuerdo exactamente qué dije a Fernando Quintela, director de El Mundo TV, y a Manolo Aguilera, máximo responsable del equipo de investigación, cuando me propusieron convertirme en miss a golpe de talonario. En aquel momento no daba crédito a lo que me estaban contando. Que si queremos investigar los concursos de belleza, que si te tienes que hacer pasar por una joven modelo con hambre de triunfos, que si tienes que llevar una cámara oculta y obtener la máxima información posible… El objetivo era averiguar si las coronas de misses también tienen un precio y, cómo no, descubrir la cara más fea de unos concursos en los que se mueven grandes cantidades de dinero, especulando con las ilusiones de chicas que, en ocasiones, son menores de edad.

En principio la idea me pareció una auténtica locura por una interminable lista de razones. Primero por mi edad tengo 31 años y el límite para participar en estos eventos es de 25 ; segundo por mi enfermiza timidez ya superada después de este reportaje que me iba a impedir subirme a una pasarela y despegar la mirada del suelo… Y eso por no hablar de mi fobia por el maquillaje y de mi falta de destreza con los tacones de aguja.

A pesar de mis handicaps, Quintela y Aguilera me aconsejaron que «lo consultara con la almohada» y les contestara en un plazo máximo de 48 horas. Salí del despacho con los ojos como platos y las piernas temblorosas. Lo peor de todo es que no se lo podía contar a nadie. Como mucho, a mis familiares más cercanos, y eso fue precisamente lo que hice. Tanto mis padres como mi hermano me animaron a aceptar el reto. Dije sí.

En menos de una semana había cambiado el teclado del ordenador por interminables sesiones fotográficas en las que debía posar en las tres versiones requeridas por las organizaciones de los concursos de misses: vaqueros, traje de noche y bañador.

Mientras yo intentaba meterme en la piel de una joven ciudadana de adopción de El Pinoso, Manolo, Alfredo y Sandra se dedicaban a allanarme el camino en los despachos. Más concretamente en el de María Elena Dávalos, delegada de los certámenes de Murcia y Alicante. Avalados por una empresa de moda inexistente Everlasting , mis compañeros acordaron con Dávalos la compra de mi título.De este modo, ella se metía una suculenta cantidad de dinero en el bolsillo y yo obtenía mi billete directo hacia Miss España.

ELECCIÓN DE «MISS» ALICANTE
Zanjado el espinoso capítulo económico, me tocó el turno de salir a escena. La primera gran cita fue el 1 de febrero, día de celebración de la gala de elección de Miss Alicante. Ya en los ensayos, y ante el horror de Dávalos y del coreógrafo del concurso, Gonzalo Casares que luego me bautizó en el mundillo de las bellas como Miss Penoso , di muestras de mis nulas dotes para el modelaje.Más que una aspirante a miss parecía la defensa central de un equipo de fútbol. Tras una jornada agotadora, en la que la organización tan sólo nos había dado de comer un par de sandwiches tan gélidos como la terraza en la que debíamos desfilar en bañador (en pleno invierno), comenzó el espectáculo. Ante más de dos millares de espectadores, salí tiritando de frío, muerta de la vergüenza e intentando sin demasiada fortuna mantener el equilibrio sobre dos tacones inverosímiles.

Con los nervios a flor de piel, más que desfilar, lo que hacía era correr sobre la pasarela para tratar de pasar el mal trago lo antes posible. Entre pase y pase apenas lograba mantener la compostura ni cumplir con el primer requisito que debe bordar una buena miss: sonreír de oreja a oreja. El desastre llegó a su máxima expresión cuando, al salir con el traje de la noche, me lo pisé y lo desgarré por completo. Pero hiciera lo que hiciera tenía la corona en el bolsillo.

Y llegó el momento de la verdad. Los presentadores de la gala anunciaron el nombre de la vencedora, que, por supuesto, era Miss Pinoso. Creí morir. Tenía a más de 2.000 personas mirándome con estupor. Nadie podía entender cómo semejante desastre podía ser elegida ganadora. Así que, entre abucheos, y a pesar de que lo que me pedía el cuerpo era escapar como fuera de aquella pesadilla, intenté repetir el ritual que tantas veces había visto en la televisión: manos en la cara, lágrimas de emoción y gritos al viento negando el merecimiento de semejante honor. Flanqueada por la entonces Miss España, Lorena Van Heerde, y Pablo Martín, Mister España (ambos salidos de la factoría Dávalos, como la también coronada María José Besora), saludé con la corona que me acreditaba como la chica más guapa de Alicante. Los reyes de la belleza nacional acababan de coronar a una miss fraude de 31 años que había demostrado la misma destreza con los tacones que el Tony Curtis de Con faldas a la loco.

EL ESTÓMAGO HECHO UN OCHO
A la mañana siguiente estaba destrozada. Me dolía todo de la tensión y tenía el estómago hecho un ocho. Fue el primer día de un breve reinado de mes y medio en el que no paré de conceder entrevistas y posar para reportajes gráficos. Incluso llegué a participar en un concurso televisivo en el que compartía equipo con Antonio Canales y una de las hermanas Hurtado. Todo el mundo me trataba como una celebridad. Me convertí en carne de medios de comunicación sin haber acreditado más mérito que el de tener el dinero suficiente para comprar un título.

Poco a poco me iba introduciendo en un mundo en el que se impone la tiranía de las medidas y en el que todo vale si el fin es ajustarse al prototipo de belleza aceptada. Así, no me extrañé demasiado cuando María Elena Dávalos, mi delegada, me recomendó pasar por el quirófano para retocarme «la punta de la nariz» por el simple hecho de que no me quedaba bien con el moño. Y yo me preguntaba: «¿No sería más sencillo dejarme el pelo suelto?».Lo más curioso fue que, para tratar de quitar hierro al asunto, Dávalos me recitó todo el repertorio de retoques a los que se habían sometido sus misses y misters antes de presentarse a los concursos. Incluso me puso de ejemplo a una de sus chicas alicantinas, que se había puesto silicona en el pecho antes de cumplir los 18 años. Yo escuchaba y callaba. Me imaginaba un mundo perfecto poblado por clones de narices idénticas, pómulos de plástico y labios de colágeno.

Lógicamente, no me dejé operar. Ya que Dávalos no había conseguido cambiarme la nariz, lo que sí me exigió fue que cambiara mis andares. Así que tuve que aprender a desfilar de la mano de una modelo de paciencia infinita y que no entendía muy bien cómo una chica que confesaba haber jugado al fútbol había decidido convertirse en miss.

Fotos para el book, consultas en clínicas de cirugía estética, clases de desfilar… Aquello era un chorreo incesante de dinero que afrontaba El Mundo TV. Pero, ¿quién sufraga estos gastos cuando las chicas no tienen un patrocinador tan fuerte como el mío? Eso no era todo. Pocos días antes de marcharme a Túnez con el resto de misses, María Elena Dávalos me llamó «angustiada» para comunicarme que no había conseguido encontrarme el traje regional alicantino y que tenía que comprar tres regalos típicos de mi ciudad para entregárselos a otras tantas autoridades. Todo ello corría de mi cuenta. Eso sí, en el contrato que había tenido que firmar tras ser elegida Miss Alicante se especificaba que un 20% de mis ingresos durante mi año de reinado iría a parar al bolsillo de mi delegada.

CONCENTRACIÓN EN MADRID
El 28 de marzo por la mañana llegué al hotel madrileño en el que habían citado a todas las misses antes de partir hacia Túnez para posteriormente llegar a Algeciras. Nada más atravesar el vestíbulo dejé atrás mi nombre y mis apellidos para, durante tres semanas, pasar a llamarme únicamente Alicante. A partir de ese momento, todas debíamos lucir siempre la banda que nos identificaba, no podíamos fumar, se nos prohibía hablar por el teléfono móvil en público e, incluso, se nos negaba la posibilidad de tomar una mísera cerveza: «En Miss España, el único alcohol permitido es el del perfume», pregonaban. El alfabeto hizo que me tocara compartir habitación con Miss Almería, Vania Millán, que posteriormente fue la vencedora. Vania iba a convertirse en mi compañera inseparable y fue una de las personas que más me ayudaron en esta aventura. Ella y A Coruña, Álava, Albacete, Asturias, Castellón, Valencia, Valladolid… O, como yo prefería llamarlas, Tania, Oihane, Inma, Olivia, Anita, Sara…

Fue precisamente en esta primera jornada de concentración en la que comenzó a gestarse el final de mi aventura como miss, cuando me crucé por los pasillos del hotel con un conocido que, para mi desgracia, trabajaba en la organización de Miss Madrid y que sabía mi edad. Al día siguiente, antes de coger el avión que nos iba a llevar a Túnez me encontré de cara con dos antiguas compañeras de La Razón, diario con el que colaboré hace un par de años, que venían con la expedición de periodistas. Me saludaron efusivamente, proclamando mi paso por su periódico. «¿Periodista yo? ¡Qué más quisiera! Soy una periodista fracasada y prefiero no hablar del tema. Espero que esto de la moda se me dé mejor».

LA PESADILLA DE TÚNEZ
Lejos de ser «un viaje maravilloso», tal y como se ha empeñado en decir la organización de Miss España, nuestra estancia en Túnez fue una pesadilla. No dormíamos, porque la organización necesitaba todas las horas posibles para cumplir «su apretada agenda». Durante cuatro días viajamos de norte a sur sin hacer más paradas que las previstas para hacernos unas fotos rápidas o para que nos viera el empresario tunecino de turno. Por la noche nos tocaba desfilar ante un público en el que no había más mujeres que las de nuestra expedición. Algunas de las chicas aseguraban sentirse como «monitos de feria: sólo falta que nos echen cacahuetes», decían.

La sensación claustrofóbica se agudizó al aterrizar en Málaga.Andrés Cid, director del certamen, nos comunicó que Miss España comenzaba a partir de ese momento. Desde ese instante, ya no podríamos ni ir solas al baño. Comenzó una loca carrera de visitas sin sentido a inmobiliarias, empresas de alquiler de coches y centros comerciales. La organización se debe a los patrocinadores…Hartas de comer, merendar y cenar canapés, las chicas pedían a gritos sentarse alguna vez a comer. Yo, empachada de todo tipo de tartaletas y fritos cazados al vuelo entre una maraña de misses hambrientas, optaba por comerme los adornos frutales de los lugares por los que pasábamos. Jamás en mi vida he devorado tantas manzanas.Bajo un férreo control, mis compañeros y yo nos las apañábamos como podíamos para intercambiar material. Como si fuéramos espías en plena guerra fría, solíamos quedar a una hora determinada en los cuartos de baño del hotel. Yo escondía tras la papelera las cintas que había grabado el día anterior. Otras veces éramos más osados, fingíamos encontronazos en los pasillos y me pasaban baterías, pilas y medicamentos.

DÍAS DE ENSAYO
Los cinco días previos a la gala debíamos estar encerradas en el pabellón de deportes de Algeciras ensayando desde las 10 de la mañana hasta las 20 horas. No podíamos salir ni a almorzar, y nos llevaban una comida que rozaba lo indigno. La mejor prueba de lo inadecuado de nuestra dieta es que durante esos días se desmayaron varias niñas. Su respuesta fue casi inmediata. Nos atiborraron a chocolatinas. Y llegó el miércoles. Me habían llegado noticias de que la organización de Miss Madrid estaba intentando comprobar mi edad. Ya no sabía si me había vuelto paranoica, pero tenía la impresión de que Cid y su equipo estaban pendientes de todos mis movimientos. Tenía los nervios a flor de piel y en más de una ocasión estuve a punto de echarme a llorar. Eran demasiados días de interpretación bajo presión.

Esa noche se acabó todo. Tras la cena, el abogado del certamen, José Manuel Gómez, y Andrés Cid jr. me invitaron a subir a un coche que me llevaría al hotel. Gómez me interrogó sobre mi edad y profesión. Al no poder demostrar tener 24 años, los organizadores me comunicaron mi expulsión. Hice la maleta a toda prisa y me llevaron a otra habitación en la que debía pasar la noche. Sin embargo, en El Mundo TV decidieron que lo más prudente era que saliera de allí cuanto antes.

De camino a Madrid estallaba el escándalo. En los medios se daba la noticia de que Miss Alicante se «había dado a la fuga y que está en busca y captura por haber falsificado el carné de identidad» (algo totalmente falso). Y por fin llegó el lunes. La primera parte de nuestro trabajo se emitió en Al Descubierto en Antena 3. La repercusión fue tremenda. Cada cinco minutos llamaban desde los puntos más remotos para solicitar entrevistas. La CNN me entrevista para un programa que se emite en directo en todo EEUU.Cuando las aguas se empiezan a calmar, el viernes recibo en casa la noticia de que María Elena Dávalos ha tenido que ser ingresada en un hospital de Murcia tras haber ingerido una sobredosis de pastillas y alcohol. Lo siento, pero no me puedo considerar culpable.Está fuera de peligro, me informan. Me alegro de que esté bien.

LA HERMANA MAYOR
Pero a mí me quedaba una espinita clavada: mis niñas. Y es que durante mi estancia en Miss España me había sentido como una especie de hermana mayor de las candidatas con las que tuve una relación más estrecha. Una vez emitido el reportaje, ya no había razones que me impidieran contarles personalmente toda la verdad.

Por eso decidí llamar a Tania, Miss A Coruña. Nada más escuchar mi voz, Tania se puso a llorar. Nada más colgar marqué el número de Vania, mi compañera de habitación y recién elegida Miss España.Ni hizo falta explicarle nada. A ella le daba igual mi edad o profesión. Lo que de verdad le importaba es que la hubiera podido engañar como persona, y ella está segura de que no ha sido así.Ahora sólo me falta hablar con mi Pucelana, Anita y Oihane que, por cierto, me debe unas trufas.

Cosas de la casualidad, la empresa que organiza el certamen de Miss España, propiedad de Andrés Cid Fernández, tiene su sede en la alicantina avenida de Villajoyosa. Y fue precisamente a Miss Villajoyosa a quien la periodista Gema García arrebató (previo pago de 24.000 euros) el título de Miss Alicante. Andrés Cid, un gallego casado y padre de un hijo, también Andrés, su mano derecha, está presente en media docena de empresas del sector, entre ellas Certamen Miss España S.L., Concurso Miss España S.L., Tele Artis S.A., y Organización de Certámenes Internacionales y es propietario de marcas como Miss y Mister España, Miss Elegancia, Miss Simpatía, Miss Internet y Miss Europa. Este imperio tejido alrededor de la belleza comenzó a gestarse a mediados de los ochenta. Cid aparcó la empresa de celulosa que poseía en Alicante y compró a los hermanos Corredera, conocidos empresarios de la noche alicantina, un título, Miss España, que entonces estaba de capa caída. Pronto ideó una red de concursos primero por comunidades autónomas, luego provinciales que le han reportado pingües beneficios. Hoy cada delegación paga un canon que oscila entre los 27.000 euros que desembolsa el delegado madrileño por organizar miss Madrid (9.000 más por Mister Madrid), a los 3.000 que paga el de Badajoz. Sólo este apartado reporta a Andrés Cid unos 900.000 euros. El verdadero despegue del concurso se produce cuando Telecinco se hace con los derechos de imagen, engordando aún más la caja registradora de Andrés Cid. La televisión atrae además las jugosas aportaciones de los patrocinadores. A todos ello se une lo que el certamen se queda de los ingresos de Miss España, que en el año de reinado rondan los 600.000 euros. La delegada de Alicante se embolsaba el 20% de los de su miss.

1997 / INÉS SAINZ. La primera miss vasca de la década no gusta y el tufillo de tongo comienza pronto a circular. La opinión más generalizada es que su elección es en realidad un intento de limar diferencias ideológicas. Una guapa que entienda el euskara para paliar una situación política cada vez más enconada en Euskadi.

1998 / MARÍA JOSÉ BESORA. El nombramiento de la Miss Murcia (discípula de María Elena Dávalos) levanta pronto ampollas. La explicación de que se había operado la nariz por motivos de salud, reconocida por los organizadores y por ella misma, no convence a nadie.El supuesto cirujano también forma parte del círculo de Dávalos.Interviú saca en portada la palabra tongo y Miss España pasa a denominarse «Miss Operada». La preciada corona se tambalea en su cabeza hasta el punto de que en un primer momento, según personas cercanas a ella, tiene intención de renunciar al título.Las sospechas de tongo culminan con la denuncia contra los organizadores del Certamen de Carolina Jiménez, Miss Toledo. En las actas de las votaciones firmadas por el jurado que presenta el Certamen se destacan unas burdas correcciones en forma de tachones que favorecen claramente a María José Besora. Sin las rectificaciones, la vencedora habría sido Miss Cádiz. Pero el destino ya estaba escrito antes de la final.

1999 / LORENA BERNAL. Pese a que manipular el concurso es cada vez más difícil, el certamen parece que se ve en el compromiso de nombrar una segunda miss vasca puesto que la anterior, Inés Sainz, no había logrado su objetivo, ese lavado de imagen perseguido. Presuntamente tras realizar varios castings con el propósito de elegir una mujer más bella que Inés Sainz se decide quién sería la próxima Miss España: Lorena Bernal.

2000 / HELEN LINDES. Su elección obedece a la conjunción de intereses políticos y turísticos de diferente signo. La promoción de Tenerife a través del Cabildo es casi seguro el objetivo de su nombramiento, así como cumplir las expectativas de algunos políticos locales de mejorar su imagen y su puesto en la Administración. Hasta Cataluña, donde reside Helen, se va presuntamente a buscar a la candidata elegida para llevarla a la final y coronarla. Es de destacar que en otro de sus alardes de honestidad, la organización se salta sus propias normas a la torera y permite la participación de una modelo profesional, cuando, según sus normas, las candidatas no pueden haber ejercido ese trabajo. Que Helen es una profesional, lo demuestran las fotos que tras su coronación publica Interviú.

2001 / LORENA VAN HEERDE. Los escándalos anteriores hacen que las corporaciones municipales y los organismos oficiales no estén por la labor de financiar una final que ya cuesta 50 millones de pesetas. En consecuencia los tiros se dirigen hacia la empresa privada, sobre todo la inmobiliaria. Se prueba con el complejo turístico holandés construido en Murcia por el entrenador de fútbol Johan Cruyff. La cosa no prospera y supuestamente se abre la línea de negociación con otro holandés con pelas, Ronald van Heerde. Supuestamente es él quien compra la corona para su hija Lorena van Heerde. Se maneja la cifra de 32 millones de pesetas, cantidad que coincide plenamente con la reclamación judicial que Ronald van Heerde le ha hecho al certamen por impago a su hija.