1 julio 1997

La Guardia Civil esperó a estar seguro de que ETA había liberado a Cosme Delclaux para realizar la operación para liberar al Funcionario de Prisiones

Exito policial: la policía logra liberar a Ortega Lara tras más de un año de secuestro y detener a los terroristas

Hechos

El 1 de julio de 1997 la policía logró liberar al funcionario de prisiones D. José Antonio Ortega Lara, secuestrada desde de enero de 1996.

Lecturas

La Guardia Civil esperó a estar seguro de que ETA había liberado a D. Cosme Delclaux para realizar la operación para liberar al Funcionario de Prisiones

liberacion_Ortega_Lara_ElpaisA pesar de todas las peleas entre grupos políticos y grupos mediáticos, existía un paréntesis en el que todas las plumas y micrófonos dejaban atrás todos sus reproches y enemistades para mostrar un mensaje común, y era el terrorismo. El líder comunista don Julio Anguita dijo en una ocasión que para el terrorismo no había ni izquierdas ni derechas sino que había humanos e inhumanos. En  julio  de  1997  la Guardia Civil lograba uno de sus mayores éxitos al liberar al funcionario de prisiones, don José Antonio Ortega Lara, tras más de 500 días de secuestro. EL PAÍS felicita al Gobierno por el trabajo “Un éxito que premia la tozudez y la perseverancia del ministrio de Interior, Jaime Mayor Oreja, quien durante meses ha aguantado un aluvión de críticas (…) por su presunta pasividad en el caso Ortega Lara”. El diario del Grupo PRISA colocó en su portada el titular “La Guardia Civil rescata del zulo a Ortega Lara sin dispara un tiro” con una foto de la víctima terrorista tras su larga tortura. Pero quizá el titular más acertado era el de su primera página de información: “Termina la pesadilla de los secuestrados de ETA”. Y es que, en efecto, tras ese “golpe” en el que los terroristas perdieron a todo su comando, decidieron que no volverían a recurrir a los secuestros.

LA AMENAZA DE HERRI BATASUNA: «TRAS LA BORRACHERA LLEGA LA RESACA»

97_Aoiz Frente a la alegría de los medios de comunicación y los principales partidos políticos por la liberación de D. José Antonio Ortega Lara, el dirigente de Herri Batasuna (ETA), Floren Aoiz, afirmó en rueda de prensa a los dirigentes españoles que tuvieran cuidado: «porque después de la borrachera, llega la resaca».

La liberación del Sr. Ortega Lara en los medios de comunicación:

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El primer medio de comunicación que informó de la liberación del Sr. Ortega Lara fue la Cadena SER a través de su principal locutor, D. Iñaki Gabilondo:

Un grupo de informadores entre los que se encontraban don José Antonio Zarzalejos (EL CORREO) o don Antonio Herrero (COPE), dieron testimonio de las condiciones infrahumanas que vivió el funcionario de prisiones durante más un año. El locutor lo calificó como “lo más terrorífico que había visto en su vida sin ningún atisbo de humanidad”.

LA POLÉMICA PORTADA DE EGIN

titular_egin_ortega  El diario pro-terrorista EGIN publicó un titular de portada bastante polémico de la liberación del Sr. Ortega Lara. «Ortega vuelve a la cárcel», lo publicaba, supuestamente, con el argumento de que el Sr. Ortega Lara era funcionario de prisiones y, con su liberación, volvería a su trabajo. En su editorial, el diario EGIN lamentaba que tras la liberación del Sr. Ortega Lara ‘había cuatro prisioneros políticos más’, en referencia a los cuatro secuestradores detendios, que para EGIN eran ‘presos políticos’ como todos los miembros de ETA.

Enfrentamiento entre los jueces de la Audiencia Nacional Garzón y Liaño por la liberación de Ortega Lara:

Liano_Garzon El secuestro del Sr. Ortega Lara estaba siendo instruído por el responsable del Juzgado Nº1 de la Audiencia Nacional, D. Javier Gómez de Liaño. Pero fue el responsable del Juzgado Nº 5 de la Audiencia Nacional, D. Baltasar Garzón, el que dio la orden para liberar al Sr. Ortega Lara y acudió personalmente a supervisar la operación. Lo que incrementó el enfrentamiento entre los dos jueces, que ese mismo año reventaría definitivamente con el ‘caso Sogecable’. El juez Gómez de Liaño acusó al juez Garzón de haber puesto en peligro la vida del Sr. Ortega Lara con su precipitación.

01 Julio 1997

Dos fracasos

EGIN (Director: Xabier Salutregui)

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Cosme Delclaux y Ortega Lara han recobrado sus derechos, los presos políticos vascos [por los presos de ETA] no.

La puerta en libertad de Cosme Delclaux y el rescate de Ortega Lara, al margen del efecto propagandístico que cada situación pueda surtir, orfecen una lectura crítica de la que cabría concluir que, en los dos casos, el Gobierno español ha cosechado serios reveses. Y es así por improbable que parezca esperar esta interpretación por parte del Ejecutivo de Aznar, obsesionado ahora por alcanzar una pírrica victoria mediática.

En lo referido a Delclaux, habrá que colegir que si el propósito de ETA consistía en obtener una compensación económica a cambio de su liberación, el objetivo de la organización armada habrá sido cubierto en fechas anteriores a su puesta en liberad. Y resulta obligado, en consecuencia, destacar el fracaso del vasto operativo policial desplegado para evitarlo.

Lo tocante a Ortega Lara ofrece, sin duda, perfiles bien distintos, tanto pr el éxito policial cosechado como por el fin último de la intervención armada de ETA. Y parece obvio que si lo que se pretendía era poner en evidencia el grado de corrupción legal, inhumanidad y maltrato a los presos políticos vascos, la pretensión de ETA estaría cubierta con creces.

Independientemente del triunfo policial que supone la detención de un comando y el rescate de un rehén, hoy la sociedad vasca – y por ende, la española – es más consciente que nunca de la realidad que padecen los preses, rehenes también, en manos de un Gobierno instalado en el inmovilismo. Y eso es tanto como reconocer el éxito de ETA y el fracaso del Gobierno. Mayor sería, además, el revés del Gobierno español si, obnubilado por la efectividad de la Guardia Civil, quisiera jugar el irresponsable rol del avestruz.

Porque las cosas, lo diga Mayor Oreja o los niegue su mentor, siguen donde estaban. Cosme Delclaux y Ortega Lara han recobrado sus derechos, los presos políticos vascos no.

02 Julio 1997

Día de liberación

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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La de ayer fue una jornada reconfortante para quienes creemos en la convivencia y defendemos la libertad. Dos ciudadanos secuestrados por ETA, el funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara y el abogado Cosme Delclaux Zubiría, fueron liberados después de 532 y 232 días, respectivamente, de encierro forzado en condiciones terribles. La libertad de ambos se ha alcanzado por caminos diferentes, podría decirse que contradictorios, pero el final de un secuestro es siempre una, buena noticia. En el caso de Ortega Lara hay que congratularse doblemente, porque su rescate ha sido fruto de una brillante operación de la Guardia Civil, en la fase de investigación y en el asalto, que se realizó sin disparar un tiro. Los cuatro etarras del comando de vigilancia fueron detenidos y, lo que es más importante, ETA ha perdido a un rehén con el que trató de chantajear infructuosamente al Estado. Delclaux alcanzó la libertad después de que su familia pagara un rescate de 1.000 millones de pesetas, que ETA empleará sin duda para costear su campaña de terror. Aun así, vale la reflexión que hizo ayer el ministro del Interior: ¿puede reprocharse a una familia que trate de salvar por cualquier medio a uno de los suyos una vez que ha sido secuestrado?El primer objetivo de las fuerzas de seguridad debe ser ahora prender a los secuestradores de Delclaux y evitar que hagan uso del cuantioso rescate para secuestrar, torturar o asesinar a otros ciudadanos. Esto constituiría un éxito pleno para el Estado de derecho. Tres horas después de que Delclaux apareciera atado a un árbol en las cercanías de Elorrio (Vizcaya), guardias civiles del cuartel de Intxaurrondo y Grupos Antiterroristas Rurales liberaban a Ortega Lara mediante una operación relámpago, en las proximidades de la población guipuzcoana de Arrasate (Mondragón). El estado físico del funcionario de prisiones, que presentaba síntomas de depresión aguda y que ha perdido 23 kilos de peso durante su confinamiento, es una denuncia lacerante e inapelable del terrible suplicio que significa cualquier secuestro de ETA, y muy en concreto éste, que con casi año y medio ha sido el más largo de los realizados por la banda. ¿Quién que viera las fotografías e imágenes de televisión de Ortega Lara no recordó a los supervivientes de los campos de concentración nazis? ¿Cómo no hacer una analogía entre los terroristas y los carceleros de las SS?

El éxito policial en la liberación de Ortega Lara es un magnífico colofón político a la libertad de Delclaux; de este modo se evita la inevitable sensación de impotencia del Estado que se hubiera producido en el caso de que Delclaux hubiese sido liberado por voluntad de ETA, tras pagar un fuerte rescate, mientras el funcionario Ortega Lara permanecía en el agujero sin posibilidad de redención. Más allá de las casualidades, la coincidencia del rescate de Ortega con la liberación de Delclaux plantea algunos interrogantes, pero se, ha hecho realidad la opción más favorable para los intereses del Estado democrático. Su rescate es una inyección de ánimo y optimismo para la sociedad española, seriamente abatida por la aparente impunidad que parecía proteger a la banda terrorista en su carrera interminable de chantajes, atentados y tiros en la nuca.

De la jornada de ayer cabe extraer también reflexiones políticas esclarecedoras. No hace demasiados días que algún partido político, caracterizado por su meliflua oposición al nacionalismo violento vasco, sugería de forma agorera que el Ministerio del Interior se había olvidado por completo del secuestro de Ortega Lara. Esta acusación ha quedado desmentida por los hechos y deja en mal lugar a quienes con tanta irresponsabilidad la emitieron. También se han utilizado con demasiada ligereza los secuestros de Delclaux y Ortega Lara como argumento forzado a favor de que el Gobierno avance en la política de acercamiento de los presos vascos a Euskadi. El intercambio de concesiones y guiños de complicidad con los terroristas, en términos de equidistancia, es una mala política, tal como ha demostrado la experiencia de los últimos 20 años.

El viento ha tomado y es favorable a los intereses del Estado democrático. Una vez que el Ministerio del Interior se ha liberado del chantaje de ETA y los dos secuestrados están en libertad, no existen impedimentos políticos para que atienda lo que se ha configurado, como un consenso social y acerque selectivamente a presos etarras al País Vasco. Siempre y cuando tal reagrupamiento no signifique un obstáculo para la política antiterrorista general. Castigar a las familias, obligándolas a largos y costosos viajes para ver a sus familiares presos, es una forma de ampliar el rencor social y en muchos casos equivale a empujar a las familias al entorno organizativo de ETA. Nadie podrá decir que, en estas circunstancias, el Estado democrático cede al chantaje del secuestro. Es la primera vez, desde mayo de 1995, que ETA no tiene a nadie secuestrado. Esto es también un triunfo de todos los ciudadanos que, con encomiable tenacidad, se han manifestado para denunciar la ignominia terrorista y dejar bien claro que la sociedad no tolera la extorsión y el crimen. Ganan los demócratas.

02 Julio 1997

La democracia gana el pulso más duro de ETA

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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Si una imagen vale más que mil palabras, el rostro demacrado y cadavérico de Ortega Lara al volver a su domicilio evoca todo el horror de los «campos de la muerte» de Pol Pot o las viejas filmaciones rusas de los supervivientes de Auschwitz. Difícil imaginar mayor crueldad en el trato a un ser humano, al que se rebaja a la simple condición animal al obligarle a convivir con sus propios excrementos.

Bastaría la imagen del sufrimiento de Ortega Lara para calificar la infamia de sus secuestradores, que hacían una vida normal mientras su víctima se pudría en un oscuro agujero de pocos metros cuadrados. Los responsables de este desafuero no sólo son personas sin ningún escrúpulo moral sino que han demostrado una falta de piedad que roza lo inhumano. Mejor no dedicarles ni una línea más para no empañar la satisfacción por la liberación del joven empresario Cosme Delclaux, 231 días en poder de ETA, y del funcionario de prisiones, que, con 532 jornadas de cautiverio, ha batido todos los records en el Guinness del fanatismo violento. Un libro en el que la banda terrorista ha inscrito ya 74 personas secuestradas en tres décadas. De ellas, ocho fueron asesinadas al no poder pagar el rescate económico exigido por la organización. Sólo en cuatro casos -Ortega Lara es el quinto- las fuerzas policiales habían logrado devolver a sus familias a los ciudadadanos privados de libertad.

Las leyes de la probabilidad estaban en contra de Ortega Lara, puesto que además hacía doce años que el Estado no conseguía rescatar a un secuestrado por la banda, que sin duda ha perfeccionado con la práctica sus siniestros métodos. Pero ello no ha sido suficiente para evitar el éxito policial de la madrugada de ayer, que sirve para desmontar algunos mitos que gravitaban negativamente sobre la lucha antiterrorista. El primero -y más arraigado- el mito de la invulnerabilidad de ETA en su propio terreno. La red de chantaje y terror de la banda no ha servido para evitar la acción de la Guardia Civil, que ha demostrado que se puede combatir la extorsión dentro del escrupuloso respeto de los mecanismos del Estado de Derecho. En este sentido, el Gobierno no se ha plegado al chantaje de ETA, que quería poner de rodillas al Estado.

Junto al tópico de una ETA imbatible en su campo, se desvanece otro igualmente lamentable: que la eficiacia policial había quedado muy mermada tras la salida de Rafael Vera y sus colaboradores de Interior debido a las revelaciones sobre la trama de los GAL y los fondos reservados. Nadie es imprescindible y menos personas de dudosa catadura moral, que se habían lucrado bajo pretexto de su pretendida valía en la lucha contra la delincuencia.

El tercero de los mitos que cae es el del general Rodríguez Galindo como cuerpo y alma de un cuartel de Intxaurrondo, cuya leyenda negra pesaba sobre el ánimo de muchos ciudadanos vascos que han seguido viendo en el establecimiento donostiarra un símbolo de la represión antifranquista. Los nuevos mandos de la Guardia Civil en Intxaurrondo están combatiendo la violencia dentro del más estricto respeto a la legalidad, que es compatible, como se puede ver, con la eficacia. La liberación de Ortega es un notable triunfo moral de los profesionales que ahora dirigen esta comandancia.

Y, en definitiva, el éxito policial de ayer pone fin a las dudas sobre la capacidad de este Gobierno para combatir a la banda terrorista. Merece la pena subrayar la parte alícuota que corresponde al ministro de Interior y su equipo, que han trabajado con tenacidad y empeño para llegar a este feliz desenlace. Quedan en evidencia las mezquinas frases de quien en el homenaje a Tomás y Valiente cuestionó la labor de este Gabinete en materia antiterrorista.

Los ciudadanos tienen motivos para sentirse satisfechos al constatar que las Fuerzas de Seguridad son capaces de poner coto a las criminales acciones de ETA sin malversar los recursos del Estado. Y tienen causas suficientes para respirar aliviados al comprobar que este ministro no utiliza su departamento para maniobras políticas, lo que no puede decirse de todos sus antecesores.

La liberación de Ortega Lara es el mayor éxito policial en los últimos diez años, superior incluso a la detención de la cúpula de ETA en Bidart, ya que la banda había jugado con la vida de este funcionario para poner en jaque a las instituciones democráticas. No había motivaciones económicas en el secuestro. Existía el frío y calculado propósito de dividir a las fuerzas democráticas y hacer pasar al Estado bajo el aro de un humillante chantaje.

ETA ha sufrido un duro golpe pero su capacidad de hacer daño permanece casi intacta. Entre otras razones, porque la organización ha recibido cientos de millones por la liberación de Delclaux. Una suma que va a engrasar los engranajes de una rueda criminal que sigue en marcha.

Sería un buen momento para que los partidos de Ajuria Enea recuperasen la iniciativa perdida, planteando soluciones políticas al problemas vasco. Sería, en suma, una ocasión propicia para el diálogo si es que los violentos están dispuestos a sentarse en una mesa y dar una oportunidad a la paz. No parece que así sea, pero hay que intentarlo.

La de ayer fue una jornada que quedará en la memoria colectiva de los españoles. El éxito policial, político y ciudadano debe ser celebrado por todos los demócratas de buena voluntad que tienen un doble motivo para alegrarse: la solidaridad humana con los secuestrados y la derrota política experimentada por ETA. Sólo los muy fanáticos podrán justificar la barbarie que quedó patente ayer en la cara de Ortega Lara, cuyo sufrimiento moral y físico sirve de testigo de cargo contra los métodos de la banda.