12 octubre 2002

La oposición pregunta por primera vez sobre que datos secretos maneja Arriola del Gobierno

Extraño robo en casa del asesor presidencial Pedro Arriola

Hechos

En octubre de 2002 fue denunciado un robo en un domicilio utilizado por D. Pedro Arriola.

Lecturas

Pedro_Arriola_jovenDigamos que en la historia reciente de España hay dos robos misteriosos, el robo en la casa de Dña Bárbara Rey en 1997 y el robo en casa del sociólogo Sr. Arriola, asesor personal de D. José María Aznar en 2002. En ambos casos se mantiene una gran incógnita sobre lo que se robó o los motivos del mismo. El tema fue portada en toda la prensa, pero si en el caso de la Sra Rey se insinuaría la existencia de ‘fotos comprometedoras’ con algún famoso, como por ejemplo el Jefe del Estado, en el caso del robo en casa del sr. Arriola habría multitud de teorías:

1 – Servicio de inteligencia vasco: El Gobierno de Ibarretxe habría montado una red para buscar información del entorno del Gobierno.

2 – Servicios secretos franceses, porque a París le interesaba conocer las relaciones entre Bush y Aznar

3 – Sectores incontrolados de los servicios secretos españoles: en plan ex agentes del CESID que querían conocer datos sobre las negociaciones con ETA.

4 – Lucha por la sucesión en el PP. Arriola habría elaborado perfiles personales sobre sucesores de Aznar que alguien querría conocer.

5 – Espionaje industrial: conseguir información de Telefónica y Alierta, a los que asesorbaa.

6 – Vieja guardia socialista. Como oposición siempre podían ser sospechosos algunos elementos de la vieja guardia, expertos en el tema de los dossieres.

El robo también tendría una consecuencia laboral para el Sr. Arriola la ruptura con su socio D. Fernando Vilches, al menos si así creemos lo publicado por el digital EL CONFIDENCIAL DIGITAL en el año 2003:

Pedro Arriola ha roto con su socio de siempre, Fernando Vilches Vivancos. O, por expresarlo mejor, el segundo ha roto con el primero después de que la relación entre ambos se hubiera ido enfriando ya desde los meses estivales hasta acabar en un conveniente ‘divorcio’ societario. La razón de que las relaciones entre ambos socios pasran de cálidas a gélidas la tiene una encuesta, desaparecida en el citado hurto, realizada o enargada por la sociedad de Arriola y Vilches, Instituto de Estudios Sociales SL para averiguar quien era el mejor candidato para suceder a José María Aznar de entre los tres posibles: Mayor Oreja, Mariano Rajoy y Rodrigo Rato.

Aquel robo causó que todos los medios de comunicación hablaran de D. Pedro Arriola. En el diario EL PAÍS, junto a la información del robo publicaron una breve reseña del sociólogo titulado ‘una de las personas al as que escucha el presidente’. No obstante la misma nota del diario PRISA reconocía que había ‘una leyenda exagerada’ sobre la supuesta influencia de D. Pedro Arriola.

La nota remataba reproduciendo el entrecomillado de algún anómino del entorno genovés ‘Aznar escucha a mucha gente y recibe informes de mucha gente. Arriola es uno de ellos, pero no es el más relevante’.

Por su parte D. Federico Jiménez Losantos escribía en EL MUNDO en mayo de 2003: «Cuando las cosas iban pletóricas alguien tuvo a bien asaltar el despacho de Arriola, circunstancia que nadie ha aclarado hasta la fecha».

12 Octubre 2002

El misterio de Chamartín

Eduardo Haro Tecglen

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‘Sé lo que tengo y lo sigo teniendo’, dice Arriola después de ser desvalijado. Arriola, deben saber todos, es asesor personal del presidente Aznar; tiene un chalecito modesto y feo, pero clandestino, por Chamartín; y unos seres misteriosos pero agudos saltaron las alarmas, abrieron la caja de caudales con su clave como aquel que bien la sabe; se llevaron ordenadores, casetes, documentos, y el así asaltado dice que no importa, que lo que buscaban no estaba allí y ‘lo sigue teniendo’. ¿Qué será? Lo culpable, lo pecaminoso, lo escandaloso, existe, y no debe de ser pornografía infantil. ¡Secretos de Aznar!

Qué regusto da saber que hay una segunda o tercera política más allá de las Cortes y de los micrófonos: secretos. El asunto es de novelas policiacas. Los sospechosos quedan más o menos definidos por el uso de la palabra ‘Watergate’, que fue la operación que en aquel día realizó precisamente el poder -Nixon- contra la oposición, y que ahora sería la oposición contra el poder. No sé por qué. Podrían ser unos vascos u otros; ciertos guardias civiles que no aceptan que no haya indultado a su general Galindo y cómplices del Cuerpo; antiguos o modernos miembros del servicio de investigación; el propio Aznar, sospechando que Arriola le engañase; algún candidato en busca del cuaderno azul; algún presidente de comunidad, o unos simples ladrones. Él dice que ‘chapuceros’, lo cual no parece justificado por sus conocimientos de claves y de alarmas; y que sin duda sabían lo que buscaban. Los discos duros se abren ya con cierta facilidad, y han de saber también sus passwords, de donde su torpeza no parece justa. Ah, ¿y si fuese el propio Arriola para poder después venderlos o hacer chantaje? Por Júpiter, que no tengo sospechas de nadie, sino de todos, excepto de mí mismo y de algunos amigos íntimos. Únicamente vitupero la política que se llama democrática que a lo largo de su vida ha asaltado tantas cajas de caudales o ha encerrado o asesinado a tantos testigos. Solamente sigo aquello que aprendí a leer en algunos idiomas, en el Rouletabille de Gaston Leroux o en el Sherlock de Conan Doyle, o el Padre Brown de Chesterton. Seguramente, al final se descubrirá que ha sido el mayordomo.

Veo la casita de burguesía pobre y antigua donde han sucedido los hechos, y difícilmente imagino un mayordomo. A no ser un servidor espiritual de un amo fuerte.

10 Octubre 2011

El 'gurú' en la sombra del presidente

Lucía Méndez

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Como cualquier asesor de lujo que se precie, Pedro Arriola Ríos también tiene una leyenda que ha sido construida a partes iguales por él mismo y sus enemigos, que son legión dentro del PP. Un cierto halo de misterio -«¿alguien sabe lo que hace Arriola?» es una pregunta muy repetida por dirigentes populares- envuelve a este sevillano de 54 años que, sin haber ocupado nunca ningún cargo político como no sea el de consorte de ministra, ha gozado y goza de una gran influencia a la vera del presidente del partido y del Gobierno.

Básicamente, Arriola es el gurú sociológico de Aznar, con quien le une una relación profesional y personal a prueba de cualquier vicisitud. Es el hombre de las radiografías sociológicas a base de analizar las encuestas, de los informes detallados, de los documentos estratégicos de las campañas electorales. Es el hombre de las transparencias, los cuadros estadísticos primorosamente presentados con papel de celofán con los que deja epatados a todos en las reuniones internas de los equipos electorales. El chalé de Arriola y los papeles de Arriola forman ya parte del imaginario popular.

Su conducta y su perfil se ajustan a los célebres hombres en la sombra que rodean a cualquier líder político. Y mira que reúne todas las condiciones para haberse hecho famoso. Amigo del presidente, asesor del presidente, marido de ministra, amigo de vicepresidente, asesor de los amigos del presidente… De baja estatura y con aspecto de hombre corriente, simpático, campechano. Inasequible contador de chistes, permanece ligado a Aznar desde antes de que éste fuera elegido presidente del PP. Tiene un pasado juvenil izquierdista -conoció a la que es su mujer, Celia Villalobos, en una manifestación- y una empresa, el Instituto de Estudios Sociales, que tiene un contrato con el PP de muchos millones.

A lo largo y ancho de su estrecha colaboración con Aznar, Arriola no siempre ha acertado a la hora de pulsar las tendencias sociales.Su error más clamoroso se produjo en las elecciones del 93, cuando creyó que el PP iba a ganar y perdió. Muchos de los que pugnaban con él por el favor del líder creyeron ver su estrella en declive.Pero se equivocaron. Ahí permaneció hasta la mayoría absoluta de 2000 y ahí sigue en un momento en el que Aznar tiene mucha necesidad de informes sociológicos, de cara al proceso sucesorio abierto en el liderazgo del partido en el Gobierno.

Los presuntos errores estratégicos del asesor constituyen toda una leyenda en la que resulta difícil discernir si algunos de los que se le atribuyen son propios o apócrifos. Su acierto más notable se produjo en las elecciones vascas del 13 de mayo en las que, para horror del PP, pronosticó siempre una victoria del PNV. Amigo también del ex presidente de Telefónica, Juan Villalonga, ejerció asimismo como su asesor en los difíciles momentos por los que atravesó antes, durante y después de la ruptura con Aznar que originó su salida de la compañía.

No pocos se quedaron de piedra cuando Aznar le designó personalmente para formar parte de la delegación que envió a hablar con ETA.Hombre muy hablador, pero sumamente discreto -«lo que puedo contar no tiene ningún interés y lo que tiene interés no lo puedo contar»- tal vez su mayor frustracción es no haber sido capaz de acertar a la hora de asesorar a su mujer, la ex ministra de Sanidad.

16 Octubre 2002

Los narcisos

Raúl del Pozo

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En el chalé de Los Narcisos de Pedro Arriola han pasado muchas cosas desde el final de los años 80, pero hoy apenas quedan los espectros.

Hoy lo más relevante de ese chalé es el nombre de la calle donde está, Los Narcisos, que simboliza a un Gobierno que se mira demasiado en el espejo de las encuestas y se puede convertir en piedra.

«Otros saben hacer muchas cosas», escribe Maquiavelo cuando es dispensado de su cargo de secretario de cancillería, «pero yo no entiendo de nada, ni de la seda, ni de los tejidos de lana, sólo entiendo algo del Estado».

Pedro Arriola, que algo entiende del Estado, me dice, cuando le insinúo que en su chalé había guardados divertidos chismes de Estado, que desgraciadamente no hay cosas entretenidas. «La cosa es más aburrida que la puñeta». Le recuerdo que la oposición pretende montar el pollo en una estrategia de venganza por el pasado y Arriola me dice que carece de contratos oficiales con administración pública alguna.

«Yo no hago encuestas, compro encuestas». Cuando le recuerdo que los chalés del poder suelen ocultar tráfico de favores él me pregunta: «¿Es que Juan Villalonga necesitaba que yo le presentara a José María Aznar? ¿Es que César Alierta precisaba que yo le pusiera a tiro a Rodrigo Rato?»

Sobre las conversaciones con ETA en Suiza, Arriola se muestra tajante: «Cumplí una obligación patriótica, y por supuesto, sin cobrar una peseta».

A la oposición le excita llevar al Congreso al confesor del presidente y es verdad que este sevillano sin acento, andaluz reciclado, sociólgo de Málaga, que lee el hígado de los gansos, ha sido uno de los primeros asesores presidenciales que ha utilizado la puerta giratoria, que va del despacho oval a la multinacional.

Esa puerta se usa desde que Kennedy reclutó a los cabezas de huevo de Harvard y se los llevó a la Casa Blanca).

«Es un Rasputín al que le importa más la cartera que la cruz», me dice uno del PP. Pero el que avisa al jinete la profundidad y cercanía del abismo tenía previsto que un día lo podían pillar y borró todas sus huellas. Aprendieron la lección desde los bancos de enfrente.

No va a caer la Bolsa, ni va a estallar una crisis de Gobierno.Como el caso Watergate, el caso Arriola podría haber sido diversión pura con visos de comedia, de misterio, de melodrama y hasta un poco de sexo, pero no hemos tenido suerte.