Fulminante muerte del ex ministro franquista Gabriel Arias Salgado a las dos semanas de ser destituido

7 de julio de 1962

Hoy he hablado al Caudillo de los rumores de crisis que corren y le he entregado una lista de nombres.

“Me extraña que en esta lista aparezca el nombre de González Vicen para la Secretaría del Partido, porque no es la persona indicada.

Ahora hay ministros muy competentes. Al de Información y Turismo le atacan mucho sus compañeros de gobierno, dicen que no da bastante información y que el público la busca en las radios rojas. Yo opino como él y considero que ni la radio ni la prensa deben apresurarse a contar lo que ocurre, pues esas noticias son agrandadas por las radios enemigas.

Hace unos días estallaron dos bombas en Barcelona, afortunadamente no hubo víctimas. La noticia la dio la prensa de esta ciudad, pero no la del resto de España. En el extranjero apenas se comentó. Si lo hubiesen dado la radio y la televisión, se habría armado un escándalo enorme. Reconozco que Arias Salgado no es un hombre enérgico, y por exceso de bondad no exige demasiado cumplimiento a sus subordinados; pero es persona muy leal y yo le quiero bien”.

Para luego a examinar la actuación de los demás ministros, empezando por Itrumendi:

“Lleva muy bien los asuntos eclesiásticos y llama la atención a los obispos que alguna vez reclaman por creer las versiones que les cuentan los enemigos del gobierno. El de Industria, Planell está bastante recuperado de su salud y lleva muy bien su departamento. Solís es ministro muy competente, aunque le hayan cogido de sorpresa las últimas huelgas. Al de Educación Nacional, Rubio, le encuentro bastante delicado y no podrá continuar en el cargo. El de Comercio es muy bueno, aunque haya tenido algún fallo en las exportaciones ”.

Le pregunto si era verdad el rumor que corre de que el periodista señor Aznar iba a ser nombrado ministro de Información y Turismo. Me contesta:

“Aunque reconozco que Aznar vale mucho, por su pasado político no le considero el indicado para ese cargo; luego están las aventuras de dicho señor con una baronesa, cuyo nombre tú ya sabes; llegó a hacer un viaje a América con ella y cuando regresó le encontré un día y con mucho nerviosismo me dijo: ‘Mi coronel, no me diga usted nada, tiene usted razón para poder censurarme, ha sido una debilidad que reconozco’. Sus compañeros de EL SOL aún se recuerdan y contribuyeron mucho a derribar la monarquía, y eso se puede olvidar. No he pensado en él para este cargo, no obstante habérmelo recomendado Castiella”.

21 de julio de 1962

Hablamos de la última crisis. Me hace elogios del ex ministro Arias Salgado

“Ya llevaba muchos años al frente de Información y Turismo. No me agrada lo mucho que le burocratizó el ministerio, que convierte la propaganda en algo lento y mecanizado, sin alma, sin entusiasmo. Se han creado demasiadas direcciones generales, secretarios de éstas y un sinfín de personal subalterno. En fin, una máquina lenta y poco eficaz. Arias Salgado fue un buen ministro, pero bastante débil. Es muy culto y yo le aprecio muchísimo y le estoy muy agradecido por lo mucho que trabajó y por la lealtad que siempre ha tenido para mí y para el régimen que servía”.

Digo al Caudillo que no comprendía por qué la opinión pública se había ensañado más con Sanz Orrio. Me dice Franco

“Porque resolvió algunos asuntos sin contar con sus compañeros de otros departamentos a los que les afectaban las soluciones tomadas, y por eso surgían protestas y se dio lugar a alguna huelga en minas por creer los obreros que estaban peor pagados que los de las fábricas metalúrgicas. No se pueden tomar medidas sin un cambio de impresiones con ministros de departamentos a los que puede afectar, y sobre todo sin llevarlas a los consejos para su debida discusión. Tenía a la opinión pública en contra, y por eso le cambié”.