25 octubre 1999

El artículo ‘Pobre Haro’ del presidente de LA RAZÓN fue replicado por el de ‘Pobre Anson’ del columnista estrella del diario del Grupo PRISA en la que le acusaba, entre otras cosas, de haber sido maoista

Eduardo Haro Tecglen (EL PAÍS) y Luis María Anson (LA RAZÓN) se echan en cara sus respectivos fracasos en sendos artículos

Hechos

  • El 24.10.1999 el presidente fundador del diario LA RAZÓN, D. Luis María Anson, publicó un artículo en el que hacía varias referencias al columnista de EL PAÍS, D. Eduardo Haro Tecglen. El 6.11.1999, este publicaba en el diario EL PAÍS otro artículo cargado de referencias hacia el Sr. Anson.

Lecturas

Desde hacía años D. Eduardo Haro Teclen en sus columnas de EL PAÍS hacía referencias despectivas hacia D. Luis María Anson, que nunca había respondido con artículos firmados:

«Renegados, traidores, deunciantes hasta la bajeza de chivatos en ABC de Anson, que siempre paga a traidores» (EL PAÍS, 19-5-1995)
«Las portadas de ABC con derroche de sangre mal imprensa, recuerdan quiénes son ellos. Si Anson está en un sitio, hay que estar en el contrario» (EL PAÍS, 26-2-1997)
«La ventaja es que Anson se va de ABC, aunque ahora dude porque no ve tan seguro el tema de las plataformas como Álvarez Cascos. No sé como resolverá porque supongo que ABC tiene ya sus planes previstos, que reposan en Giménez Alemán» (EL PAÍS, 5-3-1997)
«ABC le hace ahora un homenaje al pequeño Anson, dicen que por la academia, pero con sonidos a despedida. Pero para estos personajes siempre hay sitio» (EL PAÍS, 10-03-1997)
«Anson, que disgusto el suyo, irse de ABC para ocupar el despacho de Televisa, que disgusto el de Azcárraga junior, que se ha encontrado con esa herencia de su padre con la que se ve mezclado en un turbio asunto gubernamental-judicial-periodístico en España» (19-05-1997)
«Por cierto, ¿cuándo se va Anson?» (EL PAÍS, 7-06-1997)
«Espero el ABC del 16 de julio, renovado, que dicen ellos. Temo que no lo consigan del todo. Dejó Anson algún gordo gusano, comilón y bestia: la rotativa que imprima sus textos nunca parecerá nueva» (EL PAÍS, 29-06-1999)
«ABC vaya, Anson no era el único en este lenguajismo brutal, aunque fuera mejor: llegó a académico» (9-08-1999)
«¿Por qué me acuerdo de Anson? Ah, por LA RAZÓN. Pero esa es otra cosa, otra cosa…» (10-06-2003)

 

24 Octubre 1999

POBRE HARO

Luis María Anson

Leer
Pobre Haro, me da pena. Las circunstancias de la vida han convertido a Haro en un resentido profundo. La envidia le transpira por todos los poros del hígado. No puede soportar el bien ajeno, el éxito de los otros

Todo el mundo me pide aquí que le haga una caricia a Eduardo Haro Tecglen, por la ojeriza con que distingue a este periódico. Pero ¿por qué me voy a meter yo con él? Pobre Haro. Le tengo estima literaria y además me da pena. Se trata de un hombre de talento al que nada sale bien. Era estalinista y hay que ver la de cosas que le descubrieron de Stalin. Es un hincha republicano y la Monarquía triunfa en España entre la simpatía general. Es comunista y el comunismo se derrumba con estrépito. Le aburre a morir el teatro y en su periódico le hacen crítico teatral. Iba para académico y le birló el sillón Cebrián, mucho más hábil que él, y también mejor periodista. Las circunstancias de la vida han convertido a Haro en un resentido profundo. La envidia le transpira por todos los poros del hígado. No puede soportar el bien ajeno, el éxito de los otros, sobre todo el de Buero. Sus columnas monótonas parecen ciertamente escritas en una cantina soviética. Es un hombre taimada y lúgubre, de palabra funeraria y pluma que tartamudea.

No, no pienso meterme con Haro. Al revés. He tomado por el ronzal su asno de Balzac, con el que tan identificado se siente Tecglen – con Balzac, claro, no con el asno, el onagro del marqués de Valentín, el de la suerte, lejos del que encubría incestos, el de Perrault, que se llamaba Cagadoblones, pues eso – y lo he conducido, al jumento, hasta la casa de Eduardo, cargado con un regalo de buena voluntad: un aspirador de tres velocidades, porque le vendría bien al insigne columnista que alguien se lo pasara por encima y limpiara el polvo de su pensamiento yacente.

Luis María Anson

06 Noviembre 1999

POBRE ANSON

Eduardo Haro Tecglen

Leer
Pobre Anson: luchó por la monarquía que no le quiere, ganó lectores morbosos para ABC y tuvo que irse; conspiró, su conspiración abortó, y denunció a sus compañeros; entró en una red de televisión mexicana que se disolvió; fundó LA RAZÓN y fracasó.

En un día caen reyes de la mugrienta baraja con que se juega la política: Luis María Anson, Jesús Gil. No son homologables. Gil está fuera de mi aprecio, pero me molesta el acoso de los aznaristas porque les quitaba votos. Los votantes de Gil quizá vayan a la abstención. O a Julio Anguita, que ha dado el Socorro Rojo a Liaño. O a Mario Conde. ‘¡Qué difícil es desprestigiarse en España!’, decía Ruano. Anson casi se despide ayer. Casi. Celia Gámez cantaba: ‘¿Me voy? ¿O no me voy?’; le gritaban: ‘¡No te vayas, no te vayas!’; se quedó muchos años.

Anson cede la antorcha a sus más jóvenes compañeros, pero seguirá yendo a su trabajo. Se fotografía con Aznar, que fue a verle para celebrar el aniversario de LA RAZÓN. El periódico le elogia, pero le gustaría más si el periódico vende algo. Subió un poco desde que se puso a cien pesetas: el más barato de España. También es el peor. Pobre, pobre Anson, qué trayectoria, desde los altos periódicos al más bajo. No sé si a sus benefactores les compensará el nuevo público: el anunciante dice que no tiene poder adquisitivo. Son tan pocos que no es una pérdida grande. Yo prefiero que no se vaya, como no quería que se fuera Celia, tan divertida y tan facha.

Por Anson sí tuve ramalazos de cariño desde que era estudiante en prácticas en el periódico donde trabajé de redactor jefe. Era igual: chillón de los agudos, capaz de cualquier altercado. No ha madurado. Reñía con Emilio González Navarro, falangista, y yo tenía que poner orden: como si fueran iguales, aunque siempre he preferido (es una forma de hablar) a los falangistas que a los monárquicos. He mantenido el afecto cuando me insultaba con ferocidad de monárquico antiguo en ABC y aún ahora que es tan antiguo como para llamarme estalinista – ¡él si fue maoísta! – cuando ya los miserables más adelantados me llaman franquista. Pobre Anson: luchó por la monarquía que no le quiere, ganó lectores morbosos para ABC y tuvo que irse; conspiró, su conspiración abortó, y denunció a sus compañeros; entró en una red de televisión mexicana que se disolvió; fundó LA RAZÓN y fracasó.

Tengo afecto a estos locos freudicanos que se creen dueños de LA RAZÓN. Me consuela saber que le queda una considerable fortuna, un futuro de ariculista, un inaudito sillón en la Academia, y la empresa de EL CULTURAL, si no se la quita Ramírez: ése no fracasa. Prefiero que no se vaya Anson: no querría que cediese la antorcha a sus jóvenes compañeros. No vayan a hacer un periódico mejor que el mío.

Eduardo Haro Tecglen

El Análisis

EL ARTE DE PROVOCAR PARA ASCENDER

JF Lamata

‘Pobre Haro’ era el título con el que D. Luis María Anson declaraba la guerra al diario EL PAÍS. El objetivo evidente del periodista y académico era lograr una buena polémica que convirtiera a LA RAZÓN en el enemigo oficial de EL PAÍS y, por tanto, referente periodístico de la derecha, frente a EL PAÍS, que lo era de la izquierda, la misma estrategia que utilizó al llegar al frente del ABC en 1983.

No era una tarea fácil, los de PRISA no iban a responder con facilidad a las provocaciones ansonianas, dado que, para ese momento, su enemigo oficial era D. Pedro J. Ramírez (EL MUNDO). Por ello el Sr. Anson escogió al objetivo adecuado de PRISA:  al veterano columnista, el Sr. Haro Tecglen, amparándose en las referencias despectivas que este hacia contra LA RAZÓN en sus intervenciones radiofónicas en la Cadena SER. La estrategia de Anson tuvo éxito y el 6.11.1999 Eduardo Haro Tecglen publicaba en EL PAÍS una réplica a Anson. En el artículo no hacia especial referencia al texto de LA RAZÓN, pero era una réplica clara puesto que lo tituló ‘Pobre Anson’. No obstante, LA RAZÓN no lograría convertirse en el enemigo mediático oficial de EL PAÍS, puesto que tras el cambio de estilo que se impondría con la marcha de Anson, el diario no quiso o no supo como continuar sus polémicas con la competencia.

J. F. Lamata